Se nos fue John Young, la leyenda de la NASA

Por Daniel Marín, el 7 enero, 2018. Categoría(s): Astronáutica • Luna • NASA ✎ 45

Hay muchas figuras icónicas de la carrera espacial, pero John Young era un caso aparte. No fue el primer hombre en el espacio, ni el primero en realizar un paseo espacial o en caminar por la Luna. Y sin embargo, Young era el astronauta por excelencia, una leyenda de la astronáutica. Fue la primera persona en llevar a cabo seis misiones espaciales. ¡Y qué misiones! Gémini 3, Gémini 10, Apolo 10, Apolo 16, STS-1 Columbia y STS-9 Columbia. Nada más y nada menos que tres tipos de vehículos espaciales distintos. Junto a su recientemente desaparecido colega Gene Cernan, Young ha sido el único ser humano en viajar dos veces a la Luna y caminar por su superficie. Y, por si fuera poco, fue comandante de la primera misión del transbordador espacial.

John Young (1930-2018).
John Young en 1971 (1930-2018).

No es de extrañar que Young fuese el ídolo de muchos niños y jóvenes, entre los que me incluyo. Cierto es que a pesar de ser un magnífico profesional, Young era hombre de pocas palabras. En el trato personal no era tan frío como Armstrong, ni tan afable como Conrad, ni tan reflexivo como Collins, pero quizás precisamente por eso le caía bien a casi todo el mundo. Su forma de ser se caracterizaba por su buen humor y su actitud socarrona y directa. Durante una prueba sin tripulación del asiento eyectable de la cápsula Gémini la escotilla no se desprendió primero como estaba previsto y el asiento se destrozó contra la misma. La reacción de Young al ver la prueba fue muy típica de él: «sería un dolor de cabeza del demonio, pero uno muy corto».

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John Young durante el programa Gémini (NASA).

Aviador de la armada estadounidense, Young fue seleccionado por la NASA en 1962 como parte del segundo grupo de astronautas de la agencia espacial después de los míticos astronautas del Mercury. Participó en la primera misión tripulada de la cápsula Gémini con Gus Grissom, una misión casi perfecta que pasaría a la historia por el sandwich que John metió de contrabando en su traje espacial, ocasionando un pequeño escándalo para la época. Y eso a pesar de que contó con la autorización de su jefe Deke Slayton para llevar a cabo la broma. Durante el Apolo 10 en 1969 Young se quedó en el CSM Charlie Brown alrededor de la Luna mientras Cernan y Stafford ensayaban el alunizaje a bordo del módulo lunar Snoopy.

Young antes del Apolo 10 (NASA).
Young antes del Apolo 10 (NASA).

En el Apolo 16 Young y Charlie Duke aterrizaron en la Luna con el módulo lunar Orion y vivieron en su superficie durante tres días (¡tres días viviendo en la Luna!). Exploraron las montañas de Descartes durante tres paseos espaciales con una duración total de veinte horas. Fue una misión espectacular a pesar de los problemas que dio el motor SPS del módulo de mando Casper y que obligaron a retrasar el alunizaje. Después del Apolo Young siguió en la NASA. Para John el espacio era lo primero. Mientras otros muchos astronautas dejaban el trabajo para poder dedicarse a su familia o, simplemente, por ser demasiado duro, Young continúo en la brecha durante los años 70 como jefe de la Oficina de Astronautas de la NASA.

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Young junto al rover en Descartes durante el Apolo 16 (NASA).
El módulo lunar Orion del Apolo 16 (NASA).
El módulo lunar Orion del Apolo 16 (NASA).

El 12 de abril de 1981, justo veinte años después del vuelo de Gagarin, Young y Bob Crippen despegaron en la primera misión del transbordador espacial, la STS-1 Columbia en una de las misiones más arriesgadas de la exploración espacial. Nunca antes se había lanzado una nave espacial con tripulación en su primera misión y encima sin ningún sistema de escape en caso de emergencia. La misión sufrió varios incidentes graves, incluyendo una severa pérdida de losetas que hizo necesaria una intervención secreta de los militares para fotografiar el transbordador mediante un satélite espía KH-11 con el fin de saber si el escudo térmico podía sobrevivir a la reentrada. Pero afortunadamente Young y Crippen aterrizaron dos días después en la Base de Edwards. Dos años después volvería al espacio en la misión STS-9 Columbia que llevó por primera vez el laboratorio espacial europeo Spacelab.

El Columbia vuelve a la Tierra tras su primera misión (NASA).
El Columbia vuelve a la Tierra tras su primera misión (NASA).
Lanzamiento de la STS-9 COlumbia en 1983 (NASA).
Lanzamiento de la STS-9 COlumbia en 1983 (NASA).
Young en la STS-9 (NASA).
Young en la STS-9 (NASA).

Durante el programa del transbordador Young ayudó a George Abbey, el director del Centro Johnson, a seleccionar las tripulaciones del shuttle. De hecho, algunos astronautas del transbordador le recriminarían a Young su pasividad ante lo que consideraban una actitud despótica y arbitraria por parte Abbey. En cualquier caso, Young no fue tímido en sus críticas a la NASA tras el accidente de Challenger. Precisamente en agosto de 1986 debía haber sido el comandante de la STS-61J Atlantis, la misión que debía poner en órbita el telescopio espacial Hubble y que el desastre del Challenger obligó a cancelar. Aunque oficialmente siguió en activo en la NASA, era vox populi que ya no iba a poder volar al espacio nunca más. Finalmente se retiró de la agencia en 2004.

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La etapa de descenso del módulo lunar Orion en la Luna y las huellas del rover, Young y Duke vistas por la sonda LRO (NASA).
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Esta placa sigue allá arriba (NASA).

Tras la desaparición de Young la mayoría de personas que han caminado sobre la Luna ya nos han dejado. Solo quedan cinco moonwalkers vivos: Buzz Aldrin, Alan Bean, David Scott, Charlie Duke y Harrison Schmitt. Pero las huellas de John siguen allá arriba. Y permanecerán mucho tiempo después de que todos nosotros nos hayamos ido.

Hasta siempre, John (NASA).
Hasta siempre, John (NASA).


45 Comentarios

  1. No se a vosotros pero al terminar de leer este artículo me ha echo derramar algunas lágrimas. Que vida la suya, comparando la mía con la el me doy cuenta de que el será inmortal y yo seré uno más. Con 42 años fue a la luna, quien supera eso? su vida fue excitante y nada tiene que ver con lo que los astronautas de hoy en día en las aburridas misiones a la iss. Espero que cambie pronto la nasa de objetivos.
    Mis condolencias a la familia y que descanse en paz, ahora ya puede explorar el universo sin límites. Godspeed John W. Young

    Saludos jorge m.g.

  2. Daría un brazo y una pierna por haber vivido la mitad de las experiencias que ha vivido ese hombre!!

    Es la pura definición de un space man…

    1. Yo también lo admiro, pero lo del brazo y la pierna me parece extremo; mas teniendo en cuenta lo mucho que me recuerda en sus fotografías a Steve Austin Astronauta / Six Millons Dollar Man (Lee Major).

      QEPD

  3. D.E.P. un verdadero pionero.
    Y mientras, vamos perdiendo poco a poco a todos los moonwalkers. No pasará mucho tiempo en que no quede ninguno y todo el programa Apollo sólo sea leyenda.

  4. Ayer he visto un comentario en twitter muy acertado (no encuentro ahora la fuente sorry)

    «Los niños quieren ser astronautas, y los astronautas quieren ser John Young»

    Se ha ido uno de los más grandes.

  5. Lo que más me fastidia es estar viviendo una época en la que estas grandes joyas de la Humanidad se van del mundo… viendo como todos los planes de futuro que su osadía, intrepidez y entrega pusieron en marcha mueren en LEO, sin más ambición que ir retrasando, década tras década, las más épicas misiones que se podrían haber iniciado jamás.

    Quizá muchos de nosotros no veremos imagenes tan extraordinarias como las de 1.969… y será una pena que los pocos que quedan de aquella increíble época desaparezcan sin haber visto a otro humano de nuevo, aunque sea, en la Luna.

    Durante décadas, estas increíbles personas han visto como se iba retrasando, retrasando y retrasando, por diferentes (y a veces arbitrarios) motivos, el empuje y la osadía de romper las fronteras. Han visto cómo los planes de bases en la Luna, de naves hacia Marte, de estaciones tripuladas masivas y astilleros orbitales, de proyectos interestelares como el Orión (¡¡al que sólo faltó una nave experimental!!) y otras muchas cosas extraordinarias que nos habrían hecho dar a estas alturas un salto de gigante, tanto como especie como a nivel tecnológico, languidecían año tras año, lustro tras lustro, década tras década… hasta morir sin haber vuelto a ver a NADIE pasar de LEO. Incluso han tenido que ver cómo los shutles, naves espaciales extraordinarias (aunque manifiestamente obsoletas por su nula previsión de futuro a la hora de construirlas), acababan sus días aterrizadas sin volver nunca más al espacio, sustituídas (en teoría, porque aún no), por aquéllas cápsulas ridículas, angostas y claustrofóbicas a las que pretendieron sustituir.

    Han visto morir la voluntad exploradora y colonizadora del Sistema Solar.

    Aunque, ciertamente, no todo es malo. También han visto algunas de las más gloriosas, épicas y extraordinarias misiones robóticas, capaces de estremecer a millones de personas (como las Voyager, las Pioneer, la Cassini, Juno, Magallanes, Messenger, Veneras, el Hubble, el Keppler, etc..), han visto no una, sino ¡¡6!! estaciones espaciales (lejos de la de 2.001, pero estaciones espaciales al fin y al cabo), desde las Salyut rusas, al Skylab, la legendaria MIR, la ISS y la china Tiangong-1. Han visto un enorme avance en la comprensión del Universo en su totalidad.

    Y han visto, en el ocaso de sus vidas, cómo algunas personas que todavía creen en la vena exploradora humana, en la esencia de nuestra especie, y que tienen la osadía, el empuje y las «narices» necesarias, han empezado a volver a ilusionarnos a los espaciotranstornados con sus ideas, sus proyectos y sus ambiciones.

    Gracias a todos vosotros por abrir el camino de las estrellas. Esperemos que el último de vosotros, los grandes pioneros, no desaparezca antes de ver alguno de esos sueños cumplidos… aunque sea la Gateway…

  6. Tenía yo 14 años cuando descubrí, en la biblioteca municipal de mi ciudad, la vieja Enciclopedia de Aviación y Astronáutica (Editorial Garriga, Barcelona 1972), y ante aquella enorme fuente de conocimiento, sentí el irresistible impulso de hacer un trabajo sobre el cohete Saturno V. Me zambullí y buceé entre las páginas de aquellos ocho tomos gordos y rebosantes de definiciones, descripciones, explicaciones, fotos y gráficos. Cuando se editó aquella Enciclopedia el programa Apollo de la NASA aún estaba fresco; cuando hice aquel trabajo, era ya, aunque reciente, parte del pasado…

    Y pasaron muchos años más, y décadas enteras, desde entonces… Vimos el comienzo -y el final- del Transbordador Espacial, el lanzamiento de sondas interplanetarias, encuentros cercanos e incluso aterrizajes en otros mundos, pero de aquellas naves tripuladas que se posaron en la Luna y de aquellos astronautas que brincaron sobre su superficie desnuda, hoy apenas nos quedan los obituarios recordando sus hazañas y, en poco tiempo, solo su leyenda.

    Descansa en paz, John Young. Yo puedo decir que te vi en la Luna. ¿O lo soñé? Me alegra el optimismo de la gente joven, como mi hija, que piensa que estamos a un paso de viajar a Marte. No quiero desilusionarla, pero…

  7. Un tio muy grande. DEP.

    Lo que este hombre ha vivido y visto es algo inmenso, y la cita de CiudadanoX es muy acertada.
    Muchas gracias Daniel.

  8. Cernan, Young y el resto de los astronautas de los programas Mercury, Gemini y Apolo han sido y serán especiales siempre. Aún recuerdo la sonrisa socarrona de cernan cuando comentaba las fiestas que celebraban los astronautas en el documental sobre su libro ‘The last man on the moon’. Young no fue solo de los más longevos sino que en mi opinión representa lo más puro a lo que puede aspirar a ser un astronauta, estar por encima de su trabajo y representar a la humanidad allá donde vaya sin importar los riesgos y retos que superar

  9. Se nos están yendo.
    Muchos están reflexionando sobre la causa de que no vivamos esas grandes aventuras espaciales. Es obvio que una de ellas es la falta de inversiones. Hay otras prioridades y eso no se puede negar.
    Pero creo que dentro de ese limitado margen presupuestario, este mundo posmoderno, que se mueve por sentimientos y no deja espacio para la razón, cobarde que nos toca vivir, lleva aparejado un problema: la obsesión por la seguridad.
    La seguridad está ahogando la aventura y el progreso dado que la obsesión de reducir el riesgo a cero como cero, termina por encarecer todo a niveles inimaginables. Se ha escrito aquí en múltiples veces: con el estándar de seguridad que hoy impera, nunca jamás hubiéramos llegado a la Luna. Bueno, quizás ni a LEO.
    ¿Marte? Ja, el 80 % de los lectores de este blog nos moriremos y no veremos al hombre ni tan siquiera Orbital el planeta rojo. Sólo el tema de las radicaciones, que suponen sólo un incremento moderado de las posibilidades de generar cancer a lo largo de la vida ya bloquea o provoca como mínimo un tremendo encarecimiento. Luego la redundancia de la redundancia y por tanto más equipos, más peso, más complicación
    ….. más gasto a sumar a algo por si caro.

    Desengáñense. Nunca veremos las hazañas de estos héroes. Ningún político admitirá asumir riesgos que una ciudadanía cada vez más infantilizada y ñoña, no consentirá. Y ningún político admitirá unos gastos tan brutales para la seguridad cero.
    Con la muerte de Young y los últimos héroes nos despedimos de la última época en que la gente asumía riesgos razonables…. y a veces no tan razonables, por romper las fronteras de lo desconocido

    1. Completamente de acuerdo. La seguridad de riesgo cero es IMPOSIBLE de facto. Pero con ese objetivo en mente, diseñando las misiones bajo ese parámetro inalcanzable, nunca se llegará a nada.

      Obviamente, nadie en su sano juicio admitiría una misión suicida, ni una misión en plan «a ver si no la cagamos». Pero entre el inalcanzable Riesgo 0 y la estupidez suicida, está el programa Mercury. Y el Gemini. Y el Apollo. Y el Shuttle. Y el Soyuz. Y la MIR. Y todas las sondas robóticas.

      Hay que pensar en la seguridad, por supuestísimo. Pero también hay que echarle un poco de empuje y decisión para romper las fronteras… precisamente lo que Young y todos sus intrépidos compañeros lograron.

      Saludos

    2. De hecho, una reflexión. De toda la misión a Marte, de todo el procedimiento (lanzamiento de suministros en naves automáticas, montaje en superficie, lanzamiento de la tripulación, tránsito transmarciano, aterrizaje en Marte, misión en superficie, lanzamiento en el VAM, trayecto transterrestre, reentrada en la Tierra y aterrizaje… ¿cuál crees, a la vista de la Historia Espacial, que es el mayor riesgo de toda la misión?

      Para mí, tomando en cuenta la mayoría de los fallos y los desastres de toda la carrera espacial, creo que el mayor riesgo de TODA la misión, es el propio lanzamiento de la nave tripulada. Es en el lanzamiento desde la Tierra, dónde han ocurrido la mayoria de los percances.

      Los trayectos, salvo el tema de la descompresión, no son más peligrosos que cualquier trayecto oceánico de la época de las Grandes Exploraciones. Aquellos cascarones de madera también podían chocar con algo no cartografiado. Podían encontrarse con devastadoras tormentas. Iban sin ningún mapa de ruta, a la aventura y a la exploración, sin saber dónde habría tierra. Podían quedarse sin alimento. Sin agua. Sucumbir a enfermedades espantosas, motines y ataques. Y lo mismo al llegar a cualquier destino: frío, calor, indígenas hostiles, depredadores, enfermedades, selvas asesinas… De todo eso, el viaje a Marte carece. No es fácil. No está exento de grandes riesgos. Pero no son mayores que aquéllos. Un barco en medio del Pacífico en el siglo XVII estaba tan perdido, solo y lejos de cualquier ayuda como lo estará cualquier nave interplanetaria. Pero en el caso de Marte, (que se sepa), no hay enfermedades, no hay tribus hostiles, no hay tormentas devastadoras (aunque le pese a la película «Marte»), terremotos letales, ni ninguna cosa así. Sólo frío, apenas atmósfera y falta de oxígeno. Pero con la tecnología actual, algo de planificación y un buen entrenamiento y rutinas, NADA que no se pueda superar. El mayor riesgo son los dos lanzamientos (sobre todo el de la Tierra), la posibilidad de chocar contra algo en el viaje y las dos reentradas. TODO lo demás es perfectamente controlable y asumible.

        1. No. No están dispuestos a asumir el dinero EN ESO. Porque en armamento diverso se gastan 10 veces más sin pestañear.

          Los que manejan la viruta, argumentan que si es caro, que si tanto dinero para un «paseíto», que imagínate que falla y el pastón que ha costado.

          Lo mismo se podría argumentar al revés: «oye, todos esos tanques, helicópteros, aviones, buques, equipamientos, etc… ¿y si no hay una guerra, qué?

          Te dirían: «hay que estar preparados para la defensa… siempre hay guerras… y si no las hay, se inventan».

          Pues bien: «el espacio está ahí, no hay que inventarlo, y siempre estará ahí. Y como hay que estar preparados, hay que estarlo para todo, incluída la posibilidad de que la Tierra nos falle, o que alguna estrella cercana nos salude. Sin tecnología espacial, NADIE, sobrevivirá».

          Pero claro, eso es a largo plazo y por el bien de la especie y la Ciencia… y las armas son a corto plazo, muy rentables y por el bien de los bolsillos de los de siempre….

  10. QEPD John Watts Young. Aparte del incidente del sandwich en el Gemini 3, Young tuvo otro incidente polemico durante la Apolo 16. Durante su estadia en la Luna, se quejo ante el Control de Mision que le habian agregado tantas naranjas a la dieta que esta orinando muchísimo.

    John iba originalmente a comandandar la mision que iba a poner en orbita al Telescopio Espacial Hubble, pero este estaba lanzando duras criticas a como la NASA estaba tomando a la ligera la seguridad durante el Programa del Shuttle, incluso llego a filtrar a la prensa un memo de seguridad concerniente al tema. A raíz de esto Young fue retirado del comandar la misión que pondría al Hubble en órbita. Recuerdo que cuando en 1998 John Glenn volvió al espacio bajo el pretexto de estudiar el efecto de la microgravedad en un cuerpo viejo, alguien dijo que habían mejores sujetos para dicha prueba como el propio John Young.

    James R Hansen, el biografo oficial de Neil Armstrong, saco también la biografía de John Young llamada «Forever Young».

  11. Ahora que hablan de George Abbey, me entere que el 1 de Agosto de este año sale la biografía de tan polemico personaje. Abbey fue director durante casi todo el programa del Shuttle del Centro Espacial Johnson. Manejo de forma muy dictatorial el JSC haciendo que los astronautas le temieran.

    El temor de un astronauta no es morir en un accidente como el del Challenger o del Columbia, sino simplemente no volar. Quien encarnaba eso era Abbey. Cada astronauta, al nombrar a Abbey, se ponia nervioso y cerraba inmediatamente la puerta de su oficina. Si no bailabas al ritmo que Abbey podias caer en desgracia y no llegar a asignarte una mision, y cansarte y retirarte del cuerpo de astronautas preguntándote ¿ que hice mal? Cuando el jefe te decía «te voy a joder» lo hacia pero no te decía el porque. Un personaje muy polémico. Me imagino que Young no tuvo dudas que filtrar el memo de seguridad a la prensa, ya que, él ya poseia 6 misiones espaciales bajo su cinturon. Godspeed John Watts Young.

    1. A George Abbey se le acusaba de beneficiar en las asignaciones a los astronautas procedentes de la NAVY, como era él, frente a los de la USAF (los dos grupos mayoritarios); y a la imprevisibilidad de las elecciones para volar: no sabías bien que hacer/no hacer para caer en su favor.
      Esto lo cuenta Mike Mullane en su libro «Riding Rockets», según la crítica uno de los mejores libros sobre los primeros tiempos del shuttle. Os lo recomiendo.

      Carlos

      1. Interesante. Lo voy a conseguir. En Dragonfly de Brian Burroughs, se decía que Abbey tenia un grupo de astronautas «favoritos» quien se llamaban «Los Bubba». En ese grupo estaba Wetherbee y Sheperd.

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