Diarios de Baikonur VI: la ciudad de los museos

Por Daniel Marín, el 7 junio, 2013. Categoría(s): Astronáutica • Diarios de Baikonur • Rusia • sondasesp ✎ 17

Como vimos en la primera entrega de estos diarios, Baikonur es una auténtica ciudad-museo. Cada calle, cada plaza, cada rincón esconde algún recuerdo o monumento dedicado a la exploración del espacio. Y no sólo al aire libre. Baikonur es famosa por tener varios de los mejores museos de temática espacial que uno pueda encontrar en el mundo. Dentro de la ciudad podemos visitar dos museos, además de un tercero que se encuentra dentro del recinto del cosmódromo -y del que hablaremos en una entrada posterior-. Nuestra primera parada es el Museo Histórico de Baikonur. A primera vista, este antiguo edificio soviético situado en medio de la ciudad no parece tener mucho que ver con el espacio. Pero no olvidemos que la historia de Baikonur es la historia de la conquista del espacio. El museo está dividido en tres zonas. La primera está dedicada a la construcción de la ciudad y el cosmódromo a partir de 1955, cuando la Comisión Estatal eligió la estación de Tyura-Tam como la futura base de lanzamiento del misil intercontinental R-7 Semiorka.

En el museo histórico de Baikonur se recrea la historia de la ciudad. Abajo, maqueta de la construcción de la Rampa de Gagarin en 1955.
Algunos trozos de cohetes y misiles situados a la entrada.
Estaciones de telemetría del cosmódromo.
Lanzadores soviéticos y rusos.

La segunda zona está dedicada a las raíces kazajas de la ciudad y el folclore local. No negaré que fue la que me pareció menos interesante, pero también tiene su encanto. Además, puedes ‘interactuar’ con la exposición y probarte la vestimenta tradicional (y no, no voy a poner fotografías del suceso).

Zona de la cultura kazaja, con muñeca diabólica incluida.

La tercera zona es sin duda la que llamará la atención a la mayoría de los lectores de Eureka. En ella podremos admirar todo tipo de maquetas y modelos de cohetes y vehículos espaciales soviéticos y rusos, aunque  sin duda lo más destacable son los fragmentos reales de cohetes -y algún que otro satélite que se dio un buen batacazo- que hacen de esta colección algo único en el mundo.

La tercera sala es el paraíso para los espaciotrastornados.
Maquetas de un Vostok y un Soyuz junto con fragmentos reales de las primeras etapas.
Una aleta de la primera etapa de un cohete Soyuz junto con uno de los soportes de los bloques laterales.
Un mural de estilo soviético con Tsiolkovsky, Koroliov y Gagarin.
El malogrado N-1.
La zona de Khrúnichev: el Protón-M y el Angará A5.
Una maqueta del pobre Klíper.
¡Gloria al R-7 Semiorka!
Un trozo del satélite Velka, escacharrado después de que el lanzador Dnepr fallase durante el lanzamiento.
Un traje Forel (‘trucha’) perteneciente las tripulaciones de las Soyuz para amerizajes de emergencia.
Ojito con los combustibles hipergólicos.
Modelo de la estación Mir.
El libro que el turista espacial Richard Garriott llevó al espacio en la Soyuz TMA-13, un recuerdo de su niñez.

Un traje Sokol-KV2 en su asiento Kazbek-U.
Una maqueta de la rampa de Gagarin.

Tras visitar el Museo Histórico de Baikonur, el visitante debe dirigirse sin falta a la Escuela Internacional del Espacio de Cheloméi. Sí, has leído bien. Es una escuela, no un museo, pero como si lo fuera, porque en su interior se hallan verdaderas piezas únicas, entre las que podemos destacar
una auténtica cápsula VA del programa militar Almaz. No viajó al espacio, pero se trata de un ejemplar ciertamente único. Y lo bueno es que puedes tocar y manipular todo lo que quieras. Los alumnos de la escuela tienen acceso a todo este material desde pequeños y, de hecho, muchos de sus profesores son antiguos ingenieros que trabajaron en el cosmódromo. Tiene que ser una gozada estudiar aquí.

A la entrada de la escuela te encuentras un antiguo sistema de emergencia SAS de una Soyuz.
Escuela de Cheloméi.

Cohetes fabricados por los alumnos de la escuela de Cheloméi.
¡Un asiento eyectable K-36M del Burán!
Parte superior de un bloque lateral de un cohete Soyuz.
Puedes examinar en detalle los motores de un Protón.
El motor de un cohete R-1, el clon soviético de la V-2 alemana.
Traje con tubos de agua de un antiguo Orlán.
Un antiguo traje Orlán.
Un servidor dentro del Orlán. Es más grande de lo que parece por fuera.
Maqueta de una rampa de lanzamiento del Protón.
Un respeto a Vladímir Cheloméi.

Puedes tocar el equipo NAZ de supervivencia de las tripulaciones de las Soyuz.
¡Una cápsula VA de un carguero TKS de Cheloméi!
Detalle de la escotilla lateral (la VA tiene tres escotillas).
A los mandos de la VA. El interior es angosto, ¡y sin embargo es más grande que una Soyuz!

¿Se puede pedir algo más? Por supuesto que sí. Nos queda aún el plato fuerte, el mejor museo de Baikonur. Pero eso mejor lo dejamos para otra ocasión…

Entradas de los Diarios de Baikonur:



17 Comentarios

  1. Dani, manejas el «mando telescópico» en la VA que da gusto. Pero no creas que has inventado nada… yo hace años, cuando las TV no incorporaban mandos a distancia, me apañé, con un palo de escoba viejo, un mando telescópico que me permitía o levantarme a cambiar de canal…

    Ahora en serio: Lo has bordado. Muchas gracias por la currada de estos días.

  2. Genial post, y sigue la serie…. que no acabe nunca.
    ¿Cerraron el Orlán? ¿Es muy claustrofobico? ¿Se trataba de una visita especial o dejan meterse en traje y cápsula a cualquiera?
    Gracias por compartirlo Dani.
    Saludos
    Carlos

    1. No cerramos el Orlán por comodidad, pero si querías podías hacerlo. No me pareció excesivamente claustrofóbico, pero sólo estuve un minuto dentro así que puede que no sea muy objetivo. Las visitas a la escuela son siempre guiadas.

      Un saludo.

  3. Cita de Daniel:
    » y probarte la vestimenta tradicional (y no, no voy a poner fotografías del suceso)»
    ¡No seas tímido! ¡Queremos verlo!:D
    Ahora en serio, muchisimas gracias por compartir tu experiencia. Me gustan las maquetas, me gustan las cosas espaciales… imagina lo que he sentido sobre todo viendo los fantasticos modelos creados por las nuevas generaciones en la Escuela de Chelomei.
    Hace años, y sorpresivamente, se expuso en un museo de la isla un traje Orlan y un Sokol.¡Pude tocarlos un poquito! y eso es lo mas cerca que he estado del programa espacial ruso…Con el Orlan me pasó algo extraño… Nunca he tenido problemas con los espacios cerrados, pero al ver el amasijo de cables, tuberias y depositos de gas me dió un ramalazo de claustrofobia :(. Supongo que lo mio no es ser astronauta 😀
    asi que admiro tu valiente gesto de meterte en uno 😉
    ¡Un saludo!
    Zeroauriga.

    1. ¡Me acuerdo de esa exposición! Yo también fui a verla y en su momento me pareció lo más maravilloso del mundo 😉

      En cuanto a las maquetas, habrías alucinado de estar allí, de verdad. Sólo he puesto un par de imágenes, pero había aulas enteras repletas de maquetas de cohetes y aviones.

      Un saludo.

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