Adiós, Sally

Por Daniel Marín, el 31 julio, 2012. Categoría(s): Astronáutica • NASA • Shuttle • sondasesp ✎ 21

Hubo un tiempo en el que la NASA estaba dominada por hombres. Y si había un arquetipo de hombres, ésos eran los primeros astronautas. Duros, recios y arrogantes, aquellos pilotos de prueba elevados a la categoría de estrellas mediáticas eran la encarnación de la virilidad sobre la Tierra. No, no parecía haber lugar para las mujeres en ese grupo de machos alfa hipercompetitivos. Pero llegó el transbordador espacial y con él la imaginaria ‘rutina’ de los vuelos espaciales. Para horror de los primeros astronautas, la cúpula de la NASA decidió que el espacio sería ahora un lugar al que viajarían científicos, técnicos y demás ‘gente normal’. Y eso incluía a las mujeres, por supuesto.

Sally Ride durante su segunda misión espacial (NASA).

En enero de 1978 la NASA presentó el octavo grupo de astronautas de la historia de la agencia espacial. 35 nuevos candidatos a astronautas, incluyendo por primera vez a seis mujeres que ocuparían el puesto de especialista de misión. Eso sí, no había ninguna mujer candidata a piloto del transbordador. Al fin y al cabo, las cosas no habían cambiado tanto. Siguiendo una larga tradición militar, los 35 astronautas serían conocidos como TFNG, The Fucking New Guys, aunque obviamente nadie se atrevía a mencionar estas palabras en público. Cuando se preguntaba a los astronautas qué significaban esas siglas, solían responder de forma políticamente correcta que era el acrónimo de Thirty-Five New Guys. Una mentira piadosa como otra cualquiera.

Entre esas candidatas destacó desde un primer momento una delgada física de California llamada Sally Kristen Ride. Sally no era la más fuerte ni la más dura del grupo, pero su mirada era capaz de fulminar a cualquiera de los numerosos machos alfa que aún merodeaban por el cuerpo de astronautas de la NASA. Poco a poco, Sally se ganó el respeto de sus compañeros y a principios de los 80 todos daban por sentado que se convertiría en la segunda mujer en viajar al espacio, siguiendo la estela de la mítica Valentina Tereshkova.

Y sus compañeros acertaron, sólo que sería la tercera, no la segunda. La soviética Svetlana Savitskaya se le adelantó después de que las autoridades de la URSS decidieran neutralizar el posible éxito mediático de la primera mujer astronauta norteamericana. En cualquier caso, puede que nunca sepamos por qué George Abbey -el ‘tirano de la NASA’- la seleccionó a ella y no a alguna de sus compañeras para ser la primera estadounidense en órbita. El 18 de junio de 1983 Sally Ride alcanzó el espacio a bordo del transbordador Challenger durante la misión STS-7 y de paso se hizo un hueco en la historia. Sólo tenía 32 años. Repetiría la hazaña un año después, cuando regresó a la órbita baja durante la STS-41G Challenger. En esta misión se convertiría en la primera mujer en operar el brazo robot del shuttle y además ayudó a su compañera Kathryn Sullivan a realizar el primer paseo espacial femenino estadounidense.

Sally no volvería al espacio. El accidente del Challenger de 1986 truncó muchos sueños y carreras, y obligó a muchos astronautas a replantearse su futuro. Nuestra heroína se convertiría en uno de los miembros claves de la Comisión Rogers que investigó las causas del desastre del Challenger, una comisión que destapó numerosos errores y miserias dentro del programa de transbordadores de la NASA. Sally no tuvo empacho alguno en airear los trapos sucios de la agencia espacial, pero su excesiva sinceridad le hizo ganarse un buen número de enemigos entre la burocracia de Houston.

En 1987 dejó la NASA para dedicarse al mundo académico, aunque se mantuvo vinculada de alguna forma u otra a la exploración del espacio y llevó a cabo innumerables iniciativas relacionadas con la divulgación científica, especialmente entre los más jóvenes. En 2009 sería uno de los ponentes más destacados de la Comisión Augustine, reunida con el objetivo de encontrar el rumbo perdido del programa espacial tripulado norteamericano.

Sally nunca estuvo a gusto con eso de ser un personaje famoso. No es que fuera una persona modesta, eso sería faltar a la verdad. Simplemente quería ser reconocida por su trabajo, nada más. Y sin embargo, aunque suene a tópico, inspiró a toda una generación de niñas estadounidenses a interesarse por la ciencia y el espacio. Cuando Sally entró en la NASA el sueño estaba vivo. Imposible era una palabra que no existía en el diccionario. El futuro sería maravilloso y la humanidad conquistaría el espacio en cuestión de años. Evidentemente, entre aquellos 35 TFNG se encontraba el próximo ser humano en pisar la Luna, o incluso el primero en caminar por la superficie de Marte. Treinta años después, una circunspecta Sally Ride se dirigía a la Comisión Augustine para comunicar lo evidente: con el presupuesto actual no se puede llevar a cabo un programa espacial tripulado fuera de la órbita baja. «Nos quedamos en casa, chicos». De repente, el futuro ya no era tan rutilante. Porque Sally siempre fue una tenaz defensora del programa espacial tripulado. En su opinión, el interés del público hacia el espacio nacía de la presencia humana. No puedes sentir empatía hacia una máquina, al menos, no como hacia una persona. Por supuesto, era partidaria de tener un robusto programa científico de naves automáticas, pero pronto se dio cuenta de que a los políticos esas eficientes sondas planetarias y esos maravillosos satélites astronómicos les interesaban aún menos que el programa tripulado, que ya es decir. Sin personas en el espacio, el castillo de arena de la exploración del cosmos puede venirse abajo más fácilmente de lo que la gente cree. Y mucho me temo que el tiempo le está dando la razón.

Como otros muchos soñadores antes que ella, Sally siempre estuvo segura de que el destino de nuestra especie era ir más lejos y más alto, allá donde ningún ser humano hubiese estado antes. Pero a diferencia de la mayoría de soñadores, ella estuvo en el grupo de los que realmente hacen realidad sus sueños. De esos que escriben la historia y nos demuestran a todos que lo imposible es posible.

El pasado 23 de julio, Sally nos dejó para siempre a la edad de 61 años por culpa de un cáncer de páncreas. Gracias por hacernos soñar, Sally.

Despegue de la STS-7 Challenger (NASA).


21 Comentarios

  1. No dudo del ejemplo de esta mujer, pero hay otras que dan mucho más ejemplo y estan en el anonimato como las miles de mujeres que cada dia en quirofanos dan lo maximo de si salvando las vidas de muchas personas para mi estas són mi heroinas sin lugar a dudas.

    1. La verdad es que el sabor de la zanahoria no está al mismo nivel que el tacto de la cebolla… ¿A que no es fácil pillar sentido a esta frase? Pues lo mismo haces con ese comentario.

      Daniel ha dedicado una entrada a una persona (que en concreto era mujer) relacionado con el ámbito aeroespacial en su blog dedicado a la exploración espacial y lo asociado la misma.

      ¿A qué viene eso de comparar con otras personas de otros ámbitos?

      Si nos ponemos en la tesitura quien es más héroe que quien entonces te puedo decir que hay MILLONES de madres que sacrifican toda su vida para sacar adelante a sus hijos y darles un futuro.

    2. No he tenido la más minima intención de crear polemica, no acabo de entender tú mosqueo pero bueno para otra vez no hare comparaciones con otros sectores disculpas sinceras.

    3. disculpas aceptadas y de buen grado 😉

      mi mosqueo se debió a que al leer tu comentario entendí que minusvalorabas a Sally, que fué una pionera en un ámbito tan complejo y cuyo ejemplo sirvió a miles de mujeres a adentrarse en el mundo de la ciencia y la tecnología

      teniendo en cuenta que la entrada de Daniel está dedicada a título póstumo a esta persona pues no entiendo el hacer referencias a otras personas de gran valía, ya que entiendo está fuera de contexto.

      saludos desde La Mancha

  2. Luego nos quejamos de los políticos que nos ¿representan?….. son el fiel reflejo de la sociedad que les vota. El 90% tienen una miopía que les impide ver a más de 4 años vista, y son unos expertos charlatanes en leyes, incapaces de tener una visión de conjunto de la sociedad que les rodea, una mente abierta, y un pensamiento racional-científico. La imagen que la mayoría de la población (y por ende los políticos)tiene sobre los científicos es la del loco rarito de laboratorio, doctor frankenstein (imágenes potenciadas por gran parte del cine hollywoodiense). Se cuentan con los dedos de la mano, los filmes que tratan el «hecho» científico con cierto respeto: Me vienen a la mente: 2001; Contact; y Apollo XIII. Es curioso; pero en varias de las veces que he visto Contact…. a parte de Carl Sagan, siempre me venía a la cabeza la imagen de Sally Ride. Ojalá las niñas a las que inspiró con su ejemplo, sean partícipes de la primera misión a Marte.
    Y ojalá estemos nosotros todavía aquí para verlo.

  3. Bueno, yo quería expresar mi admiración por los pilotos espaciales de la vieja escuela, ya que pilotaban un nave con ayuda de un computador mucho peor que un teléfono móvil actual.

    También estoy de acuerdo con Daniel en la rutina que supone para un piloto de hoy en día un viaje espacial. Probablemente, sólo tenga que apretar un par de botones y accionar alguna palanca, gracias al computador de a bordo y los telecomandos del centro de control terrestre.

    Yo creo que actualmente se puede comparar un viaje espacial a la órbita baja con la fabricación de obleas: todo se hace automáticamente. Eso sí, ahí están los astronautas por si salta el automático 😉

    1. No es bien así. La vieja Vostok, la primera nave espacial de la historia, era toda automática, y los primeros cosmonautas eran prácticamente pasajeros. Obviamente, los soviéticos usaban sistemas analógicos electromecánicos considerados hoy muy primitivos, pero automatizada en fín. El «moderno» Space Shuttle, aun después de su modernización hace pocos años, con la instalación de recientes pantallas de LCD, aterrizaba manualmente, y el título de «piloto» realmente valía para el astronauta que tenía esa función.
      La cuestión fue más de filosofía de diseño: los soviéticos siempre prefirieron la automación (hasta el Buran podía aterrizar sin intervención humana, y lo hizo en su único vuelo), mientras que los estadounidenses preferían confiar más en el factor humano. No estoy diciendo que uno sea mejor que otro, solo notando las diferencias.

    1. Pues aun si consideras que Sally Ride no solamente entró gracias a la «cuota», como bien mostró Daniel le costó ganarse el respeto a los demás astronautas, principalmente a los de vieja guardia. Y lo hizo, gracias a sus méritos.

  4. Esta entrada me hace caer en la cuenta de que quienes seguimos tu blog lo hacemos no sólo por lo que escribes, sino por cómo lo escribes… Enhorabuena.
    También me hace consciente de que la astronáutica me atrae por razones diversas, entre ellas el familiarizarme con la excelencia humana, por si se me pega algo… Y está claro que no es sólo «cosa de hombres», aunque apela a mi «hombría»…

  5. Fantástico tributo y mágnifica redacción, Daniel.
    Si que es cierto que en ese grupo entraron «por cuota» como se dice en algún comentario(había que reclutar mujeres y negros), pero como se indica en el post su perfil profesional era tan alto, que el tema del sexo se podría obviar.
    Añadir que los soviéticos anticiparon tambien con Savistkaya el primer paseo espacial de una mujer para «ganar» a las americanas.
    Saludos.
    Carlos

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Por Daniel Marín, publicado el 31 julio, 2012
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