Un juez de Pennsylvania ha decidido cual Salomón redivivo que el «Diseño Inteligente» no puede enseñarse en las escuelas de ese estado en las clases de ciencias como teoría alternativa a la evolución de Darwin. Es un gran avance frente al oscurantismo y al fundamentalismo que nos afecta a todos los amantes de la ciencia y la verdad. Por si alguien no sabe qué es el «Diseño Inteligente», podemos resumirlo diciendo que se trata de un creacionismo camuflado. Los creacionistas creen que el Universo y el hombre fueron creados así tal cual como estamos, de repente (o en siete días), tal y como pone la Biblia. Para estos fundamentalistas, los fósiles son o un engaño del diablo o restos de animales que perecieron en el Diluvio Universal, los parentescos anatómicos pura coincidencia, la datación con isótopos es confusa y el ADN mitocondrial no existe (o más bien no tienen ni pajolera idea de qué es). Naturalmente, uno es libre de creer lo que le dé la gana, pero al mismo tiempo uno no es tan libre de imponer sus ideas a los demás. Los creacionistas se vienen oponiendo desde hace décadas a la enseñanza de la evolución en las escuelas públicas. Pese a su gran influencia política, la total separación entre iglesia y estado en los EE.UU. ha evitado que se salieran con la suya. Así que para intentar burlar a los tribunales inventaron el «Diseño Inteligente», que es una teoría religiosa disfrazada de toería científica. O sea, el creacionismo sin mencionar a Dios. Tras algunas sentencias favorables, que son una vergüenza para un país civilizado, esta derrota legal sirve para frenar las ansias oscurantistas de estos seguidores de las tinieblas culturales.
No podemos ser menos, y desde aquí invito a todos a darle caña al Diseño Inteligente (dialécticamente hablando, claro está).
Por Daniel Marín, publicado el 21 diciembre, 2005
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