¿Vida en la atmósfera de Venus? El misterio del fosfano en el planeta gemelo de la Tierra.

Por Daniel Marín, el 14 septiembre, 2020. Categoría(s): Astronomía • Venus ✎ 226

¿Puede haber vida en la atmósfera de Venus? A primera vista, esta idea es una locura. Con una temperatura constante —noche y día— de unos 470 ºC, nubes de ácido sulfúrico y una presión atmosférica superficial de 93 bares, Venus es un infierno. De hecho, es difícil imaginar un ambiente más hostil para la vida. Y, sin embargo, a 55 kilómetros de altura, justo sobre la capa de nubes de ácido sulfúrico, las condiciones son muy benignas. Tanto que uno de los lugares más favorables a la vida tal y como la conocemos es, paradójicamente, la alta atmósfera de Venus. La hipótesis de que pueda existir vida microbiana en Venus parecía sin embargo ser muy poco probable, como mucho un ejercicio interesante de imaginación. Pero todo ha cambiado hoy con el anuncio del descubrimiento de fosfano (PH3) en la atmósfera de Venus. El fosfano es un compuesto considerado biomarcador, esto es, podría estar siendo creado por microorganismos. Vale, ¿pero es un descubrimiento tan importante? Al fin y al cabo, seguro que hay muchos mecanismos para producir fosfano de forma abiótica, ¿no? Pues no, ninguno. O, mejor dicho, ninguno que logre explicar la abundancia de fosfano detectada. Y eso es lo que ha hecho saltar todas las alarmas.

Venus visto por la sonda japonesa Akatsuki (JAXA/ISAS/DARTS/Damia Bouic).

Pero antes de entusiasmarnos demasiado, retrocedamos un poco para entender el asunto. Las condiciones benignas de la alta atmósfera de Venus llevaron a los investigadores Harold Morowitz y Carl Sagan a proponer en una fecha tan temprana como 1967 la posible existencia de microorganismos en esa zona del planeta. La idea era curiosa, pero cuando se confirmaron las brutales condiciones de la superficie de Venus, principalmente gracias a las sondas soviéticas Venera, fue rápidamente aparcada. Nadie esperaba seriamente que Venus tuviese vida en la parte alta de su atmósfera cuando la superficie era un infierno. Sin embargo, en las últimas décadas la hipótesis ha ido ganando poco a poco en popularidad. ¿La razón? Ahora sabemos que quizás Venus fue habitable hasta hace relativamente poco tiempo (puede que sea un horno desde hace solo unos cientos millones de años). Si Venus tuvo océanos, a lo mejor tuvo vida. Y si tuvo vida, es posible, aunque muy poco probable, que algunos microorganismos hayan logrado sobrevivir en su alta atmósfera. Por otro lado, el interés en este mundo ha aumentado porque ahora se sabe que existen muchos exoplanetas que podrían ser similares a Venus. ¿Cómo distinguir si un planeta rocoso es un oasis como la Tierra o un desierto yermo como Venus? Dependiendo del caso, no podemos —la definición de zona habitable es muy ambigua—, de ahí la necesidad de entender mejor al «gemelo de la Tierra» para luego poder identificar posibles exotierras más eficazmente.

Moléculas de fosfano en Venus (ESO/M. Kornmesser/L. Calçada & NASA/JPL/Caltech).

Pero, si hay vida microbiana en Venus, ¿cómo lo podríamos confirmar? Lo opción más directa es enviar una sonda. Lamentablemente, Venus es el gran olvidado de la exploración del sistema solar y hace décadas que ninguna nave aterriza sobre él (aunque sí se han enviado orbitadores, como Venus Express de la ESA o Akatsuki de la agencia japonesa JAXA, que todavía sigue activo). Otra forma más barata, pero también más ambigua, es intentar detectar algún biomarcador en la atmósfera desde los observatorios de la Tierra. Los biomarcadores son sustancias asociadas con los seres vivos en la Tierra que, por separado, no son una prueba concluyente de la presencia de vida, pero que en conjunto sí que pueden permitirnos afirmar que la existencia de alguna forma de vida puede ser muy probable. Ejemplos de biomarcadores son el agua, el oxígeno y el ozono o el metano. ¿Y el fosfano? Esta sustancia tóxica y maloliente está entre las últimas que asociaríamos con la vida (por cierto, fosfina es la denominación antigua y la IUPAC recomienda no usarla, pero si no nos gusta el término fosfano, siempre podemos recurrir a «trihidruro de fósforo»). Pero recientemente, varios grupos de investigadores han apostado por el fosfano como biomarcador por ser un compuesto asociado a formas de vida en la Tierra y no existir ningún mecanismo geológico conocido capaz de crearlo en grandes cantidades.

Modelo de la atmósfera de Venus con el ciclo de vida de posibles microorganismos (Royal Society).

En efecto, el fosfano podría ser un biomarcador directo e inequívoco, a diferencia de los otros mencionados anteriormente. En la atmósfera de la Tierra el fosfano se encuentra en pequeñas cantidades a nivel global —del orden de partes por trillón—, pero ha sido generado por microorganismos (o por acción del ser humano). El fosfano es un biomarcador tan reciente que suele omitirse en la mayoría de referencias sobre el tema, aunque algo me dice que esto va a cambiar rápidamente. «Pero un momento, ¿acaso no se ha detectado fosfano en Júpiter y otros planetas gigantes? ¿Esto quiere decir que hay vida allí?», puede objetar algún lector avispado. Pues sí, hay fosfano en los planetas gigantes, y mucho, pero se ha formado en el interior de atmósferas reductoras a altísimas temperaturas y presiones (una atmósfera reductora es aquella en la que los compuestos con hidrógeno dominan sobre los compuestos con oxígeno). En un planeta rocoso no se pueden dar estas condiciones —no, ni siquiera en la superficie de Venus—, pero es que además la presencia de oxígeno destruiría rápidamente —en tiempo geológico, se entiende— cualquier cantidad apreciable de fosfano. Es por eso que todo el fosfano en la atmósfera terrestre ha sido creado a través de actividad biológica. «Bueno, pero no hay oxígeno en Venus, ¿no?». Efectivamente, aunque no hay grandes cantidades de oxígeno libre, la atmósfera de Venus es fuertemente oxidante. El fosfano debería desaparecer rápidamente en estas condiciones, así que, además de un mecanismo capaz de crearlo en primer lugar, necesitamos que también pueda mantener esas concentraciones estables en el tiempo.

No, esto no es lo que genera el fosfano en Venus (imagen de la película soviética «El planeta de las tormentas» de 1962, ambientada en Venus).

Pero el fosfano solo puede ser un buen biomarcador si es posible detectarlo. Para ello, un equipo de investigadores liderado por Jane Greaves decidió observar Venus con el objetivo de poner un límite superior a la presencia de fosfano en su atmósfera. Es decir, no esperaban encontrar este compuesto, pero la resolución de las observaciones les permitiría afinar el grado de resolución espectral necesario para conseguir la detección de esta sustancia en un planeta rocoso. Con este objetivo en mente, Greaves y sus colegas observaron el planeta vecino con los radiotelescopios ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), situado en Chile, y el JCMT (James Clerk Maxwell Telescope) en Hawái. Ambos observatorios trabajan en el rango milimétrico del espectro, donde se puede observar una de las firmas espectrales de la molécula de fosfano (a 1,123 milímetros de longitud de onda, para ser precisos). Las observaciones se realizaron en junio de 2017 usando el JCMT y en marzo de 2019 con la red ALMA. Para su sorpresa, descubrieron fosfano en la atmósfera de Venus. Los resultados se acaban de publicar hoy en un paper de Nature Astronomy.

La línea del fosfano en Venus detectada por el observatorio JCMT (Greaves et al.).
La línea observada con ALMA (Greaves et al.).
La firma espectral de los dos observatorios. En blanco la línea de absorción detectada por ALMA (ALMA (ESO/NAOJ/NRAO), Greaves et al. & JCMT (East Asian Observatory).

La primera cuestión que cabe plantearse es hasta qué punto es un descubrimiento fiable. Las líneas espectrales de las atmósferas planetarias no son sencillas de observar desde la Tierra y es fácil confundirse con las líneas de otros compuestos y elementos, algo que ya pasó con el metano marciano al ser estudiado desde observatorios terrestres. Y, efectivamente, el equipo de Greaves pensó al principio que se trataba de «contaminación» procedente de la línea del dióxido de azufre, por lo que, para salir de dudas, realizaron más campañas de observación con ALMA. La línea de absorción espectral del fosfano medida es compatible con una capa de esta sustancia situada entre 53 y 61 kilómetros de altura, en la capa media o en la capa superior de las nubes de Venus, donde la temperatura es de unos 30 ºC y la presión atmosférica es de 0,5 bares. Eso sí, nada impide que el fosfano esté también presente a mayor profundidad y que luego suba a las capas más altas. El fosfano se ha observado en latitudes medias y no se ha detectado en los polos del planeta, mientras que las concentraciones en el ecuador son más bajas.

Diferentes contribuciones al espectro de fosfano según la latitud. No se observa señal en los polos (ESA/Jane Greaves).

Todo esto está muy bien, pero ahora viene la cuestión más importante. ¿De qué cantidades estamos hablando? Uno de los secretos mejor guardados de la espectroscopía es que resulta muy, pero que muy difícil, calcular las abundancias reales de los elementos y compuestos a partir de sus líneas espectrales obtenidas a distancias astronómicas. En este caso, la cantidad estimada por el equipo de Greaves ronda las 20 partes por mil millones (20 ppb), aunque, lógicamente, la incertidumbre es importante. La cifra es muy sugerente porque, aunque en términos absoluto es muy poco, estamos hablando de mucha cantidad para un gas tan poco frecuente como es el fosfano, pero, por otro lado, tampoco se trata de un volumen tan grande que resulte imposible de explicar invocando la existencia de microorganismos que habiten las nubes de Venus.

El mecanismo de producción fotoquímica del fosfano no logra explicar la cantidad observada (Greaves et al.).

Y ahora viene el plato fuerte. Los investigadores han intentado explicar la presencia de fosfano invocando mecanismos abióticos, es decir, aquellos en los que la vida no juegue ningún papel. Sin éxito hasta el momento. El único mecanismo abiótico digno de mención es la formación fotoquímica a partir de fósforo y luz ultravioleta del Sol. Incluso dejando a un lado la naturaleza desconocida de la fuente de fósforo original en este caso, este mecanismo se queda corto en cuatro órdenes de magnitud a la hora de explicar la concentración de fosfano detectada. Otros mecanismos geológicos conocidos —como el escape de depósitos subterráneos, volcanes o rayos— y la aportación de este compuesto por parte de meteoritos ni siquiera se consideran relevantes para explicar el ritmo actual de creación de fosfano (los rayos solo lograrían explicar una diezmillonésima parte del fosfano, mientras que la actividad volcánica debería ser, como mínimo, doscientas veces superior a la actual para explicar la concentración medida; por su parte, los meteoritos son una fuente completamente despreciable, salvo que haya habido un impacto gigantesco reciente hace poco, algo que los mapas geológicos no muestran por ningún lado). Naturalmente, bien podrían existir mecanismos abióticos desconocidos. De hecho, es lo más probable si usamos el principio de la navaja de Occam. Por eso el equipo de Greaves propone como explicación a este misterio la presencia de algún proceso geoquímico o fotoquímico no conocido que esté generando grandes cantidades de fosfano, aunque actualmente no se conozca ninguno. Ni que decir tiene, a partir de hoy serán muchos los investigadores que intentarán dar con algún proceso de este tipo.

Posible mecanismo abiótico de formación del fosfano (Greaves et al.).
Detalle de los mecanismos abióticos de formación del fosfano (Greaves et al.).

Vale, puede haber vida, ¿pero conocemos organismos capaces de generar fosfano? Sí y no. Me explico: en la Tierra existen bacterias anaeróbicas que aparentemente generan fosfano directamente (así como procesos industriales humanos, pero no los tenemos en cuenta por motivos obvios). Eso sí, los procesos de producción de fosfano por parte de microoganismos terrestres no se conocen nada bien y hay teorías que sugieren que estos procesos no serían directos (es decir, necesitarían de muchas otras sustancias o materiales que no están presentes en las nubes de Venus). Está claro que para saber si existe vida en Venus primero deberemos asegurarnos de que entendemos los mecanismos de producción de fosfano de las bacterias terrestres. Otro escollo que debe superar la hipótesis de vida en Venus es cómo puede sobrevivir un ecosistema de microorganismos que esté permanentemente flotando en las nubes. En la Tierra se han detectado bacterias a más de cuarenta kilómetros de altura, pero por el momento no se ha demostrado que haya microorganismos capaces de sobrevivir a esa altura sin interacción con las capas más bajas o la superficie. Y hablamos de nuestro planeta, un mundo que es claramente habitable. También es cierto que las nubes en Venus son prácticamente permanentes, mientras que en la Tierra tienen una vida media relativamente corta. Por otro lado, la distribución del fosfano detectado en Venus —abundante en latitudes medias, escaso en el ecuador y ausente en los polos— cuadra con los modelos que tenemos de la alta atmósfera de Venus, dominados por las células convectivas de Hadley. Según este modelo, el ambiente más favorable para unos hipotéticos microorganismos serían precisamente las latitudes medias, con tiempos de circulación de entre 70 y 90 días.

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La superficie vista por la Venera 10 (Ted Stryk).

El ciclo biológico de las hipotéticas bacterias venusinas sería el siguiente: las bacterias vivirían dentro de las gotas de ácido sulfúrico entre 50 y 60 kilómetros de altura. Sí, dentro del ácido. Aunque el ácido sulfúrico es un ambiente muy hostil —¿quién lo diría?—, hay bacterias terrestres que aguantan pH muy bajos y, además, es más fácil para la vida sobrevivir en un medio líquido. Las gotas de ácido sulfúrico con bacterias chocarían entre sí y, con el tiempo, se harían más grandes y caerían, pero no a la superficie. La enorme temperatura de la atmósfera inferior evaporaría las gotas, dejando atrás las bacterias en forma de esporas muy resistentes flotando en una neblina inferior. Tiempo después, corrientes de viente volverían a llevar estas esporas hasta la capa de nubes de ácido sulfúrico, donde volverían a reanudad su actividad biológica. Las bacterias serían obviamente anaeróbicas y generarían fosfano como parte de su metabolismo. ¿Es posible una forma de vida de este tipo? Quién sabe. Ayer esta era una hipótesis que casi era pura ciencia ficción, hoy ya no tanto.

La cápsula DAVINCI desciende por la atmósfera de Venus (NASA).
La propuesta de cápsula DAVINCI+ desciende por la atmósfera de Venus (NASA).

Resumiendo, ¿quiere decir esto que hay vida en Venus? Rotundamente, no. Afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias. Hacen falta muchas más observaciones para confirmar estos datos. Sobre todo, es prioritario medir bien la abundancia real del fosfano en la atmósfera de Venus. La viabilidad de los mecanismos abióticos propuestos o por proponer dependen de si son capaces de igualar las concentraciones de fosfano detectadas, que bien podrían ser muy diferentes en la realidad. Para lograr este objetivo sería recomendable enviar una o varias sondas atmosféricas a Venus (como la misión DAVINCI+). Estas sondas —equipadas con espectrómetros de masas y, quizás, microscopios— servirían además para determinar con precisión las características de la atmósfera venusina usando instrumentos modernos. Precisamente, una de las fuentes de incertidumbre es el tiempo que puede permanecer el fosfano en la atmósfera de Venus antes de ser destruido. El equipo de Greaves calcula que este tiempo es con toda seguridad inferior a mil años, aunque probablemente sea mucho menor (de todas formas, este tiempo de vida sería superior al que vemos en la Tierra), pero el cálculo preciso depende de la incertidumbre en las condiciones atmosféricas de Venus. Este parámetro es esencial porque cuanto mayor sea la vida media del fosfano en Venus, más sencillo será explicar su presencia por medios abióticos (siempre y cuando los investigadores den con alguno). Por último, es necesario entender mucho mejor los mecanismos de producción de fosfano por los microorganismos terrestres para valorar plenamente la importancia del fosfano como biomarcador.

Proyecto de sonda-globo venusino Calypso para estudiar la atmósfera del planeta justo donde se encuentra el fosfano (NASA).

A partir de hoy, al misterio del metano marciano se suma el del fosfano venusino. A diferencia del metano del planeta rojo, por el momento no conocemos mecanismos químicos o geológicos que expliquen la presencia de fosfano en Venus. Pero también es cierto que Venus es un lugar mucho más hostil que Marte, incluso en la actualidad. No cabe duda de que no existe mejor excusa para lanzar por fin una misión que explore la atmósfera de Venus como la Venera-D de Rusia o los recientes proyectos de sondas de NASA y ESA que no han logrado ser aprobadas, así como la última propuesta de Rocket Lab, aún por concretar. Una consecuencia de este descubrimiento es que las propuestas que incluyan sondas atmosféricas a Venus se van a ver reforzadas frente a otras que hagan uso de orbitadores o sondas de superficie. Y ya que estamos, ¿por qué no volar por Venus usando un dirigible tripulado como el del proyecto HAVOC?). Más que nunca, Venus se merece nuestra atención.

Dirigibles tripulados en la alta atmósfera de Venus del proyecto HAVOC (NASA).

Referencias:

  • https://www.nature.com/articles/s41550-020-1174-4
  • https://www.eso.org/public/archives/releases/sciencepapers/eso2015/eso2015a.pdf
  • https://www.eso.org/public/news/eso2015/
  • https://www.nature.com/articles/2151259a0
  • https://arxiv.org/pdf/2007.00105.pdf
  • https://arxiv.org/pdf/2008.01888.pdf
  • https://arxiv.org/abs/1910.05224
  • https://arxiv.org/pdf/2008.08620.pdf
  • https://arxiv.org/pdf/2008.12821.pdf


226 Comentarios

    1. Por poder, es posible. Sin embargo, lo veo muy complicado dada la enorme diferencia de entornos. La contaminación más probable es la del ambiente terrestre de superficie, que es cuando construimos la sonda. Y este entorno es tan diferente del agresivo entorno ácido de Venus que resulta muy complicado imaginar que las bacterias que hayan podido desarrollar semejante ciclo sean igualmente compatibles con nuestro entorno (ya que sería la fuente de contaminación).

      Pero bueno… Alguna posibilidad hay con arqueas, ya que algunas de estas son tan resistentes que perfectamente pueden ser compatibles con ambos entornos.

      De todas formas, si no ha sido por contaminación humana reciente, es bastante probable que sí que haya un origen común basado en panspermia a lo largo de la historia del sistema solar.

      Por eso sería tan interesante poder obtener dichas muestras. Analizar el ADN (asumiendo que son igual en ese aspecto) y ver si se pudieran situar en algún punto de la evolución terrestre.

      Sería un shock descubrir vida en varios puntos del sistema solar y descubrir que ha habido múltiples mecanismos de panspermia a lo largo de su vida, y que de alguna manera todas las formas de vida están entroncadas de manera similar a como lo están con las migraciones planetarias. Es sólo elevar la escala al interplanetario.
      ¿Y quien sabe si interestelar más adelante?

      Si las probabilidades de transferencia panspérmica son probabilísticamente superiores a los de su aparición natural, habría bastantes probabilidades de que ese evento se diera por ese mecanismo.

      Por ejemplo, eventos como la aparición de las primeras bacterias, los eukariotas, la reproducción sexual y mecanismos acelerados de evolución… Si la probabilidad de panspermia es mucho más alto de lo que imaginamos, podría ser que ese evento apareciera naturalmente en un planeta de una burbuja cósmica de cientos o miles de años luz y la velocidad de transferencia por panspermia fuera mucho más acelerada que por aparición natural en otros lugares.

      De esa forma, la evolución de la vida sería mucho más simultánea en ciertos rangos de distancia interestelar, porque habría contaminación entre los planetas y sistemas solares.

      Hay que darse cuenta que si bien los planetas más pequeños como Marte son menos capaces de sostener la vida a lo largo del tiempo, también son más capaces de producir «esporas panspérmicas», ya que por su menor gravedad es mucho más fácil que escapen restos del planeta con especies vivas en un impacto.

      Aún más si hablamos de lunas con océanos internos. Lugares como Europa y Encélado podrían ser auténticos géiseres de esporas panspérmicas contínuos. El problema es que lo que hace fácil convertirse en una fuente de panspermia, suele hacer difícil ser un receptor de la misma, y la clave para que la panspermia sea un mecanismo efectivo interestelar es que haya muchos lugares «puente», que tengan un buen equilibrio entre recepción y emisión, donde cada nuevo salto exitoso evolutivo pueda ser recibido y propagado a nuevos lugares en la galaxia.

      Ciertamente ese escenario rompería todos los esquemas que tenemos sobre la vida, imaginado como algo aislado que surge en un lugar y muere en el mismo, sino como un fenómeno galáctico tan vivo a esa escala como lo es al nivel planetario.

  1. Bueno… La colonización de estructuras flotantes es varios órdenes de magnitud más difícil que trabajar en superficie, pero la superficie de Venus es brutal.
    Y el pozo gravitatorio de Venus hace casi imposible misiones tripuladas de ida y vuelta. Necesitarías un SSTO para salir de Venus… y sin usar oxígeno atmosférico como puedes hacer en la Tierra.

    Si un SSTO es complicado, encima imagina haciéndolo flotante.

    En mi opinión… la colonización tripulada de Venus nos queda MUY lejos. Y claro… sin ser un potencial objetivo (a corto plazo) de colonización, pues disminuye su interés como objetivo de sondas también.

    Marte es con diferencia, muchísimo más sencillo. Es sólo como la Luna, pero a lo lejos, y con más recursos y potencial científico.

  2. Buenas de nuevo.

    Os paso un par de interesantes artículos sobre la detección de fosfina en Venus que publica hoy EL PAÍS.

    Uno es de Alberto González Fairén, investigador en el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) en Madrid, y en el Departamento de Astronomía de la Universidad Cornell en Nueva York:

    https://elpais.com/ciencia/2020-09-14/dinosaurios-en-venus.html

    El segundo, que pongo en entrada a parte, es una entrevista a una de las investigadoras, la portuguesa Clara Sousa-Silva:

    1. Os recuerdo que EL PAÍS se ha pasado a la suscripción, así que posiblemente alguno de los artículos os pida que paséis por caja si no sois suscriptores. También puede ser que estéis en el «período de gracia» mensual de 9 artículos sin pagar simplemente registrándose (es el caso del artículo de Alberto González).

      Pero si ni sois suscriptores, o si se os han agotado los 9 artículos mensuales gratis, mucho me temo que la única opción va a ser la de acceder a esos artículos usando el modo «página/navegación en privado» de un navegador con VPN (como Ópera por ejemplo), o bien usar el modo privado en Safari, el navegador de iOS y así tener todos los «9 artículos gratis» que os de la gana.

      Pero bueno, no sé por qué os cuento esto, porque fijo que ya lo sabéis todos.

  3. Sobre la posibilidad de la Humanidad pueda investigar «in situ» la alta atmósfera de Venus, aquí ya se han mencionado algunas posibilidades tratadas en entradas de Daniel Marín, en concreto esta:

    danielmarin.naukas.com/2013/01/14/una-mision-tripulada-a-venus-en-los-anos-70/

    y sobre todo, esta otra, la más molona:

    danielmarin.naukas.com/2014/10/14/un-viaje-tripulado-venus-en-dirigible/

    Ahora bien, lo que sería la pera limonera, la puta hostia, la releche, sería poder crear asentamientos estables flotantes en esas zonas de la atmósfera venusina. A este respecto, quisiera recordaros un comentario de Juan Blanco el pasado 27 de agosto en la entrada sobre la (escasa) posibilidad de cultivar patatas o nabos en el suelo marciano:

    danielmarin.naukas.com/2020/08/27/es-el-suelo-marciano-apto-para-la-agricultura/comment-page-2/#comment-504814

    El comentario se refiere a un interesantísimo artículo publicado en 2008 en el blog «EL TAMIZ», donde se analiza este escenario:

    https://eltamiz.com/2008/04/29/el-sistema-solar-venus-iii/

    No os lo perdáis.

  4. Esto sí que es un giro argumental digno de Hollywood, mandando 2000 rovers y sondas a Marte, imaginando todo tipo de vida bajo tierra, etc… y tras años allí no hemos encontrado nada tan prometedor como el fosfano en Venus, quién nos lo iba a decir, yo veo más probable que haya vida en Europa o Encélado que en Marte.

  5. ¿Quiere decir que hay vida? Rotundamente no, pero al mismo tiempo abre un paisaje muy interesante para estudios científicos, y encontrar una explicación alternativa también nos haría aprender mucho. Ojalá sea vida, pero en cualquier caso ojalá aprendamos algo.

  6. Sé que estoy equivocado pero no veo a Venus como un infierno. El sol sí. Hay incluso circuitos integrados que soportan los 400ºC y además, un montón de metales/aleaciones. Que no quita que pudieran, quizás, hacer un robot robusto, por ejemplo, un rover, controlado por un satélite GEO o globos con la parte electrónica de control. O qué diantres ¿No pueden hacer una pequeña caja para los circuitos integrados que sea a prueba de ácidos y altas temperaturas.Es eso algo de tecnología del siglo XXII o más allá? No me lo creo.
    De todas maneras no hay vida en Venus. Pero hay que explicar el origen de esa molécula.

    1. https://www.esa.int/ESA_Multimedia/Images/2009/07/The_new_temperature_map_of_Venus_southern_hemisphere

      La variabilidad térmica es ínfima : sólo 20º de diferencia entre los lugares más cálidos de los más ‘fresquitos’. Siendo más fresquis por la altura.

      Ojalá supiera hacer los cálculos necesarios. No sé ni las preguntas necesarias. Podría ser ¿Cuanto calor necesita disipar el sistema de refrigeración para mantener a una temperatura de digamos … 100ºC el circuito electrónico?
      Podría servir una caja refrigerada con células de Peltier?

      1. Vale. Células de peltier son muy poco eficientes. Y no pueden disipar 200ºC. Adicionalmente en cascada se reduce la eficiencia. Según los experimentos de los locos de Youtube. Quizás podría ser un elemento útil. Un prerefrigerador. No soy capaz de calcular cuanta energía necesita una célula peltier, la temperatura conseguida y lo que proporciona un RTG … bueno sí 10kW, el kilopower. Pero a lo mejor el generador eléctrico es demasiado caro para una misión que no parece tan importante. Un reactor de esos cuesta 20 millones.
        Da igual si dicen que no se puede, no se puede. Me doy por vencido.

        1. Quizá sea una locura, pero pienso que la tecnología del siglo XIX, la de la máquina de vapor, se podría usar para explorar el suelo con un aerostato que bajara y subiera periodicamente entre las capas altas y frías de la atmósfera y las capas ardientes cercanas al suelo. Adquiriría arriba gas frío. Abajo, la transferencia de calor externo al gas frío podría producir energía a través de una turbina, que le permitiría trabajar por un breve periodo a ras de suelo antes de volver arriba a reponer gas frío y repetir el ciclo.
          Aunque no debe de ser fácil, sobre todo por la enorme altura que tendría que salvar y la gran masa de gas frío que precisaría.

    2. No dejo de admirarme de lo absolutamente prohibida que tenemos la superficie Venus:
      -Demasiado cerca del sol.
      -Rotacion superlenta: altas temperaturas en superficie.
      -Como consecuencia de lo anterior, sin proteccion magnetica contra la radiacion solar.
      -Erupciones constantes ensuciando la atmosfera.
      -Orografia continuamente cambiante, o sea, de vez en cuando te baldean con lava.
      -Y la consabida atmosfera venenosa con su gran presion y corrosividad.

      Para terraformarlo necesitariamos un tremendo parasol ademas de diseñar bacterias adictas al dioxido de carbono. Pero seguiriamos con el problema de las erupciones.

      El parasol en vez de consistir en una ultra sofisticada membrana podria ser una nube de polvo metalico pacientemente desparramado en L1. Ya imagino cargueros abriendo sus compuertas en la zona y volviendo a una factoria orbital pulverizadora de asteroides.

      Pero si encontramos vida eso no podremos hacerlo. Siempre tengo sentimientos encontrados con eso de hallar vida en cuerpos del sistema solar porque eso significa que no podremos habitarlo.

  7. Es posible que este equivocado, pero tengo la impresión de que cualquier tipo de forma de vida que se pudiese descubrir en nuestro sistema solar seguramente tendría el mismo origen.
    Este origen podría ser la Tierra, Marte o Venus. No hay que olvidar que hay posibilidades no nulas de que organismos de la Tierra debido a choques de meteoritos hayan podido ser lanzados al espacio y algunos llegar a planetas cercanos como son Marte y Venus.

  8. Gran artículo, Daniel.

    Bueno, tras este transcendental e histórico descubrimiento podemos afirmar rotunda y categóricamente, de forma definitiva y sin temor a equivocarnos, que hay vida en Venus.

    O no.

  9. Pienso que si podrían ser microorganismos los responsables del fosfano detectado, pero estaría bastante seguro de que no serían formas de vida autóctonas de Venus, se lee en el foro de panspermia por transferencia meteoritica tras colisiones, pero creo que la vida podría llegar a Venus mediante un mecanismo más constante y prolongado en el tiempo y por tanto con una enorme probabilidad de éxito, el escape desde la alta atmósfera de La Tierra de esporas de bacterias hacía el espacio, la vida que conocemos tiende a dispersarse inequívocamente siempre que tiene oportunidad y un ambiente como la alta atmósfera de Venus es una oportunidad inequívoca de prosperar, el ambiente más cercano y parecido al que han abandonado (la atmósfera terrestre) no iba a ser desaprovechado, podrían llegar a La Luna y Marte y no prosperar en la alta atmósfera venusiana me parece casi imperativo que lo hicieran.

    Solo espero que se replanteen las misiones a Venus y se enfoquen en la recogida de muestras o el análisis in situ de microorganismos mediante laboratorios robotizados en dirigibles o globos sonda, que no pase como con Marte que hemos vivido con misiones incapaces de despejar la duda, ojalá se confirme pronto la vida en Venus y los ecologistas se queden con el planeta entero mientras los capitalistas depredadores colonizan y desarrollan una civilización 1.2 en el estéril Marte

  10. Los mecanismos abióticos que conocemos no explican la cantidad de fosfano estimada, pero, ¿conocemos mecanismos bióticos que sí los produzcan en esas condiciones? Tampoco. La química de la atmósfera de Venus todavía tiene muchos secretos.

  11. Venus y la Tierra son planetas gemelos: nacimos de la misma nube, en la misma región, con un tamaño, composición y estructura interna similares. Incluso se cree que durante sus primeros 2000 millones de años siguieron la misma ruta evolutiva… Solo por eso vale la pena explorar Venus. Pero además Venus presenta otras particularidades: unas condiciones superficiales de temperatura y presión extremas, una rotación muy lenta y retrógrada y una atmósfera, como estamos viendo, llena de misterios, lo que lo hace áun más interesante. La presencia confirmada de fosfano se suma a la de sulfuro de óxido de carbono (COS), otro compuesto que en la Tierra solo producen los seres vivos. Las sondas enviadas a Venus ya descubrieron hace décadas que su atmósfera está en desquilibrio químico: coexisten compuestos oxigenados (O2, SO2) con otros reducidos (H2S, SO2) y no se sabe qué mecanismo lo mantiene. Tampoco se sabe qué está absorviendo luz UV en su atmósfera y deja zonas oscuras en la fotografías en esa región del espectro. Esas sondas también detectaron concentraciones de vapor de agua en la capa baja de nubes y partículas de varias micras suspendidas en ellas… En fin, creo que nuestro planeta gemelo no puede permanecer por más tiempo ignorado por los responsables de la exploración espacial.

    1. No te dejes inquietar por un poco de sensacionalismo mediático. Demasiado énfasis puesto en el sentido literal de «la propiedad rusa de Venus», siendo que claramente se está hablando de «mantener el tradicional liderazgo que Rusia ha tenido en la exploración de Venus» y de «la Venera-D como una misión 100% rusa».

      Dicho eso, no descarto del todo un posible «lapsus» de Rogozin, sus declaraciones suelen dejarme la impresión de que dora la píldora un pelín de más… o que le falta «el toque sutil» de Bridenstine, maestro Jedi dorador de píldoras 😉

      1. Las pruebas de vida en Venus solo se pueden obtener mediante exploraciones de contacto.

        15 de septiembre de 2020 12:00 GMT

        Descubrir sustancias químicas como posibles marcadores químicos de la existencia de vida en la atmósfera de Venus a través de observaciones astronómicas remotas no puede considerarse una evidencia objetiva de la existencia de vida en el planeta, dice el Director Ejecutivo de Ciencia y Programas Avanzados de Roscosmos, Alexander Bloshenko. » Solo se pueden obtener datos científicos creíbles sobre ese tema mediante exploraciones de contacto de la superficie y la atmósfera del planeta «, añadió.

        En particular, la URSS fue el único país que realizó exploraciones regulares de Venus utilizando estaciones en el planeta. El primer aterrizaje suave en la superficie de otro planeta del Sistema Solar fue realizado en 1970 por el módulo de descenso Venera-7. Varias misiones orbitales y aterrizajes proporcionaron datos detallados sobre la composición del clima, el suelo y la atmósfera de Venecia. La nave espacial soviética Venera-13 todavía tiene el récord como la nave espacial activa más larga en Venus que permanece operativa durante 127 minutos.

        Una gran ruptura entre la Unión Soviética y sus competidores en la exploración de Venus contribuyó al hecho de que EE.UU. llamara a Venus un «planeta soviético». Tras analizar recientemente las imágenes de Venus capturadas por misiones soviéticas, los científicos de la Academia de Ciencias de Rusia afirmaron haber descubierto objetos en movimiento e incluso que podrían estar vivos. Y queda por ver si estas conjeturas son ciertas.

        Hoy en día, Roscosmos ha desarrollado un programa de exploración compleja de Venus en cooperación con la Academia de Ciencias de Rusia. El programa consta de varias misiones. Además, se tomó la decisión de implementar la misión Venera-D previamente planificada, incluidos los módulos orbitales y de aterrizaje, como un proyecto nacional sin involucrar una amplia cooperación internacional. Las complejas exploraciones también incluirán muestras de suelo y atmósfera, así como la exploración de los procesos de evolución en Venus que supuestamente ha sufrido un desastre climático relacionado con el efecto invernadero del que se habla mucho hoy en la Tierra.

        http://en.roscosmos.ru/21668/

        1. Con la Venera-D sola ya me conformo, el programa completo sería la leche, ojalá salga adelante y no quede «estancado» como Laplace-P y otros muchos proyectos interesantísimos.

    2. Parece que Rusia al perder el liderazgo en lanzamientos comerciales con las soyuz y protón, además del transporte de personal a la ISS debido a spacex, además de la pujanza de China, se ha dado cuenta de que si quiere seguir pintando algo en la exploración espacial debe potenciar el desarrollo en lo que pueden destacar. Las sondas a Venus y la energía nuclear en el espacio, sobre esto último tienen experiencia sobrada (que China no tiene) y falta de problemas con los ecologistas locales (no como EEUU).
      Por eso creo que el proyecto del remolcador nuclear y las sondas a Venus seguirán adelante contra viento y marea.

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