Eagle, Houston. You’re GO for landing!
Si hay un elemento omnipresente en todos las crónicas de las misiones Apolo, aparte de los astronautas y las naves espaciales, ese es el control de la misión. O, como era más conocido, ‘Houston’. La imagen de los controladores contemplando absortos las pantallas de sus consolas se convirtió en un icono del programa Apolo tanto o más emblemático que las fotografías de los astronautas caminando por la superficie lunar. Desde entonces, no hay película de temática espacial que se precie que no incluya un «control de la misión» con un director de vuelo dando órdenes a diestro y siniestro. Pero, ¿qué era exactamente el control de la misión del Apolo?
Lo primero que habría que aclarar es que, contrariamente a los que muchos pudieran pensar, la capacidad de control directo sobre las naves Apolo por parte del control de la misión era casi nula. Prácticamente la totalidad de las operaciones tenían que ser llevadas a cabo manualmente por los astronautas, de ahí que más que control de la misión más bien deberíamos hablar del «consejo de la misión». Esta filosofía de gestión contrasta fuertemente con la estrategia seguida por el programa espacial soviético, en el que el centro de control de la misión tenía un control efectivo sobre sus vehículos en un grado mucho mayor. En Estados Unidos los astronautas eran protagonistas claves del programa espacial. En la URSS eran poco más que pasajeros muy cualificados.
La necesidad de un centro para dirigir una misión espacial y asesorar a la tripulación en base a los datos de telemetría y de las estaciones terrestres nos puede parecer obvia hoy en día, pero no lo era tanto a principios de los 60. El Centro de Control de la Misión o MCC (Mission Control Center) del Apolo se basaba en la experiencia previa en los programas Gémini y Mercury. La NASA había considerado que era mucho más eficiente y seguro concentrar todas las tareas de monitorización de telemetría y gestión de decisiones en un único punto del planeta. Pero, si pensamos un poco, no se trata de una decisión ni sencilla ni evidente. Como contraejemplo, veamos qué hizo la Unión Soviética. En las primeras misiones espaciales tripuladas, la URSS mantenía frecuentemente instalaciones separadas para la recepción de telemetría, la toma de decisiones y la comunicación con los cosmonautas. Este sistema distribuido reflejaba la cobertura de comunicaciones fragmentada que existía en la época, ya que las naves tripuladas solo estaban en contacto con tierra en una porción limitada de su órbita y, además, no siempre existía un sistema fiable para retransmitir rápidamente esta información a un determinado centro.
La concentración de todas las instalaciones de control en un único lugar suponía un enorme coste económico y logístico, así como un riesgo importante (¿qué pasaría en caso de que el control se quedase incomunicado por cualquier causa?). Sin embargo, en lo que se refiere a la capacidad de toma de decisiones, resulta obvio que es mejor situarlas en un único punto. A principios de la era espacial el cosmódromo de Tyura-Tam (Baikonur) funcionó como centro de control o TsUP de facto, pero pronto fue necesario crear nuevas estaciones terrestres y barcos de seguimiento. Para coordinarlas, en 1963 se creó un «control de la misión» en el TsNIIMash de Moscú durante la última fase del programa Vostok. El objetivo de este centro era más bien concentrar toda la información disponible que la toma de decisiones —aumentar la situation awareness, como dirían al otro lado del charco—, y, por lo tanto, no había consolas con telemetría de los vehículos. Los datos de telemetría se recibían en otras instalaciones —Yevpatoria, Moscú, Baikonur, etc.— y eran gestionados in situ por el personal de cada estación. Si había algún problema grave, los técnicos se ponían en contacto con sus superiores, que podían estar en la otra punta del país. No sería hasta mediados de los años 70 cuando la URSS estrenó un centro de control similar al de la NASA.
Pero viajar a la Luna no era lo mismo que estar en órbita baja. Si una nave tripulada alrededor de la Tierra sufría un problema, los astronautas podían esperar al siguiente contacto con tierra para solucionarlo, siempre y cuando no fuese una emergencia grave. La distancia y la rotación de la Tierra conspiraban para crear una situación diferente. Además, de cara al éxito de una misión lunar, el control de tierra debía transmitir continuamente a los astronautas la posición de las naves para que la actualizasen en el ordenador de a bordo. También había que tomar decisiones en función de la posición y la trayectoria de los vehículos casi en tiempo real. Para ello era fundamental disponer de un centro de control jerarquizado y centralizado. No obstante, el elemento clave que permitiría hacer realidad un centro de estas características sería la aparición de los nuevos satélites de comunicaciones, que hicieron posible la conexión de los distintos nodos de la red de estaciones terrestres de la NASA.
El Centro de Control de la Misión del Apolo se comenzó a construir en Houston (Texas) en 1961 como parte del Centro de Naves Tripuladas de la NASA o MSC (Manned Spacecraft Center), hoy en día conocido como JSC (Johnson Space Center). El administrador de la NASA James Webb eligió Texas como la sede en vez de Virginia, donde estaba el STG (Space Task Group) de la agencia espacial con el objetivo de distribuir la inversión del programa Apolo. Los contratistas principales del centro de control serían IBM y Philco. Su nombre completo era MCC-H para hacer referencia a Houston, la localidad en la que estaba situado, y diferenciarlo así del centro de control original emplazado en Cabo Cañaveral. Pero para los astronautas y el gran público el MCC sería simplemente «Houston». A diferencia del control de misión del Mercury, situado en Cabo Cañaveral, la situación del MCC, a 1500 kilómetros del lugar de lanzamiento, parecía poco lógica. No obstante, una vez la nave estuviese en órbita, no había necesidad de situar el centro de control cerca del lugar de lanzamiento. El MCC-H debutaría en 1965 durante la misión Gémini 4.
El control de la misión se situaría en el ala MOW (Mission Operations Wing) del Edificio 30 del MSC. El edificio era un bloque de hormigón de tres pisos sin ventanas que parecía más un búnker que un centro de control espacial. La archifamosa sala de control repleta de consolas se denominaba MOCR (Mission Operations Control Room) —pronunciado «moker»—, aunque en realidad había dos salas prácticamente idénticas que cumplían esta misión. El MOCR 1, en el segundo piso, se usaría para las misiones Apolo-Saturno 201, Apolo 1, Apolo 5, Apolo 7, Skylab y Apolo-Soyuz. Posteriormente se transformaría en el FCR —o «ficker»— durante el programa del transbordador espacial. Para el resto de misiones Apolo el control estaría situado en el MOCR 2, situado en el tercer piso del Edificio 30 y que también se encargó de las misiones Gémini (salvo la Gémini 3). Esta sala se transformaría luego en el FCR 2 para las misiones clasificadas del shuttle a cargo del Departamento de Defensa. Al participar en las misiones Apolo más relevantes, el MOCR 2 sería conocido simplemente como Apollo Mission Control.
Cada consola del MOCR servía para monitorizar y controlar un aspecto del vuelo o los vehículos. El encargado, u oficial, de cada consola recibía una pequeña cantidad del total los datos de los sistemas que gestionaba. Existían otras seis habitaciones con expertos adicionales y más consolas situadas en otras zonas del Edificio 30 denominadas SSR (Staff Support Rooms). Los expertos de las SSR filtraban los datos prioritarios para cada consola del MOCR. Los controladores podían hablar con estos expertos a través de un enlace de comunicaciones privado. Dependiendo del sistema que estaba siendo monitorizado, los expertos de las SSR tenían a su disposición uno o varios equipos de especialistas que podían estar a lo largo y ancho del país —muchas veces en las sedes de las empresas contratistas—. Cinco pantallas de retroproyección se situaban frente a las consolas del MOCR mostrando datos, imágenes y gráficas correspondientes a cada fase de la misión. Los proyectores para estas pantallas estaban situados en un espacio que recibía el apodo de «la batcueva».
En el Edificio 30 también se encontraba el RTCC (Real Time Computer Complex). Como su nombre indica, su labor era albergar los ordenadores que se encargarían de determinar la posición de la nave en todo momento, entre otros parámetros y tareas, que también incluían la elaboración de simulaciones. El RTCC empleaba cinco ordenadores mainframe IBM 360-75J, que contaban con la alucinante capacidad de un megabyte cada uno (en realidad era una megapalabra de memoria, ya que, en vez de los bytes típicos, usaban palabras que no eran de ocho bits). Estos ordenadores, y otros mainframes distribuidos por el país, eran los verdaderos «ordenadores del Apolo», encargados de calcular la posición y trayectoria de la nave en cada momento en base a la telemetría. Estos datos eran transmitidos a la tripulación que los introducía a mano en el ordenador de la nave para llevar a cabo las maniobras pertinentes.
Para dirigir y coordinar a los diferentes controladores hacía falta una persona especial. A la hora de elegir un sistema de gestión para el MCC, la NASA decidió ser tajante: el Control de la Misión era una orquesta que necesitaba un director omnipotente. Una vez cerradas las puertas del MOCR, la última decisión la tenía el Director de Vuelo o Flight Director, aunque todos en el MOCR se referían a él simplemente como Flight, «Vuelo». Los directores de vuelo eran los verdaderos dioses del olimpo tecnológico del Apolo. Como solían bromear en Houston, la única forma que tenían los gerifaltes de la NASA de hacer cambiar de opinión a un Director de Vuelo era despedirlo. Por supuesto, el margen de maniobra que tenían no era infinito, pero en un ambiente tan jerarquizado como era el programa Apolo su opinión era claramente decisiva. Los directores eran relativamente jóvenes para la responsabilidad que tenían y muchos habían pasado por el ejército. Aunque en las películas siempre aparece un único Director de Vuelo en cada misión por motivos dramáticos, obviamente no hay ningún ser humano que pueda estar despierto durante el todo el tiempo que dura una misión lunar. Por este motivo, existían cuatro equipos de directores y controladores que iban rotando. Cada turno recibía el nombre de un color (White Flight, Black Flight, Green Flight, Gold Flight, etc.). Realmente, bastaba con tres turnos de ocho horas, pero el cuarto turno se introdujo para vigilar las fases de la misión más «aburridas», como por ejemplo las horas de sueño de los astronautas, y permitir así que el resto de turnos pudiesen pasar más tiempo fuera del MOCR para otras tareas relacionadas con su trabajo o, simplemente, descansar.
Durante el Apolo 11 los Directores de Vuelo fueron Cliff Charlesworth y Gerry Griffin (Turno 1), Gene Kranz (Turno 2), Glynn Lunney (Turno 3) y Milton Windler (Turno 4). El Director de Vuelo del Turno 1 era el que coordinaba las rotaciones y asignaba al resto de directores las fases de la misión que debían controlar. En el Apolo 11 Charlesworth fue el Director de Vuelo durante el lanzamiento y el histórico paseo lunar de Armstrong y Aldrin, mientras que Kranz —que saltaría a la fama por la misión Apolo 13— y su equipo se encargaron de supervisar el tenso alunizaje del módulo lunar Eagle. A Lunney le tocó el crítico ascenso desde la superficie lunar y, por último, Windler vigiló la reentrada en la atmósfera del módulo de mando Columbia. Por encima de los cuatro Directores de Vuelo estaba el Director de las Operaciones de Vuelo o FOD (Director of Flight Operations), que en esa época era Chris Kraft. No obstante, Kraft, cuando estaba presente en el MOCR, solía dejar hacer a los directores y no se inmiscuía en su toma de decisiones.
Casi todos los controladores eran excepcionalmente jóvenes y tenían menos de treinta años. Todos eran hombres y habían sido seleccionados tras un riguroso proceso —los «finalistas» se quedaban en las habitaciones SSR— después de ser sometidos a miles de horas de simulaciones de todos los aspectos de la misión. Curiosamente, la mayoría fumaba, y lo hacía dentro del MOCR. Como buen director de orquesta, el Director de Vuelo estaba situado en una posición elevada en la última fila de consolas. Eso sí, a diferencia de una orquesta, los controladores le daban la espalda, ya que sus consolas estaban orientadas hacia las cinco grandes pantallas frontales. Pero, ¿qué funciones tenía cada consola?
Las consolas principales eran las situadas en primera fila y, por lo tanto, más abajo, de ahí que su posición se conociese como «la trinchera». La trinchera constaba de cuatro consolas: BOOSTER, RETRO, FDO y GUIDO. Los oficiales encargados de las consolas de la Trinchera se consideraban a sí mismos una especie de astronautas en tierra y eran los principales encargados de que la misión saliese adelante. «El resto de controladores no son más que fontaneros», solían bromear, medio en serio, medio en broma.
BOOSTER era el encargado de monitorizar los parámetros del Saturno V desde el despegue —momento en el que el control de la misión pasaba del LCC (Launch Control Center) de Cabo Kennedy a Houston— hasta la inserción en órbita. Obviamente, su trabajo apenas duraba diez minutos en cada misión Apolo, per, dada la importancia y complejidad del lanzamiento, era lógico que tuviese su propia consola. Durante el resto de la misión esta consola se dedicaba a otras tareas o estaba vacía. A su derecha estaba FDO (Flight Dynamics Officer), conocido como fido. Probablemente era el controlador más importante de toda la misión. Su trabajo era vigilar la trayectoria de las naves —tanto del módulo de mando y servicio (CSM) como del módulo lunar (LM)— y controlar hacia dónde se dirigían. Vamos, lo que se dice viajar a la Luna y volver. FDO era el único miembro del Control de la Misión, aparte del Director de Vuelo, que podía dar la orden de aborto durante el lanzamiento de forma directa si lo consideraba necesario. Durante el alunizaje del Apolo 11 el oficial FDO sería Jay Greene.
RETRO (Retrofire Officer) era el encargado de tener a mano todas las opciones de regreso a la Tierra en cada fase de la misión. Si surgía alguna emergencia importante, RETRO debía indicar rápidamente los pasos a seguir para evitar perder tiempo. Por lo tanto, también podía vetar alguna decisión que pudiese comprometer las opciones de un regreso exitoso de la tripulación. Ni que decir tiene, durante el Apolo 13 los controladores RETRO estuvieron especialmente ocupados. En el alunizaje del Apolo 11 el puesto de RETRO estaría ocupado por Chuck Deiterich.
GUIDO (Guidance Officer) o GUIDANCE era el complemento indispensable de FDO. Si FDO vigilaba hacia dónde se dirigía la nave en cada momento y qué maniobras había que realizar, GUIDO se encargaba de controlar dónde creía el sistema de guiado y navegación del vehículo que estaba. Por lo tanto, era el encargado de enviar a la tripulación los datos de la posición real de la nave —calculada en tierra gracias a la telemetría del vehículo— para que los ordenadores de navegación y guiado (GNC) del CSM y el LM funcionasen correctamente. Cuando en el transcurso del alunizaje del Apolo 11 saltaron las alarmas 1201 y 1202 del ordenador GNC del Eagle, fue el oficial GUIDO —que en ese turno era Steve Bales— el encargado de decirle al Director de Vuelo que no se trataba de un problema crítico. Las alarmas indicaban que el ordenador estaba sobrecargado, pero Bales pudo comprobar, con ayuda del resto de su equipo en la SSR adyacente, que eso no impedía la gestión de las tareas prioritarias, que en este caso era el guiado del vehículo y la ignición del motor de la etapa de descenso.
En la siguiente fila se encontraba SURGEON, que era el médico de la misión y, por tanto, el gran «enemigo» de los astronautas. Normalmente SURGEON monitorizaba el ritmo cardiaco y respiratorio de la tripulación, pero también daba indicaciones para afrontar los numerosos episodios de mareo, vómitos y diarreas que se produjeron en el transcurso del programa Apolo. Las intimidades médicas de los astronautas se transmitían a Houston en sesiones de comunicación privadas —se desalojaba a la prensa para la ocasión— o dejando un mensaje en la grabadora de vuelo del módulo de mando, cuyo contenido se enviaba mediante un canal de comunicaciones secundario.
Al lado de SURGEON se encontraba el CAPCOM o Capsule Communicator, probablemente el controlador más famoso. Aunque la NASA prefería el nombre de Spacecraft Communicator —y este era el término que usaba en los documentos oficiales—, el acrónimo CapCom había sobrevivido a la época del Mercury y, de hecho, se siguió usando durante la era del transbordador y la ISS a pesar de no existir ninguna ‘cápsula’ con la que hablar. El CAPCOM era la única persona que podía dirigirse directamente a los astronautas. De esta forma se evitaba que la tripulación tuviese que escuchar decenas de voces diferentes. Además del CAPCOM, solo el Director de Vuelo podía comunicarse directamente con la tripulación si así lo estimaba oportuno. El CAPCOM era siempre otro compañero astronauta, aunque no necesariamente era uno que ya hubiese viajado al espacio. Su labor era sintetizar las decisiones de los distintos controladores y del Director de Vuelo con el fin de transmitir información y preguntar dudas de la forma más eficiente posible.
En cada turno solían estar presentes varios astronautas en el MOCR que hacían de CAPCOM. En el Apolo 11 los CAPCOM fueron Charlie Duke, Jim Lovell, Fred Haise, Harrison Schmitt, Ron Evans, Bill Anders, Don Lind, Bruce McCandless, Ken Mattingly y Owen Garriott. Evans fue el CAPCOM durante el lanzamiento, mientras que Duke se encargó del histórico descenso del Eagle a la superficie lunar y McCandless del paseo espacial. Cada vez que un CAPCOM apretaba su botón para «hablar» con los astronautas, se generaba un tono de 2,525 kiloherzios y 0,25 segundos de duración que activaba los retransmisores de las estaciones de comunicación. Cuando soltaba el botón se emitía otro tono a 2,475 kHz. Estos pitidos, conocidos como «tonos Quindar», se eligieron porque podían emplearse en la misma banda de paso de la voz humana, evitando la necesidad de disponer de varios canales de comunicación simultáneos. Los tonos Quindar se han convertido todo en un símbolo de la era del Apolo, aunque también se emplearon en los programas Gémini, Skylab y en los primeros años del transbordador.
La siguiente consola en la segunda fila era EECOM (Electrical Enviromental and Communications), encargada de los sistemas de soporte vital, sistemas eléctricos y comunicaciones del CSM. Debido a la sobrecarga de trabajo, a partir del Apolo 10 EECOM ya no se ocuparía de las comunicaciones. Durante la misión Apolo 13 el EECOM fue uno de los controladores más ocupados después de que la explosión del tanque de oxígeno número dos de las células de combustible dejase sin electricidad y oxígeno al CSM. Justo a su derecha se sentaba el GNC (Guidance, Navigation and Control). Pese a su nombre, el GNC no se encargaba del funcionamiento del ordenador GNC del CSM y del LM —recordemos que esa tarea le correspondía a GUIDO—, sino que se ocupaba principalmente de vigilar el funcionamiento de los motores del sistema de propulsión RCS y el motor principal SPS del CSM, además del equipo asociado al sistema de guiado.
EECOM y GNC se ocupaban exclusivamente de los sistemas del CSM. Para el módulo lunar existían dos consolas similares denominadas TELMU (Telemetry, Electrical and EVA Mobility Unit) y CONTROL, respectivamente. Mientras que EECOM y GNC trabajaban durante todo el transcurso de la misión, TELMU y CONTROL solo estaban operativas mientras el módulo lunar estuviese activo. Como tarea adicional, TELMU también vigilaba el estado de las escafandras extravehiculares A7L y las mochilas de soporte vital (PLSS).
En la tercera fila de consolas se sentaban INCO (Instrumentation/Communications Officer), a cargo de las comunicaciones del CSM y el LM. Esta consola se creó a partir del Apolo 10 con el objetivo de reducir la carga de trabajo de EECOM. Durante el Apolo 17 el controlador INCO Ed Fendell fue el encargado de operar de forma remota la cámara de televisión del rover para filmar la secuencia de despegue de la etapa de ascenso del módulo lunar. A su derecha se sentaba O&P o PROCEDURES (Operations and Procedures Officer), uno de los puestos menos emocionantes del MOCR. No en vano, O&P vigilaba que el resto de controladores siguieran los procedimientos burocráticos adecuados para comunicarse entre ellos y con otros centros de la NASA.
Junto a O&P estaba el Asistente al Director de Vuelo (AFLIGHT) —básicamente un ayudante del Director— y el Director (FLIGHT). Al lado se sentaba el FAO (Flight Activities Officer), quien vigilaba que cada tarea y fase de la misión siguiese el orden establecido previamente sin saltarse ningún paso. Es decir, el FAO se dedicaba básicamente a coordinar las actividades del resto de consolas. A la derecha del FAO estaba NETWORK, que tenía el trabajo de supervisar la compleja red de estaciones de tierra, aviones, buques y satélites que se usaban para comunicarse con los astronautas.
En la cuarta y última última fila del MOCR estaba el encargado de relaciones públicas o PAO (Public Affairs Officer). El PAO, que era la «voz del Control de la Misión» para los telespectadores de televisión, comentaba las operaciones usando un lenguaje sencillo. A su lado estaba el FOD (Director of Flight Operations), el «jefe» del MOCR —o sea, Chris Kraft—, que se dedicaba a vigilar que todo transcurriese según los protocolos y normas de la NASA con la ayuda de HQ, un representante de la plana mayor de la NASA. Por último, el representante del Departamento de Defensa (DoD) coordinaba los recursos militares de los que se servía la NASA, como por ejemplo los buques y aviones de la armada encargados del rescate de los astronautas en el Pacífico. Tras ellos se situaba una gran cristalera que permitía a los visitantes y miembros de la prensa seguir de primera mano el transcurso de las misiones. Aunque los astronautas del Apolo gozaban de un elevado grado de autonomía gracias a su entrenamiento y al uso de su avanzado ordenador GNC, sin el Control de la Misión no hubiese sido posible pisar la Luna. En las siguientes entradas exploraremos cómo fue posible esta hazaña.
Resto de entradas sobre el 50º Aniversario del Apolo 11:
Oreo hiper-mega-articulazo de Daniel para enmarcar.
Nos tienes muy mal acostumbrados. ¿A qué esperas para volcar todos estos contenidos sobre el Proyecto Apolo en un libro, por ejemplo en un libro electrónico? Lo pones a la venta en Amazon por 4 ó 5 euros y tendrías un best-seller durante mucho tiempo. Y encima te llevarías el 70% del precio de venta, que ya va siendo hora de que le saques beneficio a tanto esfuerzo.
Vamos, yo te lo compraba sin ojearlo siquiera aunque costara 10 euros.
Joder con Naukas… OTRO, no OREO
Totalmente de acuerdo, el contenido de Eureka es extraordinario. Es una enciclopedia brutal sobre el espacio
Bueno estos artículos son tan buenos y adictivos como las galletas Oreo jeje…
Pues si, hace años Daniel nos hablo que estaba escribiendo un libro no sé si era sobre el programa Apollo o no…pero por cosas de la crisis no lo público…creo que ahora con las opciones online, sería fácil sacarlo…Daniel, cualquier libro que escribas creo que tendrías miles de compradores seguros…haz creado legión…y mereces una buena recompensa por ello…
Y si otro excelente artículo, sobre una parte de las misiones que siempre tuve curiosidad, y que nunca había tenido muchos conocimientos…con su adicional aporte a como se hacían las cosas detrás del telón de acero…
El Monstruo de las Galletas, parte 2: La Venganza de Sésamo
Première mundial. Próximamente. Sólo en EUREKA 🙂
Y para paliar el síndrome de abstinencia durante la espera…
Mission Control: The Unsung Heroes of Apollo (2017)
https://www.youtube.com/watch?v=7ZRpM0V-20c
Gracias Daniel por tu magnifico post.
Con respecto al libro, para mi gusto si fuese en formato árbol muerto, que fuese de tamaño grande, para que se vieran bien las fotos y gráficos, y además le añadiría un DVD con imágenes, sonidos, animaciones y videos de diferentes misiones Apolo. Ya, ya se que es un trabajo grande, como grande es la persona que lo puede hacer (y si quieres te ayudo con el apartado audiovisual, que otra afición mía es la edición de videos, je je)
Yo pago gustosamente 30 o 50 euros en formato papel.
Excelente artículo.
Otra joya más de este blog.
Gracias, Daniel.
Que gozada de artículo. Uno daría cualquier cosa por poder estar ahí en el momento en el que Neil bajaba por las patas del «Eagle», o ver su reacción años después cuando el Apolo XIII amerizó con todos sanos y salvos.
Eso dicho, pensar que hasta el tablet básico con el que escribo deje cómo un chiste a esos ordenadores, pero que no hayamos penetrado más allá de la Luna en exploración tripulada…:vamos.
«Uno daría cualquier cosa por poder estar ahí…»
Pronto. En unos años volveremos a «estar ahí», volveremos a vivir lo mismo… pero en Marte!
Ojalá que la iniciativa tenga el apoyo de Europa, de alguna manera.
Los rusos no tenían centro de control porque en electrónica y en computación estaban muy retrasados con respecto a los americanos … eso fue lo que les impidió llegar a la luna …
En realidad no, en general fue que tenian menos dinero y muchos equipos compitiendo entre si, en vez de concentrarse en un solo diseño.
Y en particular les fallo el equivalente al Saturno V, el N1.
Estuvieron a un pelo de lograrlo antes.
Antes de soltar aseveraciones absurdas, lee más este blog anda, sabrás cual fue la verdadera razón de que no llegasen a la Luna y dejarás de decir tonterías.
A ver…, que computadoras tenían los rusos en la época? … el Strela?, que a parte de darle a los ingenieros la medalla de Stalin, muy típico de la propaganda de la época, lo que realmente construyeron fue un ábaco electromecánico… con esa capacidad de computo no se pueden hacer los complejos cálculos que se requieren para llegar a la luna…
Te equivocas. Les daban sopas con onda a los americanos, el problema es que no se les dio presupuesto suficiente y asi terminó el cohete N1, chapuza monumental.
A dia de hoy lo mas fiable siguen siendo laa soyuz.
Yo no estoy hablando de la cohetería, sino de la capacidad de cálculo … no tenían las herramientas.
Las herramientas las tenían y a la prueba está, es cosa clara que falló una mayor centralización de todo, dos proyectos lunares, cada uno por su lado, eso no es sostenible, a la prueba está que no lo fué
Se ve muy bien en la película «Figuras ocultas»
Me autocorrijo, lo de la película es el Space Task Group (nombrado en el artículo), porque lo pone en los rótulos y porque es en Virginia
PD: Pensando en la ebullición de emociones, datos y ordenes que vivieron estás salas en los años 60…ahora creo que vivirán una segunda edad de oro, con el regreso a la Luna, el control de las estaciones espaciales lunares…y la misión de este siglo, al planeta rojo, con la dificultad añadida del retraso de 8 minutos en las comunicaciones……donde volverán a intentar controlar lo inesperado en el viaje más peligroso hecho nunca por la Humanidad…
Grandes momentos nos esperan…
Una pagina web con toda la misión del Apolo 11 en tiempo real es: https://apolloinrealtime.org/11/
Maldicion, no voy a tener mas remedio que guardar este articulo con las imagenes ampliadas aparte, para entender mejor las referencias historicas que se me crucen en el camino. Detesto guardar informacion, tengo demasiado guardado (solo lo que se que releere), como si fuera a venirse una guerra nuclear (en ese caso debere pedalear mi propia energia electrica para leer mi coleccion).
Que bonita y limpia presentacion que daban a cada instalacion, tanto que ha calado profundo en el sentido estetico de todos, inclusive los menos enterados de estos asuntos. Los testigos han quedado enamorados por siempre de la puesta en escena, desde los outsiders, el periodismo, los directores de cine,los autores de cf (obviamente) hasta los recalcitrantes sovieticos/rusos.
Como les gusta a los yankis las organizaciones con una minuciosa division del trabajo bien estratificada. Mientras leia recordaba cosas tan dispares como la organizacion del TCP/IP, las Situation Room del area de Inteligencia e incluso la Operations Room de los primos ingleses durante la 2GM.
Sospecho que en un futuro muy proximo sera como en las novelas de cf: no habra ninguna necesidad de un MCC, dado que las naves podra ser mas autosuficientes, especialmente si son privadas.
Seguramente, en cambio, existiran «torres de control astronauticas» desde donde se compatibilizaran miles de vuelos tripulados simultaneos (si, soy muy optimista).
AR-TI-CU-LA-ZO, qué nivel Maribel.
Wow, Daniel. Qué estupendo artículo. He aprendido muchísimo.
Gracias!!
de antología Daniel…en serio, es difícil encontrar información tan bien explicada como la de este articulo, sintetizada y amena. quizás solo en el libro de David Woods «how apollo flew to the moon» hay información así. (pero en ingles)
pd: en los nombres de capcom de Apollo 11 pusiste «tom» mattingly…es así?
Gracias 😉
Y, sí, es Ken, no Tom.
Cuando ya pensabas que Daniel no te podía sorprender…
Hay un montón de material de calidad. Aún me quedan los 2 últimos podcasts y como 3 artículos. Es genial que haya personas que divulguen el conocimiento gratis. No me importaría que hubiese muchos anuncios para poder disfrutar de estos contenidos.
Ojalá Daniel tenga varias copias de seguridad y las vaya actualizando regularmente. Qué gran blog … un 10.
Abro Eureka, veo Apollo 11 (hurra!) y, además es sólo la primera parte (de muchas, espero). No hace falta leer el artículo para saber que será bueno, pero lo leo y sorprende una vez más por la calidad.
Daniel, no dejes nunca de escribir y, tal como dicen algunos compañeros, yo retomaría el tema del libro.
Saludos!
Excelente y Completo Artículo.
GRACIAS.
Ar-ticulazo!! No hay nada más que añadir.
Bueno, sí: ¡¡¡GRACIAS!!!
Sólo hay dos palabras para describir esta entrada:
1: Im
2: Prezionante
Fantástico artículo.
De los mejores de Eureka.
Qué avalancha de recuerdos vuelven a agitarse…!.
Excelente artículo por su fidedigna descripción…, enhorabuena Daniel !
Era en esa época un juvenil adolescente con una enorme pasión por el desarrollo espacial. Vivía en estado de admiración, se los aseguro… y ahora soy consiente de haber sido testigo de una época gloriosa del avance científico. Leía, diarios, revistas, escuchaba cada mínimo programa de radio o televisión que seguía momento a momento el desarrollo del programa Apollo. (Vale aclarar que todos los periodistas creían ser eruditos y sabios expositores sobre los asuntos espaciales, pero en fin….).
Desde ya que voy a esperar cada magnífico artículo para revivir los detalles de esa epopeya…
Gracias !
Bravo ! Ha sido emocionante leerlo y la trinchera un subidon , que bien contado para todo público. Plass plass.
Gran artículo.
Tuve el gusto de estar allí en 2016 y fue una experiencia emocionante. Al entrar al Centro de Control se me escapó una lágrima.
Pensar todo lo que allí se vivió y poder verlo es único para cualquier amante del espacio.