El panorama espacial en 2018

Por Daniel Marín, el 31 diciembre, 2018. Categoría(s): Astronáutica • Astronomía ✎ 49

2018 ha sido un año récord en lanzamientos gracias a SpaceX y China. De hecho, podemos decir que ha sido el año de SpaceX y China, aunque por motivos diferentes. En 2018 se llevaron a cabo 114 lanzamientos orbitales en todo el mundo, una cifra que contrasta con los 90 del año pasado. Hay que remontarse a 1990, en medio de los estertores de la Guerra Fría, para encontrar una cifra de lanzamientos más alta. La diferencia se debe, sobre todo, a la febril actividad de China, que, con 39 lanzamientos, supera ampliamente las 18 misiones del año pasado y se sitúa como el país más activo en materia espacial de este año. En 2018 también se confirma la debacle comercial de los lanzadores rusos por culpa de SpaceX. Rusia solo ha efectuado 20 lanzamientos, 16 de los cuales han sido variantes del Soyuz. EEUU queda en segunda posición con 31 lanzamientos, con 21 correspondientes a SpaceX.

Lanzamientos espaciales en 2018 por países. Se incluyen como lanzamientos rusos los del Soyuz desde la Guayana Francesa. El lanzamiento del cohete Electron se considera de Nueva Zelanda, aunque la empresa tiene sede fiscal en EEUU.

A pesar del alto número de lanzamientos, solo se han producido tres fallos. El más sonado ha sido sin duda la emergencia del cohete Soyuz-FG que llevaba la Soyuz MS-10, aunque por suerte los dos cosmonautas salieron sana y salva del incidente gracias al buen funcionamiento del sistema de emergencia SAS. Además debemos añadir el fallo del pequeño lanzador chino Zhuque y el fracaso parcial de un Ariane 5 ECA.

Lanzamientos orbitales por países y lanzadores en 2018.
Lanzamientos espaciales de los últimos años.

China

En 2018 China ha llevado a cabo 39 lanzamientos, una cifra récord en su historia. Curiosamente, no ha sido un año especialmente llamativo con respecto a misiones. No se ha producido ningún lanzamiento de los cohetes Larga Marcha CZ-5 y CZ-7 de nueva generación y todas las misiones han empleado los tradicionales Larga Marcha hipergólicos. Tampoco hemos visto ningún lanzamiento con astronautas o relacionado con el programa tripulado. La mayor parte de satélites han sido de observación de la Tierra, tanto civiles como militares. La constelación de posicionamiento global Beidou ha recibido un impulso muy importante gracias al lanzamiento de 8 satélites Beidou-M en órbitas de media altura. En mayo China lanzó el satélite repetidor Quèqiáo al punto de Lagrange L2 del sistema Tierra-Luna, junto con los dos pequeños satélites Lóngjiāng 1 y 2 (situados actualmente en órbita lunar), para garantizar las comunicaciones con la sonda Cháng’é 4, que despegó en diciembre (el aterrizaje sobre la cara oculta se espera para el 2 o el 3 de enero).

Lanzamiento de la Chang’e 4 (Xinhua).

A lo largo de este año China ha confirmado el diseño de su nave de nueva generación y sus planes para desarrollar una nueva familia de cohetes que permitan lanzar este vehículo a una estación orbital alrededor de la Luna. En 2018 hemos visto una pléyade de nuevos proyectos de pequeños lanzadores y minilanzadores chinos, aunque de ellos solo el cohete Zhuque ha intentado alcanzar la órbita (sin éxito), además del ya conocido Larga Marcha CZ-11.

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La Tierra vista desde la  Luna por la cámara saudí del Longjiang 2. (Xinhua).

EEUU

2018 ha sido el año de SpaceX. La compañía de Elon Musk ha realizado 21 lanzamientos, una cifra que está lejos de los cerca de 30 lanzamientos que tenía planeados, pero lo importante es que todos ellos han sido un completo éxito y han situado satélites en órbita baja, órbita geoestacionaria y órbita media. Con 20 lanzamientos en un año, el Falcon 9 se convierte el lanzador estadounidense por antonomasia. SpaceX ha introducido la tan esperada versión Block 5 del Falcon 9 y ha logrado usar una primera etapa tres veces, superando la barrera de dos utilizaciones por etapa de las anteriores versiones. También ha introducido el Falcon Heavy después de muchos años de retraso. Aunque se trata de un lanzador con un futuro cuestionable —debe ser reemplazado por la combinación Super Heavy-Starship (el cohete antes conocido como BFR/BFS) a comienzos de la próxima década—, su puesta en servicio es toda una declaración de intenciones por parte de Elon Musk hacia sus clientes: no importa la dificultad del desafío, SpaceX cumple con sus promesas.

Una imagen para el recuerdo (SpaceX).

De los 20 lanzamientos del Falcon 9 de este año, en 8 de ellos, correspondientes a versiones anteriores al Block 5, no se ha recuperado la primera etapa, así como en 2 misiones del Block 5, una a propósito —para evitar la pérdida de prestaciones— y otra por un fallo del sistema hidráulico (es la primera vez que una etapa Block 5 que se estrella, o mejor dicho, que «ameriza de forma incontrolada»). En el lanzamiento del Falcon Heavy tampoco se pudo recuperar la etapa central, un pequeño fallo que quedó compensado con el espectacular aterrizaje doble de las etapas laterales y la puesta en órbita solar del coche Tesla con el maniquí Starman.

Starman en el Tesla abandona la Tierra (SpaceX).

El proyecto Super Heavy-Starship (BFR/BFS) sigue adelante encadenando un cambio de diseño tras otro al mismo tiempo que sus prestaciones teóricas se han reducido. En 2018 Musk ha anunciado una misión de la Starship alrededor de la Luna con turistas a bordo para comienzos de la próxima década. En cuanto a la nave tripulada Dragon 2, tampoco ha debutado este año como estaba previsto, al igual que su hermana CST-100 Starliner de Boeing. Habrá que esperar a 2019 para volver a ver una nave espacial tripulada estadounidense alcanzar la órbita.

La Dragon 2 ya está lista (SpaceX).
Lanzamiento de un Falcon 9 Block 5 (SpaceX).

2018 ha sido un buen año para la NASA. Se lanzó la sonda Parker Solar Probe y la sonda InSight aterrizó con éxito en Elysium Planitia después de dos años de retraso. La sonda de retorno de muestras OSIRIS-REx llegó al asteroide Bennu —casualidades del destino, casi al mismo tiempo que la sonda Hayabusa 2 hizo lo propio con el asteroide Ryugu, un asteroide cercano con una forma muy similar a Bennu— y el avión suborbital SpaceShipTwo realizó su primer vuelo a la frontera del espacio (más o menos). Por otro lado, en 2018 hemos dicho el adiós definitivo al telescopio espacial Kepler, la sonda Dawn y el veterano cohete Delta II. Curiosity sigue explorando Marte, aunque por contra Opportunity muy probablemente se haya perdido para siempre. También continúan funcionando en órbita marciana las sondas Mars Odyssey, MRO y MAVEN, mientras que Juno sigue explorando el interior de Júpiter.

La sonda InSight logró aterrizar en Marte (NASA).
La sonda OSIRIS-REx ha llegado a Bennu (NASA).

Este año se ha celebrado el vigésimo aniversario de la Estación Espacial Internacional (ISS), cuyo futuro más allá de 2024 es incierto. EEUU mantiene su intención de desarrollar la estación lunar Gateway, que, aunque no ha sido aprobada formalmente, en 2018 ha progresado significativamente y está más cerca de ser una realidad. Gateway se ha convertido en una estación internacional en miniatura y se confirma la participación de Rusia con una esclusa.

La estación lunar Gateway (NASA).

Rusia

Roscosmos ha tenido un año movidito con los sustos del agujero que se descubrió en el módulo orbital de la Soyuz MS-09 y el fallo en el lanzamiento de la Soyuz MS-10, que afortunadamente no se saldó con ninguna víctima. Eso sí, Rusia fue un año más el único país del planeta Tierra que ha lanzado misiones tripuladas al espacio (cuatro, incluyendo la Soyuz MS-10, que no alcanzó la frontera del espacio por muy poco, aunque si finalmente rebajan la altura de dicho límite se podrá considerar una misión espacial). Por otro lado, 2018 ha sido un año nefasto para los lanzadores rusos desde el punto de vista comercial. Este fue el primer año en el que el éxito del Falcon 9 de SpaceX ha repercutido de forma dramática en las misiones de cohetes rusos. El Protón solo ha realizado dos misiones, ninguna de ellas comerciales, mientras que el Zenit no ha llevado a cabo ningún lanzamiento.

La tripulación de la Soyuz MS-10, Nick Hague y Alexéi Ovchinin salen del edificio MIK-KA para declarar ante la Comisión Estatal antes de partir a la rampa (RKK Energía).
Lanzamiento de la Soyuz MS-10 (NASA/Bill Ingals).
Imagen de la «rocketcam» del Soyuz-FG de la Soyuz MS-10 en la que se aprecia la separación de dos de los cuatro bloques de la primera etapa mientras que el bloque de la izquierda (Bloque D) sigue unido por el extremo al Bloque A (Roscosmos).
La cápsula de la MS-10 tras el aterrizaje (Roscosmos).

Mientras, un año más Roscosmos sigue perdiendo el tiempo con los planes de futuro del Angará A5 y el Soyuz 5/Féniks/Irtish/…, por no hablar del próximo lanzador pesado, que estrena un diseño nuevo prácticamente cada mes. La industria aeroespacial rusa no ha sabido responder al desafío de SpaceX. No solo ha llegado tarde, es que ni siquiera lo ha intentado. Se han paralizado los proyectos para desarrollar versiones ligeras del Protón capaces de competir económicamente con el Falcon 9, mientras la copia del Zenit, el Irtish, sigue desarrollándose a paso de tortuga. Los artículos en la prensa rusa acusando a SpaceX de hacer dumping para favorecer el acceso a contratos del gobierno estadounidense (o sea, una forma de subvención encubierta) son un síntoma de la desesperación del sector aeroespacial ruso. Da igual que el asunto del dumping sea verdad o no. Del mismo modo que las quejas de la NASA a la subida del precio de los asientos en la Soyuz a partir de 2011 eran totalmente injustificadas —nadie obligó a EEUU a que abandonase su programa tripulado—, la responsabilidad del fracaso económico de los lanzadores rusos, especialmente del Protón, recae única y exclusivamente en Roscosmos. Si te pegas un tiro en el pie, luego no busques culpables.

Inspeccionando la Soyuz MS-09 durante la EVA-45A (ESA).

El impacto de SpaceX en las operaciones de otros cohetes, especialmente el Ariane 5 y el Ariane 6 europeos, también es considerable, pero Europa —y menos aún China— no dependen tanto de los beneficios económicos de los lanzamientos comerciales como la industria rusa. Como nota positiva, el cosmódromo de Vostochni ha sido el escenario de dos lanzamientos y Roscosmos ha lanzado tres naves de carga Progress a la ISS.

Lanzamiento del Protón-M con el Blagovest 13L (Roscosmos).

Resto de países

Un año más Europa ha continuado con sus lanzamientos de cohetes Ariane 5 y Vega. Eso sí, el Ariane 5 nos dio un susto en enero durante la misión VA-241 en la que sufrió un fallo parcial por culpa de una desviación anómala de trayectoria al despegue. La ESA ha logrado lanzar la ambiciosa misión BepiColombo a Mercurio y la sonda ExoMars TGO ha comenzado a estudiar la atmósfera Marte, aunque por ahora no ha logrado detectar el polémico y misterioso metano. India y Japón han continuado con sus operaciones espaciales sin novedad. India presentó oficialmente la nave tripulada Gaganyaan, que debe poner en órbita dos astronautas indios en 2021 y este año realizó una prueba de su sistema de escape. La sonda japonesa de retorno de muestras Hayabusa 2 ha llegado al asteroide Ryugu y ha depositado tres pequeños rovers (incluyendo al europeo MASCOT) en la superficie del mismo.

Asteroide Ryugu (JAXA).
Así se vio la superficie del asteroide Ryugu desde uno de los rovers Minerva (JAXA).
Gaganyaan, la futura nave tripulada india (ISRO).


49 Comentarios

  1. No me queda claro a que país se le deben atribuir los cohetes electron. S ibien el fundador de la compañía es neozelandez y los lanzamientos se hace desde Nueva Zelanda, La compañia Rockrt lab esta registrada como norteamericana y su sede principal esta allí, recibe subsidios de organismos del Gobierno norteamericano y me parece que tambien apoyo tecnico. Yo creo, que en ese caso, lo mas logico es revisar de que país es el equipo tecnico y científico que desarrolló el cohete y que lo administra, ademas tambien se podría revisar la composicion accionaria y de inversores de la compañía, incluyendo el Gobierno de EEUU. En ese sentido me parece que el sitio de lanzamientos neozelandez es un caso parecido a la Guyana con respecto a la ESA. Por favor iluminenme en ese respecto.

    1. El Electron es un caso distinto a lo que ocurre con el Soyuz en la Guayana. El Soyuz es un cohete ruso, construido por empresas rusas con personal ruso, pero que se lanza desde territorio europeo (aunque la rampa fue construida por empresas rusas) con la gestión de una empresa europea (Arianespace). El Electron ha sido desarrollado por personal internacional, pero con fuerte presencia neozelandesa, y además los mandamases de Rocket Lab son neozelandeses y se lanza desde Nueva Zelanda. Sin embargo la empresa Rocket Lab tiene sede fiscal en EEUU y muchos de sus inversores y clientes son de ese país.

  2. Europa (salvo la BepiColombo) y Rusia este año han sido una gran decepción. Más le hubiera valido a Europa y Rusia asociarse para implementar un Ariane 5 con etapas laterales Baikal (antes de la llegada del Ariane 6) y un Angara-Baikal (de una vez) operativo, aunque se hubiera tenido que traladar el trabajo en los Angara a NPO Molniya.
    Aunque al menos se hubiera propuesto un Soyuz 2-3 (un Soyuz 2-1v con etapas laterales del Soyuz 2-1a/b) como reemplazo provisional del Zenit/Soyuz-5 (dando a S7 opción de utilizar los sitios para el soyuz de Plesetsk, Vostochniy o Baikonur; en lugar de hacer viajes a Ucrania a por cohetes Zenit a medio construir) y dando todo el proyecto Soyuz-5 a RKK Energia (que no tiene productos sustutivos como Progress y goza de un gran interés en este lanzador) con un plazo suficiente para desarrollarlo se podría haber conseguido mucho.
    Así como, Kurnichev podría haber incluso retomado el concepto del UR-530 (un UR-500 con la primera etapa constituida por ICBMs UR-100 (lo que haría factible un Rockot-2 asequible y simplificaría el lanzador pesado y su transporte); la segunda y tercera etapas son las típicas (derivadas de la primera y segunda etapa del ICBM UR-200, otra oportunidad perdida por Kurnichev en los años 90 al poder haber repropuesto este como sustituto del R-39 mayoritariamente ucraniano, ahorrando y sustituyendo el desarrollo actual del Sarmat y favoreciendo un esquema modular a expensas de los más generosos gastos en defensa rusos. A su vez, pudiendo haber mantenido o retomado la producción de combustible ADN en Rusia de cara hacer sus cohetes menos contaminantes y venderlo a China e India, dado su volumen de consumo de estos propergoles, fuertes problemas ambientales asociados y la posibilidad con esto de limitar sus aspiraciones criogénicas). Además de buscar implementar las versiones ligeras del UR-500 en la actualidad. Pero Kurnichev es una empresa en una profunda crisis interna que tiene visos de durar mucho.

    Ya nadie duda que china es la primera potencia, aunque no sea la más tecnológica; un año espectacular sin ni siquiera pretenderlo, ni EE.UU. ni la antigua URSS lo hubieran imaginado.

    India promete, pero aver si cumple con su programa tripulado.

    De Japón espero aún más, el Epsilon, las mejoras de la HTV y la sonda BepiColombo me han dado ganas de más.

    Y EE.UU. se ha lucido con su programa de exploración robótica; Space X esperaré a que recupere sus pérdidas iniciales y pase a ser rentable netamente para creeme ese futuro tan prometedor, caray si ya parece tangible ya. Por favor que no sea un Shuttle o la decepción será menor (dado mi escepticismo inicial); pero contundente.

    1. * Además, que un UR-200 reconvertido en lanzador podría haber adoptado una etapa superior Briz-M (ya acoplada a la tercera etapa del UR-500M, cuyas segunda y tercera etapas constituyen el UR-200 básicamente), del mismo modo que el Rockot va dotado de la Briz-KM (una Briz-M sin anillo exterior de combustible). Y dado que el UR-200, con la eficiencia de sus motores siempre fue más corto que el GR-1 de Korolev y el R-36 de Yangel; aunque por lo demás es de idénticas características (ese era uno de los requirimientos del programa FOBS soviético para usar unos tipos limitados de silos); fijar una etapa superior Briz-M y una cofia al misil en el propio silo hubiera sido posible, al haber espacio para ello, reutilizando así todos los silos construidos para el R-36 tanto para alojar estos super ICBMs de nueva generación y nacionales, como para lanzamientos orbitales; siendo la base de Yasny la más adecuada, como desmostró ISC Kosmotras con su Dnepr-1 (R-36 reconvertido) entre 1999-2015. Sin necesidad de construir nuevas infraestructuras. Y aun hoy tendría sentido hacerlo, aunque cada vez menos (dado que el desarrollo del Sarmat ha abierto a Makeyev la posibilidad de coger todos los R-36 decomisados que le serán entregados y reconvertirlos en cohetes Dnepr-2 lanzados desde el cosmódromo de Yasny a muy bajo coste).

  3. Rusia es el tercer país en número de lanzamientos espaciales, 11 menos que EEUU, pero 12 más que los 22 países europeos agrupados en la ESA. Y es el único país que ha realizado lanzamientos tripulados, llevando a la EEI a astronautas no solo propios, sino de Alemania, Canadá y EEUU. En 2018 vimos el primer fallo de un Soyuz FG después de 63 lanzamientos exitosos desde 2001, pero también comprobamos el perfecto funcionamiento de su SAS, que permitió el regreso de su tripulación sana y salva. Rusia sigue siendo el único país con capacidad para mantener en órbita la EEI y el único con naves de emergencia para evacuarla.

    No está mal teniendo en cuenta que Roscosmos cuenta con un presupuesto 15 veces menor que la NASA. No está mal teniendo en cuenta además que, desde 2014, Rusia es el blanco de sanciones económicas contra individuos, empresas y sectores clave de su economía (finanzas, energía y defensa) por parte de EEUU, la UE, Canadá y otras potencias pro-occidentales.

    Sin embargo no creo que solamente esas dificultades expliquen el “bajón” de lanzamientos rusos. Actualmente, Rusia carece de una empresa análoga a SpaceX -privada, innovadora y exitosa- que “alivie” los problemas que arrastra desde hace años la industria espacial rusa. No creo que SpaceX haya“robado” muchos clientes a Roscosmos en 2018, pero es innegable que es un nuevo competidor en el mercado internacional.

    Con todo, NO creo que podamos dar por cerrada la “era rusa” en el ámbito de la exploración espacial y la astronáutica, como anuncian desde hace tiempo algunos agoreros. Creo que el año 2019 será un año lleno de buenas noticias en este ámbito y de significativos logros de muchos países, también algunos de Rusia.

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