Reentrada incontrolada de la primera etapa del CZ-5B Y1

Por Daniel Marín, el 12 mayo, 2020. Categoría(s): Astronáutica • China • Cohetes ✎ 181

La primera etapa del primer cohete Larga Marcha CZ-5B Y1 que el pasado 5 de mayo puso en órbita la nave tripulada de nueva generación china ha reentrado hoy día 11 de mayo de 2020 a las 15:34 UTC en el océano Atlántico frente a las costas de Mauritania (20º norte, 20º oeste). Normalmente, algo así no sería noticia, pero es que la primera etapa del CZ-5B era realmente enorme: un gran cilindro de 31 metros de longitud y 5 metros de diámetro, con una masa de alrededor de 20 toneladas. De hecho, se trata del objeto más grande que ha realizado una reentrada incontrolada desde que el 7 de febrero de 1991 el complejo Salyut 7-Kosmos 1443, con una masa de casi cuarenta toneladas, se desintegró en la atmósfera sobre Argentina. El récord absoluto en esta categoría de reentradas incontroladas lo sigue ostentando la estación Skylab de la NASA, que, con una masa de unas 74 toneladas, reentró el 11 de julio de 1979 sobre Australia (el objeto más masivo que ha reentrado de forma controlada fue la estación rusa Mir en 2001, con unas 130 toneladas).

Últimas órbitas de la primera etapa del CZ-5B Y1 (https://twitter.com/Itzalpean).

Vale, pero… un momento. ¿Primera etapa? Las reentradas incontroladas de etapas superiores son relativamente frecuentes —hace poco la tercera etapa del Soyuz 2.1a que lanzó la nave Progress MS-14 reentró sobre Galicia creando unos bonitos fuegos artificiales—, pero las primeras etapas son demasiado grandes y pesadas y nunca alcanzan la velocidad orbital; siguen una trayectoria suborbital y se estrellan contra el agua o tierra firme dependiendo del centro de lanzamiento. Sí, eso es lo habitual, pero no fue así en este caso. Este era el cuarto lanzamiento de un Larga Marcha CZ-5, pero los anteriores eran de la versión con una etapa superior. El cohete de esta misión no llevaba una segunda etapa y tenía capacidad para alcanzar la velocidad orbital por sí misma. Esta característica es extraña, pero en el caso del CZ-5B es necesaria porque su objetivo principal es lanzar los tres módulos de la futura estación espacial china, de veinte toneladas cada uno. Estos módulos, aunque disponen de propulsión propia, no tienen la capacidad de maniobra de un satélite convencional, así que es una buena idea que queden en órbita directamente. Por otro lado, la etapa central del CZ-5 es tan grande porque emplea propulsión criogénica, es decir, hidrógeno y oxígeno líquidos. Y el hidrógeno ocupa mucho volumen.

Primera etapa del CZ-5B (CCTV).
Cohete CZ-5B (Weibo).

Esta es una situación poco frecuente en la historia de la astronáutica. Para ver la última vez que una primera etapa de gran tamaño alcanzó la órbita hay que remontarse a los albores de la era espacial. La etapa central del misil R-7 Semiorka —que se sigue usando en los lanzadores Soyuz— se puso en órbita en los primeros lanzamientos espaciales soviéticos (Sputnik 1 o 2, por ejemplo) y era un objeto de casi 27,1 metros de largo y 6,5 toneladas. La etapa del cohete Atlas también corrió el mismo destino en las misiones orbitales del programa Mercury. La situación también recuerda a la del tanque externo (ET) del transbordador espacial o la etapa central (Blok Ts) del cohete Energía, que casi alcanzaban la velocidad orbital (eso sí, estas etapas eran más grandes y pesadas: el ET del shuttle tenía una masa de 26,5 toneladas en su versión SLWT). Como curiosidad, las primeras versiones del diseño del transbordador incluían un pequeño propulsor en la punta del ET para frenar su velocidad y garantizar la reentrada tras el despegue.

Diseño preliminar del shuttle. En el extremo del ET se aprecia un propulsor para asegurar la reentrada del ET (NASA).

La reentrada de la primera etapa del CZ-5B Y1 hubiera ocasionado un brote de histeria colectiva en cualquier otra ocasión, pero el poco tiempo transcurrido desde el lanzamiento y la crisis mundial del coronavirus ha servido para que la caída de este objeto haya pasado casi desapercibida. La etapa fue colocada en una órbita inicial de 160 x 270 kilómetros y 41,1º de inclinación, por lo que todos los territorios situados por encima de la latitud 41,1º norte o por debajo de los 41,1º sur quedaban fuera de peligro. Era de esperar que la mayor parte de la etapa se desintegrase en la atmósfera y que pocas piezas de gran tamaño llegasen al suelo, aunque la principal fuente de preocupación eran los tanques de presurizado de los tanques y los dos motores YF-77, objetos más densos y pesados. La última órbita de la etapa antes de desintegrarse pasó por territorio de los Estados Unidos, sobrevolando Los Ángeles y Nueva York. Podemos imaginarnos la que se hubiese montado si la etapa llega a fragmentarse sobre EE.UU.

La primera etapa del CZ-5B Y1 (CGTN).
Primera etapa del CZ-5 en su primer lanzamiento de 2016 (chinaspaceflight.com).
Una vista de los dos motores YF-77 de hydrolox de la primera etapa de este CZ-5 Y1 (CGTN).

De todas formas, y más allá de la bajísima probabilidad de que alguna pieza de la etapa sobreviviese a la reentrada y causase daños personales, la actitud de las autoridades chinas ha sido tremendamente irresponsable. No es de recibo que se abandone en órbita un objeto de casi veinte toneladas a propósito. En los próximos años veremos como mínimo tres lanzamientos del CZ-5B, uno por cada módulo de la estación espacial, a los que hay que sumar los lanzamientos de la nave tripulada de nueva generación. Esperemos que para entonces hayan dotado a la etapa de algún sistema de reentrada para evitar que esta situación vuelva a repetirse.



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