El 24 de enero de 2004 aterrizaba con éxito en Marte el robot Opportunity. Veinte días antes lo había hecho su gemelo Spirit. En estos cinco años, los dos rovers se han convertido en todo un icono de la exploración espacial y en un logro indiscutible para la NASA. Al igual que la misión Pathfinder fue concebida en parte para borrar el fracaso de la Mars Observer, los MERs (Mars Exploration Rovers) se convirtieron en el medio por el cual la agencia espacial norteamericana pretendía exorcizar los fantasmas de la Mars Polar Lander y la Mars Climate Orbiter. A veces muchos olvidan que, sin esos fracasos, Spirit y Opportunity no hubiesen existido.
Gracias a la pareja robótica hemos aprendido mucho sobre Marte. Como muchos, yo crecí con los monótonos paisajes carentes de relieve transmitidos por las Viking -que, por cierto, han sido una de las misiones más caras de la NASA en toda su historia-. Con los MERs hemos podido contemplar el relieve montañoso del cráter Gusev o las planicies alienígenas de Meridiani. Marte ya no volverá a ser el mismo.