Seguimos dándole vueltas a la grave colisión entre el Iridium 33 y el Kosmos 2251. Puesto que el choque se produjo entre un satélite activo (Iridium 33) y uno «muerto» (el Kosmos), en un principio todo apuntaba a que los controladores de la red Iridium habían cometido una grave falta al no reaccionar apropiadamente. La respuesta de la empresa, previsible en estos tiempos de crisis, consistió en echar balones fuera y repartir culpas: primero, como no, a los rusos -que ya sabemos que son los malos oficiales del mundo mundial-, y después, puesto que la primera excusa no era muy creíble, le endosaron el muerto al software empleado para la detección de colisiones, denominado SOCRATES. Según Iridium, SOCRATES ofrecía numerosas alertas para ese mismo día y el acercamiento entre el Iridium y el Kosmos ni siquiera era una de las más importantes.
Ante esta perspectiva, ¿quién es el culpable? El problema de fondo es doble. Por un lado, no existe una base de datos de todos los objetos en órbita en tiempo real, así que ciertamente todas las predicciones de colisiones tienen un margen de error considerable, SOCRATES incluido. El segundo punto a tener en cuenta es que los militares norteamericanos, que son los que disponen de los mejores datos de objetos orbitales a través del Space Surveillance System (SSN), no hacen públicos todos sus datos. ¿Por qué? Pues para evitar así que los enemigos de los EE UU puedan conocer las limitaciones del sistema y las órbitas exactas de los satélites espías norteamericanos. Los datos del SOCRATES y otros sistemas similares no están por tanto debidamente actualizados, lo que impide que puedan ser usados para evitar colisiones en el futuro.
Esto nos lleva a preguntarnos si los militares estadounidenses podrían haber previsto el choque al contar con información de primera mano. La respuesta no está clara, pero todo parece indicar que es afirmativa. Sin embargo, puesto que no existe ningún organismo oficial internacional de control de objetos orbitales, el STRATCOM no tiene ninguna obligación de avisar sobre ninguna colisión, más allá de la buena voluntad de sus jefes. Los militares norteamericanos realizan simulaciones de colisión con varios objetivos prioritarios (ISS, satélites de defensa, etc.) usando sus datos, pero es imposible que calculen de forma rutinaria estas probabilidades para los más de mil satélites activos en la órbita baja sin que exista un acuerdo internacional.
Como en algunos accidentes de aviación, este choque podría haberse evitado, pero parece complicado identificar a un culpable. Está claro que no podemos culpar directamente a Iridium, pero no por ello su conducta resulta menos reprochable. Lo honesto por su parte hubiese sido reconocer que no podían, ni podrán en el futuro, prever un accidente similar sin colaboración con el STRATCOM o con otros gobiernos, y no dedicarse a repartir acusaciones a diestro y siniestro.
Resulta gracioso que tantos analistas, además de Iridium, se hayan lanzado a criticar a Rusia por haber «abandonado» el satélite Kosmos en órbita baja cuando esto es una práctica que desgraciadamente es común a todas las potencias espaciales. También llama la atención que en un principio se haya comentado que Rusia no registró debidamente el satélite según el acuerdo de 1976, lo cual es cierto. Pero no fue el Strelá 2M el satélite que los rusos olvidaron registrar, sino…¡el Iridium!, ya que éste fue lanzado por Rusia en 1997. Curioso que estos mismos analistas, tan críticos cuando se trata de Rusia, no pestañeen siquiera ante la actitud del Pentágono respecto al satélite militar DSP-23, una verdadera amenaza para otros aparatos en la órbita geoestacionaria. Y en cuanto al respeto de tratados, los EE UU no tienen mucha legitimidad para acusar a Rusia del incumplimiento de un acuerdo menor cuando ellos se retiraron unilateralmente -eufemismo para «violación»- del tratado ABM de 1972, un hecho de gravísimas consecuencias para la estabilidad internacional.
En fin, que lo fácil, como siempre, es señalar a otro como el culpable, pero más difícil es encontrar soluciones. Como ya hemos señalado por aquí, que los EE UU aumenten la capacidad y el número de radares y telescopios para seguir satélites no es la solución, ya que levantaría protestas por parte de países como Rusia y China. A corto plazo, lo ideal sería que el STRATCOM hiciese públicos todos sus datos de los objetos orbitales en tiempo real, salvo quizás aquellos pertenecientes a satélites militares, de forma parecida a cómo se comparte la señal del sistema GPS. Más a largo plazo se podría crear una base de datos internacional siempre y cuando otros países se sumasen a ella, algo muy complicado de llevar a cabo, pero esencial para intentar evitar futuras colisiones.
Más info:
- Billiards in Space, Brian Weeden.
- Colisión en el espacio: ¿responsables?, Javier Casado.
Gracias por el link a mi entrada, Daniel, aunque realmente en ella no daba información, sino que planteaba incertidumbres. El artículo de Brian Weeden en The Space Review, alguien que conoce en detalle cómo funciona el sistema de vigilancia espacial de los militares norteamericanos por haberlo vivido desde dentro, es mucho más clarificador, pero aún así quedan cosas por aclarar.
Por ejemplo, parece ser que al menos hasta medidados de 2007 Iridium sí recibía la información de alertas de colisión por parte de la Fuerza Aérea, y en algún momento después dejó de recibirla. ¿Por qué? ¿Fue un acuerdo mutuo o no? El caso es que parece por declaraciones de sus directivos que Iridium no se preocupó en exceso, y simplemente confiaron en la escasa probabilidad de una colisión, sin más. Es difícil decir más sin saber qué pasó realmente, pero sigue pareciendo que algo de dejadez ha existido por parte de Iridium.
Saludos
Sí, exactamente, Javier. Está claro que Iridium no ha jugado limpio en este tema y no han parado de desinformar desde que se produjo la colisión. Primero que si los rusos, luego que si el SOCRATES, etc.
Con respecto al SOCRATES, evidentemente no es lo mismo una alerta de colisión con un trozo de basura espacial que con un satélite hecho y derecho como el Strelá. Desconozco cuántas de estas alertas eran de este tipo, porque la cosa cambia en cada caso.
Curiosamente, se han cuidado mucho de criticar al mando estratégico de los EE UU, por si acaso, y eso que son los únicos «culpables» reales por no suministrarles la información adecuada.
Como dices, el misterio fundamental es por qué el STRATCOM dejó de mandarles información actualizada, y mucho me temo que el misterio seguirá ahí por una buena temporada.
Lo que no es de recibo es que los operadores de satélites dependan de su buena relación con el gobierno de los EEUU para recibir datos precisos, porque este es un tema en el que salimos perdiendo todos, incluido Estados Unidos.
Estoy totalmente de acuerdo en que Iridium se confió en exceso, y por eso una conducta honesta por su parte hubiese sido reconocer desde el principio las limitaciones de su sistema anticolisión y no echar balones fuera de manera injusta.
¡Un saludo!
Esta actitud de culpar a los rusos de todo es demasiado común. En 2002, un Tu-154M colisionó con un 757 de carga sobre Suiza, y la primer excusa de los controladores fue culpar a los rusos, que no hablan bien inglés, que no siguen las órdenes del control, etc. Después quedó claro que realmente la culpa la tuvo el controlador suizo.
Y la cosa va más allá, hasta inventar las mentiras más absurdas. Leí en Russian Space Web que The Wall Street Journal llegó a publicar que el satélite ruso tenía un reactor nuclear!