OV-104 Atlantis

Por Daniel Marín, el 27 mayo, 2010. Categoría(s): Astronáutica • NASA • Shuttle • sondasesp ✎ 2

El cuarto orbitador del programa space shuttle fue conocido inicialmente mediante la fría denominación de OV-104 (OV significa Orbital Vehicle). Pero al igual que sus hermanas Columbia, Challenger y Discovery, el Atlantis sería bautizado finalmente con el nombre de un barco. En este caso, el RV Atlantis, un poco conocido navío de dos mástiles y 460 toneladas que investigó los océanos desde 1930 hasta 1966 a cargo de la Woods Hole Oceanographic Institution de Massachusetts. El RV Atlantis fue el primer barco norteamericano de investigación oceanográfica y su nombre era más que adecuado para una nave espacial.

El 29 de enero de 1979, cuatro años después del inicio del montaje del Columbia, la NASA otorgó el contrato para la construcción de la segunda pareja de transbordadores a la empresa Rockwell International. La NASA esperaba que los cuatro vehículos realizasen más de doce misiones al año y abaratasen espectacularmente el coste del acceso al espacio. Era el inicio de una nueva era. El Atlantis sería el transbordador más moderno de la flota y se beneficiaría de la experiencia previa en la construcción de las otras unidades. El 30 de marzo de 1980 comenzaría el montaje de la estructura de la nave, en concreto, el compartimento de la tripulación. No sería hasta el 10 de abril de 1984 cuando se finalizaría el OV-104. Para entonces, el programa del transbordador ya estaba totalmente operativo. Su construcción duró dos meses más que la del Columbia o la del Discovery, pero a cambio se emplearon casi la mitad de horas de trabajo. Al igual que el Discovery -y a diferencia del Columbia- la parte superior del fuselaje no empleaba losetas de silicio, sino mantas térmicas. Esto permitió reducir la masa de la nave en 3170 kg.


Primer lanzamiento del Atlantis: la misión STS-51J (NASA).

El 9 de abril de 1985 el Atlantis llegó al Centro Espacial Kennedy para comenzar su odisea espacial y el 3 de octubre de ese mismo año llevó a cabo su primera misión, la STS-51J. Se trató de una misión militar del Pentágono, la segunda de un transbordador hasta ese momento. No en vano, la Guerra Fría estaba en su momento más caliente. Tras otra misión más, la STS-61B, el 28 de enero de 1986 el Challenger se pulverizaba sobre el cielo de Florida. El Atlantis, al igual que sus dos hermanas supervivientes, se quedó en tierra mientras se discutían las causas de la tragedia y se aplicaban diversas mejoras en el diseño para evitar futuros accidentes. Como resultado de la catástrofe, el Atlantis dejaría de ser el transbordador más moderno, pues ese honor le correspondería ahora al sustituto del Challenger, el OV-105 Endeavour.

El Atlantis volvió al espacio en 1988 con otra misión militar, la STS-27. Durante el lanzamiento, el desprendimiento de material de uno de los aceleradores de combustible sólido (SRB) ocasionó múltiples daños en unas 700 losetas térmicas. Tras la consiguiente alarma inicial, la NASA realizó varios estudios y simulaciones, concluyendo que no había existido riesgo alguno para el vehículo. Desgraciadamente, a nadie le pareció importarle que nunca se hubieran tenido en cuenta estos impactos a alta velocidad cuando se diseñó el orbitador y su escudo térmico. Peor aún, nadie en la NASA consideró la necesidad de realizar análisis detallados de los efectos de estos desprendimientos en las placas de carbono reforzado del borde de ataque de las alas, que presentaban unas características distintas al resto de losetas. Como consecuencia, los desprendimientos de material de los SRB y, especialmente, del tanque externo (ET) seguirían siendo un elemento rutinario más del programa del transbordador espacial. Hasta que en 2003 uno se esos inofensivos pedazos de espuma atravesó el borde de ataque del Columbia durante el despegue. Pocos días después, la veterana nave y su tripulación se desintegraban durante la reentrada en un accidente que podría haber sido evitado fácilmente.



El Atlantis aterrizando durante la STS-27. Se aprecian las losetas destrozadas en la parte inferior delantera (NASA).

Entre 1992 y 1994 el Atlantis recibiría su primer periodo de mantenimiento y revisión, denominado en la jerga de la NASA como OMDP (Orbiter Maintenance Down Period). Durante estos 20 meses, la nave fue equipada con el nuevo paracaídas de frenado y un sistema de protección térmica (TPS) mejorado con menos losetas, entre muchas otras modificaciones. En 1998 la nave pasaría por su segundo OMDP, esta vez de diez meses de duración, durante el cual se sometió la estructura a un proceso de adelgazamiento, se retiró la esclusa interna de cara a los vuelos a la ISS y se instaló en la cabina los paneles de mando con pantallas de LCD (glass cockpit).


El «glass cockpit» (NASA).

El Atlantis será recordado por sus 32 misiones de todo tipo, entre las que podemos destacar la STS-30 y la STS-34. En el transcurso de estas misiones se lanzaron las sondas Magallanes y Galileo, respectivamente, vestigios de una era en la que la NASA consideraba apropiado mandar sondas espaciales a bordo de naves tripuladas.


La sonda Magallanes rumbo a Venus durante la STS-30 (NASA).


Lanzamiento de la Galileo en la STS-34 (NASA).

En 1991, durante la STS-37, puso en órbita uno de los «grandes observatorios» de la NASA, el telescopio de rayos gamma Compton (CGRO). Al regreso de esta misión, el Atlantis sufrió un incidente gravísimo, cuando, debido a varios factores, tomó tierra unos 500 metros antes del comienzo de la pista. Por suerte para la lanzadera, el aterrizaje tuvo lugar en la Base de Edwards, donde la pista está situada en la superficie de un lago seco. De haber aterrizado en el Centro Espacial Kennedy, la tripulación podría haber muerto.

Es posible que una de las contribuciones más memorables del Atlantis sea el conjunto de las siete misiones a la estación espacial rusa Mir. En junio de 1995 tendría lugar la primera de ellas, la STS-71. Los programas espaciales ruso y norteamericano convergieron por vez primera desde la caída de la URSS, convergencia que se traduciría en colaboración dentro del proyecto de la ISS. El Atlantis contribuiría a la construcción y mantenimiento de la ISS con un total de once misiones.


Observatorio Compton de rayos gamma (NASA).


El Atlantis acoplado a la Mir en la STS-71 (NASA).


Dezhurov y Gibson se saludan tras el acoplamiento del Atlantis con la Mir (NASA).


Separación del Atlantis de la Mir (NASA).

La retirada del Atlantis marca el principio del fin de una era, la de los transbordadores espaciales y las naves reutilizables tripuladas. Cuando despegó por primera vez a mediados de los 80, nadie hubiese imaginado que el Atlantis y sus naves hermanas serían retiradas sin que la NASA tuviese listo ningún vehículo que para sustituirlas. Pero tampoco nadie hubiese imaginado que los transbordadores espaciales terminarían siendo tan increíblemente caros, complejos y peligrosos. En cualquier caso, dentro de unos meses estas impresionantes máquinas serán historia.








Hasta siempre, Atlantis (NASA).



2 Comentarios

  1. Lástima que esto se acabe; me gustaría poder verla algún día en el Museo junto a un Burán; a ver si los del Museo de Speyer, lugar de reposo de un OK-GLI, pueden hacerse con alguno de los tres pájaros norteamericanos. ¡Feliz jubilación, Atlantis! 🙂

    C.-

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Por Daniel Marín, publicado el 27 mayo, 2010
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