Un punto rojo pálido: a vueltas con la habitabilidad de Próxima b

Por Daniel Marín, el 27 agosto, 2016. Categoría(s): Astronomía • Estrellas • Exoplanetas ✎ 51

El descubrimiento de un planeta situado en la zona habitable de la estrella más cercana es una noticia tan asombrosa que, como era de esperar, ha originado un enorme debate sobre si estamos ante una Tierra 2.0 o un pedrusco sin mayor interés. Por ahora no tenemos la respuesta a esta incógnita, pero con casi total seguridad Próxima b no será ninguna de estas dos cosas.

Recreación artística de Próxima b (ESO/M. Kornmesser/G. Coleman).
Recreación artística de la superficie de Próxima b (ESO/M. Kornmesser/G. Coleman).

En Eureka lo hemos repetido hasta la saciedad, pero algo me dice que no es suficiente. Por si acaso, ahí va una vez más: el que un mundo sea potencialmente habitable no significa que haya vida en él. En este sentido, el adjetivo ‘habitable’ toma un significado ligeramente distinto para un astrónomo y no es exactamente lo mismo que para un biólogo o un geólogo. Del mismo modo que los físicos pueden asumir modelos muy simples en según qué condiciones —como, según el famoso chiste, suponer que las vacas sean esféricas— los astrónomos actuales se ven obligados a trabajar con muy pocos datos reales sobre las características de los exoplanetas que estudian (lo que no deja de ser un avance enorme teniendo en cuenta que hace veinte años apenas se conocían planetas fuera del sistema solar).

En este contexto de simplificación extrema, un ‘planeta habitable’ es en realidad siempre sinónimo de ‘planeta potencialmente habitable’ y solo significa que, posiblemente, el mundo en cuestión posee superficie sólida y se encuentra en la zona habitable de su estrella. Por lo tanto, y suponiendo que se den las condiciones adecuadas, habrá agua líquida en la superficie de forma más o menos permanente. Es decir, el concepto ‘habitable’ en astronomía solo presupone la existencia de agua líquida, esencial para la vida que conocemos (todas las formas de vida en la Tierra necesitan agua).

Del mismo modo, este adjetivo tiene el listón muy bajo y se refiere generalmente a microorganismos —o formas de vida muy ‘simples’— y no a seres humanos u otros animales, un matiz importante que suele pasarse por alto. Por lo tanto, un mundo yermo con unas condiciones que para nosotros fuesen terribles, pero que pese a todo tuviese agua líquida en su superficie seguiría siendo ‘habitable’ desde el punto de vista astronómico. Y es que el que un planeta esté en la zona habitable no es una condición necesaria —obviamente ni siquiera es suficiente— para que haya agua líquida en un mundo: ahí tenemos los ejemplos de los satélites helados como Europa o Encélado, situados bien fuera de la zona habitable del Sol y que, paradójicamente, son mundos potencialmente habitables (claro que en estos casos el agua líquida no está en la superficie).

Otra recreación artística de Próxima b (ESO/M. Kornmesser).
Otra recreación artística de Próxima b (ESO/M. Kornmesser).

Entonces, ¿es o no es habitable Próxima b? Primero, no estaría mal que el planeta fuese confirmado por un segundo equipo a partir de observaciones independientes. La probabilidad de que Próxima b exista de acuerdo con los datos de sus descubridores es muy alta —nadie quiere repetir el fiasco de Alfa Centauri Bb o Gliese 581g—, pero no es del 100% (es lo que tiene el método de la velocidad radial). Por este motivo, oficialmente Próxima b es un ‘candidato’ a planeta, aunque este término puede crear bastante confusión entre el gran público. Porque, siendo estrictos, la inmensa mayoría de exoplanetas descubiertos hasta la fecha son solo ‘candidatos’ —en tanto en cuanto no han sido confirmados por un equipo independiente— y casi todos lo serán por siempre jamás (o, al menos, durante muuuuchos años). Por supuesto, si en el futuro somos capaces de ver a Próxima b directamente —una hazaña posible gracias a la escasa distancia que nos separa—, tendremos confirmación más que suficiente.

Pero antes de que nos pongamos a especular a lo loco sobre hombrecillos verdes en Próxima b, hay que insistir en que, por el momento, lo único que sabemos del planeta es su masa mínima (1,3 veces la de la Tierra) y su periodo (11,2 días). Puesto que solo conocemos la masa mínima, la real podría ser mayor, pero es muy improbable que sea superior a 3 masas terrestres. También podemos inferir la distancia a su estrella si suponemos una órbita circular, que sería de 7,5 millones de kilómetros. Si vamos un paso más lejos se puede estimar su tamaño suponiendo una densidad media similar a la terrestre, con lo que obtendríamos un radio de 1,1 veces el de la Tierra. Es decir, la gravedad sería tan solo un 7% superior a la terrestre, así que seríamos capaces de andar por su superficie sin complicaciones.

La zona habitable de Próxima comparada con la órbita de Mercurio.
La zona habitable de Próxima comparada con la órbita de Mercurio (ESO/M. Kornmesser)..

Hasta aquí los hechos. ¿Podemos ir más allá? Pues sí, porque varios equipos de investigadores ya han publicado varios artículos discutiendo la habitabilidad de Próxima b, incluyendo al líder del grupo que detectó el planeta, el científico catalán Guillem Anglada Escudé. El primero tiene que ver, cómo no, con el peliagudo asunto de la radiación. Y es que una de las muchas limitaciones de nuestro concepto de zona habitable es que solo hace referencia a la temperatura media para que haya agua líquida y no a otros factores. Las estrellas enanas rojas sufren numerosos episodios violentos en los que emiten grandes cantidades de rayos X y radiación ultravioleta. Y Próxima, con un 12% de la masa solar, no es una excepción.

La radiación y la zona habitable

El problema a la hora de analizar el asunto de la radiación de Próxima es separar la emisión ‘normal’ de la emitida durante sucesos violentos como las fulguraciones. Según uno de los artículos, firmado por Ignasi Ribas (Institut de Ciències de l’Espai) como autor principal, Próxima b recibe de media 30 veces más radiación ultravioleta que la Tierra y hasta 250 veces más rayos X que la Tierra (!!), aunque sigue siendo muy complicado separar la contribución de la emisión continua de los fenómenos violentos. Por contra, la suma total de radiación lumínica en todas las longitudes de onda que llega al planeta es de solo el 65% o 70% de la Tierra, de ahí que su temperatura media de equilibrio sea más fría que la de nuestro planeta. A cambio, este elevado flujo de radiación ionizante parece que no tiene un efecto drástico en la erosión atmosférica del planeta.

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Flujos de radiación energética de Próxima b y la Tierra. Vivir cerca de una enana roja no es fácil (Ribas et al.).

Por supuesto, tan importante como la radiación que recibe Próxima b hoy en día es saber cuánta ha recibido a lo largo de su historia. Si suponemos que el planeta tiene unos 4800 millones de años, la dosis de radiación ionizante total se estima que puede rondar entre 7 y 16 veces la recibida por la Tierra, una cifra negativa en cuanto a habitabilidad se refiere, pero no tanta como podría parecer en un principio. Al fin y al cabo, una atmósfera suficientemente densa es capaz de filtrar los rayos X, mientras que unos pocos centímetros de agua bloquean casi toda la radiación ultravioleta.

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Estimación del flujo de Próxima (línea negra) en longitudes de ondas energéticas comparada con el Sol (Ribas et al.).
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Evolución del tamaño, luminosidad, temperatura y flujo de rayos X y radiación ultravioleta de Próxima (Barnes et al.).

Otro factor clave es la evolución de la zona habitable alrededor de Próxima. A diferencia del sistema solar, donde la zona habitable se aleja del Sol con el tiempo, en Próxima tenemos justo lo contrario. Esto significa que Próxima b pasó sus primeros cien o doscientos millones de años fuera de la zona habitable, sometido a una temperatura mayor. Por eso es posible que en el pasado Próxima b perdiese gran parte de su agua, y hasta su atmósfera, antes de entrar en la zona habitable. Pero también cabe la posibilidad de que Próxima b haya sido primero un exovenus antes de pasar a la zona habitable (y quizás siga siéndolo).

Una curiosa consecuencia de esta supuesta fase de efecto invernadero descontrolado, además de que pudo haber dejado el planeta seco como una mojama, es que podrían haberse generado enormes cantidades de oxígeno molecular —según algunos modelos, hasta cien atmósferas (!)—. Esto implica que la futura detección de oxígeno en Próxima b no significaría necesariamente que estamos ante un planeta con vida, puesto que a lo mejor se trata de un producto de la fase de Venus. No obstante, si Próxima b tuvo en origen una atmósfera de hidrógeno muy densa el agua pudo sobrevivir a esta fase sin dificultades siempre y cuando su masa real no sea mucho mayor de 1,3 masas terrestres.

Pero, naturalmente, todo depende de cuánta agua tuviese Próxima b en un principio. Este parámetro es desconocido. Se supone que el agua de la Tierra vino principalmente de asteroides procedentes de órbitas más lejanas que chocaron con nuestro planeta durante su formación. En las enanas rojas como Próxima la distancia entre la zona habitable y la zona donde se formaron cuerpos menores ricos en hielo de agua es proporcionalmente mayor que en el sistema solar, así que teóricamente Próxima b debería haberse formado con una cantidad menor de agua que la Tierra. Pero este modelo depende fuertemente del comportamiento errático de nuestro Júpiter, por lo que no es aplicable a Próxima. No obstante, debido a las velocidades orbitales intrínsecas de la zona habitable de Próxima, las colisiones de Próxima b con asteroides y cometas tuvieron que ser mucho más energéticas que en la Tierra, un factor que podría suponer una mayor pérdida de atmósfera y agua con el paso del tiempo. Por otro lado, también puede que Próxima b se formase más lejos, y con más agua, para migra hacia al interior con posterioridad. Resumiendo, no tenemos ni idea del tamaño de las reservas de agua que tuvo originalmente Próxima b.

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Situación de la zona habitable de Próxima a lo largo del tiempo. Se comprueba que Próxima b estuvo al principio fuera de la zona habitable (Ribas et al.).

Como hemos señalado, el flujo de rayos X no debería haber tenido un efecto importante con respecto a la erosión atmosférica, pero sí, y mucho, las partículas del viento estelar emitido por Próxima (recordemos que el viento solar ha despojado a Marte de gran parte de su atmósfera inicial al carecer de un campo magnético intenso). Este flujo de partículas es un parámetro muy difícil de calcular para cualquier otra estrella que no sea el Sol, y más aún para una enana roja, pero el equipo de Ribas estima que el flujo de partículas recibido por Próxima b debe estar comprendido entre 4 y 80 veces el de la Tierra como mucho. Una vez más, la incertidumbre es demasiado alta para poder sacar conclusiones.

La principal defensa contra el viento estelar es un campo magnético intenso. En este punto suele haber cierta confusión, ya que mucha gente piensa que si Próxima b sufre acoplamiento de marea entonces no gira sobre su eje y, por tanto, no puede generar un campo magnético intenso. El caso es que Próxima b por supuesto que rota alrededor de su eje, incluso si sufre rotación sincronizada, pero en este caso la rotación durará lo mismo que su año —de ahí lo de ‘sincronizada’—, o sea, 11,2 días. ¿Puede un planeta producir un campo magnético intenso con un periodo de rotación relativamente tan bajo? Nadie lo sabe. Venus parece no ser capaz de generar un campo magnético con un periodo superior a los 240 días, pero es un caso extremo.

En cualquier caso, incluso si no existe un campo magnético planetario a nivel global, los movimientos de la ionosfera son capaces de inducir un campo magnético que puede mantener a raya gran parte de las partículas del viento estelar. Por ejemplo, hay estudios que sugieren que durante los cambios de polaridad del campo magnético terrestre se inducen campos en la ionosfera terrestre de entre 0,03 y 0,3 gauss. Teniendo en cuenta que el campo superficial terrestre en condiciones normales es de entre 0,3 y 0,6 gauss, pues no está nada mal. Aquí también hay que considerar la contribución de la actividad interna de Próxima b. Un mundo con un campo magnético relativamente débil, pero con un aporte continuo de gases a través de la actividad volcánica podría contrarrestar la pérdida de gases atmosféricos (además no olvidemos que la gravedad de Próxima b es muy superior a la de Marte). Conclusión: nada impide que Próxima b tenga una atmósfera densa hoy en día, aunque obviamente también podría ser una roca pelada.

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Otra gráfica de la evolución de la zona habitable alrededor de Próxima (Barnes et al.).

La rotación de Próxima b

Otro asunto interesante es la rotación de Próxima b. Un planeta tan cercano a su estrella debe presentar rotación sincronizada por acoplamiento de marea, es decir, tiene un hemisferio en el que siempre es de día y otro en el siempre es de noche. Pero esto ocurre solo si su órbita es circular. En el caso de que Próxima b tenga una órbita más excéntrica (por encima de 0,06), quizás debido a las interacciones con otro planeta del sistema, puede que presente en la actualidad una resonancia 3:2 como Mercurio (es decir, gira tres veces sobre su eje al cabo de dos vueltas al Sol, un fenómeno que provoca ‘dobles amaneceres’ en ciertas zonas del planeta). También es posible una resonancia 1:2, pero solo para excentricidades muy elevadas e improbables. Varios modelos indican que Próxima b tuvo que formarse junto a más planetas, por lo que no sería extraño que tuviese una órbita ligeramente excéntrica y rotase con un acoplamiento 3:2. También es factible que en el pasado encuentros cercanos con las estrellas Alfa Centauri A y Alfa Centauri B hayan cambiado ligeramente sus parámetros orbitales.

Si Próxima b gira con acoplamiento 3:2 experimentaría el paso de los días y las noches, además de sufrir una mayor actividad interna por el calentamiento de marea (de forma similar a Encélado, la luna de Saturno). De forma un poco contraintuitiva, desde el punto de la habitabilidad lo mejor es que Próxima b tenga rotación sincronizada. Los cálculos sugieren que en el caso de que Próxima b rote como Mercurio no habría entrado en la zona habitable hasta doscientos millones de años después de su formación, frente a los cien del caso con rotación sincronizada. ¿Y a qué se debe esto? Pues a que la rotación sincronizada en un mundo caliente y con agua es capaz de generar un manto de nubes permanentes sobre el punto subsolar —la zona más cálida de la superficie— que a su vez provocarían una disminución de las temperaturas por el efecto albedo.

¿Un mundo seco, un mundo cubierto por hielo o un mundo océano?

Ahora bien, supongamos que Próxima b tiene atmósfera, ¿cómo sería su clima? Los parámetros claves para responder a esta pregunta serían, como ya hemos visto, la cantidad de agua en la superficie y la densidad y composición de la atmósfera. Si Próxima b sufre acoplamiento de marea y cuenta con al menos el 60% de la cantidad de agua que tiene la Tierra en su superficie los modelos muestran que es posible asegurar la presencia de agua líquida, al menos en el punto subestelar, siempre y cuando la presión atmosférica sea de una atmósfera y el gas principal sea nitrógeno. Si en vez de nitrógeno el principal componente es el dióxido de carbono, Próxima b podría tener un océano global con una presión de una atmósfera.

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Presencia de agua líquida en Próxima b en función de la cantidad de agua y la presión parcial de CO2 suponiendo que tenga rotación sincronizada (Turbet et al.).

Si el planeta gira con una resonancia 3:2 es necesario que haya un mínimo de 10 milibares de dióxido de carbono para evitar que se convierta en una bola de nieve. En el supuesto de que Próxima b tenga poca agua, se requiere una atmósfera de dióxido de carbono con una presión de al menos media atmósfera para que el agua no se acumule en los polos en forma de casquetes polares. En general, para pocas cantidades de agua es beneficioso la rotación en resonancia 3:2, ya que permite fácilmente la aparición de lagos incluso con pequeñas cantidades de dióxido de carbono en la atmósfera. Por contra, si hay mucha agua y poco dióxido de carbono, el planeta podría transformarse en una bola de nieve, algo imposible si hay rotación sincronizada. Además, la rotación sincronizada permite la existencia de agua líquida en el hemisferio nocturno para cantidades moderadas de agua y dióxido de carbono. Por otro lado, no se puede descartar el que puedan existir océanos subterráneos bajo casquetes polares —a profundidades superiores a 600 metros— si el planeta está en un estado de bola de nieve con rotación 3:2.

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Presencia de agua líquida en Próxima b en función de la cantidad de agua y la presión parcial de CO2 suponiendo que tenga rotación en resonancia 3:2 (Turbet et al.).

Puesto que Próxima b podría tener muy poca agua al haber estado fuera de la zona habitable durante cien o doscientos millones de años tras su formación, este es un escenario muy a tener en cuenta. Suponiendo que estemos ante un planeta seco y con pocas cantidades de dióxido de carbono, nos enfrentaríamos a un mundo cubierto parcialmente por glaciares y un punto subestelar desértico si la rotación es sincronizada o un mundo con regiones ecuatoriales secas y casquetes polares si gira con resonancia 3:2. En general, un mundo con poca agua y con rotación sincronizada favorece la presencia de ‘trampas de hielo’, es decir, el gua se acumularía en el hemisferio nocturno en forma de hielo.

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Temperatura superficial de Próxima b en función de la composición atmosférica y el tipo de rotación (Turbet et al.).

En este escenario las hipotéticas formas de vida tendrían agua, aunque sea en estado sólido, pero no en zonas a las que llegue la luz para hacer fotosíntesis. Como contrapartida, el hemisferio nocturno en un mundo con rotación sincronizada es buen refugio contra las fulguraciones, emisiones de rayos X y la radiación ultravioleta de la estrella. Sea como sea, la topografía juega un papel muy relevante en la distribución de hielos y océanos para mayor cantidad de agua en mundos con acoplamiento de marea. Por ejemplo, si el punto subestelar está ocupado por una cuenca en vez de un altiplano será más fácil que se forme un océano global libre de hielo.

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Máximo espesor del hielo en Próxima b en función de la atmósfera y el tipo de rotación (Turbet et al.).

¿Cómo podríamos saber más?

Lo ideal es que Próxima b transitase, es decir, pasase por delante de su estrella. El equipo de Guillém Anglada no ha detectado tránsitos, pero la elevada variabilidad de Próxima hace difícil descartarlos. En cualquier caso, la probabilidad de que transite es de tan solo el 1,3%. Pero lo realmente fascinante es que seremos capaces de ver el planeta directamente con la nueva generación de telescopios de gran tamaño como el E-ELT europeo (39 metros de diámetro) y el TMT estadounidense (30 metros). Eso sí, la capacidad de obtener datos del planeta dependerá en buena medida de sus características orbitales precisas (desconocemos la inclinación de la órbita con respecto a la línea de visión con la Tierra).

Esta nueva generación de telescopios será capaz de buscar biomarcadores en la hipotética atmósfera de Próxima b, incluyendo oxígeno molecular, agua, dióxido de carbono y metano. En cuanto al futuro telescopio espacial James Webb, no tendrá capacidad para resolver Próxima b como un punto de luz separado, pero a pesar de todo podrá estudiar indirectamente la atmósfera —o la ausencia de la misma— analizando la contribución del planeta al espectro infrarrojo de la estrella. A medio y largo plazo, el uso de interferómetros en el infrarrojo nos desvelará gran parte de los misterios de Próxima b.

Entonces, ¿es Próxima b una Tierra 2.0 o un pedrusco pelado? No lo sabemos, pero todo apunta a que ni lo uno ni lo otro: será un mundo único. Independientemente de que no podamos emigrar a Próxima b, el estudio de este planeta va a ser fundamental para entender las habitabilidad de la mayor parte de mundos de la Vía Láctea. Sin duda los próximos años van a ser muy interesantes.

 

PD: en muchos medios se habla del planeta de Próxima Centauri como ‘Próxima B’, pero el nombre correcto es Próxima b, con ‘b’ minúscula. Las mayúsculas están reservadas para las distintas estrellas en sistemas múltiples. De hecho, como a Próxima Centauri se le llama en ocasiones Alfa Centauri C, Próxima b sería en realidad Alfa Centauri Cb. Confuso, sí, pero es lo que hay.



51 Comentarios

  1. Increíblemente detallado el artículo. Muchas gracias Daniel por mantenernos informados.
    Solo quiero decir que por muchas radiaciones que emita Próxima Centauri, la cara del planeta que está a la sombra siempre estará protegida, de forma que la evolución de la vida tiene un sitio donde agarrarse. Siempre en caso de que Próxima b retenga agua, claro.

  2. Saludos.
    Como siempre una explicación bastante clara detallada por parte de Daniel para no dejarnos llevar cuando los medios masivos publican que se ha encontrado una «tierra 2».

    Por cierto, y fuera de tema completamente, ¿alguien sabe que es eso de motores cohete de detonación rotatoria que Rusia está probando?

    1. Yo leería esto. Básicamente, por lo que he entendido, es un «diésel explosivo continuo». Se realiza una detonación de la mezcla, en lugar de combustión, ganando en eficiencia («explosivo»). Además, se emplea una cámara circular para facilitar unos patrones de circulación que eliminen los productos de la detonación sin necesidad de un ciclo de vaciado («continuo»), sino que antes de que se termine el empuje de la ignición se introduce nueva mezcla (de ahí lo de «diésel»).

  3. Gracias, Dani. Pues a mí me parecen datos muy esperanzadores. Encima vamos a poder tener información real de su atmósfera (ya… o su no-atmósfera) en unas cuantas décadas si todo sale bien. Además, sea cual fuere el resultado de esas comprobaciones, el (los?) modelo teórico de formación y evolución de sistemas solares se actualizará y así por fin podrá atribuirse la pluralidad que se le supone xD.
    Tengo una duda, con ese pedazo de tubo de casi 40 m de diámetro se podría ver Próxima b como ve el Hubble a Plutón? Ni de broma, supongo… Y si se ubicara en el espacio?
    La cosa es que, desde la filtración del diario alemán, echo algunas partiditas al Sid Meier’s Alpha Centaury. Demasiado hype esta semana.

  4. Lo interesante sería que con 30 veces más radiación ultravioleta que la Tierra (rayos químicos como alguna vez se los llamó) las cadenas genéticas mutan más y mejor aunque puede que para peor y esto tiene más sentido para que se adapte lo vivo que el surgimiento por medio de chispazos y destellos de rayos y tormentas marinas en la Tierra, la luz UVA cambia los enlaces, rompe y establece encadenamientos y fosforilación en el ATP y en la fotosíntesis de tales hipotéticas plantae negras, si hasta podemos imaginar la molécula de clorofila no magnesiana (su atómo central metálico número atómico 12) sino de calcio20 o estroncio38 a modo de grosera hipótesis. Pensando siempre el surgimiento de la vida más por actividad fotónica que por actividad eléctrica a lo Frankenstein.
    Sí queda claro que habitabilidad es para que lo habitemos allá por el 3016 (luego restan unos 4 billones de años de estabilidad estelar en la M5.5 enana roja) y no que la vida ya esté allí… y respecto de hasta 250 veces más rayos X que la Tierra ya podemos ir vendiendo chalecos hechos de partículas de nanoplomo para todo lo vivo que allí quiera residir, algo más traumático de soportar que los rayos calóricos infrarrojos y los ultravioleta. El reto aunque no lo creo posible ni para el siglo XXII sigue siendo un simple tenemos que enfrentarnos a eso, tenemos que ir hacia allí.

  5. Lástima lo del James Webb no pudiendo resolver angularmente el planeta y la pregunta es respecto de atmósfera y biomarcadores ¿no contribuye ALMA el conjunto de radiotelescopios a detectar toda la geoquímica y atmósfera química del planeta cuando llegan las frecuencias de todos los isótopos en forma de ondas de radio y vibraciones atómico-moleculares? Maravilla de analíticas de las posibilidades planetarias en esta entrada con casi todas las variables mensuradas.

    1. Ya pero tiene ALMA sensibilidad como para detectarlo? Y para resolver el planeta solo por los pelos, creo, y eso en la configuración más extendida solo.

  6. Al haber acoplamiento de marea, el punto con las condiciones menos extremas para la habitalidad no sería la fina franja intermedia que hay entre ambas caras?

  7. Excelente artículo Daniel, que me recuerda que -en contra de otras formas de conocimiento- en ciencia es muy importante entonar el «no sé».

    Por cierto, Gaia está de sobras capacitada para determinar con precisión la masa y la órbita ¿para cuándo nos deleitará la ESA con los resultados que nosotros hemos pagado?

  8. Lo que no consigo explicarme es porque tenemos que especular constantemente.

    Hemos decubierto unos datos que aputan a la existencia de un planeta cerca de nuestra vecina, probablemente.

    Bueno, es maravilloso y sin duda alimenta la imaginación, pero ahi acaba la cosa de momento.

    Hasta ahora, el unico interes, me refiero al revuelo creado, es la divulgacion de conceptos sobre que caracteristicas puede tener un planeta y que probabilidades tiene la vida de desarrollarse en un escenario como ese. Escenario supuesto tambien.
    Pero nada de momento y me temo que durante mucho tiempo va a confirmar como es en realidad Proxima b.

    Hay un 80% de imaginación un 19% de divulgación y el resto, rabiando, hechos sobre ese planeta, que aunque es muy improbable, aun cabe la posibilidad de no existir.

    Hay dos cosas que me llaman la atención, la primera, como creo que apunta el señor Marin, es que no hay nada que garantice que el plano orbital de esa u otra estrella permita ver el transito desde Tierra.
    Cabe la posibilidad que el plano este ligeramente desplazado de nuestro eje visual y podamos percibir las variaciones en la estrella pero no el transito.
    ¿Hay alguna ley astrofisica qu eoblige a que todos los planos orbitales sea paralelos? Lo pregunto en serio, ¿la hay?
    Me parece que en realidad solemente estamos decubriendo planetas en estrellas que casualmente coinciden con nosotros en posición, pero puede haber mucho mas, supongo.

    Y segundo,la mania de hablar de zona habitable. No significa nada de nada como bien dice el señor Marin, creo recordar que tanto Venus como Marte estan en esa zona — que varia segun como se defina — y ya sabemos como son.

    Un apregunta, ¿realmente hay una relacion diercta entre la rotacion y el campo magnetico? Marte gira en un día aproximadamente — día terrestre — y sin embargo tiene un campo muy tenue, tengo entendido. ¿no tendra más que ver con su composición?

    Un saludo.

    1. Los modelos actuales piden: una capa líquida (quieren decir fluida) de material conductor, en el caso de mundos telúricos ferromagnético (o sea, hierro en este caso), tal vez diferencial, y una rotación rápida (relativamente hablando). Cuánto, no se sabe. Se cree que Marte no tiene campo porque el Fe de su núcleo ya se ha enfriado (por el tamaño más pequeño), y es sólido, y en Venus por eso, su lenta rotación, o ambas cosas. En cualquier caso la cantidad de material ferromagnético es muy muy inferior (Marte) o significativamente inferior (Venus) a la terrestre. No obstante, Mercurio rota superlento y su Fe también tiene que ser sólido ya, y sin embargo tiene un campo considerable (proporcionalmente su núcleo de Fe es mucho mayor que el terrestre).
      Los planetas jovianos crean campo quizá en sus capas de hidrógeno metálico.
      Todos estos modelos se apoyan en escasos datos y mucha ignorancia. Las cosas podrían ser por otras causas, sutiles o zafiamente dispares.

      1. El planeta podría también tener o haber tenido una actividad geológica tal que hubiera acabado con tanto CO2 en la atmósfera que tuviera ahora un efecto invernadero desbocado, que hubiera otro planeta en el sistema no detectado que le metiera calentamiento mareal y por tanto actividad geológica elevada. Hay muchas cosas además que pueden haber salido mal, aunque todo lo demás acompañe, e incluso al revés -que aunque parezca que no de algún modo se las apaña para que sea habitable-; con tantas enanas rojas solo en una galaxia puede pasar de todo.

        Muy buen artículo, de lo mejor que he leído aquí.

      2. Gracias stiwie, no queria entrar en lo del nucleo ferrico precisamente por la sdiscrepancias que hay sobre el asunto.
        Es a lo que me referia, en general, sabemos muy poco y estasmos especulando mucho.

    2. No hay leyes astrofísicas que obliguen a estar en el mismo plano a las distintas estrellas. Recuerda una foto donde aparezcan varias galaxias, y notarás cómo muchas de ellas tienen orientaciones diferentes… pues con las estrellas y los planetas ocurre lo mismo.

      A mí lo que me llama la atención que a tantos les deslumbre el descubrimiento. ¡Si ya sabíamos que lo habitual es que las estrellas tengan planetas! Suponer que nuestras vecinas no tenían planetas era apostar por lo improbable, lo cual es mala política. Y, sin embargo, sigue habiendo muchas «hipótesis» que realmente son reformulaciones del «planeta elegido», de la «creación», o la magufada que corresponda, y por ello esta noticia ha sorprendido a tantos. Kepler (el telescopio) ya nos lo había contado. Pero como el resto del Universo tenía que ser un lugar yermo…

  9. Verisgüell, pero como siempre todo muy conservador (digo por los equipos). Supongamos que tenemos un mundo en acoplamiento 1:1 y en consecuencia un hemisferio frito en UV y rX, en consecuencia, si tiene atmósfera densa, pongamos de N2, con cantidades significativas de CO2, lo que se va a formar directamente en la atmósfera es petróleo, no tolinas. Si la radiación es especialmente brutal, el ataque de radicales orgánicos varios al N2 salvaje, y tendremos que inventar una palabra nueva, porque serán tolinas-aminoácidas, o sea, aac. Y obviamente, de haber oxígeno, la producción de ozono en esas condiciones será masiva, no tengo la más pajolera idea de cómo sería la circulación atmosférica en un mundo así, pero es muy probable que donde haya agua líquida haya una capa considerable de de aminas, que en función de la longitud de la cadena hidrocarbonada serán insolubles (al tiempo que harán de aislante térmico), en cambio otras formarán directamente estructuras jabonosas.
    Y como habrá a narices aparato eléctrico, y al menos una cantidad residual de O2, los incendios en la superficie petroleada serán el pan nuestro de cada día, devolviendo CO2 de forma natural a la atmósfera y creando una circulación atmosférica totalmente caótica.
    Menudo mundo, ¿eh? Océanos con manchas de petróleo ardiendo periódicamente, una capa de nubes que es un laboratorio literal, ozono para quemar una sonda en minutos y material orgánico a punta de pala.
    Si no tienen imaginación. Todo esto es perfectamente posible (es un Titán grande puesto bajo unas lámparas de broncearse). Es más, si la rotación es 3:2 entonces las mareas te Cagas, con la capa petroleada comportándose como una mousse.
    Y ahora… Imagínemonos formas de vida que viven de quemar por su cuenta… Como hacemos nosotros, por cierto.
    A ver si tiene pelotas el capitán Facepalm de bajar a la superficie.
    Y se me ocurren escenarios aún más dantescos. Seguro que al equipo también. A ver si se animan y sacan un libro. Con buenas ilustraciones seguro que lo petan.

  10. Y bueno, quiero recordar al personal que cualquier telescopio más septentrional que 27° N NO puede ver esta estrella (queda debajo del horizonte). En España, sólo se ve desde Canarias (no se puede ver desde ningún punto continental de Europa).

  11. Muchas gracias, Daniel y a todos los demás, en especial a Stewie.
    Sinceramente, sin tener ni puñetero conocimiento de estos temas empiezo a entender, muy someramente, alguna cosa. Daniel, tu explicación ha sido didáctica, al menos para mi, y me has ayudado a ir entendiendo todo este asunto…. explicando, por ejemplo, la hipótesis de que exista o no, que parece que sí pero que habrá que confirmarlo… y es que debe ser así.
    Muchas gracias a todos.

  12. Gracias Daniel por toda la información. Mira que has examinado posibilidades, y no has mencionado la posibildad de que Centauri b tenga alguna Luna.

    Es dificil en un planeta tan cercano a su estrella? Como incluiría en su rotación? Saludos.

    1. Un planeta tan cercano a su estrella tendría grandes dificultades para mantener una luna en una órbita estable. Son cálculos complejos y supongo que ya habrá alguien preparando un paper al respecto 😉

        1. Todos los problemas de tres cuerpos son problemas de tres cuerpos xD

          El problema de los tres cuerpos existe hasta en química: sólo hay solución analítica para el átomo hidrogenoide (protón y electrón, o núcleo y electrón para iones), a partir de ahí se jodió la marrana y todo son aproximaciones, cada cual más florida. Un sistema solar es un problema de n-cuerpos, y como tal inabordable de una forma analítica pura (una mecánica de ecuaciones con tantas variables como cuerpos), lo que se hace es despreciar cotribuciones por negligibles a corto plazo y funciona perfectamente, pero muy a largo plazo todos son caóticos. Pero bueno, ya se sabe que hay atractores y esas cosas, con un recorrido ciertamente… caótico.
          El problema aquí es que imagino que entre otras cosas, la precesión de la órbita de la luna es una salvajada, porque la diferencia de la intensidad de campo en el punto más próximo y lejano al sol es muy significativa, y supongo que hay transferencias de momento a lo bestia lo que implica que la órbita es caótica a medio plazo. Como no hay forma de estabilizar eso, pues antes o después se sale por un lado o por el otro.
          Y una luna grande es demasiada masa. Y el tiro de gracia es que ha tenido que estar ahí 4 eones.
          Ahora, yo no meto la mano en el fuego, eh. Si me dicen que hay una luna con un plano orbital haciendo breakdance, abro la boca y me babo un poco, porque supongo que imposible imposible imposible no es.

  13. Con los pocos datos que se conocen, uno de los artículos mas completos y objetivos que he leído.

    Cuando se comenta en el artículo que «Esta nueva generación de telescopios será capaz de buscar biomarcadores en la hipotética atmósfera de Próxima b, incluyendo oxígeno molecular, agua, dióxido de carbono y metano» ¿estos últimos compuestos no serían biomarcadores en el sentido estricto no? Es decir, aunque, en proporciones adecuadas, aumentarían enormemente las probabilidades de existencia de vida en ese entorno, no son producto de una actividad biológica de manera unívoca.

    1. Aquí, una vez más, no es lo mismo un biomarcador para un biólogo que para un astrónomo. Con la tecnología actual es imposible detectar moléculas orgánicas complejas en exoplanetas (proteínas, enzimas, etc.), así que estos compuestos (además del ozono y los óxidos de nitrógeno) es lo único que tenemos por el momento.

  14. La radiación ultravioleta no me preocupa desde el punto de vista de la vida. El verdadero problema es el agua.

    Si la vida comienza bajo el agua, donde los rayos UV no son dañinos, tarde o temprano acabará saliendo a la superficie, haya 4 o 40 veces más radiación que en la Tierra. La evolución es un instrumento muy poderoso, da lo mismo si las formas de vida tardan ascienden 1 mm hacia la superficie por cada millón de años. Si evolucionan en un mundo con esas condiciones tarde o temprano colonizarán la superficie seres adaptados a la radiación UV.

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Por Daniel Marín, publicado el 27 agosto, 2016
Categoría(s): Astronomía • Estrellas • Exoplanetas