40 años del Apolo 11 (11): reflexiones

Por Daniel Marín, el 27 julio, 2009. Categoría(s): Apolo • Astronáutica • Luna • Marte • NASA ✎ 19

Si a alguien le hubiesen dicho en 1969 que dentro de cuarenta años el hombre no viajaría a la Luna, ni a Marte, ni a ningún otro lugar del Sistema Solar, y que sólo se limitaría a dar vueltas en órbita baja, difícilmente lo habría creído. Porque a finales de los años sesenta la exploración tripulada del espacio parecía ser algo tan seguro como inexorable. Primero, la Luna, y después el resto del Sistema Solar, sería visitado por el ser humano en las décadas siguientes. El Apolo 11 no era más que el primer paso. El espacio era la última frontera y no íbamos a renunciar a ella.

Pero lo hicimos. Y es que el legado más importante de las misiones Apolo es precisamente su singularidad histórica. Lejos de ser el primer paso en la exploración de nuestro Sistema Solar, Apolo fue un hecho único, una anomalía en el curso de la Historia, de ésas que sólo surgen de tanto en cuanto gracias a la alineación de múltiples factores geopolíticos. Está claro, y diciendo esto no vamos a descubrir nada nuevo, que Apolo fue un producto directo de la Guerra Fría. Y sin embargo es fácil imaginar un mundo donde el programa Apolo no se hubiese materializado. Sin las continuas humillaciones en materia espacial que sufrieron los EEUU a manos de la Unión Soviética durante el periodo 1957-1963, Apolo no habría existido. En un, mundo donde el Vanguard hubiese sido el primer satélite artificial de la Tierra y Alan Shepard el primer hombre en el espacio, habría existido una carrera espacial entre ambas superpotencias, sin duda, pero con una intensidad mucho menor. Podemos imaginar perfectamente una competición espacial limitada a la órbita baja usando estaciones orbitales, muy similar a la que tuvo lugar a partir de 1972. Quizás, con el tiempo, se hubiese planteado realizar viajes tripulados a la Luna, pero seguramente no antes de los años noventa. En cualquier caso, la caída de la URSS en 1991 habría liquidado cualquier vestigio de carrera espacial, al igual que en nuestra línea temporal.

Somos muchos los que echamos la vista atrás y nos lamentamos de las oportunidades perdidas. Si en 1969 llegamos a la Luna, a estas alturas podríamos tener una base en Marte. Pero en realidad, el problema es que no apreciamos debidamente el carácter único de la competición espacial entre la URSS y los EEUU que se desarrolló entre 1957 y 1991. Una misión a Marte antes del año 2000 hubiese sido en cualquier caso muy improbable y sólo habría sido financiada si la URSS hubiese logrado poner un hombre en la Luna antes que los Estados Unidos.

Cuarenta años después el debate continúa: ¿vale la pena la exploración tripulada del espacio?¿No es mejor emplear sondas espaciales? El enfrentamiento entre partidarios de naves tripuladas y sondas espaciales no ha cesado en estos años. De hecho, es más fuerte que nunca. Los detractores de la exploración tripulada afirman que las misiones con personas dentro son demasiado costosas y consumen ingentes recursos que podrían dedicarse a la construcción de cientos de robots no tripulados. Personalmente creo que se equivocan. Porque la exploración no tripulada del espacio también hunde sus raíces en la astronáutica tripulada. Sin un sólido programa tripulado, es difícil creer en la sostenibilidad a largo plazo de la exploración mediante sondas automáticas. Las sondas no aglutinan el mismo interés político y tecnológico que las naves tripuladas. Con la investigación científica como único argumento, dudo mucho que los gobiernos de todo el mundo permitiesen a sus agencias espaciales lanzar decenas de sondas utilizando los fondos liberados por el programa tripulado. Más probable es que esos fondos adicionales acabasen con el tiempo invirtiéndose en defensa o en otras áreas no relacionadas con el espacio. Un caso paradigmático a este respecto es el Reino Unido. Hace muchos años que este país decidió no involucrarse en ningún programa espacial tripulado. Si los partidarios de la exploración no tripulada tuviesen razón, esperaríamos ver un mayor número de sondas con participación británica respecto a otros países con economías similares que mantienen programas tripulados, como Francia o Alemania. Sin embargo, éste no es el caso.

Además hay que tener en cuenta que la diferencia entre el coste de las sondas realmente avanzadas -Cassini, MSL, etc- y el de misiones tripuladas no es abismal. Naturalmente que una misión tripulada a Marte o a la Luna son muy costosas, pero que nadie piense que se podrían enviar numerosas flotas de naves no tripuladas con ese dinero. Por supuesto que las sondas son necesarias: hay demasiados rincones por explorar en nuestro Sistema Solar y resultaría físicamente imposible o económicamente prohibitivo mandar humanos a la mayoría de ellos. Pero hay lugares que podemos y debemos explorar en persona.

La cuestión es por tanto elegir el próximo destino para un programa tripulado. A corto y medio plazo, las limitaciones tecnológicas sólo nos permiten tres destinos: la Luna, los asteroides cercanos o Marte. Dado que es muy poco probable que el segundo objetivo sea el protagonista en exclusiva de un programa tripulado, sólo nos queda la Luna y Marte. La NASA es la única agencia espacial que tiene un plan oficial para regresar a la Luna en 2020. No obstante, las tribulaciones por las que está pasando el Programa Constellation no nos hacen ser muy optimistas sobre el pronto regreso a nuestro satélite.

Se ha repetido en muchas ocasiones que volver a la Luna nos permitiría preparar las tecnologías para un viaje a Marte. Aunque es cierto que algunos elementos de un programa lunar podrían usarse para una misión a Marte (lanzadores pesados, sistemas de soporte vital, etc.), lo cierto es que desde el punto de vista tecnológico esta proposición no tiene sentido. Si queremos ir a Marte, vayamos a Marte. La Luna no sería más que un desvío que consumiría todos los recursos del programa espacial tripulado, del mismo modo que los ha consumido el transbordador espacial o la ISS.

El problema de volver a la Luna es justificar ante la opinión pública el tremendo coste de esta aventura. Es cierto que, desde el punto de vista científico, nuestro satélite aún encierra multitud de misterios, pero no es menos cierto que, con la salvedad del helio-3, no hay en la Luna ningún recurso natural o investigación científica fundamental que pueda galvanizar a la opinión pública mundial. En los últimos años, la NASA ha intentado encontrar aplicaciones para una base lunar sin mucho éxito, como es la idea de montar un observatorio astronómico en el polo sur lunar. Y es que éste es el problema: buscar justificaciones para un programa espacial a posteriori no es una buena idea. «Vamos a la Luna y ya veremos qué descubrimos» no es un mensaje que incite a los gobiernos del mundo a desembolsar grandes sumas de dinero.

Marte, por otra parte, es un mundo complejo y con una historia fascinante. Sabemos que en el pasado tuvo las condiciones necesarias para que surgiese la vida. Tanto si ése fue el caso como si no, investigar el planeta rojo es esencial para entender la aparición de la vida en la Tierra. Además, hay suficiente hielo de agua en su superficie -y a poca profundidad debajo de ésta- para ayudar a mantener una base permanente. Si queremos buscar indicios de la existencia de vida, una expedición tripulada sería crucial para esta tarea. Viajar a Marte no requiere de justificaciones forzadas, pues se trata de un mundo cautivador en sí mismo.

El programa Apolo fue tremendamente caro, es cierto. Pero también hay que tener en cuenta que hubo que desarrollar una infinidad de nuevas tecnologías y vehículos espaciales en un plazo de poco más de cinco años. Hoy en día, la mayor parte de las tecnologías para un viaje a Marte están disponibles. Pese a lo mucho que nos queda por saber, conocemos mejor Marte en la actualidad de lo que conocíamos la Luna cuando Kennedy lanzó su famoso desafío en 1961.


Presupuesto de la NASA hasta el año 2000: la línea negra son las cantidades en bruto. Las barras representan la corrección por la inflación. Si nos fijamos en las cifras corregidas, podemos ver que la inversión del programa Apolo fue enorme, pero no excepcionalmente superior a la media (Mars Wars, Thor Hogan, 2007).

Un viaje a Marte sólo podría pasar por la cooperación internacional, un punto en el que la experiencia de la ISS sería fundamental. Por otro lado, sería necesario concienciar al gran público acerca de la utilidad de una aventura de este tipo, algo difícil -por no decir imposible-, en una sociedad como la nuestra: cínica, acomodada, sobreestimulada, con grandes dosis de analfabetismo científico y con un déficit de atención crónico. Si vamos a Marte, es importante priorizar los objetivos científicos frente a los políticos.

El principal legado del Apolo fue demostrar la capacidad de toda la Humanidad, no sólo de Estados Unidos, para viajar a otros mundos. Pese a las impresionantes barreras técnicas, científicas, políticas y económicas, logramos mandar a doce miembros de nuestra especie a la superficie de otro astro. Para las superpotencias, la carrera lunar representó la otra cara de la moneda de la Guerra Fría, la tecnología como marco pacífico de competición en un planeta al borde del suicidio nuclear. Al mismo tiempo que los EEUU arrasaban el sudeste asiático con miles de toneladas de bombas, naves espaciales tripuladas viajaban a nuestro satélite.

Nos toca a nosotros decidir si dentro de otros cuarenta años el programa Apolo seguirá siendo recordado como la única ocasión en la que el ser humano pisó otro mundo o, si por el contrario, finalmente será visto como el preludio de la exploración de nuestro Sistema Solar.





19 Comentarios

  1. Excelente artículo, Daniel. Hiciste un remate perfecto de tu serie de artículos sobre la Apollo 11. Agregando a tus reflexiones: cuando llegó el año 2001, todos criticaron el mítico film de Stanley Kubrick, porque mostraba que para entonces la Luna estaría colonizada y ya se estaba enviando la primera misión tripulada a Jupiter. Todos consideraron eso un optimismo ridículo, una ilusión absurda. Pero si nos acordamos que, en 1968, solamente 11 años después del lanzamiento del primer satélite artificial, ya se estaba por enviar la primera misión tripulada a la superficie de la Luna, tal desarrollo era perfectamente plausible. La culpa no es de Kubrick o de Clarke, ellos no fueron demasiado optimistas – la culpa es nuestra, que perdimos el interés en la exploración espacial y dejamos que los políticos despilfarren billones (o serán trillones?) de dólares en armas, guerras, y salvataje de empresas ineficientes.
    Yo también soy un entusiasta de la exploración espacial tripulada. Está muy bien lanzar sondas a lugares remotos a los cuales difícilmente seres humanos podrían llegar con la tecnología actual, y preparar el terreno para futuras expediciones tripuladas. Pero defiendo las exploraciones tripuladas no sólamente por cuestiones científicas y tecnológicas: yo creo, como los filósofos cosmistas rusos del siglo XIX – comienzos del XX, que tenemos un destino en el espacio, que tenemos que explorarlo y colonizarlo. Como dijo Tsiolkovski (el más famoso cosmista, que escribió no sólo libros técnicos sobre exploración espacial, pero también filosóficos): «La tierra es la cuna de la inteligencia, pero no se puede vivir en la cuna para siempre».

  2. Interesante artículo de reflexión. En mi caso como analfabeto científico , pero amante de la divulgación de la ciencia y la lectura de artículos científicos, mi mas sincera enhorabuena por tu dedicación, esfuerzo y trabajo.Por experiencia sé que un artículo de estas dimensiones y elaboración requiere unas horas.
    Dado que existen los comentarios quiero expresar mi visión en ellos.
    Para tener el honor de compartir tus ideas, y reflexionar a partir de ellas.
    Yo siempre pensé que para el año 2000 estariamos en Marte, no en Jupiter -eso me parecia excesivo-. Y como amante de la ciencia ficción no soló inspiré mis sueños en 2001 o 2010 (las dos basadas en mi «amigo» Artur C.Clarke -por las horas que he dedicado a leer algunos de sus libros-) sino que hubo toda una saga de películas americanas optimistas en la conquista del espacio:
    saturno 3, la de marte (del «suasi»)… y STAR TRECk…
    Sé que científicamente (y tecnológicamete hablando) 2001 es de lo más real o ajustado a la realidad…Pero el simple ansia de explorar siempre me ha conquistado.
    Las otras películas animaban a la exploración de lo desconocido(esa es la idea que siempre me ha animado).

    Siento enormemente que las condiciones actuales ,y del pasado próximo, hayan frenado la exploración de planetas de nuestro sistema.

    Recuerdo a un explorador que queria llegar al Himalaya…y dijo algo parecido a esto:
    -Porque está ahí.
    La exploración por la exploración llevo a Darwin a visitar las islas Galapagos…Era un naturista de los que tomaban datos durante las expediciones de mapeo de los britanicos o ingleses (no he estudiado mucha histoira -lo siento-)hacian del mundo y ,supongo, sus colonias(territorios con recursos).

    Sinceramente, desde mi visión de pedante y chimpance peludo, tenemos dos cosas urgentes que realizar en breve:

    -Resolver las grandes injusticias sociales en nuestro mundo (eso incluye al hambre y otros asuntos destinados a aumentar la «calidad patatera de vida» de muchos de nuestros contemporaneos.

    -Comenzar a explorar el espacio en busca de conocimientos científicos y, a que negarlo, busqueda de recursos a medio plazo.Explorar planetas, satélites y manipular asteroides metálicos (para viajar en su interior) .)

    Todo esto pasa por la condición necesaria de que sobrevivamos como especie cuarenta años más.
    Eso espero.
    Deseo que demostremos que no somos una especie estúpida.
    Hasta ahora lo hemos hecho muy bien. Nos salvamos del holocausto nuclear por los pelos…
    ¿Quien nos salvará del hambre y de nuestra necedad?
    Quizas sea el momento en que los científicos digan.
    ¡Ahora!
    o quizas…
    ¡Eureka!
    Vamos a pasar la última frontera y dejar nuestra cuna atras… y todo en un entorno pacífico y de bienestar comprometido.

  3. Corolario de algo que se me ha quedado en el tintero.

    ¿Con quien ,o que,podríamos picarnos ahora para continuar la conquista del espacio?

    ¿Y el observatorio astronómico de ondas de ultrabaja frecuencia y gran longitud de onda?
    ¿Ese observatorio de «ondas superlargas» que querian montar en la cara oculta de la luna?
    ¿No justificaria ese observatorio y su necesidad -banda poco explorada- para plantarnos alli antes?
    ¿Que te parece?

    Que yo sepa las ondas de longitud kilometrica son difíciles de observar(o captar)en la tierra.
    Y un satélite no puede por cuestión de tamaño.

    ¿Por que no?
    La luna esta ahí.
    Convirtamolas en un centro astronomico como el de las Canarias.

    ¡Construyamos el GTL!

    Gran telescopio de la luna.

    Posdata: Veo a Mario en el observatorio haciendo funciones de astronauta y astrónomo. 🙂

    Gracias por reflexionar.

  4. Muy buen artículo, aunque me parece un poco acotado en varias consideraciones.
    Aparte de los intereses políticos y científicos están los intereses comerciales. Y aparte de los Gobiernos están los empresarios, en particular los de riesgo. Las tecnologías que nos permiten un viaje a Marte son barajadas tanto por los Estados como las empresas.
    En la Luna habrá Helio-3, pero también uranio según los últimos informes. La fusión está lejos en el tiempo, pero hace rato tenemos energía atómica y las reservas terrestres de material fisionable están agotándose.
    Por supuesto ese es un escenario que no sabemos si se dará, pero con las iniciativas de turismo espacial que hay en marcha y compañías existentes con varios proyectos como RBK Energía… por ahora no hay motivo para que se relacionen entre sí pero ¿quién sabe?
    No presento nada nuevo. Robert Anson Heinlein barajó un escenario semejante en muchas obras suyas durante la década de 1950.
    Sobre Marte: a mi entender, lo que planteas se dará cuando un viaje hacia allí dure, entre ida, estadía y vuelta, seis meses como máximo. Y para evitar desastres en pleno vuelo, que no vaya una sola nave sino una escuadra de dos o tres, cosa de que se auxilien-soporten entre sí. Apolo 13 fué el caso más extenso de misión problemática, duró casi 10 días y pasó entre Tierra y Luna, hacia Marte las distancias son de escalas mucho mayores. Y con Apolo 13 hubo una suerte extraordinaria… En fin, la Luna me parece más a mano.
    Por último, si no hubiese habido Guerra Fría ni siquiera hay garantía de que hayamos llegado al Espacio. Estimo que seguro habría satélites al día de hoy, quizá habría aventureros que se habrían puesto en órbita, pero de ahí a imaginar estaciones orbitales… Nosotros ahora tenemos la ISS pero no podemos olvidar que la ISS desciende de las estaciones espaciales soviéticas, hijas a su vez de la Guerra Fría. Sin esa experiencia previa, cualquier desarrollo hoy estaría en veremos.
    Un abrazo

  5. Estoy muy de acuerdo con las puntualizaciones de Jorge 🙂

    Aciertas en la apreciación de la importancia del avance soviético para el programa Apolo. Yo también pienso que sin el Spuntnik o el vuelo de Gagarin, los norteamericanos jamás se hubieran decidido a pisar la Luna. De todos modos yo añadiría lo que dice Jorge: que ir a Marte supone afrontar un problema de magnitud superior. La gente compara a veces Marte con la Luna como si el segundo estuviera sólo «un poco más lejos» que la primera, y bien sabemos que eso no es así para nada.

    Como ya he dicho en mi propio blog, la opción lunar me parece mucho más lógica que la marciana. Brevemente, por estas razones:
    -Como dice Jorge, decir que la misión a Marte ya es posible y poco arriesgada es ser muy optimista. Aún es demasiado larga y costosa. La lunar no.
    -Lo que dices de que la base lunar no tiene un interés concreto que la justifique… ¿Y la marciana? Sí, ya sabemos que Marte es un candidato a albergar vida, pero ¿y si tras unos cuantos experimentos se ve que no es así? ¿A los políticos les va a parecer muy distinto estar en una roca rojiza a estar en una roca gris? Evidentemente, aún así Marte sigue siendo un cuerpo más interesante, pero no sé si tanto como para la diferencia de coste que supone ir a uno u otro. Además, si partimos de ese supuesto, pocos cuerpos del Sistema Solar acabarían encontrando financiación para ser visitados por el hombre, excepto Titán y, quizás, Europa.
    -Como dice Jorge, el tema empresarial es importante, y existen opciones que a veces no se mencionan y son más realistas de lo que parece. Hace unos años pocos creían en el turismo espacial; ahora es un medio habitual de financiación del programa ruso. La Luna es sin duda un destino muy interesante en este aspecto.
    -El tan gastado tema de «la tecnología para ir a la Luna no es muy aprovechable para ir a Marte». Esto ya es de por sí discutible: por ejemplo, si se gasta dinero en programas como Mars 500, ¿no va a ser útil una base lunar, con un escenario mucho más parecido al final? Pero es que además yo pregunto: Supongamos que no fuera útil para Marte; pero, ¿y para ir a Encédalo? ¿Y para Ganímedes? ¿Y para…? El Sistema Solar no acaba en Marte.

    En cualquier caso, gran artículo, como siempre, y buen colofón a la serie Apolo 😉

  6. Monsieur y Jorge: por supuesto, si por mí fuera, yo estaría a favor de ir tanto a la Luna como a Marte. Pero sé que sólo hay dinero a corto plazo para uno de los objetivos, así que por eso me decanto por uno. Entiendo que es un tema polémico y donde entran en juego muchos factores. En este sentido, parece que el terreno está dividido entre «marcianos» y «lunáticos». Yo soy «marciano», pero no dogmático 😉

    Sin duda, ir a la Luna es mucho más fácil, seguro y económico, razón por la cual el Programa Constellation tiene como objetivo nuestro satélite. A cambio, una base marciana podría tener un nivel de autonomía (gracias al CO2 y al hielo) inimaginable en una base lunar. Además, aunque obviamente Marte está mucho más lejos en espacio y tiempo, el presupuesto en Delta-V para la superficie de Marte es sólo el doble que para la superficie lunar.

    Por otro lado, no dudo de la posible participación privada en programas espaciales, pero creo que es simplemente imposible con la tecnología actual ver un programa lunar privado a corto y medio plazo. El tiempo dirá.

    Pero sigo insistiendo en que es difícil vender una aventura de este tipo con argumentos a posteriori. El helio-3 lunar no será útil hasta dentro de 20-40 años y quizás entonces ni siquiera sea rentable traerlo desde la Luna, aunque por supuesto es un recurso natural a tener en cuenta a muy largo plazo.

    Tienes razón Monsieur en que corremos el riesgo de que una base marciana se convierta en algo «aburrido» si no detectamos vida en el planeta rojo, pero por lo menos investigar Marte es un objetivo en sí mismo. Marte es un planeta con una extensión similar a la de todos los continentes de la Tierra juntos y se necesitarían décadas para investigarlo por encima.

    Una base en la Luna tiene en este sentido un riesgo mayor: tras unos cuantos años, será difícil justificar su existencia, ya que ni siquiera tendremos el argumento de la existencia de vida.

    Cuando hablo de que la tecnología para ir a la Luna no sirve para ir a Marte me refiero especialmente a los vehículos espaciales, cálculos de trayectorias, protección contra los rayos cósmicos y el viento solar y sistemas de entrada atmosférica y aterrizaje. Por supuesto que los sistemas de soporte vital, comunicaciones, etc. podrían ser parecidos, del mismo modo que utilizaríamos parte de la tecnología desarrollada para la ISS en una misión a la Luna. Por otro lado, las tecnologías para un viaje a Marte sí que podrían emplearse en viajes a Europa o Titán (aerocaptura, producción de combustible a partir del hielo, sistemas de soporte vital de gran autonomía, etc.)

    Yo no creo que el Sistema Solar acabe en Marte. Creo que la exploración tripulada del Sistema Solar empieza en Marte.

    En todo caso, estaría contento si al final vamos a algún sitio.

  7. Estimado Daniel:

    Aunque no escriba en tu blog por falta de tiempo, todos los dias lo leo. (Me encantó ver los restos de las apolo) POR FAVOR CUANDO LA LRO ENVIE FOTOS MAS DETALLADAS PUBLICALO EN TU BLOG.
    Pedro Leon (de sondas espaciales) me consiguió entradas para la campus party y tendre el gusto de conocerle. A ver si me saco una foto con él y te la envío.
    Mi mujer dice que tu y Pedro sois como de la familia.
    Me alegro que tambiem tengas otros lectores que aprecien tu blog
    Un abrazo y sigue escribiendo.

  8. Constantino: gracias por tus comentarios. No creo que haga falta «picarnos» con nadie para ir a la Luna o a Marte, aunque está claro que si China prosigue con su programa espacial, estaremos ante una presión política para que los EEUU sigan adelante con el Programa Constellation.

    Personalmente, creo que todos los argumentos para instalar un observatorio astronómico en la superficie lunar son erróneos. Resulta más barato y eficiente lanzar telescopios en órbita solar que en la superficie de la Luna. Un radiotelescopio en la cara oculta es atractivo, pero también creo que se podría mandar un radiotelescopio en órbita solar alejado de las radiointerferencias terrestres.

    José Manuel: pues dale un saludo a Pedro cuando lo veas. Pásatelo bien. Me encantaría ir a la Campus, pero la geografía me lo impide.

    Un saludo.

  9. Excelente artículo, como siempre Daniel.
    He leido también con interes vuestros comentarios pero voy a rebajarme a un nivel bastante bajo, por decirlo de alguna forma.
    A raíz del 40 aniversario del Apollo XI, mi mujer y yo hablamos sobre este tema, ella es profesora por lo que digamos que tiene algo de «cienfífica». Yo sin embargo no soy más que un aficionado entusiasta en la carrera espacial.
    Pues hete aqui que mi mujer me dijo que ir a Marte y tener una base en la Luna estaría muy bien, desde luego pero..¿para que gastarse ese dinero en eso y no en resolver problemas que ya existen en nuestro planeta?
    Yo tengo muy claro, supongo que como vosotros, la respuesta, pero mirandolo bajo el punto de vista de ella..me era difícil responder.
    Ahora no hay guerra fría, no hay reto mediatico, es más, no hay dinero. ¿como puedes motivar a la gente de la calle para gastar ese pastón en esto?
    Si no convences a la gente de la calle no convences a los políticos, y sin estos no hay dinero y por lo tanto programa espacial.

    Saludos.

  10. «..¿para que gastarse ese dinero en eso y no en resolver problemas que ya existen en nuestro planeta?»
    La pregunta fue para Daniel, pero no me resisto a contestarla. Compara los gastos militares de EEUU solámente con los presupuestos sumados de las agencias espaciales de todo el mundo: estoy convencido que el primero es más grande. Cualquier país gasta mucho más con armas que con programas espaciales. Sí, tenemos muchos problemas sociales y económicos por resolver, pero no es la exploración espacial que les saca los recursos. Los gastos espaciales son relativamente pequeños, no hay necesidad de reducirlos aún más para utilizarlos en otro lado. Los presupuestos militares, por otro lado, son enormes, ahí hay mucho que recortar.

  11. el problema de todo es que es mas facil gastarse dinero para la guerra que para la exploracion espacial, un ejemplo el pentagono gasta en un año mas de 400.000 mil millones de dolares y la nasa 18.000 por lo tanto si hay que ayudar al desarrollo es en el pentagono donde hay que quitar el dinero, pero eso pasa en todos los paises.
    hace unos meses el presidente obama pidio y fue concedido un presupuesto extraordinario para la guerra en afganistan e irak de 80.000 mil millones de dolares, imaginaos lo que se puede hacer con eso.
    otra cuestion es el futuro de la exploracion tripulada en la que yo soy pesimista al 100% y pasaran otros 20 años antes de un vuelo al espacio exterior: luna, asteroides, etc.
    lo que tienen que hacer los politicos usa es aumentar la financiacion al proyecto constellation y veran como se reduce la brecha entre el transbordador y la orion porque las demas discusiones son una perdida de tiempo.
    por ultimo que pena que anularan los apollo 18,19 y 20 por que el material estaba echo y los astronautas tambien y el gasto en caso de lanzarlas era minimo, pero no la guerra fue la escusa.
    para mi nixon fue un mal presidente en los temas del espacio por que él fue el culpable de acabar con el Apolo.
    saludos jorge.

  12. Tanseisuikan: tu comentario (y los de tu mujer 😉 ) son muy interesantes, ya que la mayoría de la gente responde de la misma forma cuando se plantean estos temas y por eso considero prioritario abordar este punto de cara a la opinión pública.

    ¿Para qué gastar dinero en el espacio en vez de solucionar los problemas de la Tierra? Pues por varios motivos:

    Primero, porque partimos de la idea de que el dinero gastado en el espacio es dinero que podría destinarse a ONGs o dar de comer a los pobres. Esto es obviamente una falacia. El dinero que nos «ahorraríamos» en el espacio se invertiría en defensa (quedan muchos países por invadir ;-)) o en otras cosas, pero ten por seguro que no en caridad.

    Segundo, porque, como ya respondieron Carlo y Jorge, el dinero invertido en el espacio es, contrariamente a lo que piensa la mayoría de la gente, muy poco. En EEUU, el presupuesto de la NASA es casi ridículo comparado con el Departamento de Defensa.

    Tercero, porque, desgraciadamente, en este mundo siempre habrá problemas. Si esperamos a «solucionarlos» antes de ir al espacio nos podemos quedar sentados para toda la eternidad.

    Cuarto, y último, porque invertir en el espacio soluciona problemas. La tecnología creada para la conquista del espacio puede aplicarse para ayudar países en vías de desarrollo. Invertir en astronáutica es invertir en nuevas tecnologías y progreso, algo más importante que nunca en estos tiempos de crisis.

    Saludos!

  13. Daniel, no se trata de tomar partido por «lunáticos» o «marcianos», me parece un asunto pragmático. Si se tiene, como planteas, un monto para una exploración a la Luna o a Marte, la primera opción tiene todas las de ganar. Está cerca, los esfuerzos para llegar a ella son menores, y en particular ya se llegó a ella en varias ocasiones. Hubo un casi desastre que
    se pudo corregir sin muertos.
    Yo entiendo los intereses científicos y mediáticos. Pero la Historia nos muestra que cuando los Estados (o cualquier otra entidad con poder económico) deciden obras de magnitud, tienen razones propias para justificarlas. Estas podrán coincidir con lo científico y mediático; pero en general, lo científico y mediático importa poco en relación. A largo plazo eso se revierte, pero inicialmente es otra cosa. Cito esto porque el llegar a la Luna o a Marte no
    tiene por qué basarse en las razones o motivos que creemos. Y las decisiones de los gobiernos y empresas no se toman consultándonos a nosotros.
    Ya que tocamos lo mediático: imaginemos un problema en la Primera Expedición a Marte. Aunque todo termine bien, si la misión se tuviese que abortar todo el proyecto quedaría herido de
    muerte. El público terminaría debatiendo la seguridad de un viaje tan extenso, luego su
    viabilidad y por último su sentido. Considerando esto, esa Primer Expedición no puede fallar; y por eso, entre otras cosas, digo que toda la expedición, de cabo a rabo, no debería durar más de seis meses. Si eso ocurriese en la Primer Expedición de Retorno a la
    Luna, estimo sería como cuando explotó el Challenger, un retraso severo pero no fatal.
    Un detalle: «autonomía» me parece un término que tu y yo consideramos en forma diferente. La mencionas como capacidad de administrar recursos. Yo voy al hecho de tomar decisiones. Hasta
    el día de hoy, las naves espaciales no tienen Capitán porque toda decisión se toma en
    Control de Tierra. Ningún astronauta hace nada sin que Control Tierra le de luz verde. En
    Marte, esto no es viable porque entre una duda y la respuesta hay un delay de 10 minutos (no tengo a mano exactamente el rango de tiempo). Pero sería toda una revolución admitir que los astronautas se las arreglen completamente solos, y que en Tierra esperen a que envíen
    informes con resultados quizá irreversibles. Con la Luna el delay es de tres segundos, y todos los esquemas de toma de decisiones & organización quedan sin cambios. No parece importante este enfoque, pero influye y mucho.
    No es que me guste tirar baldes de agua fría todo el tiempo 🙂 Si fuese por mí adelante con todo, pero al poner límites en la mesa, a mi entender se considera el tema más en serio, y además al tener en cuenta los límites se aprende a superarlos.

    Gracias Monsieur por el apoyo 🙂
    Un abrazo

  14. A todo esto que comenta Jorge (muy certeramente otra vez), yo añadiría algo que él apunta de pasada y que me parece fundamental: que la misión a Marte es sólo un viaje. Ni siquiera los partidarios de la opción marciana sueñan con que tenga una verdadera continuidad, porque todos sabemos que con el dinero que cuesta y los riesgos que plantea, lo máximo a lo que se puede aspirar es a algo parecido a las Apolo: tres o cuatro viajes (si no uno solo), y luego a esperar otros 50 años. Y eso suponiendo que todo vaya bien, porque al menor fallo, todo se suspenderá, como bien explica. Y encima, todos los proyectos espaciales quedarían desacreditados de golpe, como si las agencias estuvieran tirando el dinero para nada.

    En efecto, la razón para ir a la Luna no es realmente científica (aunque también estaría bien conocer a fondo nuestro satélite), sino práctica. El Apolo 11 tampoco se lanzó sin más, sino que antes se llevaron a cabo misiones con escaso o nulo valor científico, pero que parecían lógicas como pasos intermedios: primer vuelo espacial, primer paseo espacial, primer sobrevuelo de la Luna… por ejemplo, ¿por qué no hacer un sobrevuelo de Marte sin aterrizar, como se hizo con las Apolo? Es mucho menos arriesgado y barato (no hace falta bajar y quedarse meses allá, como se plantea) y permitiría probar la capacidad de ir y volver; pero claro, costaría mucho dinero, lo que muestra una vez más que el objetivo en sí es demasiado ambicioso, pues ni siquiera se dispone de capacidad para realizar los pasos intermedios con un coste aceptable.

    En cualquier caso, está claro que tanto la opción de Marte como la de la Luna tienen sus partidarios, y hay buenos argumentos para ambas, pero más allá de diferencias de opinión entre «lunáticos» y «marcianos» 😛 , creo que en lo que estamos todos de acuerdo es en la frase de Daniel:

    «En todo caso, estaría contento si al final vamos a algún sitio.»

  15. Monsieur, muy buen punto lo de los pasos intermedios.
    Con Marte hemos hecho y estamos haciendo esos pasos intermedios con sondas. Muchas de ellas fracasaron y tremendas discusiones hubo al respecto; ni qué decir si en su lugar hubieran personas.
    Por cierto, cuando veo cómo se publicitan como triunfos estruendosos los movimientos de los carritos en Marte… Son tecnológicamente algo impresionante, pero al lado de la Apolo 11 es algo patético ¿y realmente estamos en condiciones de enviar gente hacia allá?
    Estos son tiempos de vacas flacas, pero no solo porque haya crisis económica 🙁

    Daniel, Monsieur, no se queden conformes con «ir a algún sitio»: en estos tiempos, los terminarán conformando con visitas virtuales a través de GoogleEarth o lo que haya después 🙂
    Nuevamente abrazos

  16. Buenas reflexiones. Gracias por compartirlas. Creo que tristemente en las condiciones actuales hay que tomar partido por lunáticos o marcianos. Simplemente no hay recursos para ir a ambos sitios a la vez. Digamos que yo soy «lunático» de mente, pero «marciano» de corazón. Soy consciente de la facilidad, seguridad y bajo coste de una misión lunar, pero sigo insistiendo que los argumentos en contra de un viaje a Marte se pueden aplicar a uno lunar. Si una misión a la Luna se salda en fracaso, la repercusión negativa también sería tremenda.

    Con lo de «ir a algún sitio» me refiero por supuesto a algún lugar del Sistema Solar, aunque me temo que lo más cerca de la Luna o Marte que estaremos los próximos años es el Google Earth ;-).

  17. Hola a todos.
    En primer lugar, felicitar a Daniel Marín por su serie de artículos sobre la efeméride del vuelo del Apolo XI (cada vez que pienso que es difícil que se supere, me sorprende).
    Tras ello, y a pesar de creer en la certeza de los argumentos «proselénicos» que han vertido Carlo, Jorge y Monsieur le Six, debo mostrar mi mas comprometido apoyo a Daniel Marín en su defensa de la opción
    marciana como próximo gran paso en la carrera espacial…
    Con ciertos matices.
    Y es que creo que Jorge ha dado en el clavo con la duración máxima del vuelo a Marte, y con el perfíl
    de misión con que debería contar (al menos, dos naves con capacidad suficiente como para dar soporte vital a la tripulación conjunta), nada de «vaqueradas» propias de planes de misión de los tiempos de Reagan.
    Opino que debemos rendirnos ante la evidencia: al margen de sistemas de soporte vital de larga duración, protección adecuada para la tripulación frente a la exposición prolongada de partículas cósmicas, etc. -materias en las que ya existe cierto grado de desarrollo en la actualidad, en parte gracias a las misiones de órbita baja-, opino -repito- que sin un sistema de propulsión adecuado Marte se convertiría tras la llegada de la primera misión en otra efeméride «polvorienta»…
    Si mantenemos los perfiles de misión de dos años de duración será muy difícil mantener el «apoyo popular» para la continuidad de futuras misiones a Marte. Si se encontrasen microorganismos indígenas (probable), quizás serviría como acicate para enviar alguna misión mas…
    Y todo ello, dependerá de que no suceda ninguna fatalidad durante la/las misión/es… Como bien apunta Jorge.

    Y he aquí lo que considero el gran escollo tecnológico que impide que la misión a Marte sea el próximo gran paso de la Humanidad: un sistema adecuado de propulsión.
    Me voy a permitir la licencia de recordaros dos prototipos de motores espaciales (ya en desarrollo) que podrían optimizar el perfil de una misión a Marte:

    – Propulsión por Magnetoplasma de Impulso Específico Variable
    (VASIMR). Según el Dr. Franklin
    Chang Diaz, con un generador eléctrico nuclear de 200 Megavatios de potencia, una nave tardaría 39 dias en llegar a Marte.

    – Propulsión laser fotónica. Según su inventor, Dr. Young Bae, con el desarrollo adecuado (cuestión de inyectar vil metal), se reduciría el viaje a Marte a tan solo UNA SEMANA ¡! ¿Os imaginais las ventajas implícitas en un perfíl de misión tan breve?

    Son tan solo dos ejemplos.
    Obviamente, dichos desarrollos son futuros (muy futuros, con el nivel de financiación actual).
    No podemos plantearnos seriamente a estas alturas enviar una nave a Marte con propulsión química… Pienso que debe invertirse mucho mas en sistemas de propulsión espacial avanzados, y dejar la propulsión química para lo que es óptima realmente: para abandonar la gravedad terrestre.
    En resumidas cuentas, seamos atrevidos… Sin grandes metas, no creceremos.
    Al fin y al cabo, ya hemos estado en la Luna (algunos todavía seguimos allí…)
    😉

  18. Gracias por tu comentario Yerman. Poco tengo que añadir, solamente que coincido contigo en que el punto clave para un viaje a Marte es la propulsión. Si podemos reducir el tiempo de tránsito de forma significativa, Marte estaría mucho más cerca. Claro que esto ya sería un debate más complejo.

    Un saludo.

  19. Ay Dios!!! tanta payasada por la llegada a la Luna de los gringos. La NASA no es solo estadounidense, hay mucho capital britànico y de otros paises europeos.
    El hombre llegó a la Luna en; si se le puede llamar hombre a alguien que se pasa la mitad de su vida entrenando encerrado en condiciones infrahumanas, la otra mitad dando vueltas en la Luna y la otra.. ah no , ya no queda otra mitad para hacer una vida normal; 1969 en conjunto con Rusia. Pero eso muy pocos lo saben. ¿Te has creido lo de la competencia espacial entre los sovieticos y los capitalistas? Es verdad que habìa guerra pero solo para los periodicos y para convencer al mundo que gastar el dinero como subnormal y vivir atrapado en la deuda es LIBERTAD.

    LA NASA informa solo la dècima parte de sus acciones.

    LA CIA y la KGB siempre han trabajado juntas y eso no lo sabìa JFK. Lo descubriò un dia y de pronto uy que casualidad una bala perdida impacto en su cabeza.

    Pero por supuesto la dinastìa BUsh sì que lo sabe.

    DIscusiones sobre a dònde deberìan ir ahora.

    Creyendo en cuentos chinos!!!!!!

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Por Daniel Marín, publicado el 27 julio, 2009
Categoría(s): Apolo • Astronáutica • Luna • Marte • NASA