La odisea del lago Tenguiz: cuando dos cosmonautas casi se asfixian dentro de una cápsula Soyuz

Por Daniel Marín, el 14 junio, 2024. Categoría(s): Astronáutica • Historias de la Cosmonáutica • Soyuz ✎ 71

El 12 de junio de 2024 falleció a los 83 años el antiguo cosmonauta Vyacheslav Dmitrievich Zúdov (Вячеслав Дмитриевич Зудов). Zúdov, que fue elegido candidato a cosmonauta en 1965 como parte del tercer grupo de la fuerza aérea soviética, viajó al espacio solo una vez, en la misión Soyuz 23, una de las aventuras más sorprendentes y extrañas del programa espacial soviético y que estuvo a punto de saldarse con la muerte de Zúdov y de su compañero Valeri Rozhdestvenski. La misión Soyuz 23 despegó el 14 de octubre de 1976 rumbo a la tercera estación espacial militar OPS del programa Almaz, conocida como Salyut 5. La primera misión a la estación, la Soyuz 21, a cargo de Borís Volynov y Vitali Zholobov, había regresado antes de lo previsto en agosto de ese año por culpa de una pequeña fuga de ácido nítrico del sistema de propulsión que había vuelto el aire irrespirable.

La cápsula Soyuz 23 en el lago Tenguiz remolcada por un helicóptero Mil Mi-8 con el paracaídas de reserva detrás (RGANTD).

Zúdov y Rozhdestvenski habían servido como suplentes de la Soyuz 21 y ahora les tocaba el turno de viajar a la órbita. Los dos eran novatos y miembros de la selección de 1965. Como particularidad, Rozhdestvenski era el único cosmonauta en servicio procedente de la armada soviética. Los dos hombres tenían como tarea principal arreglar la estación y regresar tras unas dos semanas en órbita. Debían entrar en la OPS-3 con máscaras, localizar la fuga, arreglarla y, luego, verter la atmósfera al vacío, para luego reponerla desde los tanques de la estación. El hecho de que Rozhdestvenski fuese buzo profesional se suponía que ayudaría a este objetivo de la misión. El despegue de la Soyuz 23 (11F615A9 nº 65) fue perfecto. No obstante, Zúdov y Rozhdestvenski no pudieron acoplarse con la Salyut 5 por culpa de un fallo del sistema de aproximación automático Iglá. Debido al error, los motores de maniobra de la Soyuz se encendieron en repetidas ocasiones para ajustar una desviación de la trayectoria que no existía. La tripulación no notó nada raro, pero el control de tierra, el TsUP, observó con pavor cómo a 300 metros de la estación las reservas de propelentes de la nave casi habían desaparecido por el fallo del Iglá. La Soyuz ya solo tenía propergoles para el encendido de regreso a la Tierra.

Vyacheslav Zúdov (izqda.) y Valeri Rozhdestvenski (Roscosmos).

Para evitar desgracias mayores, el TsUP pensó que lo mejor sería regresar lo más rápido posible, tras solo dos órbitas adicionales. La razón es que, al no haber podido acoplarse a la estación, los cartuchos para generar oxígeno mediante combustión estaban casi agotados. El 16 de octubre la Soyuz 23 regresó a la Tierra después de efectuar el encendido de frenado. La zona elegida era la ya habitual estepa kazaja, a unos 140 kilómetros de la ciudad de Arkalik. Sin embargo, las condiciones en la zona de aterrizaje eran complicadas. Por un lado, al haber priorizado el retorno rápido de los cosmonautas, el descenso y aterrizaje tendría lugar a medianoche. Por otro, el invierno en la estepa kazaja había llegado antes de lo previsto y la región estaba cubierta por la nieve y con temperaturas de —20 ºC. Por si fuera poco, la cápsula descendió en medio de una tormenta de nieve muy intensa.

Zúdov  y Rozhdestvenski ras el aterrizaje (Roscosmos).

Pero lo peor estaba por llegar. La cápsula —el Aparato de Descenso (SA)— de la Soyuz se desvió de la zona prevista de aterrizaje unos 120 kilómetros. En principio esto no importaba mucho —la estepa kazaja es igual de plana en todas direcciones—, pero la mala suerte quiso que la Soyuz aterrizase justo sobre el lago Tenguiz (озеро Тенгиз), un lago muy salado poco profundo (la profundidad media es de solo 2,5 metros). La cápsula descendió a unos dos kilómetros de la costa. Si el suceso hubiera tenido lugar con temperaturas más altas, la cosa no habría pasado a mayores. Al fin y al cabo, la Soyuz está diseñada para amerizar en caso de emergencia y flotar sin problemas. Aunque esta era la primera vez que una Soyuz tripulada descendía sobre el agua, durante el programa 7K-L1 algunas cápsulas sin tripulación —bueno, con tortugas y otros animales— ya habían amerizado en el océano Índico al regresar desde la Luna, demostrando esta capacidad. En febrero de 1967 la Soyuz no tripulada 7K-OK nº 3 (Kosmos 140) también había amerizado en el mar de Aral en Kazajistán, pero se hundió al entrar agua en el vehículo.

La Soyuz 23 en el lago Tenguiz iluminada por las luces de un helicóptero (I.Davidov).

La superficie del lago estaba parcialmente congelada y la Soyuz rompió el hielo al chocar. Los cosmonautas se dieron cuenta de que algo había salido mal y estaban flotando en el agua. A pesar del mal tiempo y ser noche profunda, los helicópteros del equipo de rescate se desplazaron al lago. Por culpa de la tormenta de nieve, al principio los helicópteros no pudieron localizar la cápsula, pero sí establecieron contacto por radio y hablaron con los cosmonautas, indicándoles que estaban en el lago Tenguiz. Como el rescate tardaría en llegar, Zúdov y Rozhdestvenski se quitaron las escafandras Sokol y, siguiendo el protocolo, se pusieron los trajes Forel (‘trucha’), diseñados para prevenir la hipotermia y mantener secos y a flote a los cosmonautas. A pesar de las incomodidades y el constante balanceo de la cápsula en el agua, la situación no era grave. Era cuestión de tiempo que las condiciones meteorológicas mejorasen y, probablemente durante el día, el equipo de rescate los ayudaría a salir de la cápsula. Mareados y con frío, pero vivos. Solo había que esperar. Uno de los helicópteros finalmente localizó el faro estroboscópico de la cápsula y el equipo pudo verla en medio de la noche gracias a la luz de búsqueda de la aeronave. A bordo viajaba el instructor de rescate Iosif Davidov, del centro de entrenamiento de cosmonautas TsPK Yuri Gagarin de Moscú. A pesar de que estaba dispuesto a lanzarse al agua para ayudar a rescatar a la tripulación, no lo hizo porque su helicóptero carecía de lanchas y otros medios de ayuda. Otros helicópteros llegaron al lago Tenguiz, pero todos decidieron aterrizar en la orilla y esperar a que mejorasen las condiciones de visibilidad para proceder al rescate durante el día.

Entrenamiento actual de evacuación de una Soyuz en el agua con los trajes Forel (Roscosmos).

Y lo que nadie esperaba, sucedió. El agua salada del lago afectó a los sensores de presión de la cápsula, cerrando los contactos del relé encargado de activar el paracaídas de emergencia. La cubierta del paracaídas saltó al detonar los pernos explosivos y el mortero lanzó el paracaídas, pero, al estar en el agua, este actuó como un ancla, arrastrando la cápsula hacia al fondo y cambiando su orientación (momentáneamente, los dos hombres se vieron boca abajo en la Soyuz). Además, la apertura del compartimento del paracaídas de emergencia redujo drásticamente la flotabilidad de la cápsula. Ahora más de la mitad de la escotilla de la misma estaba bajo el agua. Los cosmonautas no podrían abrirla sin correr el riesgo de ahogarse antes de poder abandonarla. Pese a todo, la situación seguía sin ser fatal, aunque pronto empeoró. Al hundirse más la cápsula, las válvulas de ventilación quedaron bajo el agua y el aire exterior ya no pudo entrar en el vehículo. Con el sistema generador de oxígeno casi agotado, los cosmonautas corrían ahora el riesgo de asfixiarse dentro de su cápsula.

La Soyuz 23 siendo izada por un Mil Mi-8 (I. Davidov).

Dos horas después del despliegue acuático del paracaídas de emergencia, los cosmonautas comenzaron a mostrar señales de falta de oxígeno. A través de las comunicaciones por radio era evidente que los dos hombres jadeaban y respiraban con dificultad. Aparentemente, Rozhdestvenski llegó a informar de la pérdida de conocimiento del comandante Zúdov en algunos momentos. Por fortuna, llegó la mañana y el tiempo mejoró. Primero se acercó un helicóptero Mil Mi-6 con un equipo bajo el mando del capitán Nikolái Chernavski. Los buceadores se tiraron rápidamente al gua, pero, lamentablemente, fueron incapaces de cambiar la orientación de la cápsula o ayudar a la tripulación. La situación se agravaba por momentos.

El Mil Mi-8 de Kondratyev logra elevar la Soyuz-23 (RGANTD).

Al lago se pudo acercar un helicóptero Mil Mi-8 con un equipo de rescate bajo el mando de Nikolái Kondratiev, el encargado de las operaciones de rescate de la Soyuz en la base de Karagandá (Kazajistán). Kondratyev se dio cuenta de la gravedad de la situación y decidió que había que sacar a los cosmonautas como fuese. Con ayuda de lanchas inflables, los buceadores intentaron una vez más cambiar la orientación de la cápsula para evacuar a los cosmonautas, pero no hubo manera. Era imposible sacarlos de la cápsula sin correr el riesgo de que se ahogasen, así que el instructor Iosif Davidov, que estaba a bordo, le comunicó a Kondratyev que la única opción era remolcar la cápsula hasta llevarla a la orilla. El problema es que la operación estaba explícitamente prohibida por los procedimientos de rescate. Davidov insistió, pero el comandante Kondratyev no lo veía claro porque no quería violar las normas. Kondratyev terminó por ceder al agotarse las opciones. «O remolcamos la cápsula o se mueren», sentenció Davidov. Finalmente, el helicóptero remolcó la cápsula tras unir una driza de nailon del helicóptero a las líneas del paracaídas principal. La operación no fue sencilla porque había que contrarrestar el arrastre del paracaídas de emergencia en el agua y porque el Mil Mi-8 no tenía potencia suficiente para elevar la cápsula en el aire a gran altura. El equipo de Kondratyev no sabía que el paracaídas de reserva estaba desplegado bajo el agua y, al izar la cápsula en el aire, este se infló parcialmente de golpe, arrastrando al helicóptero. Solo la pericia de Kondratyev evitó que se estrellaran. Al elevar la cápsula la tripulación pudo respirar aire fresco de nuevo.

El Mil Mi-8 lleva la Soyuz 23 a la orilla helada (I. Davidov).
Los equipos de rescate se acercan a la cápsula (RGANTD).

Una vez en tierra firme, les esperaban numerosos técnicos, médicos y rescatistas de los diferentes helicópteros que se habían desplazado hasta el lago Tenguiz. Rápidamente, el personal abrió la escotilla de la Soyuz y lo primero que pudieron ver fue el rostro sonriente de un pálido Zúdov. Los dos hombres, con síntomas de hipoxia, también sufrían hipotermia y estaban temblando. Los médicos los colocan en camillas, les quitan los trajes de goma Forel y les ponen ropa invernal cómoda. Pero el reportero de TASS, Albert Pushkariov, considera que esa no es una estampa digna de unos cosmonautas soviéticos que acaban de regresar del espacio e indica a Iosif Davidov que los ponga en pie. Al equipo no le hace ninguna gracia, pero no quiere problemas con el Kremlin y accede, usando como excusa que los cosmonautas deben acompañarles a la cápsula para recoger cierta documentación y las armas reglamentarias. Por este motivo, no hay fotos de los cosmonautas en camilla, aunque el aspecto de Zúdov y Rozhdestvenski era ciertamente lamentable.

Sacando a Zúdov de la cápsula (Roscosmos).
Los cosmonautas junto a su cápsula, en pie, con Iosif Davidov detrás (I. Davidov).
Los dos cosmonautas con aspecto demacrado en el helicóptero (RGANTD).

Vyacheslav Zúdov y Valeri Rozhdestvenski pasaron cerca de 12 horas dentro de la Soyuz en el lago Tenguiz (tras haber estado dos días y seis minutos en el espacio en una misión en la que no pudieron salir de la Soyuz). Apenas dos semanas después los cosmonautas recibieron el título de héroes de la Unión Soviética. Zúdov pasaría a ser comandante del grupo de cosmonautas y se retiró en 1987. Valeri Rozhdestvenski —que, recordemos, era buzo de la armada— sería apodado con sorna por sus compañeros como el «Almirante Tenguiz». Los dos hombres no volverían a volar al espacio: el no haberse dado cuenta del mal funcionamiento del sistema Iglá, dejando a la Soyuz casi sin combustible, les pasó factura. Zúdov y Rozhdestvenski fueron los primeros y, hasta la fecha, únicos cosmonautas en ‘amerizar’ con una Soyuz.

Sello de la Soyuz 23 (@rafasith).
Vyacheslav Dmitrievich Zúdov (TsPK).


71 Comentarios

  1. Noel:
    Da igual lo grande que sea la nave que lances si no dispones de maquinas capaces de explotar los recursos del lugar al que vas, funcionar con ellos, repararse con ellos y hasta replicarse.
    ¿O acaso vas a enviar a la Luna excavadoras y demás que funcionen con diésel enviado desde la Tierra mediante naves que necesitan de varias naves como ella para llenarse con propelentes en órbita?

    Sin saber usar los recursos locales medianteáquinas autónomas, no adelantamos ni un segundo en la colonización espacial.

    Primero desarrollemos esas máquinas, probémosolas a fondo haciendo habitables los desiertos y recuperando la habitabilidad de la Tierra. Cuando hayan servido aquí, se tarde lo que se tarde, entonces intentemos colonizar algo ahí fuera. Hasta entonces los humanos no tenemos nada que hacer fuera de la Tierra.

    1. Quizá haga falta recordar que la conquista del espacio no es como la conquista de América, cuando los conquistadores eran alimentados y cobijados por los nativos, casi siempre bajo amenazas. Ahí fuera no hay esclavos que nos ayuden. Lo más parecido a eso serían robots que hubiésemos enviado previamente.

  2. actualizacion sobre la Starliner (creo, que ya esta desactualizado pero en fin…):

    no lo habia visto antes (y lo comparto): como saben no hubo una camara de cabina en la Starliner durante el DESPEGUE transmitiendo EN VIVO… pero si hubo video!!! solo que decidieron grabar y al llegar a la iss «subirlo» (o descargarlo en este caso):
    https://x.com/BoeingSpace/status/1799818839649062994
    (ademas de la emocion de los astronautas por el despegue…) en el video se nota el «sacudon» que empuja adelante a los astronautas durante el apagado de la 1ra etapa (incluso antes de la separacion del centaur)… en una entrevista desde la iss butch y suni dijeron que luego el Centaur se siente la aceleracion o el empuje «como pulsando/pulsaciones» suave. (recuerden que nunca antes un centaur fue tripulado)

    se retraza el regreso de la nave hasta el 22 de junio… originalmente era para el 14, se extendio al 18 y ahora hasta el 22 … en el primer caso porque estaba el EVA de la iss, y para no generar trabajo sobre trabajo se extendio al 18… Ocho días en la estación espacial era el vuelo nominal, pero quedarse más tiempo, ya sea por el clima o por las necesidades de la misión, estaba en el plan, según lo discutido por los gerentes en las conferencias de prensa previas al lanzamiento.
    en el caso de la extencion para el regreso el dia 22, es para dedicar tiempo a mas tests de cara a las misiones posteriores: «Seguimos entendiendo las capacidades de Starliner para prepararnos para el objetivo a largo plazo de que realice una misión acoplada de seis meses en la estación espacial», dijo Steve Stich, gerente del Programa de Tripulación Comercial de la NASA. (en referencia a las PROXIMAS misiones de starliner)

    sobre las fugas de helio, la nasa explico que mientras esta acoplada a la iss, la starliner esta «apagada» y esos sistemas cerrados, por lo que no hay fugas.. es durante el funcionamiento normal de la starliner (cuando nesesitan volar «libre» por ejemplo) cuando tienen que encender todos los sistemas y las fugas «fluyen»… y el margen es segun palabras de la nasa: «La NASA dijo el 10 de junio que los ingenieros estiman que Starliner tiene suficiente helio para soportar 70 horas de operaciones de vuelo, mientras que solo se necesitan siete horas para que Starliner regrese a la Tierra.» … o sea, el tiempo cuenta desde que encienden la starliner hasta el regreso (mientras esta en la iss esta «apagada y cerrada»)

    «La tripulación realizará operaciones adicionales de escotilla para comprender mejor su manejo, repetir algunas pruebas de ‘refugio seguro’ (que pide la nasa en toda nave) y evaluar el pilotaje utilizando la ventana delantera».

    Los equipos de la NASA y Boeing también prepararon planes para que Starliner disparara siete de sus ocho propulsores orientados hacia la popa mientras estaba acoplado a la estación para evaluar el rendimiento de los propulsores durante el resto de la misión. (ESTO NO LO SABIA ¿alguna otra nave probo esto antes?) Conocido como una «prueba de fuego caliente», el proceso verá dos ráfagas de los propulsores, con un total de aproximadamente un segundo, como parte de un proceso de búsqueda para evaluar cómo se desempeñará la nave espacial durante futuras misiones operativas después de estar acoplada a la estación espacial durante seis meses.

    La tripulación también investigará las lecturas de temperatura del aire de la cabina para correlacionarlas con las mediciones de temperatura del sistema de soporte vital.
    «Tenemos una oportunidad increíble de pasar más tiempo en la estación y realizar más pruebas, lo que proporciona datos invaluables únicos para nuestra posición», dijo Mark Nappi, vicepresidente y gerente del Programa de Tripulación Comercial de Boeing. «Como los equipos integrados de la NASA y Boeing han dicho en cada paso del camino, tenemos mucho margen y tiempo en la estación para maximizar la oportunidad de que todos los socios aprendan, incluida nuestra tripulación».

    ademas…. uno de los astronautas compartio una HERMOSA foto de la iss, la tierra y la Starliner:
    https://x.com/dominickmatthew/status/1802031639792632297
    http://www.collectspace.com/ubb/Forum35/HTML/000914-4.html

  3. Como la FailLiner acabe amerizando a causa de otro fallo desastroso, puede volverse a dar otro caso «Tenguiz».
    Esperemos que no pero no deja de estar inquietante la cosa.

  4. Excelente y muy interesante artículo, Gracias Daniel!

    Releyendo con atención, me sorprenden mucho las fallas graves de diseño, implementación y ejecución/operación de la misión y del sistema Soyuz que quedan en evidencia a partir del incidente.

    Si entiendo bien lo que Daniel nos cuenta, un resumen rápido sería:
    El disparo espurio del paracaídas de emergencia, combinado con un acuatizaje, llevó a la cápsula a una configuración muy peligrosa que entorpece la recuperación de los cosmonautas y amenaza asfixiarlos. Además, el sistema de protección térmico dejó a los tripulantes al borde de la hipotermia.

    Viendo cada problema por separado:

    Problema 1: Paracaídas se dispara al sumergirse.
    Al estar varias horas en el agua se produce un disparo espurio del paracaídas de emergencia. Si el sistema estaba supuestamente diseñado para soportar un acuatizaje, es un error grave de diseño y/o fabricación que el estar sumergido produzca un disparo del paracaídas. Esto pone en riesgo mortal al equipo de recuperación y a la tripulación ante un falso disparo del mortero durante la recuperación.
    Evidentemente, este disparo espurio debería haber sido imposibilitado por el diseño (adecuadamente estanco) y/o tal vez por alguna operación de inhibición luego del amerizaje (que, de existir la tripulación habría fallado a ejecutar).

    Problema 2: Disparo de paracaídas imposibilita extracción y bloquea ventilación.
    Según el artículo, el disparo del paracaídas de emergencia causó que la cápsula flote con la escotilla semisumergida haciendo muy peligrosa la extracción de la tripulación; también bloquea al sistema de ventilación.
    Esto pone de manifiesto errores gruesos en el diseño (evidentemente, el sistema debería ser seguro al flotar con el paracaídas de emergencia desplegado) y errores graves en los ensayos – o nunca se probó la flotación con paracaídas de emergencia desplegado, o se ensayó deficientemente.

    Problema 3: Falta de medios para garantizar la flotación segura.
    Leemos que los equipos de recuperación en botes inflables son incapaces de colocar la cápsula orientada en flotación segura. Esto muestra que o no había forma de asegurar la cápsula (por ejemplo con flotadores adicionales como en Apollo) o los equipos de recuperación no pudieron/supieron usarlos.

    Problema 4: Insuficiente protección térmica.
    Luego de 12 horas acuatizados en un invierno Kazajo, la tripulación presenta hipotermia.
    Esto muestra que la protección térmica de los tripulantes (tanto los trajes como el aislamiento/calentadores de la cápsula) era inadecuada para las condiciones en las que acuatizó.
    Esto parece un problema serio de diseño, incapaz de soportar ese tiempo en ese clima, combinado posiblemente con mal diseño/ejecución de la misión tal que se expone a la tripulación a ese clima. Dicho de otra forma, o el sistema debería soportar esas condiciones, o la operación de la misión no debería haber hecho que se expusieran a esas condiciones.

    En resumen, los hechos como se describen en el artículo muestran un conjunto de errores de diseño y/u operación que hacen pensar en un conjunto muy chapucero e improvisado. Un nivel básico de ingeniería y análisis medianamente cuidadoso habría puesto de manifiesto todos estos problemas (bastante evidentes, especialmente lo referido a la flotación y protección térmica) mucho antes de lanzar esta misión y enfrentar innecesariamente la tripulación a estos riesgos.

    1. ¿O sea que cualquier ingeniero medianamente cuidadoso está en condiciones de diseñar naves espaciales, que reingresen del espacio con varios tripulantes prácticamente sin riesgos?
      Las cosas que hay que leer.

      1. No, Carlos, mi comentario no implica ni sugiere de ninguna manera, ni siquiera remotamente, que:
        «cualquier ingeniero medianamente cuidadoso está en condiciones de diseñar naves espaciales, que reingresen del espacio con varios tripulantes prácticamente sin riesgos».

        Esa idea en todo caso corre por tu cuenta. Yo no coincido con ella.

        Mi comentario listaba errores de diseño, ensayo y operación que parecen evidentes, asumiendo que la descripción que nos hace Daniel es correcta, completa y no falta información relevante.

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