La despedida definitiva al cazaplanetas Kepler

Por Daniel Marín, el 1 noviembre, 2018. Categoría(s): Astronáutica • Astronomía • Exoplanetas • NASA ✎ 70

Aunque parezca mentira, hubo una época no muy lejana en la que la humanidad no sabía si existían planetas alrededor de otras estrellas. Pero eso no disuadió a algunos visionarios de proponer la construcción de un telescopio espacial para descubrir planetas mediante tránsitos, es decir, la disminución del brillo de la estrella que se produce al pasar el planeta por delante. La idea era una locura, porque esta técnica favorece la detección de planetas muy grandes que giran muy cerca de su estrella. Y, como todo el mundo creía saber, los planetas gigantes solo se encuentran en orbitas muy lejanas. Pese a todo, un equipo de investigadores liderados por William Borucki tuvo la osadía de desafiar a la comunidad científica y propuso en 1992 el telescopio espacial FRESIP para detectar planetas extrasolares. A gran parte de esa misma comunidad científica le faltó tiempo para burlarse de Borucki, un físico con amplia experiencia en la NASA, pero que no era astrofísico y ni siquiera tenía un doctorado. Poco importaba que Borucki, junto con Audrey Summers, hubiera presentado su método para descubrir planetas en una fecha tan temprana como 1983. Por entonces pocos le hicieron caso y en 1992 las cosas no habían cambiado demasiado. FRESIP (Frequency of Earth-Size Inner Planets) era un sinsentido que nadie en su sano juicio apoyaría, a pesar de su bajo coste. Y, efectivamente, así fue. La NASA rechazó la propuesta FRESIP por ser demasiado ambiciosa.

Telescopio espacial Kepler (NASA).

Pero la NASA no contaba con dos factores. El primero y fundamental era que, contra todo pronóstico, los planetas gigantes que pueden orbitar cerca de sus estrellas, como comprobaron con sorpresa en 1995 Didier Queloz y Michel Mayor cuando descubrieron 51 Pegasi b, el primer planeta detectado alrededor de una estrella de la secuencia principal. Este descubrimiento multiplicó el potencial científico de FRESIP en varios ordenes de magnitud. El segundo factor era la extraordinaria tozudez y determinación de Borucki. Borucki sabía que su idea era buena y, especialmente a partir de 1995, que su telescopio sería capaz de detectar numerosos exoplanetas. En 1996 FRESIP cambió su —horroroso— nombre a Kepler por sugerencia de astrónomos de la talla de Carl Sagan o Jill Tarter.

Bill Borucki, el padre de Kepler (NASA).

El telescopio cazaplanetas de Borucki fue rechazado hasta cuatro veces por la NASA (en 1992, 1994, 1996 y 1998). Y no sin motivos. La agencia espacial dudaba de que los detectores fueran lo suficientemente sensibles, de que el telescopio fuese bastante estable o de que la variabilidad natural de las estrellas permitiese detectar planetas usando un telescopio espacial. Pero Borucki y su equipo mejoraron su diseño original hasta que, por fin, la misión fue aprobada en 2001 como parte del programa de misiones Discovery de bajo coste. A pesar de que este programa había sido concebido para dar preferencia a sondas planetarias, el potencial de Kepler era demasiado alto para dejarlo pasar.

Diseño de FRESIP (NASA).

Kepler, la décima misión Discovery, despegó el 6 de marzo de 2009 mediante un cohete Delta II 7925-10L desde la rampa 17B de Cabo Cañaveral, casi veinte años después de que Borucki propusiese FRESIP por primera vez. Kepler era un telescopio espacial de 1.052,4 kg con un espejo primario de 1,4 metros de diámetro y 0,95 metros de apertura efectiva dotado de un recubrimiento de plata. La misión corría a cargo del JPL, con Ball Aerospace como contratista principal. Al ser un telescopio de tipo Schmidt-Cassegrain, el tubo óptico disponía de una lente correctora de 0,95 metros de diámetro en su extremo. El único instrumento estaba formado por 42 detectores CCD, agrupados en parejas, que estaban refrigerados a —85 º C y cubiertos por una lente de zafiro. Los detectores eran sensibles al rango de longitudes de onda de 420 a 850 nanometros. Estos detectores servirían como un fotómetro de exquisita precisión —diez partes por millón— con el objetivo de medir simultáneamente el brillo de 170.000 estrellas situadas en un campo de visión de 105º cuadrados en la región de Cygnus y Lyra. En este campo hay cerca de cuatro millones y medio de estrellas, pero Kepler solo observaría las más brillantes, es decir, aquellas con una magnitud no superior a 14.

Lanzamiento de Kepler en 2009 (NASA).
Partes de Kepler (NASA).
Tubo óptico de Kepler (NASA).

Cada CCD resistente a la radiación tenía unas dimensiones de 5 x 2,5 centímetros y 2.200 x 1.024 píxels, por lo que, en total, Kepler contaba con 95 millones de píxeles, un récord para la época. Como buen fotómetro, Kepler no obtenía imágenes propiamente dichas, sino curvas de luz. De hecho, el plano focal estaba ligeramente desenfocado (en unos 10 segundos de arco) con el objetivo de aumentar la precisión fotométrica. Los datos se grababan cada media hora, con la excepción de los correspondientes a 512 estrellas cuyo brillo se medía cada minuto a modo de calibración. Kepler debía observar continuamente el campo estelar durante al menos tres años y medio para comprobar la frecuencia de planetas alrededor de otras estrellas, con especial énfasis en la frecuencias de pequeños planetas rocosos de tipo terrestre.

El espejo durante la construcción (NASA).
Espejo primario de Kepler (Ball Aerospace).

Kepler se situó en una órbita solar con un periodo de 373 días, siguiendo a la Tierra en su trayectoria alrededor del Sol. De esta forma se garantizaba que el telescopio pudiese apuntar continuamente a la misma zona del cielo, de ahí que la región de observación elegida estuviese cerca del ecuador galáctico, pero lejos de la eclíptica (por donde pasa el Sol). La pega de la técnica de observación de Kepler era que la mayoría de estrellas del campo estaban demasiado lejos para ser observadas con precisión mediante observatorios terrestres, por lo que la confirmación de la mayoría de los mundos descubiertos sería imposible. Pero no importaba, porque Kepler era una misión estadística, es decir, lo importante nunca fue obtener información sobre planetas concretos, sino estimar cómo de comunes son los exoplanetas en nuestra Galaxia en función de su tamaño y el tipo de estrella.

Óptica de Kepler (NASA).
Soporte de los detectores (NASA).
Detectores CCD de Kepler (NASA).

Kepler tenía unas dimensiones de 4,7 metros de largo y 2,7 metros de diámetro y se alimentaba mediante un panel de 10.2 metros cuadrados capaz de generar 1.100 vatios. El cerebro de la nave era un procesador RAD750, una versión del chip PowerPC empleada en otras misiones de la NASA como la sonda marciana MRO. Para que la misión fuese un éxito, Kepler debía apuntar a la misma zona del cielo con una precisión de nueve milisegundos de arco. Para ello usaría, como es habitual, un mínimo de tres volantes de inercia. A diferencia de otras misiones, Kepler necesitaba que funcionasen perfectamente al menos tres volantes de inercia para cumplir su misión primaria. El telescopio fue lanzado con solo cuatro volantes —que se usaban continuamente para reducir la carga de trabajo de cada unidad— debido a las limitaciones del presupuesto y al elevado peso de los mismos.

Los volantes giraban a una velocidad de entre mil y cuatro mil revoluciones por minuto (se intentaba mantener las revoluciones al mínimo) y funcionaban usando la información proporcionada por cuatro sensores de precisión localizados en las esquinas del fotómetro, catorce sensores solares y dos sensores estelares, así como dos unidades de guiado inercial. Ocho propulsores alimentados por 11,7 kg de hidrazina se emplearían para «desatascar» los volantes de inercia periódicamente y para maniobras de control de actitud que quedasen fuera de las capacidades de estos, así como para mantener un ángulo mínimo con el Sol de 55º. Con el fin de comunicarse con la Tierra, situada a una distancia media de 96 millones de kilómetros, Kepler usaba una antena principal y cuatro de baja ganancia, con capacidad para enviar entre 10 y 4,3 megabits por segundo y recibir entre 7,8 y 2.000 bits por segundo.

Telescopio Kepler (NASA).
Kepler antes del lanzamiento (NASA).
Kepler antes del lanzamiento (NASA).
Paneles solares de Kepler (NASA).

La «primera luz» de Kepler tuvo lugar el 8 de abril de 2009, pero los primeros planetas no se anunciarían hasta el 4 de enero de 2010. Como era de esperar, los primeros cinco planetas —de Kepler-4b a Kepler-8b— eran «aburridos» jupíteres calientes como 51 Pegasi b. Kepler funcionaba exquisitamente, pero la reducción de datos era de todo menos sencilla. Como los críticos de la misión habían predicho, los errores en el apuntado del telescopio y la variación en la sensibilidad de los detectores, así como las manchas estelares y otros fenómenos se confabulaban para generar un ruido de fondo muy difícil de filtrar. Y luego había que eliminar los falsos positivos, o sea, los tránsitos producidos por enanas marrones u otras estrellas en sistemas múltiples, además del ruido causado por estrellas de fondo que no se podían resolver en los datos fotométricos. Una auténtica pesadilla informática. Pero el principal problema al que se enfrentaba la misión era la variabilidad estelar. Las estrellas del campo de visión de Kepler habían resultado ser, de media, más díscolas de lo previsto por los modelos teóricos y observaciones previas. Eso significaba que Kepler requeriría mucho más de tres años y medio para completar su misión y estimar la frecuencia de planetas de tipo terrestre alrededor de otras estrellas. Dicho con otras palabras, ahora serían necesarios más tránsitos de un planeta pequeño para confirmar su existencia (en general, seis en vez de tres). Por este motivo, pronto la NASA amplió la misión primaria de Kepler hasta 2016.

Órbita de Kepler alrededor del Sol (NASA).
Campo de observación de Kepler (NASA).

2011 sería el primer año en el que Kepler logró atraer la atención de los medios de comunicación. El 10 de enero se anunció el descubrimiento de Kepler-10b. Aunque se trataba de un infierno con océanos de lava fundida, fue el primer planeta rocoso detectado por el telescopio espacial. El 15 de septiembre le tocó el turno a Kepler-16b, el primer exoplaneta circumbinario de la misión (esto es, un mundo que gira al mismo tiempo alrededor de dos estrellas de un sistema binario). El 5 de diciembre los medios se volvieron locos con el anuncio de Kepler-22b, el primer planeta de Kepler situado en la zona habitable. A pesar de que probablemente se trate de un minineptuno y no de un planeta rocoso, Kepler-22b fue un aperitivo de la avalancha de datos que estaba por llegar. El 18 de abril de 2013 el equipo de Kepler publicó el descubrimiento de Kepler-62e y Kepler-62f, los primeros planetas probablemente rocosos situados en la zona habitable detectados por la misión. No obstante, no sería hasta el 17 de abril de 2014 cuando Kepler detectó Kepler-186f, el primer planeta rocoso de tamaño terrestre localizado en la zona habitable (en este caso, en una enana roja).

Recreación artística de Kepler-22b (NASA).
Curva de luz de Kepler-22b observada por Kepler (NASA).

Pero mientras la parte científica de la misión se desarrollaba exitosamente, no ocurría lo mismo con la técnica. El 4 de julio de 2012 Kepler perdió uno de los volantes de inercia (el número 2). El telescopio se quedó por tanto con solo tres volantes de inercia, el mínimo indispensable para apuntar a la misma zona del cielo y detectar planetas de tamaño terrestre. El equipo de la misión cruzó los dedos para que no fallase ningún otro volante antes de completar la misión primaria, pero en esta ocasión se les acabó la suerte. El 14 de mayo de 2013 el segundo volante (el número 4) dejó de funcionar y la misión primaria finalizó abruptamente. Como resultado, Kepler ya no era capaz de descubrir los exoplanetas más pequeños y, potencialmente, más interesantes, como son las exotierras (planetas de tamaño terrestre situados en la zona habitable). Una misión de 700 millones de dólares había terminado por culpa del fallo de un componente de 200.000 dólares. Otros volantes similares habían presentado problemas en varias misiones que los llevaban, como por ejemplo la sonda Dawn de la NASA. El equipo de Kepler intentó solucionar el problema en 2007, pero por entonces el telescopio ya estaba listo para el lanzamiento. En 2008, sin embargo, los cuatro volantes fueron enviados a la empresa constructora, Ithaco Space Systems, para su revisión en profundidad. Posiblemente sin este mantenimiento adicional la misión primaria de Kepler habría finalizado mucho antes.

Dos de los cuatro volantes de reacción de Kepler (en negro) (Ball Aerospace).
Detalle de uno de los volantes de inercia (NASA).

Pese a todo, los resultados de la misión primaria fueron impresionantes y cambiaron radicalmente nuestra comprensión sobre los planetas en la Galaxia. Los datos originales fueron procesados usando todos los trucos aprendidos en esta última década de estudios exoplanetarios y el 19 de junio de 2017 se publicó el catálogo final de la misión primaria de Kepler, que contiene importantes diferencias con el anunciado poco después del fallo del segundo volante de inercia. Las cifras son apabullantes. Kepler ha descubierto un total de 4.034 candidatos a planetas, de los cuales se han confirmado 2.335. Piénsalo bien. Cuando a Borucki se le ocurrió la propuesta FRESIP no se conocía ningún planeta extrasolar. Hoy en día la inmensa mayoría de exoplanetas descubiertos lo han sido por Kepler. De esos más de dos mil planetas confirmados, solo entre dos y doce son potenciales exotierras (en 2013 se pensaba que eran cerca de treinta), pero se encuentran demasiado lejos para que puedan ser analizadas en detalle por los actuales telescopios terrestres. Los resultados de Kepler son un éxito rotundo, pero uno no puede dejar de pensar que es una lástima que Kepler no llevase cinco o seis volantes de inercia en vez de cuatro.

sas
La diversidad de los planetas de Kepler (NASA/Ames Research Center).
Frecuencia de planetas en función de su tamaño. Se observa la escasez de mundos entre 1,75 y 2 radios terrestres (NASA/Ames Research Center/CalTech/University of Hawaii/B.J. Fulton).
Frecuencia de planetas en función de su tamaño (NASA/Ames Research Center/CalTech/University of Hawaii/B.J. Fulton).
Planetas terrestres potencialmente habitables descubiertos por Kepler (NASA).

Pero Kepler no murió en 2013. Su misión primaria estaba finiquitada, pero seguía siendo un telescopio espacial de cerca de un metro por lo demás perfectamente funcional. La NASA pidió a la comunidad científica ideas para seguir sacando provecho a esta instalación. La ganadora fue la propuesta K2, que haría uso de la presión de radiación de la luz solar para ayudar en el apuntado del telescopio. O sea, la luz serviría como una suerte de tercer volante de inercia (aunque con menos precisión que uno de verdad). Como contrapartida, el telescopio debería maniobrar con respecto al Sol y, por lo tanto, ya no podría apuntar a la misma región del cielo. La misión K2 comenzó en mayo de 2014. Kepler cambiaría de campo estelar cada tres meses aproximadamente, lo que ha permitido el descubrimiento de unos cuantos centenares de planetas —la mayoría gigantes— y la adquisición de nuevos datos sobre variabilidad estelar, supernovas y cuerpos menores del sistema solar.

Misión K2 de Kepler (NASA).

La misión K2 tenía los días contados desde un principio porque el telescopio debía usar sus propulsores de hidrazina para mantenerse alineado con el Sol. En principio se esperaba que la misión durase entre dos o tres años, pero, una vez más, Kepler ha superado las expectativas más optimistas. El 19 de octubre de 2018 Kepler entró en modo hibernación al agotarse las reservas de hidrazina. Sin combustible era imposible continuar con la misión y el 30 de octubre la NASA dio por finalizadas las observaciones de Kepler. Así terminaban nueve años de actividad prolífica que han cambiado nuestra manera de ver el Universo. Afortunadamente, la misión sucesora de Kepler, TESS, ya está en órbita. Sin embargo, TESS no ha sido diseñado para descubrir exotierras, así que, aunque descubra alguna que otra, habrá que esperar a PLATO para disponer del verdadero sustituto de Kepler.

Casi diez años después de su lanzamiento, la herencia de Kepler no son solo esos casi 2.600 planetas, sino saber que prácticamente la totalidad de estrellas del firmamento tienen mundos alrededor, algunos de ellos parecidos a la Tierra. Y todo como consecuencia de la obstinación de Borucki hace cerca de treinta años. Adiós, Kepler, y gracias por todo.

Bill Borucki en 2015 (NASA).


70 Comentarios

  1. Tal vez fue una suerte que no le aprobasen las cuatro primeras propuestas. Tal vez si le hubiesen aprobado la primera, la tecnologia no hubiese estado todavia a la altura de lo que se pretendia hacer. Por otro lado, me gusta ver ejemplos de que se puede progresar en ciencia sin un doctorado, aunque no lo tuvo facil. Y a todo esto. Reduccion de datos? Eso como se llama en la jerga al filtrado, normalizacion, etc.. de los datos?

    1. Seguro que tuvo suerte de que existan los Jupiteres calientes y de que sean tan abundantes (seguro que por bias observacional). Sin ellos puede que Kepler hubiera sido otra idea de mision sobre la que se habria empezado a trabajar para lanzarla el 30 de febrero.

  2. Una misión extraordinaria, un éxito total…ojalá en el futuro haya muchos nuevos Kepler cazando planetas…nos esperan años de descubrimientos impresionantes…

    Y ojalá sigamos teniendo muchos Borucki por la NASA compartiendo y luchando por ideas revolucionarias…

    1. Fascinante entrada ojalá que el Tess pueda ser un buen sucesor y además esperemos que tanto china como Europa puedan sacar adelante sus propios caza planetas 😃

      1. Releyendo ahora otra entrada de Daniel, resulta que originalmente el telescopio sí iba a L2, pero:
        «Para ahorrar costes, el telescopio estaría situado ahora en órbita solar. Se evitaría así la necesidad de cargar con el combustible y los motores necesarios para mantener una órbita de halo en L2.»

  3. Hace una época no muy lejana debido a nuestro encierro mental, por nuestras limitaciones de conocimiento, para el promedio de seres humanos concebir que pudieran existir exo-planetas en otras estrellas, no era algo entendible.
    Esa visión si la tuvo el italiano Giordano Bruno antes de ser quemado en la hoguera en el siglo XVII por decir que el Sol era una simple estrella, y que el universo contenía infinidad de esas estrellas, y que eso, cada puntico que brillaba en la oscuridad era una estrella con sus propios mundos llenos de vida.
    Pues el telescopio Espacial Kepler nos permitió ampliar esa visión, ¡y de que forma!. El método de detección por transito utilizado por el telescopio Espacial Kepler aporto enriquecedores resultados, como por ejemplo que casi todos las, sino todos tiene al menos un planeta girando alrededor suyo.
    Sobre Johannes Kepler, astrónomo y matemático alemán, aporto entre otras muchas cosas, sus leyes sobre el movimiento de los planetas en su órbita alrededor del Sol que se aplican a cualquier otro planeta en cualquier otra estrella.

  4. sino saber que prácticamente la totalidad de estrellas del firmamento tienen mundos alrededor, algunos de ellos parecidos a la Tierra.

    Hace un tiempo leí «Un guijarro en el cielo» de Isaac Asimov, donde en una parte decía que en cada una de las estrellas visibles en el firmamento habían planetas habitados que formaban el imperio galáctico. Casi 70 años después resulta que prácticamente es así… aunque esperemos 40 mil años para verlos habitados.

  5. Agradezco esta entrada tan épica: como aquella del fallo de la Soyuz que, de largo, ha sido la mejor de este año en Eureka.
    Pero a mí, personalmente, esta entrada me ha llegado. Mi abuelo sólo conocía 7 planetas; pero yo le decía que existía Neptuno (y Plutón) y que, tal vez, hubieran más planetas fuera del sistema solar. Hoy he visto la tumba de mi abuelo en su nicho dentro del cementerio del pueblo y me acordé de él, de su afición a la astronomía y de cómo supo transmitírmela.
    Joder, no me gusta ponerme blandengue, snif, snif, pero: GRACIAS Eureka, por saber transmitir también tan bien esta pasión. La lástima es que sólo mucho después de que todos nosotros habitemos en nuestros nichos eternos, allá por el 2080 ó mucho más allá, es cuando el hombre podrá pisar Marte y volver para contarlo.

    1. Muy bueno el «paper», gracias Angel. La buena noticia es que desde 2010 están fabricando los rodamientos con bolas de cerámica para solventar el problema.

      Y como siempre gracias Daniel.

      PD: Y gracias a Bill Borucki, que detrás de los grandes logros de la ciencia y la tecnología siempre hay una persona que además de tener la idea, (todos tenemos muchas), ha tenido el empeño y la perseverancia para hacerla realidad.

  6. Otra pieza para el futuro museo del espacio con piezas reales, y de las mas importantes, casi como el Hubble.
    Como este no vendria mal el tener un par mas en orbita.

    Como comenta Daniel, antes se suponia que debia haber planetas, despues se sabe.

    Muchas gracias.

  7. Cuál es la limitación por la que no podemos detectar planetas del tamaño de la tierra por tránsito? Óptica? de calidad de los datos (quizás hay mucho ruido)?
    Cabe destacar que PLATO es de la ESA 🙂 Aunque no estará hasta 2026 (si no hay retrasos).
    La misión de Kepler ha sido una de las que más ilusión me han hecho de exploración del cielo. Me da pena su finalización, pero con TESS en marcha, el Hubble de vuelta al frente, W-First en camino junto al JWST y Plato, además de los datos de Gaia e Hiparcos que nos sigue ayudando con los datos almacenados a descubrir planetas, pues hay motivos para el optimismo. Encima, es posible que sigamos descubriendo más planetas a partir de los datos recogidos, con nuevos algoritmos.

      1. Rafa probablemente se refiere a exotierras en la zona habitable de una estrella tipo Sol, es decir, el sesgo observacional impuesto por el necesario tiempo de seguimiento de una misma estrella para detectarle planetas con período orbital parecido al de la Tierra, mucho más largo que en el caso de exotierras orbitando enanas rojas.

        1. Sí, para eso los esfuerzos tienen que ser considerables. O incrementar en años las observaciones o incrementar el diámetro del telescopio para mejorar la señal ruido. El Kepler se quedó un poco al límite. Pero técnicamente es posible.

          1. Sí, dejando la óptica tal cual, sólo le faltó tiempo. 1 volante de inercia más. O haber estado aparcado en L2 (la idea original), ahí el desgaste de los volantes es presumiblemente menor, asumiendo que el estudio que enlazó Angel24Marin arriba está en lo cierto.

    1. Supongo que también limitará mucho las probabilidades de detectar un planeta como el nuestro la distancia a la estrella, porque su órbita tendría que estar alineada con nosotros en un ángulo más estrecho, el mismo que ocupará su sol visto desde ese planeta. A mayor órbita, menor ángulo y menos probabilidades de ocultación.

      1. Bueno, eso es un problema probabilístico, que se soluciona observando el número suficiente de estrellas a la vez.
        El problema es que además tienen que ser estrellas brillantes. El Kepler sólo podía detectar realmente gemelos terrestres de entre la décima parte de estrellas del campo observado, las que eran más brillantes de magnitud visual 12.
        En el 90% restante sólo podía detectar planetas pequeños si orbitaban más cerca de su estrella, acumulando tránsitos, o bien en estrellas más pequeñas que el Sol, donde el tránsito es más evidente. Cierto.

  8. Sin duda este año está siendo de grandes pérdidas en cuanto a sondas se refiere, hace ya meses perdimos a Cassini y ahora le ha tocado el turno a Kepler. Grandes misiones ambas que como todo lo bueno se acaba esperemos que las siguientes misiones sean la mitad de útiles y épicas que estas dos.

    1. Y es poco probable que el rover ‘Opportunity’ despierte, aunque se le va a dar espera hasta el 31 de diciembre, sino se dará por finalizada también esa misión en el planeta Marte.

    1. Eso es. Menos de 1/400 del cielo. 400 Kepler, extrapolando los resultados, nos darían 1.600.000 planetas candidatos con tránsitos.
      Nos queda mucho trabajo por delante.

  9. Imagino que Kepler debe tener una aberración de curvatura de campo y para corregirla se construye la matriz de CCDs curva y no plana. Lo curioso es que la curvatura es inversa respecto a una pantalla de cine.

  10. Y ahora, ¿qué va a pasar con Kepler? ¿Quedará ahí, flotando, siguiendo a la Tierra, muerto de risa? ¿Se aprovechará un paso cercano con nuestro planeta para desorbitarlo (aunque no sé con qué combustible)?

    Más que nada, porque ese telescopio de más de una tonelada, orbitando a toda velocidad, un día puede suponer un peligro si se altera su órbita. Lo suyo sería enviar, en un acercamiento a la Tierra (la diferencia de velocidad orbital es muy poca) una pequeña unidad propulsora, acoplarla a su puerto de integración de popa y colocarlo en una órbita terrestre de aparcamiento (soy reacio a quemar estas maravillosas máquinas… se merecen quedar en órbita segura hasta que la tecnología permita bajarlas de nuevo al museo que merecen).

    Salu2

    1. No acabas de comprender lo grande que es el Sistema Solar y lo pequeño que es el satelite.
      Ademas que en un futuro se puede rescatar como una pieza de la exploracion espacial para ser admirado por muchas generaciones.

      1. Lo comprendo muy bien, gracias. No estamos hablando de las Voyager, o los STEREO, o Dawn, o Cassini (de haber sobrevivido en alguna órbita estable en Saturno), o de New Horizons, etc… Estamos hablando de una sonda en una órbita solar muy cercana a la de la Tierra, que puede sufrir perturbaciones por la gravedad lunar o la terrestre, y, aunque es muy poco probable, podría representar algún riesgo para alguno de los satélites en GEO, por ejemplo, si su órbita se desestabiliza y ya no le queda combustible para correcciones.

        Por eso es por lo que digo que sería cosa a considerar que se aparcase en órbita segura, de forma que no represente NINGÚN riesgo, y que no sea destruida para que quede a disposición de generaciones venideras. Ésta, el Hubble, la ISS (si fuese posible elevar su órbita sin riesgos y a un coste aceptable), y algunos más de los aparatos más famosos y que más han aportado a la Ciencia.

        Considero que merece la pena… al fin y al cabo, se pagan fortunas por los calzoncillos de tal «gran» político, o por la espada de cual «gran» general, o por el primer disco de noséquién, o por las bragas de noséquéotra… cosas sin valor real, más allá de lo que alguien se encapriche en que valga algo… Estas naves lo merecen MILLONES de veces más, tienen un valor real (no me refiero al dinero), no son objetos arbitrariamente valiosos por a quién pertenecieron, sino que tienen valor por sí mismos, se lo han ganado.

        Igual que el primer coche o el primer avión, o el Saturno V, o el módulo Apollo no lanzado, que descansan su gloria en museos del más alto nivel, admirados por todo el mundo.

        Eso es lo que yo defiendo: que no sean destruidos, que merece la pena el esfuerzo (tampoco tan grande, subir la órbita del Hubble o de la ISS no es una Flagship, precisamente) de conservarlos hasta que puedan recuperarse, en algún momento del futuro.

        1. Lo más probable es que no volverá a acercarse a la Tierra por que se quedara atrapado en el punto L5. Y si sale de este y de L4 sera dentro bastantes años cuando se acerque.

  11. Saludos Daniel:

    Una vez más hay que felicitar este extraordinario trabajo de divulgación; no hay articulo que tenga desperdicio mi amigo; no hay blog donde digerir con tanto gusto este tipo de saber.

    Gracias!

  12. estas sondas y telescopios , son las que nos dan alegrias y sorpresas agradables .El retorno científico que nos aportan es impresionante , para los que duden de su eficiencia económica . Es una lastima que no se fabriquen en serie y soltarlos por todo el sistema solar . Tendría que ser impresionante los datos científicos que nos aportarían y fotografías por bastante menos de lo que vale el puñetero SLS y la ORION . Habria datos para analizar décadas y espero que los nuevos que nos aguardan (TESS ,JWST , WFIRST etc ) no tengan ningún problema , se desplieguen bien y para los que dudan de la exploración espacial dejarles con la boca abierta o cerrada según se mire y despejarnos de alguna duda existencial que tenemos como humanos .

  13. Y ahora que tenemos miles de planetas descubiertos gracias a Kepler, y pronto a la inmensa cantidad que descubrirá TESS, llega el momento de estudiarlos más detenidamente…y para ello se lanzará el año que viene la misión Cheops, sin duda muy esperada…

    Pero además UK prepara esta otra misión de bajo coste, Twinkle, con nombre gracioso…Daniel esperemos una entrada tuya para conocer más de este pequeño telescopio:

    https://foro.sondasespaciales.com/index.php?topic=10487.msg144091;topicseen#msg144091

    Que también estudiará la atmósfera de estos nuevos mundos…sin duda estamos viviendo una gran era espacial…

    1. Lo curioso es que fabrique latas de refrescos.

      Ball participa en prácticamente todos los telescopios espaciales y gran cantidad de sondas de la Nasa, incluso es la que diseñó y fabricó los espejos del James Webb y toda la electrónica y sistemas de control de los mismos.

  14. La búsqueda de sistemas solares es apasionante por meticulosa y concienzuda, por paciente y constante. Los resultados son sorprendentes. Parece que no hay muchas normas generales y cada estrella ha buscado su «solución» a la hora de rodearse de sus «hijos planetarios».

    Lástima que estén tan lejos todos. Toda visita a un sistema que pudiera resultar homologable al nuestro (incluso con planetas terrestres en la zona habitable) es, a día de hoy, ciencia ficción. Pero es muy importante ir haciéndonos una composición de lugar de nuestro vecindario estelar pensando en un futuro lejano.

    Ninguno de nosotros veremos tales expediciones…

Deja un comentario