Índice políglota

Por Daniel Marín, el 13 marzo, 2007. Categoría(s): Idiomas • Personal ✎ 4

El otro día estaba pensando (actividad que realizo de vez en cuando, pero no con demasiada frecuencia) que estaría bien poder cuantificar el nivel de dificultad de los idiomas que sabe uno. Me explico, una persona que sepa varios idiomas extranjeros puede decir «hablo tres idiomas», por lo que sería un políglota. Sin embargo, no todos los idiomas tienen la misma dificultad relativa: a un hispanohablante le es mucho más fácil aprender italiano que chino, por ejemplo, así que estaría bien crear una especie de «Índice políglota» para medir el grado de conocimiento de lenguas extranjeras que tiene uno. El índice podría ser algo así: para cada idioma que supiésemos habría un punto por cada uno de los seis niveles de conocimiento de un idioma (A1, A2, B1, B2, C1 y C2). Puesto que los dos primeros niveles son fáciles de alcanzar mientras que los últimos son muy difíciles se podría multiplicar por 1,5 los puntos del nivel B1 y B2, y por 2 los de los niveles C1 y C2, con lo que nos quedaría algo así:

A1, 1 punto. A2, 2 puntos. B1, 1,5×3 = 4,5 puntos. B2, 1,5×4 = 6 puntos. C1, 5×2 = 10 puntos. C2, 2×6 = 12 puntos.

Luego vendría lo más difícil, que es clasificar las distintas lenguas según su diferencia con el idioma materno. En este caso, se podría sumar el resultado anterior por un número que vendría dado por la categoría del idioma a aprender y que sería mayor cuanto más diferente fuese el idioma objetivo de nuestra lengua materna. Para alguien que hable español, una posible lista de categorías sería la siguiente (otras aquí y aquí):

Categoría 1 (cero puntos): catalán, gallego, occitano, portugués, italiano.
Categoría 2 (medio punto): francés, rumano.
Categoría 3 (1 punto): inglés, sueco, noruego, danés.
Categoría 4 (1,5 puntos): alemán, griego, gaélico.
Categoría 5 (2 puntos): ruso, albanés, polaco, serbocroata, kurdo, latín.
Categoría 6 (2,5 puntos): hindú, urdu, armenio, farsí (persa).
Categoría 7 (3 puntos): euskera, finés, húngaro, turco.
Categoría 8 (3,5 puntos): árabe, maya, tamazight (bereber).
Categoría 9 (4 puntos): georgiano, tamil, vietnamita, tailandés, navajo.
Categoría 10 (4,5 puntos): chino, japonés, sumerio, egipcio antiguo.

Se puede pensar que estas categorías son totalmente arbitrarias, pero no, amigos, tienen su razón de ser. Las Categorías 1 a 2 están formadas por aquellas lenguas que están directamente relacionadas con el idioma materno, en nuestro caso, obviamente son las lenguas romances. De forma más general, del 1 al 6 son aquellas lenguas que forman parte de una misma familia lingüística (lenguas indoeuropeas, turcas, afroasiáticas, sino-tibetanas etc.). Esto significa que para un español todas las lenguas de las categorías 1 a 6 son indoeuropeas. Por encima de la categoría de familia lingüística, los expertos no se ponen de acuerdo siempre en la clasificación de idiomas (grupo altaico, euroasiático, Na-dené, etc.) por lo que la pertenencia a una u otra clase depende de factores tales como la escritura o la pronunciación, factores que también se tienen en cuenta en las otras categorías. Más detalles: he puesto al euskera como categoría 7 y al árabe como 8 porque, aunque ambos sean lenguas no indoeuropeas (y por lo tanto, difíciles para un hispanohablante), el euskera se escribe con alfabeto latino y su pronunciación es muy similar al español, a diferencia del árabe. El chino y el japonés aparecen como categoría 10 porque incluyen sistemas de escritura ideográficos (logográficos) que hacen muy complicado el aprendizaje de la lengua escrita. Naturalmente, si sólo tuviésemos en cuenta la lengua hablada, las categorías serían diferentes.

Veamos su aplicación:

Una persona habla catalán fluido (nivel C2), inglés (C1) y un poco de chino (A2). Su índice sería: catalán, 12 + 0 = 12 puntos. Inglés: 10 + 1 = 11 puntos. Chino: 2 + 4,5 = 6,5 puntos. Total = 29,5.

Obviamente, para otros idiomas las clasificaciones serían distintas: un inglés tendría por categorías algo así:

Cat. 1: frisón.
Cat. 2: holandés, sueco, danés, noruego.
Cat. 3: francés, español.
Cat. 4: alemán,…

Un Japonés tendría:

Cat. 1 a Cat. 6: ninguna. Cat. 7: coreano. Cat. 8: inglés, español, chino, etc. Cat. 10: armenio, hindú, etc.

Naturalmente se trata de una clasificación abierta a múltiples modificaciones, pero para eso están los expertos.



4 Comentarios

  1. ¿Cuál es tu puntuación total? ¡Sorpréndenos!
    Yo también me he planteado cosas similares y quizás debería tenerse en cuenta a la hora de planificar la duración de los estudios de los diferentes idiomas y el nivel que se puede alcanzar después de X años. Por ejemplo, no es lo mismo estar en 5º de alemán que de italiano y, sin embargo, en ocasiones intentan compararlos.

  2. Yo tengo una propuesta. La dificultad del idioma, en lugar de sumarla al nivel alcanzado en ese idioma, creo que debería multiplicarse. En este caso, no podría haber nivel 0. De esta forma, la diferencia entre pasar de un nivel A2 a B1 es mayor en un idioma “difícil” que en uno “fácil”. Supongamos que hay una persona, imaginemos que se llama D.M., que tiene un nivel C2 de inglés, un C1 de alemán, un C1 de japonés, un B2 de ruso, un B2 de francés, un B1 de chino, un B1 de griego y un A2 de árabe. Además, podríamos valorar el francés con un 2, el inglés con un 3, el alemán con un 4, el griego y el ruso con un 5, el árabe con un 6 y el chino y el japonés con 8. Esta valoración está hecha un poco por encima. Su puntuación políglota sería 6*3+5*4+5*8+4*5+4*2+3*8+3*5+2*6=157. Es decir, que ese Dani, ups, digo D.M. sabe un montón. (Y seguro que me faltan unos cuantos y en algunos he puesto menos nivel del que es)

  3. Jeje, veo que te ha picado el gusanillo, ¿eh?

    Tu propuesta me parece muy razonable, de hecho, en un primer momento pensé en multiplicar la dificultad en vez de sumarla, porque yo también creo que cuesta más pasar de nivel en un idioma «difícil» que en uno fácil. Si al final me decanté por la suma es porque temía las protestas de aquellos que estudian un idioma «fácil» como francés o portugués. Parece una tontería, pero muchas personas se toman como algo personal el hecho de que la lengua que estudian sea más fácil que otra, como si eso fuese un indicativo de su inteligencia. Multipliquemos pues…

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Por Daniel Marín, publicado el 13 marzo, 2007
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