Dicen que los pilotos son gente muy supersticiosa. No es bueno generalizar, así que no sé cuánto hay de verdad en este mito, pero lo que sí es seguro es que los astronautas les ganan por goleada, especialmente los cosmonautas rusos. Hoy en día, y tras la retirada del transbordador espacial estadounidense, si quieres viajar a la Estación Espacial Internacional (ISS) debes pasar forzosamente por el mítico cosmódromo de Baikonur.
Pero cuidado, además de un entrenamiento técnico exhaustivo, todo cosmonauta que se precie debe tener en cuenta un gran número de supersticiones, que -como todas las supersticiones-, son bastante absurdas. Todos* los cosmonautas rusos y soviéticos han despegado desde solamente desde dos rampas de Baikonur (Área 1 y Área 31, aunque actualmente sólo se emplea en los vuelos tripulados la rampa PU-5 -Rampa de Gagarin- del Área 1) usando cohetes derivados del misil R-7 Semiorka. Y como es lógico, a estas alturas los procedimientos para poner un hombre en el espacio han alcanzado el rango de un ritual cuasireligioso.
Resumiendo, si quieres viajar al espacio prepárate para cumplir con una serie de supersticiones a cual más extraña. Veamos cuáles son:
1- Orinar en el autobús de camino a la rampa: ésta es probablemente la superstición más famosa y también la más antigua, ya que se puede remontar al primer vuelo tripulado de la historia. Efectivamente, cuando el 12 de abril de 1961 Yuri Alexéievich Gagarin se dirigía hacia la rampa para llevar a cabo su épica misión, decidió en el último momento que sería una buena idea aliviar la vejiga. Seguramente, el pobre Yuri se dio cuenta de que no había baños cerca de la rampa y de que todavía le quedaban por delante varias horas de misión. Cerca del cohete le esperaban además los mandamases de la Comisión Estatal, así que miccionar delante de ellos no era muy buena idea. La opción de usar los pañales tampoco era especialmente atractiva, así que ni corto ni perezoso, Yuri ordenó parar al conductor y se desabrochó el traje de presión Sokol para orinar sobre la rueda trasera derecha del autobús (del modelo LAZ-695B, por cierto).
La anécdota se convirtió en tradición cuando Guerman Titov, el segundo hombre en órbita y supersticioso como cualquier piloto que se precie, decidió repetir todos y cada uno de los pasos que había realizado Gagarin antes del vuelo, incluyendo orinar sobre la rueda. A partir de entonces, todos los cosmonautas que han viajado en naves soviéticas o rusas han seguido esta mítica tradición (en ruso, pasat na kolesó/пассать на колесо), una tarea que requiere perder cerca de diez minutos. ¿Y qué hay de las mujeres? Tradicionalmente han quedado exentas de acompañar a sus compañeros masculinos en el cumplimiento de esta superstición, pero hay constancia de que algunas han llevado muestras de orina para verterlas en la dichosa rueda (en concreto, esto fue lo que hizo la francesa Claudie Hagneré). En realidad, esta tradición es bastante práctica, ya que por lo general los astronautas se mueren de ganas por orinar en la rampa de lanzamiento mientras esperan el momento del despegue. Al fin y al cabo, los astronautas norteamericanos tenían la opción de pasar por el baño en la «sala blanca» antes de montarse en el transbordador y aún así la mayoría se orinaba en los pañales o en el colector de orina durante la larga espera. Complementando esta tradición, hoy en día los dos autobuses en servicio deben tener unas cuantas herraduras colocadas al revés para atraer la buena suerte, de acuerdo con otra antigua superstición rusa. Los autobuses que cubren el trayecto desde el edificio MIK-OK hasta la rampa son el Ciudad de las Estrellas (Zviozdni Gorodok, con líneas azules) y el Baikonur (de líneas amarillas).
2- Firmar en la puerta de la habitación: actualmente, los cosmonautas se alojan en el Hotel Cosmonauta (гостиница Космонавт) de la vecina ciudad de Baikonur. La tradición obliga a que los cosmonautas firmen en la puerta de su habitación antes de partir hacia el cosmódromo el día del lanzamiento. Esta superstición también se remonta a Gagarin, quien decidió estampar su autógrafo sobre la puerta de la habitación de la cabaña donde se alojó la noche antes de su misión, una costumbre que fue seguida -como la anterior- por Titov. La puerta de la cabaña con la firma de Gagarin ha desaparecido, pero se conservan la mayoría de las antiguas puertas del Hotel Cosmonauta en un almacén (obviamente, las cambian cada cierto tiempo). Antes de salir del hotel, los cosmonautas también tienen que brindar con champán y sentarse brevemente antes de partir (esto último es en realidad una popular superstición rusa que deben seguir todos aquellos que vayan a emprender un viaje largo).
3- No asistir al traslado del cohete a la rampa: los raketchiki de Baikonur -esto es, los encargados de los cohetes- no son menos supersticiosos que sus colegas cosmonautas. Otra de las supersticiones más arraigadas es la que prohíbe a la tripulación asistir al traslado del cohete Soyuz desde el edificio de montaje MIK-112 hasta la rampa. Según la tradición, el cohete es como una novia, así que los cosmonautas sólo pueden verlo antes del traslado o una vez ya situado en la rampa, pero no en el trayecto. Curiosamente, otra superstición paralela obliga a la tripulación a visitar la rampa antes de la llegada del cohete. Salvo caso de fuerza mayor, el traslado del cohete siempre tiene lugar a las 8:40 de la mañana. Tampoco se puede lanzar ningún cohete un 24 de octubre, ya que en esa fecha tuvo lugar la catástrofe de Nedelin en 1960 y un accidente mortal con un misil R-9 en 1963. Los raketchiki y visitantes suelen poner además monedas en las vías del ferrocarril que traslada al cohete Soyuz. Por alguna razón, se considera que las monedas deformadas por el peso del convoy son un buen augurio.
4- El corte de pelo en el día del lanzamiento: si el cohete es una novia, la tripulación es como un novio que debe presentarse a la ceremonia adecuadamente acicalado. La tradición en este caso dicta que los cosmonautas reciban un corte de pelo mientras se traslada el cohete a la rampa o, en su defecto, durante el día del lanzamiento.
5- Plantar un árbol: junto al Hotel Cosmonauta se extiende una pequeña avenida que las tripulaciones emplean como lugar de esparcimiento durante los días antes del despegue. La superstición manda que todos los cosmonautas deben plantar un árbol en esta avenida un par de días antes del lanzamiento, una tradición que comenzó el propio Gagarin. Como parte del rito, los tripulantes deben pasear por la orilla del río Sir-Darya y visitar el mirador sobre donde el Ingeniero Jefe Serguéi Koroliov se reunió con los cosmonautas antes de la misión Vostok 1. Además de plantar un árbol, se espera que la tripulación juegue al billar -una tradición que se remonta a la misión Apolo-Soyuz-, se acerque hasta las casitas donde se alojaron Koroliov y Gagarin antes del vuelo de la Vostok 1 (actualmente conservadas como museos) y visite el Museo de la Cosmonáutica de Baikonur (situado cerca de la casa de Gagarin).
6- Ver la película ‘El sol blanco del desierto’: en 1971 la tripulación de la Soyuz 11 murió al despresurizarse la cápsula en la que viajaban durante la reentrada. En realidad, los cosmonautas que fallecieron eran originalmente la tripulación de reserva, pero un problema pulmonar sufrido por Valeri Kubasov poco antes del lanzamiento obligó a la retirada de la tripulación principal. Desde entonces, Kubasov y Alexéi Leónov fueron considerados especialmente afortunados. Mientras se entrenaban en Baikonur de cara a la siguiente misión Soyuz, el coronel Nikolái Nekrasov sugirió a Kubasov que estaría bien traer la película El sol blanco del desierto (Белое солнце пустыни, 1969) para que los cosmonautas se relajasen tras su duro entrenamiento. Kubasov aceptó y el coronel mandó buscar una copia del film a Almá-Atá. Posteriormente, la tripulación de la Soyuz 12 vio la película antes de su misión, que transcurrió sin incidentes. Desde entonces, ningún cosmonauta soviético o ruso ha muerto en un vuelo espacial, así que una de las supersticiones más arraigadas de la cosmonáutica requiere que todas las tripulaciones vean esta película la noche antes del lanzamiento. Y no basta con verla una vez. Una tripulación haya visionado la película muuuuchas veces se considera que estará especialmente libre de mala suerte durante su misión.
7- El primer empujón: la tripulación llega a la rampa enfundada en sus trajes de presión Sokol KV2 acompañada por la tripulación de reserva. La tradición requiere que los compañeros les den una torta en el trasero a los cosmonautas antes de subirse a la escalera que conduce al ascensor de la rampa, el «primer empujón» para llegar al espacio. Además, la tripulación debe darse la vuelta en la escalera y despedirse con la mano. No se trata de un simple gesto de cara a los periodistas. Para un cosmonauta, no despedirse de sus amigos es peor que ver un gato negro; una tragedia, vamos.
8- Escuchar la canción Travá u doma: mientras los tripulantes parten del Hotel Cosmonauta hacia el cosmódromo, unas seis horas antes el despegue, por los altavoces del hotel debe sonar la canción Travá u doma (Трава у дома, «la hierba del hogar»), compuesta a principios de los 80 por el grupo Zemliane (Земляне, «Los Terrícolas»). Esta tradición es más moderna y se remonta a 1990, cuando el comandante de la Soyuz TM-10, Gennadi Strekalov, eligió esta canción para alegrar la despedida. Hasta ese momento, cada comandante podía seleccionar la canción que quisiese, pero a partir de la Soyuz TM-10, Borís Yesin, el encargado de esta tarea en el hotel, decidió no preguntar más a los comandantes y poner siempre la misma canción. Puesto que nadie se quejó, con el tiempo se ha convertido en todo un himno de los cosmonautas (aquí puedes ver la letra).
Vídeo de la canción:
9- La bendición ortodoxa: otra de las nuevas supersticiones consiste en que tanto la tripulación como el cohete deben ser bendecidos por un pope ortodoxo antes de cada misión (huelga decir que durante los tiempos soviéticos esta tradición no existía). Y, por si alguien no lo sabe, hay que recalcar que una bendición ortodoxa es un asunto bastante, digamos, húmedo. Aunque hay cierta controversia sobre la primicia de esta tradición, parece ser que se remonta a la misión Soyuz TM-20 en 1994, cuando el comandante Alexándr Viktorenko pidió expresamente la bendición de un pope. En cuanto a la bendición de los cohetes, ésta parece que no se institucionalizó hasta el año 2000, cuando se decidió echar mano de la ayuda divina de cara al vuelo inaugural de la etapa Fregat en un lanzador Soyuz.
10- Un desayuno de huevos con carne: esta tradición es quizá la más lógica de todas. Los huevos con carne son un alimento rico en proteínas y de «bajos residuos» (es decir, que no hace falta pasar por el baño para aliviarse), de ahí que suela ser la comida «favorita» de los cosmonautas. Por otro lado, después del despegue es costumbre que la tripulación de reserva brinde con un vasito (cien gramos) de vodka por el éxito de la misión.
No todas las supersticiones han aguantado el paso del tiempo. Por ejemplo, hasta hace poco los cosmonautas no podían llevar a sus esposas o hijos hasta Baikonur, pero recientemente esta obligación se ha relajado, especialmente con respecto a los cosmonautas que no son de origen ruso (algunos rusos son bastante machistas, así que no está tan mal visto que una mujer cosmonauta lleve a su marido hasta el cosmódromo). De igual modo, ya se tolera que los cosmonautas lleven bigote si así lo desean, después de que durante muchos años se considerase un signo de mala suerte.
Además de estas tradiciones, las tripulaciones siguen innumerables ritos antes de viajar hasta Baikonur. Por ejemplo, en la Ciudad de las Estrellas deben visitar el despacho de Gagarin y firmar en su diario, que se encuentra tal y como él lo dejó el día que murió en un accidente de aviación. También tienen que rendir honores frente a las tumbas de Koroliov, Valdímir Komarov y los tres tripulantes de la Soyuz 11, situadas en la muralla del Kremlin. Además, tanto en la Ciudad de las Estrellas como en Baikonur, así como a bordo de la ISS, es habitual dar la bienvenida a los visitantes con pan y sal, una ancestral tradición rusa.
Con tanta superstición, el milagro es que las tripulaciones puedan entrenarse sin problemas. Eso sí, por ahora la cosa funciona… toquemos madera 🙂
Y sí, los astronautas norteamericanos también tenían sus supersticiones, pero esa es otra historia.
*: obviamente, con la excepción de los cosmonautas que han viajado en el transbordador espacial.
Hay una foto (que no encuentro ahora) en la que se ve un pope ortodoxo vendiciendo un lanzamiento, pero antes de 1970.
La foto está en blanco y negro.
Saludos.
Gustavo