Libro: Centauri Dreams

Por Daniel Marín, el 29 marzo, 2007. Categoría(s): Astronáutica • SF ✎ 2

Centauri Dreams (Paul Gilster, 2004) es un libro sobre un sueño: el viaje interestelar. En concreto, el autor se dedica a estudiar los distintos conceptos y diseños para mandar una nave a la estrella más cercana: el sistema de Alfa Centauri. Capítulo tras capítulo, Gilster nos muestra el estado actual de la teoría y la tecnología asociada con el viaje interestelar. La obra dista mucho de ser un libro de texto y de hecho no aparece ni una fórmula en ninguna página, aunque desgraciadamente tampoco aparece ninguna ilustración ni diagrama. Está escrito con un estilo divulgativo abierto a todo el mundo, aunque a veces se hace un tanto pesado. Pese a todo, es sin duda la mejor obra que he leído para introducirse en el mundillo de los viajes interestelares, con la excepción de las novelas de ciencia-ficción hard, claro está.

Para resumir, podemos citar los principales candidatos a una nave interestelar:

  • Motor nuclear (de fisión): ideal para viajes por el Sistema Solar, pero poco eficiente para una nave interestelar.
  • Fusión nuclear: ligeramente mejor, pero tampoco es una panacea. El famoso proyecto Daedalus de la British Interplanetary Society usaba una nave de fusión. El principal problema es que todavía queda por diseñar un motor de fusión viable. En los 70 se pensaba que este tipo de motores estaban a la vuelta de la esquina, pero hoy sabemos que la tecnología y la teoría implicadas son muchísimo más complejas: tanto si el motor está basado en un reactor de fusión tipo tokamak como en uno de pulsos, quedan décadas para que la tecnología esté disponible y es posible que aún más tiempo para que sea viable.
  • Antimateria: genial. Con la antimateria las estrellas estarían a nuestro alcance…si no fuera por que se trata de la sustancia más cara del mundo. Generar la suficiente cantidad de antimateria para producir el combustible de una nave interestelar está fuera de nuestro alcance por muchas décadas (quizás siglos)…pero si lo logramos, sería fantástico.
  • Estatocolector Bussard: sin duda la nave más impresionante jamás imaginada por el hombre. Protagonista de decenas de novelas de ciencia-ficción, como la clásica Tau Zero de Poul Anderson. Incluso hacía una breve aparición en Cosmos. Lástima que quizás no sea siquiera factible, por no hablar que para construirla se necesitarían no ya avances, sino varios milagros en miles de campos de la física y la ingeniería.
  • Vela Solar propulsada por láser: un método muy ingenioso desarrollado por primera vez en profundidad por Robert L. Forward (el creador de los Cheela), pero que no me acaba de convencer: es demasiado lento y necesita una infraestructura interplanetaria gigantesca.
  • Propulsión nuclear de pulsos: el famoso Proyecto Orión. Curiosamente, en casi todas las obras sobre el viaje interestelar se menciona como un callejón sin salida, pero en la actualidad se trata de la tecnología de propulsión interestelar más viable. ¡Ojo!, hablo de vuelos interestelares, no de misiones orbitales, donde obviamente su uso sería peligroso y contaminante. La razón de su impopularidad radica en su funcionamiento: conseguir un impulso usando explosiones nucleares en la parte trasera de la nave. Y si digo que es la tecnología más viable es porque no hace falta ningún milagro tecnológico ni ninguna revolución en la física para construir una nave semejante. Sin embargo, el rechazo obvio que las armas nucleares generan en la población hacen de él un proyecto impopular, aunque paradójicamente sea más «seguro» que una nave de antimateria.

Además de estas formas «tradicionales» de propulsión interestelar el libro comenta algunas otras muy originales y curiosas…que no desvelaré: ¡a comprarse el libro, hombre!…bueno, vale, pondré algunas:

Más información sobre propulsión interestelar en esta página y esta otra, y más información en el magnífico blog del autor, que se llama, oh, casualidad, Centauri Dreams.

Una reflexión final: ¿lanzará la humanidad algún día una nave interestelar? La respuesta a esta pregunta no es trivial. Ahora sabemos que si queremos estudiar un sistema solar vecino no necesitamos lanzar una costosísima, complejísima y lentísima (aunque viaje a 0,1 c) nave interestelar, sino que basta con construir grandes telescopios en órbita solar o terrestre, como el propuesto Terrestrial Planet Imager. Pese a todo, creo firmemente que el sueño se hará algún día realidad, aunque no estemos aquí para verlo.



2 Comentarios

  1. No tengo ninguna duda de que la «humanidad» ira a las estrellas. Pero creo que serán nuestros robots y no nosotros. A menos que descubramos una tecnología totalmente nueva o viajemos como colonizadores buscando otros planetas para nuestros hijos o nietos.
    Una anotación estupenda y una referencia muy interesante.

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Por Daniel Marín, publicado el 29 marzo, 2007
Categoría(s): Astronáutica • SF