¿Por qué necesitamos más muestras de la Luna?

Por Daniel Marín, el 19 enero, 2020. Categoría(s): Apolo • Astronáutica • China • Luna • NASA ✎ 105

Este año China lanzará la sonda Chang’e 5 para traer muestras de la Luna, en concreto de la zona de Mons Rümker, en el Océano de las Tormentas (Oceanus Procellarum). En los próximos años, otras sondas traerán nuevas muestras lunares a la Tierra. Pero, ¿para qué? Entre 1969 y 1972 las misiones Apolo trajeron 382 kg de rocas y regolito lunar, a los que hay que sumar los cerca de 300 gramos que trajeron las sondas soviéticas Luna. ¿Acaso no son más que suficientes? Sobre todo porque, como vimos recientemente, algunas de estas muestras del Apolo están pendientes de analizar.

El rover Yutu 2 de la misión Chang’e 4 en el cráter Von Kármán de la cara oculta de la Luna (CNSA/CLEP).

La razón es que lo importante no es la cantidad, sino la calidad. O, mejor dicho, los lugares de dónde vienen estas muestras. Pero antes, recapitulemos. ¿Para qué queremos las muestras? Además de para conocer directamente la composición de la Luna, algo que resulta obvio, las muestras lunares nos permiten calcular la edad de las distintas zonas de nuestro satélite y, por tanto, reconstruir su historia. Y, puesto que la Luna es el único lugar del sistema solar, además de la Tierra y del asteroide Itokawa, del que disponemos de muestras, las rocas lunares han servido en buena medida para reconstruir la historia de todo el sistema solar.

Un equipo de investigadores abre la muestra 73002 del Apolo 17 el 5 de noviembre de 2019 en el Lunar Curation Lab (Edificio 31) del Centro Espacial Johnson de la NASA (NASA).

La Luna no tiene atmósfera y, por tanto, su superficie es un registro prístino de todos los cataclismos que ha sufrido desde su formación. Como es sabido, el principal mecanismo para calcular la edad de un cuerpo del sistema solar es, a falta de muestras que permitan una datación radiométrica directa, contar el número de cráteres que hay en un área determinada. O sea, a «ojímetro». Esta técnica creemos que funciona relativamente bien, al menos en el sistema solar interior, pero necesitamos de hitos que nos sirvan para calibrarla. Y ahí es donde entran en juego las muestras lunares. La datación de las muestras del Apolo y de las sondas soviéticas Luna mostró que la mayoría de ellas tenía más de 3800 millones de años de antigüedad.

Detalle de las muestras lunares recogidas por la sonda soviética Luna 16 en 1970 (RIA Novosti).

Hay que subrayar el hecho de que cualquier muestra siempre será mejor que el análisis in situ porque la masa de instrumentos científicos que una nave espacial puede llevar es limitada, mientras que en la Tierra una muestra puede ser estudiada por todo tipo de técnicas e instrumentos en diversos lugares del mundo y, lo más importante, podrá ser estudiada en el futuro con técnicas que aún no han sido desarrolladas. Comparando las zonas donde se han obtenido las muestras con el resto de la Luna podemos conocer la tortuosa historia de nuestro satélite, pero no es sencillo. Las regiones de más de 3500 millones de años se pueden comparar con las zonas de alunizaje del Apolo y las sondas Luna para estimar su edad. Del mismo modo, los cráteres más recientes, de pocos millones de años, se identifican fácilmente. Pero actualmente tenemos un hueco de nada más y nada menos que de dos mil millones de años de la historia lunar de los que no tenemos muestras para datar directamente. Esto quiere decir que solo podemos estimar con un error considerable en qué época se formaron gran parte de las regiones de la Luna.

Edad de distintas zonas de la Luna. Destacan las zonas de las misiones Apolo y Luna, pero hay un hueco de cerca de dos mil millones de años (NASA).

Uno de los principales misterios es la edad del vulcanismo asociado a los mares —maria—, las zonas más oscuras de la cara visible de la Luna. Estas zonas ricas en basaltos se formaron al filtrarse el material fundido del manto lunar a través de las grietas creadas por los grandes impactos. El vulcanismo asociado a los mares comenzó hace 4300 millones de años y se cree que alcanzó su máximo hace entre 3200 y 3800 millones de años, pero es posible que algunos episodios menores sean más recientes, quizás de «solo» hace 1200 millones de años. Por culpa de esta indeterminación, hay zonas de la Luna, como las próximas al cráter Aristarco, cuya edad se estima entre 1000 y 2800 millones de años, un error más que considerable.

La edad de los mares lunares. Carecemos de muestras de las zonas más jóvenes (NASA).

Precisamente, esta es la razón de que el lugar de alunizaje de la Chang’e 5 sea la zona de Mons Rümker, ya que es una región especialmente joven, de unos 1300 millones de años, lo que permitirá calibrar el cálculo de edades de otras zonas de la Luna, rellenando en el proceso ese hueco de dos mil millones de años que tenemos en la comprensión de nuestro satélite. Es decir, la prioridad no es obtener muestras antiguas, sino, a diferencia de lo que uno podría pensar, aquellas que sean relativamente recientes.

Zona de aterrizaje de la
Zona de aterrizaje de la Chang’e 5 en el Océano de las Tormentas (Phil Stooke /unmannedspaceflight.com).

Además del asunto de la datación, hay otras zonas de la Luna que son especialmente interesantes de las que carecemos de muestras, como los polos lunares. En concreto, en el polo sur sabemos que hay hielo mezclado con el regolito, sobre todo en el fondo de los cráteres que nunca ven la luz del Sol. El análisis de estos volátiles lunares, no solo el hielo, es una prioridad para las futuras misiones polares. Otra zona de interés es la cara oculta de la Luna. La corteza lunar es más gruesa en la cara oculta que en la visible, motivo por el cual no existen maria dignos de mención en la cara oculta. ¿Por qué? Hay muchas teorías, pero si tuviéramos muestras de la cara oculta podríamos descartar la mayoría de ellas. En este sentido, una de las zonas prioritarias es la cuenca de impacto Polo Sur-Aitken. Esta cuenca es una de las más grandes y profundas del sistema solar, por lo que es posible que en la superficie se encuentren rocas procedentes directamente del manto lunar.

Zonas con hielo del polo sur lunar (NASA).

Esto es interesante porque, recordemos, se cree que la Luna pasó por una fase inicial de océano de magma poco después de formarse a resultas del choque entre el protoplaneta Theia y la prototierra. Por este motivo, el estudio de muestras de esta zona nos ofrece una ventana directa a la formación de la Luna y, por ende, de la Tierra. La sonda china Chang’e 4 aterrizó en 2019 en el cráter Von Kármán, situado en la cuenca Aitken. Pese a lo limitado de la instrumentación de la sonda, los primeros resultados científicos apuntan a que, efectivamente, en esta zona podemos encontrar materiales procedentes del manto lunar.

La sonda Chang’e 4 en el cráter Von Kármán vista por Yutu 2 (Doug Ellison/CLEP).

Así que, como vemos, 382 kg no es suficiente. Necesitamos más muestras de más lugares de la Luna para conocer en detalle su historia y, por extensión, la del sistema solar.

El módulo de descenso de la Chang’e 5 durante pruebas en tierra (CCTV).

Referencias:

  • https://www.hou.usra.edu/meetings/lpsc2019/pdf/1110.pdf
  • https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/pdf/10.1002/2016JE005094%4010.1002/%28ISSN%292169-9100.JGRE25


105 Comentarios

  1. El año pasado se encontró la roca más antigua de la Tierra incrustada en una brecha lunar traída por una de las misiones Apolo. Sólo de pensar que quizá fósiles de los primeros organismos terrestres estén allá arriba esperando desde hace eones….

    1. Casualmente leia que hace poco se publico un estudio sobre el meteorito de Murchinson, en donde le habian datado la edad, con la friolera cifra de mas de 7000 millones de años, convirtiendolo en el objeto conocido en la tierra mas antiguo, incluso que nuestro propio sistema solar.
      «Sólo de pensar que quizá fósiles de los primeros organismos terrestres estén allá arriba esperando desde hace eones….»
      Quizas, quien sabe y mas

  2. Gracias Daniel.
    No tenía en claro cual podía ser el aporte científico de traer mas rocas de la Luna.
    Sin embargo estoy convencido que además es un testeo de tecnología para futuras misiones a Marte.
    O quizás el «además» haya que ponerlo en la recolección de rocas lunares.
    Saludos

  3. De la luna también interesa traer muestras de la tierra que, por su antigüedad, ya no existieran en nuestro planeta. Esta razón es, en mi opinión, uno de los objetivos científicos más importantes de los viajes tripulados a la luna, porque muy bien dichas muestras podrían dar respuestas a las interrogantes sobre el origen de la vida.

  4. Hola Daniel, sigo tu blog de forma enfermiza, me fascina y además no entiendo porque de una vez por todas no hay un programa de televisión, más aún teniendo un ministro astronauta, pero eso es otro tema.
    Ahora quería pedirte tu opinión de la serie Marte, que a mí me ha parecido interesante como docuficcion. Creo que merecía algún post, o al menos me gustaría saber tu opinión al respecto.
    Un saludado, y por favor sigue en tu misión, somos muchos los que necesitamos tus post.
    Gracias !!.

    1. Programas de tv los hay tan buenos como este, difícil de superar;

      http://www.rtve.es/television/redes/archivo/

      Aunque es más generalista y no exclusivamente sobre temas del espacio.
      Con internet no se para que quieres que lo emitan ¿alguien ve aún la tv? Pero si estaría muy bien que Duque le ofreciera la posibilidad a Marin de que televisión española produjera un Eureka en formato progama de televisivo presentado por el propio Daniel

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