Ver el lanzamiento de una nave Soyuz tripulada. El sueño de cualquier espaciotrastornado. Tras contemplar el traslado del cohete, las instalaciones del cosmódromo, la rampa y la rueda de prensa de los cosmonautas, el despegue se antojaba una especie de clímax perfecto para un viaje perfecto. Pero a medida que la cuenta atrás avanzaba inexorablemente hacia la hora cero, nuestra preocupación aumentaba. ¿Sufriría algún retraso el lanzamiento?¿Sería tan espectacular como esperábamos? Había recorrido casi ocho mil kilómetros desde Canarias para llegar hasta aquí. Como alguien que ya había visto el despegue de un vector espacial, temía en secreto que el lanzamiento me defraudase. Porque una vez visto uno, vistos todos, ¿no? Pronto saldríamos de dudas.
Mientras la tripulación se enfundaba en sus escafandras Sokol-KV2 en el edificio MIK-KA del Área 254 de Baikonur, nosotros poníamos rumbo al cosmódromo. Una vez más, pasamos por el control de la entrada y nos dirigimos hacia el Área 254. El trayecto desde la ciudad hasta el centro de lanzamiento requiere una media hora aproximadamente, tiempo suficiente para reflexionar sobre dónde estamos y qué es lo que estamos a punto de presenciar. Nuestra primera parada, el edificio MIK-KA. Allí asistiríamos a la tradicional despedida de los cosmonautas, ya embutidos en sus escafandras, rumbo a la rampa. El sol se había puesto tras el horizonte, pero la temperatura era de unos agradables veinte grados aproximadamente. Nos situamos frente al paseo de los cosmonautas, marcado en el suelo por unas líneas de color blanco. Al otro lado del paseíllo vemos a los familiares de la tripulación y la prensa internacional, incluyendo a las enormes cámaras de la NASA TV. Unos cuantos guardias vigilan que todos estén donde deben estar. A la derecha podíamos ver los dos autobuses encargados de llevar a los cosmonautas y la Comisión Estatal hasta la rampa, los mismos que se llevan usando para esta tarea desde los años 70.
Se acerca la hora del traslado a la rampa. Los autobuses arrancan sus motores y los miembros de la prensa ocupan posiciones. La Comisión Estatal se sitúa frente al paseo. Y entonces los tres cosmonautas -Fiodor Yurchijin, Karen Nyberg y Luca Parmitano- salen del edificio rodeados por los flashes de los fotógrafos. Los familiares y amigos saludan a sus seres queridos mientras todo el mundo aplaude. Caminan con paso firme, pero se nota que las escafandras Sokol han sido diseñadas para permanecer sentado en el interior de la Soyuz, no para andar con ellas. Los cosmonautas están ligeramente encorvados por el peso y la forma del traje, lo que no resta solemnidad a la ceremonia. Tras recibir la autorización oficial para el vuelo por parte de la Comisión Estatal -un mero trámite-, la tripulación saluda militarmente y se dirige hacia los autobuses, rodeados por decenas de personas. Antes de que nos demos cuenta ya han abandonado el recinto del MIK-KA escoltados por varios coches de policía. Durante el camino a la rampa, que se encuentra a unos tres kilómetros, el convoy hará una parada para que los cosmonautas puedan orinar sobre la rueda del autobús, quizás la tradición más famosa y antigua de Baikonur y que se remonta al vuelo del mismísimo Yuri. Obviamente, no podemos asistir a la ceremonia, pero es de suponer que la norteamericana Karen Nyberg lleve consigo una pequeña muestra de orina en un frasquito para evitar tener que quitarse la escafandra.
Quedan poco más de dos horas para el despegue y nos dirigimos hacia nuestro punto de observación, situado en el helipuerto junto al punto de telemetría número uno (IP-1), a menos de kilómetro y medio de la rampa. Que podamos acercarnos tanto a la rampa es simplemente increíble. Cuando asistí al lanzamiento de la sonda Juno, la NASA me hizo firmar varios papeles que básicamente venían a decir que si me caía un trozo de cohete en la cabeza la responsabilidad era mía y que yo -o mi viuda, más bien- renunciaba a demandarlos ante los tribunales. Y eso que en aquella ocasión observamos el despegue desde unos cinco kilómetros de distancia. En esta ocasión nadie nos hizo firmar nada.
La noche es perfecta. Ni una sola nube se atreve a cubrir la estepa kazaja. El cielo estrellado no es tan impresionante como el canario, pero no deja de ser un espectáculo digno de admirar. Frente a nosotros, el cohete, aún rodeado por las torres de servicio. A la derecha, la Luna a escasa altura sobre el horizonte encima de los edificios del IP-1. La oscuridad a nuestro alrededor es casi absoluta y por un momento me pregunto si corremos peligro de ser mordidos por alguna de las famosas marmotas de la estepa que pululan por aquí.
Pero si alguna marmota decide visitarnos, yo no me doy cuenta. La cuenta atrás prosigue y tres cuartos de hora antes del despegue se retraen las torres de servicio. Ahora sabemos con seguridad que habrá lanzamiento. La tripulación ya no puede abandonar a pie el cohete y si tiene lugar alguna emergencia será la torre de escape (o sistema SAS) la encargada de alejarlos de la rampa como ya sucedió en 1983 con la Soyuz T-10-1. En esos mismos momentos, dos técnicos situados en el IP-5 Saturn situado a la entrada del cosmódromo están contemplando sendos botones a la espera de recibir una señal de emergencia. Si reciben la señal, ambos deben apretar los botones casi al mismo tiempo para activar el sistema SAS. Definitivamente, no me gustaría estar en su piel.
La tensión crece a medida que se aproxima T-0, la hora prevista del lanzamiento. El reloj marca la hora de la verdad y lo vemos. Un resplandor surge de la base del cohete, seguido poco después por una gran nube de humo que escapa del foso. Debido a la poca distancia que nos separa de la rampa, el sonido nos llega casi al instante. Y entonces ocurre. El cohete se levanta en medio de un rugido ensordecedor. La noche se vuelve día cuando los cinco motores del Semiorka iluminan la estepa kazaja como si fueran un sol en miniatura. Sientes las vibraciones del despegue a través del suelo. El crepitar del aire es casi molesto, pero estás tan emocionado que no puedes articular palabra alguna. Poco a poco, el cohete acelera y se eleva majestuosamente siguiendo una trayectoria casi vertical desde nuestro punto de vista. El ruido y la luz de los motores se atenúan a medida que la bestia cobra altitud, pero al ser de noche podemos seguir su ascenso sin dificultad alguna. Al pasar por la zona de máxima presión dinámica (Max-Q) a once kilómetros de altura vemos claramente como se forma condensación alrededor del vehículo. Dos minutos después del lanzamiento se separan los cuatro bloques laterales de la primera etapa, formando en el cielo nocturno la famosa Cruz de Koroliov. El cohete sigue acelerando y no parará hasta alcanzar los 28000 km/h. Fiodor, Karen y Luca van ahora camino de la órbita baja terrestre. Decir que el lanzamiento ha sido espectacular es quedarse corto. Suena a tópico, pero lo cierto es que no hay palabras para describir el espectáculo que acabamos de presenciar. Todavía tengo la piel de gallina cuando miro a mi alrededor para comprobar que no estoy soñando. En esos momentos me siento como un verdadero privilegiado. Todo el mundo debería contemplar un lanzamiento espacial al menos una vez en su vida. Y sigo sin ver ninguna marmota.
El resplandor del cohete se va haciendo más y más débil, hasta convertirse en una pequeña estrella que se mueve hacia el horizonte atravesando la constelación de Cefeo. Resulta casi imposible imaginar que dentro de esa luz que se desplaza por el cielo hay tres personas que viajan rumbo al espacio. Casi tan imposible como que haya podido presenciarlo en persona.
Entradas de los Diarios de Baikonur:
- Diarios de Baikonur I: La ciudad entre dos mundos
- Diarios de Baikonur II: el cosmódromo y las sombras del Energía
- Diarios de Baikonur III: el traslado del cohete a la rampa
- Diarios de Baikonur IV: el Hotel de los Cosmonautas
- Diarios de Baikonur V: el lanzamiento
- Diarios de Baikonur VI: la ciudad de los museos
- Diarios de Baikonur VII: el Museo del Cosmódromo de Baikonur
- Diarios de Bakonur VIII: la Ciudad de las Estrellas
- Diarios de Baikonur: la charla online
Impresionante.
Perfectamente narrado.
Debe ser un experiencia que marca.
Impresionante. Lo he leído y parece que yo mismo he estado ahí…. Bueno, gracias a ti, sí que he estado ahí.
+1
Daniel, ha sido un increible reportaje. Me ha gustado muchisimo el nivel de detallismo. Sabia algunas de las cosas que has contado y otras para nada.
Realemnte te envidio por haber podido tener oportunindad de presenciar algo como esto.
Como curiosidad que tal te han tratado por rusia? Se que no es tu primer viaje a esa parte, pero que te gusto mas Rusia o Kazajistan? pudiste visitar Kazajistan?
Gracias, Dimitry. Realmente no sabría decirte. Baikonur es oficialmente parte de Rusia, así que salvo las afueras de la ciudad no puedo decir que haya visitado Kazajistán. La gente de Baikonur, tanto de etnia rusa como kazaja me pareció bastante amable y cordial. Por otro lado, no sorprendo a nadie si digo que Rusia es un país que me encanta. Un saludo.
Maravillosa narración. ¿Quién dijo que los lanzamientos de las Soyuz son ya algo rutinario? Creo que para un aficionado al espacio no puede haber ahora mismo nada mejor. Felicidades por haber tenido esa gran oportunidad.
Qué envidia me das. Tanto por el hecho en sí como por poder haberlo hecho ahora.
Una duda que me atenaza desde hace tiempo y no acabo de resolver. El R-7 y el Soyuz ¿cuantas etapas tienen? Porque la etapa central inicial se enciende desde el principio ¿no? en ese caso los laterales ¿no se cuentan como «media etapa»?
Que gratificante poder leer tu narración y que hayas vivido una de las experiencias que más soñaste en la vida. Felicitaciones y un gran abrazo desde Perú.
Genial! Gracias por compartir este viaje tan especial. Felicidades, seguro te llevas un gran recuerdo.
Lo has narrado tan bien que si algún día tengo la suerte de ir lo mismo me llevo una decepción! Muchas felicidades por el viaje!
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Mis felicitaciones nuevamente daniel, tienes pensado asistir a un lanzamiento de los ariane o el de un cohete tripulado en china?
Me encantaría, pero por ahora no tengo nada en firme. Con un lanzamiento espacial al año ya es bastante 😉
Gracias por la crónica. No puedo dejar de envidiarte por la estupenda experiencia que has vivido de ver el lanzamiento de un Soyuz.
Pues ya sabes, no apuntamos a otro lanzamiento 😉
¿Te dejaron verlo a menos de un kilometro?… el ruido y la luz debieron de ser tremendos!… a mi ya me pareció indescriptible el despegue de la Juno, y estaba sensiblemente mas lejos que tu ese día…
Da gusto leer esta serie de diarios, se te ve especialmente inspirado, gracias a estas lecturas, podemos llegar a saborear un poco de la emoción del viaje.
En nombre de todos los espaciotrastornados, MUCHAS GRACIAS, Daniel!!!
Gracias, Ángel. Para ser justos, hay que tener en cuenta que el Soyuz-FG es bastante menos potente que el Atlas V 551 de Juno, así que la diferencia tampoco fue tan abrumadora 😉
Muchas gracias por compartir tu aventura y hacerlo, además, de un modo tan gráfico. Misión cumplida. Feliz regreso.
Gracias a ti, Gabriel.
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genial dani, felicidades.
podrías armar con tus datos, una especia de guía turística para presenciar un lanzamiento.
como hacemos para llegar?
es abierto al publico en general o solo con invitaciones especiales?
…he estado dos veces en florida ( una para ver un lanzamiento) y no ha sido posible por retrasos…
saludos desde mallorca.
Hola Lucas,
se puede viajar de muchas formas a Baikonur, pero es posible hacerlo como simple turista pagando un viaje organizado en una agencia. Solo es imposible.
Daniel. Gracias por acercarnostan» fisicamente» al lanzamiento. Pudiste grabar el sonido?
No podrias haber dado» el cambiazo» cuando visitaste el hotel?
Grabamos el sonido, sí, pero la verdad es que la grabación es una pálida sombra de lo que sentimos. Y lo del hotel… los guardias que pululaban por allí tenían cara de muy pocos amigos 🙂
Wow!!… al leer tu narración me acabas de trasladar a la estepa kazaja en esa hermosa noche iluminada por ese espectacular cohete.
Doble suerte la tuya: presenciar un lanzamiento espacial tripulado (no es lo mismo saber que 3 seres humanos van ahí adentro que un «simple» satélite) y presenciar un lanzamiento nocturno, siempre impactantes por su belleza.
Espero algún día ver un lanzamiento con mis propios ojos tal como tu!.
Nuevamente gracias por el paseo por Baikonur!!!
Daniel!! Eres un xxxxxxx!! Me has puesto la piel de gallina leyendo tu narración del despegue!!
Creo que hasta alguna lágrima pugnaba por salir… 🙂
Muchas gracias y saludos!
Me resulta curioso que los mantengan aislados para protegerles de infecciones, y luego saluden a la Comisión Estatal, a pie de rampa están con ingenieros, demás técnicos…. a Gagarin incluso le soltaron unos buenos besos. Claro que eran otros tiempos.
Gracias por toda la crónica. Pero estoy seguro que muchos nos hemos quedado con más «hambre» de Baykonur.
Saludos.
Carlos
Tranquilo, que quedan dos entradas más 😉 ¡Estén atentos!