Parecía algo que nunca sucedería, pero después de ocho años un Falcon 9 de SpaceX ha fallado. El pasado 12 de julio de 2024 a las 02:35 UTC despegó la misión Starlink Grupo 9-3 desde la rampa SLC-4E de la base de Vandenberg (California). La misión debía poner en órbita veinte satélites Starlink v2 Mini, trece de los cuales del tipo D2C (direct-to-cell) para comunicarse directamente con terminales móviles. El lanzamiento no podía ser más rutinario. Era el 70º lanzamiento de un Falcon 9 en 2024 y el 354º en total, unas cifras que marean. Efectivamente, el despegue se desarrolló sin incidentes y la primera etapa B1063 cumplió su función y aterrizó sin problemas en la barcaza OCISLY, habiendo cumplido su 19º misión (fue el 329º aterrizaje de una primera etapa con éxito y el 255º de forma seguida).
Pero durante el ascenso de la segunda etapa hacia la órbita, y después de la separación de la cofia, las ya tradicionales cámaras que nos enseñan el motor Merlin 1DVac comenzaron a mostrar escarcha y una fuga de un fluido, que posteriormente se confirmó que era oxígeno líquido. La formación de escarcha y hielo de oxígeno líquido en la segunda etapa es un suceso habitual en los lanzamientos del Falcon 9 que suele llamar la atención del público, pero, en esta ocasión, el volumen de hielo era mucho mayor. Además, la fuga de líquido y el inflado excesivo de las capas de material aislante (MLI) durante la ignición eran claramente anómalos. Pese a todo, el primer encendido de la segunda etapa se completó, situando la carga de veinte satélites en una órbita inicial de unos 135 x 280 kilómetros, aproximadamente, con una inclinación de 53,2º.
Las misiones Starlink usan dos encendidos de la segunda etapa, el primero para dejar la carga en una órbita de unos 150 x 300 kilómetros, aproximadamente, y el segundo, de muy corta duración, para elevar el perigeo hasta circularizar la órbita hasta unos 300 kilómetros (originalmente se usaba un único encendido, pero se cambió a dos por el incremento de tamaño de los v2 Mini y por el mayor rozamiento atmosférico a esas altitudes como resultado de la expansión de la atmósfera cerca del máximo de actividad solar). A partir de ahí, los satélites usan sus propios motores iónicos a base de argón para circularizar la órbita y elevar el perigeo hasta los 300 kilómetros. Sin embargo, el segundo encendido no se produjo. Según comunicó Elon Musk en X, el motor «había experimentado una RUD (Rapid Unscheduled Disassembly)», o sea, se desintegró antes del segundo encendido. No obstante, la etapa sobrevivió, fue capaz de desplegar los satélites y, luego, se pudo pasivizar para evitar que explote posteriormente en órbita. Obviamente, no fue posible efectuar un encendido de reentrada y la etapa se mantuvo en órbita, aunque por poco tiempo.
Sin este segundo encendido, los satélites Starlink se quedaron en una órbita con un perigeo demasiado bajo (la mayoría a 135, pero algunos a 115 kilómetros, aunque parece que uno sí logró llegar a 190 kilómetros). A esta altitud, el rozamiento atmosférico es muy intenso y, aunque Musk indicó que habían activado sus motores iónicos a máxima potencia —«warp 9»—, estos propulsores generan un empuje muy pequeño. Está por confirmar, pero parece que todos los satélites reentraron entre el 12 y el 13 de julio (el 12 de julio alrededor de las 11:00 UTC se observó al menos la reentrada de uno de los veinte Starlink sobre Chile). La pérdida de veinte satélites Starlink no es especialmente relevante en una megaconstelación con más de 6250 unidades en órbita (aunque el fallo se suma a la reentrada de unas ocho unidades defectuosas del Grupo 9.1 lanzado el 19 de junio). Pero sí que es significativo de cara a las operaciones del Falcon 9, el lanzador que quiere consolidar su posición como el vector con la cadencia de vuelo más elevada de la historia.
Como es habitual cada vez que se produce un fallo en un lanzador que conlleva la pérdida de la carga útil, la FAA (Federal Aviation Administration) ha ordenado una investigación del incidente y, por tanto, las misiones del Falcon 9 están suspendidas hasta que no se decida lo contrario. En otro vector con una cadencia de vuelo menos elevada, la decisión de la FAA probablemente no tendría un impacto muy importante. Al fin y al cabo, todo apunta a que el fallo de la segunda etapa tiene fácil solución —salvo que sea un error de diseño— y nadie duda de que SpaceX resolverá el problema en cuestión de semanas. Pero, por muy sencilla que sea la solución, la investigación tiene sus tiempos. Con un lanzador que iba a buen ritmo para batir el récord de 96 misiones en un año, este tropiezo son malas noticias. Además, no olvidemos que el Falcon 9 es un cohete certificado para lanzamientos tripulados con la Crew Dragon, por lo que este parón afectará a las futuras misiones Polaris Dawn (31 de julio) y Crew 9 (mediados de agosto), además de otras misiones no tripuladas, pero relacionadas con la ISS, como la nave de carga Cygnus NG-21 (3 de agosto). Por supuesto, también es posible que la resolución del problema tome más tiempo y otras misiones clave puedan verse afectadas, como son las sondas Hera o Europa Clipper, que deben partir en octubre (en los últimos días han aparecido informaciones sobre un posible retraso de Europa Clipper por culpa de elementos que podrían no soportar la enorme dosis de radiación prevista en la órbita de Júpiter, pero no está claro hasta qué punto este problema causará un retraso grave en el lanzamiento).
Ha sido cuestión de buena suerte que este fallo se produjese en una «anodina» misión Starlink y no en un lanzamiento tripulado o de una sonda de miles de millones de dólares (sí, en un lanzamiento de la Crew Dragon solo se requiere un encendido de la segunda etapa, pero esa no es la cuestión). Sea como sea, este es el primer fallo de un Falcon 9 desde que el 1 de diciembre de 2016 la segunda etapa del Falcon 9 F9-029 explotó en la rampa SLC-40, destruyendo el satélite israelí Amos 6 por culpa del sistema de presurización de helio de la etapa. Para encontrar un fallo de un Falcon 9 en pleno lanzamiento hay que remontarse al 28 de junio de 2015, cuando otra segunda etapa también falló por causa del sistema de presurización. En aquella ocasión, la explosión de la segunda etapa hizo que el Falcon 9 v1.1 se desintegrase antes de la separación de la primera etapa, causando la pérdida de la nave de carga Dragon CRS-7. Desde el accidente del Amos 6, el Falcon 9 había volado la friolera de 334 misiones sin ningún fallo, todo un récord.
Y es que, a pesar de que todo el mundo conoce el Falcon 9 por ser el único lanzador reutilizable en servicio actualmente en el mundo, lo cierto es que tanto o más reseñable es su fiabilidad. Cuando SpaceX anunció que reutilizaría la primera etapa del Falcon 9, pocos dudaron de que pudiera lograrlo, pero muchos sí cuestionaron que pudiera hacerlo con una fiabilidad mínima que le permitiese competir en el mismo mercado que otros lanzadores como el Delta IV, el Atlas V o el Ariane 5. Ahora queda esperar para conocer las causas precisas del fallo. Si se demuestra que el incidente ha sido resultado de la presión por lanzar más misiones y superar el récord de 96 misiones anuales, el asunto puede ser más serio. Si no, seguramente en unas semanas volveremos a ver al Falcon 9 en el aire otra vez. En todo caso, el fallo del Falcon 9 se produce justo con la nave Starliner todavía acoplada a la ISS y nos recuerda por qué la NASA quiere disponer de una segunda nave tripulada capaz de acceder a la ISS a pesar del magnífico desempeño de la Crew Dragon hasta el momento.
Estadísticas del Falcon 9 y otros lanzadores
Falcon 9:
- 334 lanzamientos consecutivos con éxito entre el 1 de diciembre de 2016 y el 12 de julio de 2024.
- 354 lanzamientos del Falcon 9 en todas sus versiones.
- 96 lanzamientos con éxito en un año.
- 329 aterrizajes con éxito de una primera etapa.
- 255 aterrizajes exitosos de forma seguida.
Familia R-7:
- Más de 1990 lanzamientos (incluyendo lanzamientos suborbitales del misil R-7) desde mayo de 1957.
- 159 lanzamientos exitosos seguidos del Soyuz U y Soyuz-U2 entre junio de 1982 y febrero de 1986 (sin contar el accidente de un Soyuz-U con la Soyuz T-10-1 en 1983, cuando el cohete explotó en la rampa y la torre de escape se activó para salvar la vida de los dos cosmonautas).
- 188 lanzamientos exitosos seguidos del Soyuz-U, el Soyuz-U2, el Vostok-2M y el Mólniya-M en el mismo periodo anterior y con el accidente de la Soyuz T-10-1.
- 145 lanzamientos exitosos seguidos del Soyuz-U y el Soyuz-U2 entre julio de 1990 y mayo de 1993 (sin contar un fallo parcial el 27 de abril de 1993).
Delta II
- 333 lanzamientos entre 1990 y 2018.
- 102 lanzamientos exitosos consecutivos entre mayo de 1997 y septiembre de 2018.
Hay fallos y hay fallos, no es lo mismo que el lanzador reviente en la plataforma o segundos después, a que falle el segundo encendido de la segunda etapa necesario para circularizar la orbita. El resultado de ambos fallos es el mismo, perdida la carga y fracaso de la misión, pero poner ambos fallos al mismo nivel no me parece objetivo.
Dicho esto tendrán que estudiar cual ha sido exactamente el problema y como evitar que vuelva a suceder, de hecho esto debería acabar mejorando la fiabilidad de la ya grandísima fiabilidad que tiene ese lanzador.
Lo bueno, como ya se ha comentado, es que con los starlinks que fabrican como churros, SpX tiene una plataforma de pruebas y aprendizaje envidiable.
Una posible explicación del fallo (no verificada):
«Aparentemente, SpaceX se siente cómodo al saber la naturaleza del problema con la segunda etapa. Parece que SpaceX hizo una pequeña modificación en la segunda etapa antes del reciente vuelo. Tienen la intención de revertir la modificación para vuelos futuros, por lo que el retraso antes del próximo vuelo debería ser relativamente corto, suponiendo que la FAA esté de acuerdo con las conclusiones de SpaceX.»
La fuente de esta información sería “Información de programación de agenda que proporcionaron a un cliente”.
Parece plausible, pero queda por confirmar.
https://forum.nasaspaceflight.com/index.php?topic=61132.msg2608278#msg2608278
– Koy se ha realizado un test de una segunda etapa en McGregor. Podría estar relacionado con la investigación, pero no se ha podido confirmar.
Space is hard.
La increíble racha de éxitos del F9R nos ha acostumbrado mal, hace que lo difícil y extraordinario parezca fácil y rutinario.
Gracias MeF. «Un pequeño cambio para SpaceX un gran salto para la segunda etapa»
¿Y con cuanto ahorro? ¿Mereció la pena?
Un ruso diría si funciona ¿para que cambiar nada?
Yo opino como los rusos. Pero también depende del talento que tengas en lo que haces. En Space-X sólo hay que ver los cambios en Starbase y la Starship para ver que han cambiado, y a mejor.
Diría que cambiar cosas es peligroso en manos de ingenieros malos, pero es lo que les ha permitido adelantar a los rusos quizás.
Estoy en contra de la frase : más vale lo malo conocido que lo malo por conocer.
Yo creo que la frase debería ser: más vale lo bueno desconocido que lo malo conocido.
Supongo que los cambios vendrán de la mano de la propia filosofía de Spacex «la mejor pieza es la que no existe…», supongo que habrán eliminado/simplificado algo con el fin de ahorrar, y «el tiro les ha salido por la culata…»
Me alegra de que hayan localizado la causa del problema.
Esto con una Starship no hubiera pasado. Al tener redundancia de motores aumentaría la seguridad y si no se enciende 1, se enciende un segundo motor.
Si es un problema de cambios en el diseño, entonces, aquí la redundancia pinta poco.
Depende de la carga. Si se acerca al limite de la carga mas de dos motores no puede perder.
Me refiero a la Starship, no al Falcon 9
Yo he visto ríos ricos en metano desembocar en lagos con etano y un oleaje de milímetros en varios mares polares con hidrocarburos.
https://www.nature.com/articles/s41467-024-49837-2
Y todo eso se perderá algún día del conocimiento humano cuando nos volvamos más brutos que un arado.
Ya queda menos.
SpX ha pedido a la FAA un “public safety determination request”.
Si la FAA considera que el F9R no resulta un peligro para personas o bienes, permitirá la vuelta inmediata del cohete a la acción, mientras se realiza la investigación del fallo.
la probabilidad nunca falla… es un hecho irrefutable.