Planetas errantes

Por Daniel Marín, el 18 mayo, 2011. Categoría(s): Astronomía • Exoplanetas • sondasesp ✎ 10

La palabra planeta proviene de la expresión griega πλανήτες αστέρες, es decir, «estrellas errantes». Por lo tanto, decir que un planeta es errante parece a primera vista una redundancia. Pero no lo es: bajo esta denominación se esconden aquellos planetas que no giran alrededor de una estrella o una enana marrón como es debido, sino que vagan en solitario por el medio interestelar. La existencia de estos objetos fue sugerida por primera vez hace décadas, pero sólo recientemente se han podido detectar los primeros candidatos. No obstante, muchos de estos casos son bastante dudosos y podrían terminar siendo enanas marrones en vez de planetas (todo cuerpo entre 13 y 80 veces la masa de Júpiter se considera una enana marrón).


Imagen artística de un planeta errante (NASA).

Pero ahora podemos ampliar la lista de candidatos de golpe, porque las colaboraciones MOA (Microlensing Observations in Astrophysics) y OGLE (Optical Gravitational Lensing Experiment) han descubierto unos diez planetas errantes cuya masa es aparentemente igual o inferior a la de Júpiter. Diez planetas no parece una cantidad muy impresionante, pero lo cierto es que si extrapolamos los resultados de MOA, los planetas errantes podrían ser muy comunes en nuestra Galaxia, superando incluso al número total de estrellas de la Vía Láctea. Los descubrimientos se han realizado a partir de observaciones llevadas a cabo entre 2006 y 2007 empleando el telescopio MOA de 1,8 metros, situado en el observatorio Mount John University (Nueva Zelanda). Los resultados son tan espectaculares que han sido publicados en el número del 19 de mayo de la revista Nature.


Telescopio MOA (MOA).

MOA y OGLE utilizan el método de microlente gravitatoria para detectar planetas. Cuando un planeta pasa por delante de una estrella de fondo (normalmente cercana al centro galáctico), su campo gravitatorio distorsiona la luz de acuerdo con la relatividad general de Einstein y el resultado es un aumento de brillo de la estrella que puede durar unos cuantos días. Este método favorece la detección de planetas situados lejos de la Tierra, así que no es de extrañar que los candidatos de MOA se encuentren a unos 10 000 – 20 000 años luz del Sistema Solar. MOA observó un total de 474 sucesos de microlente, de los cuales 10 parecen provenir de objetos de masa planetaria sin una estrella cercana. La precisión de las observaciones permite descartar la presencia de una estrella a menos de 1500 millones de kilómetros del planeta errante (la distancia entre el Sol y Saturno, aproximadamente), pero por supuesto podría ocurrir que alguno de estos diez mundos orbitase su estrella a una distancia mayor, de ahí que debamos hablar de candidato a planeta errante.


Efecto de microlente gravitatoria (MOA).

El estudio de estos mundos es importante por varias razones. Por un lado, su abundancia puede ser una medida indirecta de la tasa de formación planetaria en otras regiones de la galaxia. Por otro lado, si finalmente son más comunes que las estrellas, serían una parte importante de la masa galáctica y podrían ser responsables de la mayoría de la materia oscura de tipo MACHOs (Massive Astrophysical Compact Halo Objects). Aún así, debemos recordar que la cantidad de materia oscura bariónica es muy inferior a la materia oscura no bariónica, dominante en el Universo.

Pero, ¿de dónde provienen estos planetas errantes? Las teorías actuales se debaten entre mecanismos que favorecen la formación in situ en el medio interestelar (como si se tratase de estrellas) y la expulsión de sistemas planetarios. Aunque la formación local podría ser predominante en el caso de enanas marrones masivas, para los planetas se prefiere la segunda explicación. Esto quiere decir que estamos ante mundos que una vez formaron parte de un sistema planetario y fueron desterrados para siempre por culpa de las interacciones gravitatorias con otros cuerpos del sistema.

MOA y OGLE han abierto una nueva era en la ciencia exoplanetaria. A partir de hoy, la existencia de planetas errantes ya no es una simple hipótesis.



10 Comentarios

  1. Si es posible que surja vida en un mundo como Europa, además, si estos planetas tienen lunas podrían aumentar (de nuevo) las posibilidades de encontrar vida en la galaxia.

    Se supone que planetas errantes de masa en torno a la terrestre podrían llegar a ser incluso más comunes que los gigantes gaseosos, ¿no? A la vida de las dorsales oceánicas no le importa mucho que orbitemos un Sol o no… (aunque creo recordar que Gouki mencionó un día que sí utilizan algunas sustancias producidas cerca de la superficie, ya no estoy seguro).

    En fin. Perdona que divague, pero es interesante pensar en las implicaciones 🙂

    Saludos!

  2. Respecto de los planetas errantes como hipótesis, siempre he creído que habría más que estrellas basándome en una intuición: que en la naturaleza abundan más los objetos grandes que los pequeños dentro de cualquier categoría. De forma que, al menos para mí, la no existencia de tales cuerpos es lo que requeriría una explicación excepcional, y no su presencia. En cualquier caso, es magnífico poder comenzar a vislumbrar una solución para el misterio.

  3. Hace una par de semanas vi un documental muy bueno en la 2 en la que se hablaba de ellos como ‘planemos’. Como ejemplo al longevo y gigante Matusalén de 12.000 millones de años de antigüedad.

  4. Esto se pone interesante, siempre habìa pensado en la posibilidad de que existiesen planetas errantes, estrellas errantes y cosa por el estilo, lo que me resultarìa chocante serìa la vida en un mundo asì, por lo cambiante de la presiòn, la temperatura, la radiaciòn y otras tantas sorpresas del universo infinito.

  5. ¿Es posible saber la velocidad a la que se mueven estos cuerpos? ¿Sería posible una «captura» en nuestro sistema solar? Quiero decir si sería viable que un nuevo planeta fuese capturado por la gravedad solar y entrase en órbita estable. Asumo que las probabilidades son menos que ínfimas por la cantidad de factores que deberían coincidir… pero sería una posibilidad de «nave intergaláctica» con un consumo de combustible para movimiento mínimo.

  6. @Anónimo: «planemos» es una denominación alternativa, pero que depende del origen de estos cuerpos. Si se han formado directamente por colapso gravitatorio en el medio interestelar serían planemos, si han sido expulsados, son simplemente planetas.

    @Miguel: lo que encontraron fueron enanas marrones.

    Saludos.

  7. Si, es posible aunque muy remnoto que un planeta errante pueda incursionar en nuestro sistema solar y los ejemplos podemos verlos, aunque no es lo mismo, en el cinturon de Quiper, con los desprendimientos de cometas y asteroides que amenazan con grandes colisiones a los planetas.

  8. Según una nueva simulación, algunas estrellas, e incluso agujeros negros, podrían albergar planetas «nómadas» o «errantes» que son expulsados de sus sistemas solares al nacer. Al mismo tiempo, otro estudio sugiere que los planetas errantes son mucho más comunes de lo que se pensaba.

    Los astrónomos no solían prestar atención a estos cuerpos errantes, llamados planetas interestelares. Sin embargo, durante los últimos años, observaciones indirectas de estos planetas que vagan por el espacio, junto con varias simulaciones realizadas, sugieren que realmente existen.

    Un estudio publicado el jueves, por ejemplo, señala que podría haber hasta 100.000 planetas errantes por cada estrella, cuando antes los científicos creían que solamente habría dos por estrella.
    Sin embargo, lo que no se sabía era si las estrellas, los agujeros negros, e incluso otros planetas pueden capturar estos planetas interestelares.

    Para descubrirlo, dos astrofísicos simularon la evolución de tamaños y densidades de cúmulos de estrellas.

    Llegado el momento, los grupos de estrellas terminaban por disiparse como resultado de las fuerzas de la gravedad.
    Las simulaciones sugirieron que entre el 3 y el 6 por ciento de las estrellas albergan planetas errantes, una cifra muy superior a lo que se pensaba.

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Por Daniel Marín, publicado el 18 mayo, 2011
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