El pequeño Falcon 9 y otros minilanzadores espaciales chinos

Por Daniel Marín, el 20 septiembre, 2017. Categoría(s): blog ✎ 56

China no quiere quedarse atrás en la actual carrera para desarrollar minilanzadores espaciales que permitan poner en órbita cargas útiles de pequeño tamaño. Las grandes empresas aeroespaciales del país han desarrollado varios cohetes capaces de situar unos pocos centenares de kilogramos en órbita baja, como por ejemplo el Kaituo 2, el Kauizhou 1A y el Larga Marcha CZ-11. Todos ellos emplean tecnología desarrollada originalmente para misiles de combustible sólido y muchos se ofertan en el mercado internacional, pero esto solo es la punta del iceberg. En los últimos años ha surgido una pléyade de empresas privadas chinas que también quieren crear lanzadores de pequeño tamaño. La más llamativa es sin duda Linkspace, que ha captado la atención de los medios con su propuesta de lanzador New Line 1. ¿El motivo? Pues porque se trata de una especie de versión en pequeño tamaño del Falcon 9 de SpaceX.

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Lanzador New Line 1 de LinkSpace, similar al Falcon 9 de SpaceX (chinaspaceflight.com).

El New Line 1 (新干线一号 o Xin Gan Xian 1) es un lanzador de dos etapas y 33 toneladas al lanzamiento con unas dimensiones de 20,1 x 1,8 metros. Será capaz de situar entre 150 y 200 kg en órbita baja, pero lo más destacable es que la primera etapa, de combustible líquido, será reutilizable, para lo cual usará un tren de aterrizaje de cuatro patas similar al del Falcon 9. La etapa empleará cuatro motores de kerolox de empuje variable para conseguir sus objetivos. La empresa LinkSpace (翎客), fundada en 2014, espera comenzar sus operaciones en 2020. Cada lanzamiento debería costar unos 4,6 millones de dólares en la versión no reutilizable y 2,3 millones en la reutilizable.

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Prototipo de despegue y aterrizaje vertical de LinkSpace (LinkSpace).

Y antes de que alguien diga que estamos ante otro caso de powerpointismo, conviene señalar que LinkSpace ha construido tres prototipos de despegue y aterrizaje vertical (VTVL) y ya ha realizado varias pruebas, como podemos ver en el siguiente vídeo (los prototipos se denominan RLV-T1, RLV-T3A y RLV-T3B).

Y, de paso, también podemos contemplar la prueba del motor de 3 kN de empuje de LinkSpace:

Otra empresa que está pegando fuerte es LandSpace —sí, se ve que en China no son muy originales con los nombres—, creada en 2015. Esta empresa oferta dos lanzadores, el LandSpace 1 (LS-1 o 蓝箭一号) y el LandSpace 2 (LS-2 o蓝箭二号). El LS-1 es un cohete de combustible sólido de 57,4 toneladas y cuatro etapas capaz de situar 400 kg en una órbita baja heliosíncrona. Su tecnología deriva del CZ-11, aunque no está claro hasta qué punto, y podrá ser lanzado desde transportadores móviles como este último. Del LS-2 no se sabe mucho, aunque también es un cohete de combustible sólido de cuatro etapas.

Cohete comercial LandSpace 2 (chinaspaceflight.com).
Cohete comercial LandSpace 2 (chinaspaceflight.com).
Sistema de lanzamiento móvil de LandSpace (chinaspaceflight.com)
Sistema de lanzamiento móvil de LandSpace (chinaspaceflight.com)

Pero no son las únicas. Otra compañía privada china de nueva creación es One Space, que se presenta con tres tipos de lanzadores de combustible sólido, el OS-M1, el OS-M2 y el OS-M4, con capacidad para lanzar 110 kg, 230 kg y 400 kg en órbita heliosíncrona, respectivamente. Los OS-M usan un diseño modular, de ahí el nombre de los lanzadores, que hace referencia al número de módulos de combustible sólido empleados en la primera etapa.

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Lanzadores de OneSpace, OS-M1, OS-M2 y OS-M4 (chinaspaceflight.com).
Sistema de lanzamiento móvil de One Space (chinaspaceflight.com).
Sistema de lanzamiento móvil de One Space (chinaspaceflight.com).

Estas empresas, así como otras de nueva creación, han sido objeto de polémica porque muchos analistas consideran que el gobierno chino ha favorecido su aparición a través de un trasvase de tecnología de las grandes empresas aeroespaciales chinas estatales con el objetivo de inundar el recién nacido mercado de minilanzadores, hasta ahora dominado por compañías occidentales. O sea, estaríamos ante una especie de dumping espacial. Frente a ellas estas empresas tienen el reto de superar las duras restricciones de transferencia tecnológica impuestas por Estados Unidos a China (ITAR) y, por supuesto, la desconfianza de un mercado que no sabe hasta qué punto estas compañías van en serio. En los próximos años saldremos de dudas.



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Por Daniel Marín, publicado el 20 septiembre, 2017
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