El futuro de la exploración espacial tripulada y no tripulada de China pasa por la Luna. Como vimos el año pasado, el país asiático ha decidido priorizar el estudio del polo sur de nuestro satélite, algo que, por otra parte, es un tema común a casi todas las agencias espaciales. En 2018 también se conocieron los primeros datos de las siguientes sondas espaciales chinas, pero ha sido en estos últimos meses cuando se han perfilado los detalles y se ha confirmado que las misiones Chang’e 6, 7 y 8 han sido aprobadas oficialmente. A finales de 2019, siempre y cuando el cohete Larga Marcha CZ-5 vuelva al servicio activo después de los problemas experimentados en su segunda misión, el programa de exploración lunar de China (CLEP) dará un enorme salto adelante con la misión Chang’e 5. Esta sonda, que será mucho más grande que las Chang’e 3 y 4, está dividida en tres módulos con el fin de retornar unos 2 kg de muestras de la superficie lunar (en concreto, de la zona de Mons Rümker del Oceanus Procellarum, en la cara visible). Además, recordemos que en estos momentos la sonda Chang’e 4 y su rover Yutu 2 siguen funcionando en la cara oculta de la Luna.
Del mismo modo que la Chang’e 4 usa el mismo diseño que la Chang’e 3, la Chang’e 6 será idéntica a la Chang’e 5 y también traerá muestras de la superficie lunar. La sonda aterrizará cerca del polo sur lunar, quizá en la cara oculta. La Chang’e 6 ha sido retrasada de 2020 a 2023 o 2024 —una decisión lógica para evitar la «acumulación» de misiones lunares operativas—, así que es probable que la Chang’e 7 termine por despegar antes que la Chang’e 6 (no es tan raro; al fin y al cabo la Chang’e 5 debía haber sido lanzada antes que la Chang’e 4). La Chang’e 7 es un tipo de sonda nuevo que empleará la tecnología de las Chang’e 5 y 6 y, por lo tanto, también será una sonda pesada que hará uso del cohete CZ-5, el más potente que tiene China en servicio actualmente.
La Chang’e 7 —antes conocida como Chang’e P1 (la P es por «polar»)— debe despegar en 2023, aunque, lógicamente, hay que tener mucho cuidado con estas fechas preliminares. No hay disponibles muchos detalles técnicos de la Chang’e 7, más allá de que usará el módulo de aterrizaje de las Chang’e 5 y 6, a su vez basado en el de las Chang’e 3 y 4. La Chang’e 7 aterrizará en la zona del polo sur lunar. Los investigadores chinos han propuesto los bordes de los cráteres Shackleton —situado casi justo en el polo sur—, Shoemaker, Haworth y Faustini como lugares candidatos para las misiones Chang’e 6, 7 y 8, pero aún no se ha asignado oficialmente ninguna zona a cada misión. Inicialmente, la Chang’e 7 debía llevar también un orbitador, pero esta semana hemos sabido que Rusia y China han decidido coordinar los proyectos Chang’e 7 y Luna 26. La sonda Luna 26 es un orbitador que, como el resto de sondas lunares rusas, ha sufrido innumerables retrasos. No se sabe todavía si el nuevo acuerdo sino-ruso se traducirá en un simple intercambio de instrumentos y datos o si, por el contrario, estamos ante una cooperación más profunda por la que el orbitador chino de la Chang’e 7 será sustituido por la Luna 26 (algo poco probable).
Evidentemente, el desarrollo de esta misión dependerá del éxito de la Chang’e 5. En 2027 debe despegar la Chang’e 8 —anteriormente denominada Chang’e P2—, que también será otra misión de aterrizaje en el polo sur lunar (previamente se había barajado la opción de enviarla al polo norte). En teoría será una sonda similar a la Chang’e 7, pero las agencias chinas de noticias han declarado que esta misión «probará las tecnologías de cara a la construcción de una base lunar compartida por varios países». Sea lo que sea que signifique eso, es probable que su diseño difiera del de la Chang’e 7. En cualquier caso, está claro que China quiere reforzar su programa de exploración lunar a partir de 2030. Precisamente alrededor de esta fecha es cuando se espera el debut del superlanzador pesado Larga Marcha CZ-9, que, con una capacidad máxima en órbita baja (LEO) de unas 130 toneladas, será clave en un eventual programa de exploración tripulado.
No obstante, China ya ha dejado claro que no va a esperar a que el CZ-9 esté en servicio para poner a punto sus planes lunares tripulados. Durante la próxima década planea poner en servicio un lanzador pesado —todavía sin nombre— basado en el CZ-5 con una capacidad de 70 toneladas en LEO (o sea, igual que el SLS Block 1 de la NASA). Este «SLS chino» serviría para situar una pequeña base en órbita lunar que será visitada por la nave tripulada de nueva generación y, en caso necesario, podría usarse para poner astronautas en la Luna mediante un pequeño módulo lunar. Efectivamente, estamos ante un plan que recuerda mucho a las intenciones de la NASA con la estación Gateway. No deja de ser significativo que el gobierno estadounidense haya anunciado su intención de poner un astronauta sobre la Luna —primero en 2028 y ahora en 2024— pocos meses después de que China haya hecho público este plan. Aunque oficialmente la prioridad de China en el espacio para la primera mitad de la próxima década es su estación espacial de 60 toneladas —la «Mir china»—, resulta obvio que, poco a poco, el gigante asiático está desarrollando todos los elementos de un plan lunar tripulado que podría estar en servicio alrededor de 2025, mucho antes de lo esperado, y sin esperar al CZ-9.
Las noticias que nos llegan de China son contradictorias. Por un lado, el gobierno chino intenta evitar la confrontación en el terreno espacial y rehúye a toda costa una nueva carrera espacial con los EEUU. Los dirigentes chinos aprovechan cualquier oportunidad para enfatizar que su programa espacial no compite con nadie y que sigue su propio ritmo, ajeno a presiones políticas. En este sentido, China está creando las bases de un programa de cooperación espacial internacional que dará mucho que hablar durante los próximos años. De entrada, ha invitado a la comunidad internacional —especialmente a otras naciones asiáticas teóricamente rivales como son Japón y Corea del Sur— a participar en la estación espacial china y, también, en todo tipo de satélites científicos y sondas que explorarán el sistema solar durante los próximos años. De hecho, la Chang’e 4 cuenta con numerosos instrumentos de otros países y, esta semana, China ha anunciado que aceptará propuestas de cargas útiles extranjeras en la misión Chang’e 6 y en la sonda Zheng He de retorno de muestras de un asteroide cercano (Francia ya ha declarado que participará en la Chang’e 6).
Pero, por otro lado, el poder económico y tecnológico de China no para de aumentar a pasos agigantados más rápidamente de lo que en occidente somos conscientes. Nuestra visión sobre China cambia a un ritmo mucho más lento de lo que evoluciona el país. En estos últimos años, el apabullante y espectacular ritmo de construcción de líneas de trenes de alta velocidad, el montaje sin precedentes de nuevos buques pesados para la armada china, la construcción masiva de superordenadores, la creación de las islas artificiales en el mar de la China Meridional o, ya en terreno espacial, el despliegue de constelaciones completas de satélites son todos ellos ejemplos que demuestran la capacidad de China de llevar a cabo en un tiempo récord megaproyectos altamente complejos tras muchos años de desarrollo inicial aparentemente lento. Siempre y cuando la cúpula del país haya decidido previamente que se tratan de una prioridad nacional, claro está. El paso de tortuga del programa espacial tripulado chino durante estas dos últimas décadas no puede ni debe confundirnos a la hora de juzgar las posibilidades del país de cara a los próximos años.
¿Como no confiar en que China realizará lo que se ha propuesto? Hasta ahora siempre lo han hecho. Si lo realizan en colaboración con Rusia, Japon y Corea será un lección para «occidente».
Si la conquista del espacio me resulta lenta por lo menos colonizar la luna, aunque ya está muy demorada, puede llegar a verse. Gracias China.
A mi este asunto de los chinos en la luna no me estraña nada, estan en todas partes, por que tienen lo que hay que tener. y a los USA lo que les jode es que descubran que ellos jamas la pisaron
Por eso ahora se quieren apresurar en ir a pinchar su banderita antes de que los descubran ¡que bochorno!