Nueve claves del vuelo de Laika, el primer animal en órbita

Por Daniel Marín, el 6 noviembre, 2017. Categoría(s): Astronáutica • Historias de la Cosmonáutica • Rusia ✎ 41

Hace ahora 60 años la perrita Laika se convirtió en el primer animal en órbita a bordo del Sputnik 2. Desgraciadamente también se convirtió en el primer animal en morir en el espacio. Seis décadas después repasamos las claves de su histórica y triste misión.

Laika.
Laika antes de su vuelo espacial.

Laika fue el primer animal en órbita, pero no el primero en el espacio

Al final de la Segunda Guerra Mundial los estadounidenses y soviéticos consiguieron tener acceso a la tecnología del misil balístico nazi A-4 (más conocido como V-2) desarrollado por el equipo de Wernher von Braun. Ambos países comenzaron inmediatamente a fabricar cohetes basados en esta arma que ofrecían la posibilidad de explorar por primera vez los límites de la atmósfera y, como es lógico, pronto surgieron propuestas para mandar animales en vuelos experimentales. Pero en aquella época no había un consenso sobre dónde situar la frontera del espacio. Hoy en día dicha frontera está situada por convención a cien kilómetros de altura, pero no siempre fue así. Por ejemplo, en EEUU se consideró durante muchas décadas que esta frontera estaba a 50 millas de altura. Si tomamos como válido el límite actual de cien kilómetros y lo extrapolamos hacia atrás en el tiempo —lo que no deja de ser un ejercicio polémico—, los primeros animales que llegaron al espacio fueron un grupo de anónimas moscas de la fruta lanzadas el 20 de febrero de 1947 a bordo de un misil A-4 alemán capturado por los aliados que despegó desde la base estadounidense de White Sands (en cierto modo podría decirse que parte de la autoría de esta misión fue de von Braun, quien por entonces trabajaba en EEUU con el ejército para diseñar misiles después de que hubiera sido sacado de Europa en la operación Peperclip para evitar que pudiese ser juzgado como criminal de guerra).

Un misil A-4 alemán listo para ser lanzado desde White Sands (Nuevo México).
Un misil A-4 alemán listo para ser lanzado desde White Sands (Nuevo México).

Si nunca habías leído algo sobre estas pobres moscas espaciales es normal, porque los pobres insectos no impresionaron a mucha gente. Otro asunto es el primer mamífero que viajó al espacio. Ese honor le corresponde al pequeño mono Rhesus Albert II, quien el 14 de junio de 1949 alcanzó los 134 kilómetros de altura en otro misil A-4. Pero Albert II, al igual que Albert I, Albert III, Albert IV y Albert V, murió en el cumplimiento del deber. Los primeros seres vivos —sin contar bacterias, hongos o insectos— en superar la frontera del espacio y regresar con vida para contarlo fueron los perros soviéticos Tsigan y Dezik, que despegaron el 22 de julio de 1951 —seis años antes que Laika— en un cohete sonda V-1B (R-1V), que venía a ser un misil R-1 modificado para misiones científicas (a su vez, el R-1 era la versión soviética del A-4). Entre 1951 y septiembre de 1957 la URSS llevó a cabo un total de veinte lanzamientos suborbitales de cohetes R-1 y R-2 con perros a bordo. Desgraciadamente, no todos terminaron con éxito y cuatro animales (Dezik, Lisa, Bulba y Lisa 2) murieron en dos accidentes. Todas estas misiones no lograron captar la atención del público, que por entonces diferenciaba casi mejor que ahora lo que es un verdadero vuelo espacial —o sea, orbital— que un simple salto suborbital.

Albert I es introducido en su cápsula poco antes del lanzamiento en el que murió.
Albert I es introducido en su cápsula poco antes del lanzamiento en el que murió.

La decisión de lanzar el Sputnik 2 con Laika la tomó el propio Nikita Jruschov

El lanzamiento del Sputnik el 4 de octubre de 1957 no solo había abierto la puerta a la era espacial, sino también demostró ser una magnífica arma de propaganda. La histeria desatada en Estados Unidos y el resto del ‘mundo libre’ impresionó sobremanera a Nikita Jruschov, quien no se esperaba que la puesta en órbita de una bola metálica generase semejante impacto mediático. Para el Ingeniero Jefe del programa espacial soviético la fama del Sputnik también fue una sorpresa y decidió aprovecharlo a su favor. Hasta ese momento el programa espacial había sido básicamente un capricho personal de Koroliov y sus colegas de la oficina de diseño OKB-1 que habían concebido mientras se dedicaban a trabajar en lo realmente importante: el desarrollo de misiles balísticos para los militares.

Serguéi Koroliov con un PENI (Perro Espacial No Identificado).
Serguéi Koroliov con un PENI (Perro Espacial No Identificado). No, este perro no es Laika, aunque a veces se diga lo contrario en multitud de libros.

Entusiasmado por el logro propagandístico alcanzado, el 12 de octubre de 1957 Jruschov le preguntó a Koroliov si era posible superar el impacto del Sputnik de cara al 40º aniversario de la Revolución Bolchevique de Octubre, que tendría lugar el 7 de noviembre de ese mismo año (la Revolución de Octubre se celebraba en la URSS en noviembre debido al cambio de calendario juliano a calendario gregoriano que tuvo lugar después de 1917). La leyenda cuenta que Koroliov, tras pensárselo unos segundos, le dijo a Jruschov: «podemos lanzar un perro». Ni que decir tiene, Jruschov quedó encantado. Había nacido el plan para lanzar a Laika al espacio.

Hasta ese momento los planes de la OKB-1 eran lanzar una copia del Sputnik denominada PS-2 (Prosteishi Sputnik 2, o sea, ‘satélite muy simple 2’) en un misil R-7 Semiorka que los militares habían cedido a Koroliov a regañadientes. El plan no entusiasmaba a nadie dentro y fuera de la OKB-1. El primer Sputnik, el PS-1, ya había sido una solución de compromiso tomada a última hora por el retraso en la construcción del que debía haber sido el primer satélite artificial de la historia, el ‘Objeto D’. Sin embargo, el Objeto D no estaría listo hasta principios de 1958 —finalmente voló como el Sputnik 3—, por lo que si la OKB-1 quería lanzar un nuevo satélite debería usar otro vehículo. Pero, como hemos comentado más arriba, la oficina de Koroliov tenía una amplia experiencia con perros en vuelos suborbitales y en esos momentos estaba trabajando para realizar misiones con canes más ambiciosas usando misiles de alcance medio R-5A y R-5B. De ahí que Koroliov propusiese a Jruschov lanzar un perro sin pensárselo demasiado. Solo había que adaptar la nueva cabina al misil R-7. El PS-2 se usaría como complemento para llevar las baterías y transmitir la telemetría de la cabina. Para ahorrar peso y tiempo el PS-2 con la cabina no se separaría en órbita y el conjunto permanecería unido a la etapa central del misil R-7. Todo el programa del Sputnik 2 sería concebido y desarrollado en menos de un mes.

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El Objeto D debía haber sido el primer satélite en el espacio, pero despegaría como Sputnik 3 en 1958.

¿Por qué perros?

El programa espacial estadounidense había optado desde un primer momento por simios para sus vuelos experimentales debido a su similitud con la fisiología humana, pero en la URSS se utilizaron perros. ¿Por qué? La raíz de esta decisión se remonta a 1949, cuando Koroliov contactó con el Instituto de Medicina de Aviación de Moscú (MAI) para estudiar la viabilidad de los experimentos con animales a gran altitud como preparación de cara a un posible vuelo espacial tripulado. Como resultado de estos contactos, el médico militar Vladímir Yazdovski fue puesto a cargo de una nueva sección del MAI dedicada a los vuelos espaciales con animales. A partir de 1955 Oleg Gazenko se uniría a Yazdovski como líder de este ‘programa espacial perruno’.

Koroliov y Yazdovski.
Koroliov y Yazdovski.

Yazdovski conocía los trabajos de los estadounidenses con monos, pero pensaba que los simios eran demasiado nerviosos y agresivos para las misiones espaciales. Además, la URSS tenía una larga tradición de estudios médicos con perros —todos nos acordamos de los condicionados perros de Pávlov— y eran muchos los científicos acostumbrados a trabajar con estos animales. Yazdovski decidió usar perros pequeños —de 6 a 8 kg— para que pudiesen caber cómodamente dentro de una cápsula espacial y, a ser posible, hembras, por ser más tranquilas que los machos. También se dio prioridad a los animales de color blanco para que pudiesen ser fotografiados con facilidad. Como consecuencia de los experimentos de Yazdovski, se tomó la decisión de mandar parejas de perritas en los vuelos suborbitales, ya que se había observado que dos animales juntos se comportaban mejor que uno solo.

Tsigan y Dezik, los primeros animales en ir al espacio y volver vivos.
Tsigan y Dezik, los primeros animales en ir al espacio y volver vivos. No alcanzaron la órbita, sino que realizaron un vuelo suborbital.

Yazdovski comenzó a la selección de canes en 1950. Curiosamente, la mayoría eran perros callejeros o  recogidos en las perreras municipales de Moscú. El equipo de Yazdovski había observado que estos animales eran más dóciles y soportaban mejor las pruebas médicas que los mimosos animales caseros. En un principio se reclutaron 24 perros, de los cuales 17 serían seleccionados para las misiones suborbitales, aunque dos de ellos se fugaron. Efectivamente, la perra Smelaya (‘valiente’) se escapó el día antes de su lanzamiento en agosto de 1951, pero fue encontrada y completó su misión. Otro perro fugitivo, Rozhok, tuvo más suerte y logró evadirse. Nunca fue encontrado y hubo que buscar un sustituto (que sería Zib). Durante los vuelos suborbitales a algunos de los perros se les suministró narcóticos para comparar su comportamiento en ingravidez con respecto a sus compañeros.

Laika debía morir

Cuando Koroliov le dijo a Jruschov que podía poner en órbita un perro sabía que el can elegido iba a morir en el espacio irremediablemente. La OKB-1 no había desarrollado todavía la tecnología de escudos térmicos de ablación para traer de vuelta a casa un satélite (de hecho, el desarrollo del escudo térmico de la cabeza nuclear del R-7 estaba siendo una auténtica pesadilla). Fuese cual fuese el perro elegido, el viaje sería solo de ida. Nunca existió la opción de traerla de vuelta. Las primeras perras que alcanzaron la órbita y regresaron para contarlo serían Strelka y Belka, las cuales partirían a bordo de la Vostok 1K (Korabl-Sputnik 2) el 19 de agosto de 1960. Quizás debido a este final feliz Strelka y Belka son hoy en día más populares en Rusia que la pobre Laika (y, por cierto, cualquiera puede verlas disecadas en el Museo de la Cosmonáutica de Moscú).

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Modelo del Sputnik 2. Arriba el PS-2 con instrumentos científicos. Abajo la cabina presurizada de Laika (Eureka).

Las otras candidatas a perra cosmonauta

Laika pasaría a la historia como el primer animal en órbita, pero bien podía haber sido otro perro. Para el vuelo se seleccionaron diez perros candidatos bajo la supervisión de Gazenko. Los perros tuvieron que superar hasta 27 pruebas distintas con una duración de entre seis y veinte días. Las perras sufrieron pruebas en centrífugas a las que fueron sometidas a aceleraciones de hasta 10 g y otras en las que vivieron encerradas hasta veinte días —dependiendo del perro— en un modelo de la cápsula presurizada. En realidad estas pruebas se habían sucedido antes del otoño de 1957 con vistas a un vuelo suborbital en un misil R-5, así que cuando se tomó la decisión de lanzar el Sputnik 2 el ‘cuerpo de cosmonautas perrunos’ ya estaba prácticamente seleccionado.

Finalmente se eligieron tres candidatas: las perritas Laika, Albina y Muja (‘mosca’), aunque a veces se cita una cuarta candidata, Úmnitsa (‘lista’). Parece ser que los cuidadores, conscientes de que la elegida moriría en el vuelo, salvaron a Albina —la cual ya había volado en dos ocasiones en un cohete R-1E en 1956 y tenía cachorros— al dejarla como suplente. Muja se salvó por un pequeño defecto físico en una pata y se consideró que no quedaría demasiado bien en las fotos. Sin embargo sería nombrada ‘Perro Tecnológico’ y se encargaría de ensayar en tierra varias partes de la misión, además de ser también suplente. El especialista en biomedicina Vasili Parin fue el encargado de la selección final. Parin se decantó por la pequeña Laika, una perrita callejera de dos años de edad y 6 kg de peso, debido a su comportamiento excepcionalmente tranquilo. El nombre de Laika (que puede significar ‘ladridito’ en ruso, aunque también es el nombre de la raza de perros cazadores rusos a la que pertenecía) era debido a su llamativo y sonoro ladrido. Curiosamente, Laika se llamó originalmente Kudryavka (‘ricitos’), aunque no está claro cuándo fue bautizada como Laika. Algunas fuentes sugieren que fue después del lanzamiento, mientras que otras indican que fue antes de la selección final. En cualquier caso, por entonces era normal que los perros espaciales cambiasen de nombre dependiendo de los cuidadores que tenían asignados.

Albina y sus cachorros.
Albina y sus cachorros.

Las condiciones del vuelo de Laika

En el Sputnik 2 solo cabía un perro en la nueva cabina presurizada GKZh (‘cabina presurizada del animal’), que era básicamente un cilindro de aluminio de 80 centímetros de longitud y 64 centímetros de diámetro. Esta cabina estaba siendo desarrollada para vuelos suborbitales a bordo del misil R-5, mucho más potente que los R-1 y R-2 usados hasta la fecha, aunque menos que el R-7 Semiorka que lanzó el Sputnik. La cabina estaba dotada de una escotilla en un extremo con una ventanilla para permitir el control del animal por parte del equipo de tierra mientras el perro estuviese en la rampa. Sobre la cabina iría el satélite PS-2. La masa total del Sputnik 2 sería de 508,3 kg, aunque recordemos que no estaba previsto que se separase de la etapa central del cohete R-7.

El Sputnik 2 con la cabina presurizada en la parte inferior.
El Sputnik 2 con la cabina presurizada en la parte inferior.

La cabina presurizada GKZh tenía reservas de oxígeno para siete días y un sistema de soporte vital capaz de regular la temperatura y humedad del interior. En realidad, el oxígeno estaba almacenado en forma de óxido de potasio, que liberaba oxígeno al reaccionar con dióxido de carbono y agua. Un contenedor de tres litros almacenaba agua suficiente para los siete días que debía durar la misión. El agua estaba mezclada con agar para darle consistencia gelatinosa y evitar que formase esferas flotantes en microgravedad. La comida se guardaba en pequeños cartuchos agrupados en una cinta que iban saliendo cada cierto tiempo y que podían durar veinte días (evidentemente no hacía falta tanta autonomía, pero tampoco era cuestión que el perro pasara hambre). La comida era una mezcla de carne picada, miga de pan y grasa de ternera, una mezcla desarrollada después de años de investigación. Laika estaría sujeta al interior de la cabina mediante unas sujeciones unidas al pequeño ‘traje’ que llevaba alrededor del tórax. El traje y las sujeciones permitían que el perro se pusiese de pie, se echase o se levantase dentro de la cabina, aunque no podía darse la vuelta. La perra estaba rodeada por dos cojines rectangulares destinados a amortiguar las vibraciones del lanzamiento. Un ventilador debía activarse si la temperatura de la cabina superaba los 15 ºC.

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Cabina presurizada de Laika.

Para evitar que la cabina se llenase de orina y heces en ingravidez Laika llevaba una especie de bolsa unida por la zona pélvica y atada al arnés del perro en el que hacía las necesidades. La bolsa incorporaba carbono activo para reducir el olor. Laika y las otras dos perras candidatas fueron sometidas a varias operaciones quirúrgicas para colocarles sensores en sus cuerpos. Yazdovski y Gazenko se encargaron de la cirugía. En el cuello, cerca de la arteria carótida, se les instaló un sensor para medir la presión sanguínea y el ritmo cardiaco. En las costillas se les colocaron sensores para medir la frecuencia de la respiración y varios electrodos de plata para los electrocardiogramas. Tras la operación las tres perras pasaron a ser entrenadas para que colaborasen en las tareas médicas por la veterinaria Yekaterina Petrova. Yazdovski se saltó el protocolo de entrenamiento y decidió llevar a Laika a su casa para que sus hijos jugasen con ella. Como declaró después: «quería hacer algo bonito por la perra. Al fin y al cabo le quedaba poco tiempo de vida».

Los técnicos ponen el arnés y la bolsa para las heces a Laika antes del vuelo. Al fondo se ve la cabina presurizada.
Los técnicos ponen el arnés y la bolsa para las heces a Laika antes del vuelo. Al fondo se ve la cabina presurizada.

El lanzamiento del mayor satélite artificial

El 19 de octubre Laika, Muja y Albina llegaron al cosmódromo de Tyura-Tam (actualmente Baikonur), oficialmente denominado polígono NIIP-5, desde Tashkent a bordo de un avión Ilyushin Il-14 junto con Gazenko y Yazdovski. Previamente habían viajado en un Túpolev Tu-104 desde Moscú hasta Uzbeksitán. El 22 de octubre llegaron al cosmódromo los elementos del Sputnik 2, mientras que el cohete R-7 de la misión, denominado 8К71 nº М1-2PS, había llegado el 18 de octubre. Koroliov viajaría el 27 de octubre. Posteriormente se descubrió que el temporizador encargado de activar y desactivar varios sistemas había dejado de funcionar, así que fue necesario reemplazarlo. El 31 de octubre la perrita fue introducida en la cabina hermética al mediodía después de desinfectar la zona de los conectores para los sensores situados en la piel del animal. Alrededor de la medianoche fue trasladada a la rampa, donde le esperaba su cohete ya en posición vertical. Laika estuvo vigilada en todo momento por dos ayudantes de Yazdovski, quienes decidieron introducir aire caliente en el contenedor para mitigar las bajas temperaturas otoñales del cosmódromo. Laika tuvo que esperar tres días en la rampa mientras finalizaban los preparativos para poner a punto el R-7, pero había sido entrenada para ello y no dio signos de inquietud en ningún momento.

Versión del R-7 que lanzó el Spuntik 2: el 8К71 nº М1-2PS (Vladimir Shlyadinsky).
Versión del R-7 que lanzó el Spuntik 2: el 8К71 nº М1-2PS (Vladimir Shlyadinsky).

La cabina había sido presurizada a una presión ligeramente por encima de la local, pero el equipo médico insistió a última hora en igualar la presión. Aparentemente la verdadera intención de esta decisión era dar agua a Laika, ya que los cuidadores estaban preocupados por la perra después de que llevase tres días bebiendo gelatina. Los ingenieros que despresurizaron la cápsula llevaron jeringuillas con agua que vertieron a través de los orificios de unos tornillos. El agua cayó sobre la zona de comida de Laika, quien presumiblemente disfrutó del manjar. Posteriormente los ingenieros procedieron a cerrar los orificios con los tornillos para presurizar la cabina una vez más.

Lanzamiento de Laika.
Lanzamiento de Laika.

Laika despegaría el 3 de noviembre de 1957 a las 05:32:42 hora de Moscú desde el cosmódromo de Tyura-Tam. Tras separarse los cuatro bloques aceleradores de la primera etapa, la etapa central (Bloque A) con el Sputnik 2 en un extremo alcanzó una órbita de 225 x 1.671 kilómetros y 65,3º de inclinación. La etapa central con su carga útil tenía una masa de 7.790 kg y unas dimensiones enormes que permitirían que fuese visible a simple vista al amanecer y al anochecer desde casi todo el globo. Durante el despegue el pulso de Laika alcanzó los 260 latidos por minuto, tres veces más de lo normal, y su ritmo respiratorio subió hasta cinco veces sus valores de referencia. El nombre de Sputnik 2 solo sería asignado a posteriori y la prensa soviética lo denominó simplemente Segundo Satélite Artificial.

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El Sputnik 2 permanecería unido a la etapa central del cohete R-7 Semiorka.

No había imágenes de la cápsula, pero sí telemetría procedente de los sensores del Sputnik 2. Tal y como había sido entrenada, una vez en órbita Laika se movió poco en su cabina, pero el ritmo cardiaco y respiratorio eran normales. ¡Se podía vivir en ingravidez sin problemas durante horas! Eso sí, después de cada movimiento a la perra le costaba tres veces más tiempo alcanzar el latido y ritmo respiratorio normales que durante las pruebas en Tierra. Obviamente Laika no estaba acostumbrada a la microgravedad. Nunca sabremos qué pensó la pequeña perrita al ver la Tierra desde el espacio a través de su ventanilla. Como anécdota al principio la agencia TASS no anunció el nombre de Laika y la prensa occidental la llamó Kudryavka debido a algún error con las fuentes. Para aumentar la confusión, una filtración de la embajada soviética en Londres afirmaba que el perro se llamaba Limonchik, ‘limoncito’. Solo el 5 de noviembre las autoridades soviéticas anunciaron que el nombre de la perra era Laika.

Una muerte agónica y dos víctimas desconocidas en el olvido

Laika no sobrevivió una semana en el espacio como estaba previsto. La perrita murió menos de seis horas después del lanzamiento —quizás solo vivió cuatro o cinco horas tras el despegue— por culpa de las altas temperaturas que se alcanzaron en el interior de su cabina. Durante las tres primeras órbitas todo fue bien, pero los sensores biomédicos dejaron de emitir datos después de la cuarta órbita. Ya en la tercera órbita se registraron más movimientos del animal, sin duda relacionados con el incremento de temperatura en la cabina, que ya por entonces alcanzaba los 43 ºC. ¿A qué fue debido el fallo en el control de la temperatura? No está claro. Pudo ser culpa del sistema encargado de disipar el calor del satélite o debido a que parte del material aislante que cubría la cabina de Laika se desprendió durante el lanzamiento. También se le echó la culpa a la elevada excentiricidad de la órbita, mayor de la prevista. La mayor parte de expertos considera que la causa fue la decisión de Koroliov de no separar el Sputnik 2 de la etapa central, ya que no hubo tiempo de analizar el régimen de temperaturas del conjunto y tomar las medidas correctoras adecuadas. Sea como sea la perrita sufrió una muerte horrible por calor excesivo.

Laika.
Laika.

El sistema de telemetría Tral-D siguió funcionando hasta el 10 de noviembre, cuando se agotó la batería. Los medios soviéticos ocultaron la causa de la muerte y declararon que la perra había sido sedada antes de que se le agotase el oxígeno, por lo que durante muchos años se creyó que Laika había muerto una semana después del despegue. En realidad nunca existió semejante sistema de sedación. El Sputnik 2 siguió orbitando la Tierra con el cadáver de Laika en su interior hasta que el 18 de abril de 1958 se quemó en la atmósfera terrestre después de completar 2.370 órbitas.

Determinar la causa de la muerte de Laika se convirtió en un asunto de estado. No existía telemetría de toda la misión, ya que para ahorrar energía el sistema Tral solo emitía datos biomédicos durante quince minutos mientras el satélite sobrevolaba territorio soviético. Además un defecto en el temporizador provocó que no se volviese a enviar telemetría hasta la sexta órbita (el Sputnik 2 emitió telemetría en abierto en 20 y 40 MHz, pero los datos biomédicos y científicos se emitían codificados en 66 y 70 MHz). Por lo tanto, no hay registro del momento preciso de la muerte de Laika. Pero quizás el episodio más siniestro de la misión fue que se sacrificaron otros dos perros en experimentos en tierra para averiguar cuánto tiempo aguantó Laika con vida. Gracias a esas macabras pruebas en las que se simularon las condiciones del Sputnik 2 los investigadores concluyeron que Laika no pudo sobrevivir más de unas pocas horas una vez la cabina alcanzó 43 ºC. Los nombres de los dos canes sacrificados —si es que los tenían— siguen siendo un misterio.

Una carga científica olvidada y los cinturones de radiación

El Sputnik 2 pasaría a la historia por su pasajera, pero también llevó al espacio los primeros instrumentos científicos: un par de espectrómetros de rayos X y luz ultravioleta y el detector de rayos cósmicos KS-5, diseñado por Seguéi Vernov y que consistía en un conjunto de contadores Geiger relativamente simples. El KS-5 detectó la presencia de los cinturones de radiación alrededor de la Tierra, pero las limitaciones del sistema de telemetría Tral provocó que los científicos soviéticos no se atreviesen a publicar el resultado hasta tener más datos. Pocos meses después loes estadounidenses se les adelantaron y por eso los cinturones de radiación terrestres se conocen con el nombre de Van Allen y no Vernov.

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Partes del Sputnik 2: 1: cofia; 2: instrumentos científicos; 3: arnés; 4: esfera PS-2 con baterías y radio; 5: cabina presurizada.

Como era de esperar, Laika y el Sputnik 2 causaron sensación en occidente. Los soviéticos habían demostrado que el primer Sputnik no había sido casualidad ni tampoco un simple caso de buena suerte. Mientras la URSS había puesto en órbita dos satélites, uno de ellos con un perro a bordo, los Estados Unidos todavía estaban muy lejos de alcanzarles. La enorme masa de los Sputnik —incluso sin contar con la etapa central del R-7— comparada con el minúsculo satélite Vanguard que querían lanzar los EEUU también fue objeto de burla por parte de la prensa occidental y soviética a partes iguales. En definitiva, Laika había cumplido el objetivo de Jruschov.

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«He conseguido criar un perrito para su satélite», bromea una viñeta soviética sobre el tamaño del satélite americano Vanguard después de Laika.

Visto con la sensibilidad de hoy en día llama la atención el que la muerte de Laika causase tan poco revuelo en los medios, más allá de protestas aisladas de grupos defensores de animales que eran vistas como algo anecdótico por la mayoría del público. Eran otros tiempos y la vida de un perro no valía nada ante los sacrificios que requería la conquista del espacio y, sobre todo, ganar la guerra de propaganda entre las dos superpotencias. Si sirve de algo, con el tiempo la mayoría de los encargados de la misión se arrepintieron de haber mandado a Laika a una muerte segura solo para ponerse una medalla en la carrera espacial. Otros perros siguieron a Laika y algunos murieron en el transcurso de sus misiones, pero viajaban en naves que, en teoría, eran capaces de regresar a la Tierra. Hoy, afortunadamente, una misión como la de Laika sería impensable.

Laika.
Laika.


41 Comentarios

  1. «La comida era una mezcla de carne picada, miga de pan y grasa de ternera, una mezcla desarrollada después de años de investigación».
    ¿Es sarcasmo verdad?

    1. A esos los arriesgaron volando prototipos de bombarderos impulsados a energia nuclear. Para disminuir el peso del vehiculo lo despojaron de todos los mamparos de proteccion radiactiva que eran de plomo. Otras epocas en que el individuo era menos importante que ahora.

  2. Realmente una nota espectacular. Sumamente entretenido de leer, cargada de gracia e ironía.

    Una joya en verdad y me tomo la libertad de decir que leí la nota por como se escribió que el contenido histórico y anecdótico de la misma. Esto porque inicié la lectura con renuencia.

  3. El texto está incompleto bajo una de las imágenes: Tsigan y Dezik, los primeros animales en ir al espacio y volver vivos. No alcanzaron la órbita, sino que realizaron u

  4. Nos puede desagradar más o menos el sacrificio de animales, pero sería una ingenuidad pensar que el progreso científico y tecnológico puede prescindir de estos experimentos con animales. Según la Wikipedia, “cada año se utilizan entre 50 y 100 millones de animales vertebrados (desde peces hasta primates) en experimentos. Solo en EEUU en 2001 se usaron unos 80 millones de ratones y ratas. La mayoría de animales son sacrificados después de usarlos en un experimento.”

    1. Es que si no se hacen con animales, tenemos que elegir entre : a- prescindir del desarrollo de nuevas drogas y resignarnos a que varias enfermedades no tengan cura; b- hacer las pruebas con humanos. Parece que muchos fanáticos de los derechos animales no tendrían problemas con la segunda opción, pero la mayoría de la gente, más normal (incluyendo los militantes racionales de derechos animales, que los hay), no lo aceptaría.

    2. E invertebrados muchos más, y por ahora desafortunadamente no hay repuestos. Al igual que con los mataderos lo único que cabe esperar es que haya leyes (en la UE por lo menos sí que las hay) para minimizar lo que sufren, cómo al sacrificarlos, y se usen lo menos posible.

    3. Aunque desagradable la experimentación con animales es inevitable, cierto, pero hay que limitarla a donde es imprescindible. Pruebas de cosméticos con animales o en los casos donde pueda haber una alternativa viable y probada tendrían que hacer que el número de animales usados debiera descender.
      Saludos.

  5. Yazdovski tenía razón cuando optó por usar perros en lugar de simios. Los simios se ponían muy nerviosos y se excitaban tanto que agarraban el cableado y demás con las manos provocando desperfectos desastrosos. Por ese motivo tenían que drogarlos fuertemente y morían de la sobredosis y las fuerzas y meneos del viaje.

  6. La etapa central con su carga útil tenía una masa de 7.790 kilómetros y unas dimensiones enormes que permitirían que fuese visible a simple vista al amanecer y al anochecer desde casi todo el globo
    Parece que confundiste las unidades. Con esa «longitud» vaya que hubiera sido de dimensiones enormes.

  7. Exacto ki. Creemos q los animales estan a nuestro servicio sólo porque son inferiores y nos sirven para q nos desarrollemos, conquistemos el espacio y aprendamos a curar enfermedades.
    Yo eestoy de acuerdo con el progreso pero no siempre el medio justifica el fin.

    1. Son inferiores en asuntos humanos. En la naturaleza los inferiores somos nosotros. Los monos no pueden fabricar móviles pero pueden cruzar la selva sin tocar el suelo (sin ayuda de aparatejos con alas, ya me entiendes). Todo es según la perspectiva.

  8. No sólo sacrificaron una perra callejera sino q luego sacrificaron otros dos, para averiguar la causa exacta de la muerte de laika. Lo unico bueno en todo esto es la cancion de Mecano dedidaca a esta perrita famosa en el mundo entero

  9. Laika dejó su herencia, y he conocido a varias perras que heredaron su prestigioso nombre.

    Daniel en el texto dices «…salvaron a Albina —la cual ya había volado en dos ocasiones en un cohete R-1E en 1956 y tenía cachorros— al dejarla como suplente…»
    ¿Sabes si su camada fue posterior a alguno de sus vuelos y los soviéticos estudiaron los efectos del viaje espacial sobre la reproducción?
    Saludos
    Carlos.

    1. Que yo sepa la camada fue posterior a sus vuelos. Sin duda estudiaron los efectos de la ingravidez, aunque no he encontrado resultados concretos. Las fuentes sobre perros espaciales soviéticos contienen muchas contradicciones.

    1. Sin embargo, Federico, los artefactos no tienen creencias ni adhesiones ideológicas. Sería lo mismo llamar al R7 el «cohete comunista», no tiene mucho sentido, como tampoco que el Vanguard fuera un «cohete capitalista»

  10. La época era la época. Por suerte hoy algo así sería impensable, pues la mayoría de la sociedad rechazaría ya de entrada la opción de que el primer ser vivo que vaya a Marte, por poner un ejemplo, no fuese humano. Es triste ver cómo eran las cosas antes y bonito a la vez ver cómo hemos avanzado espiritualmente en cuanto al resto de seres de la Tierra. Y triste otra vez ver cuantísimo queda hasta ver una sociedad donde todos los animales, humanos y no humanos, estén protegidos por la ley y por la moral. Cuando llegue ese día estaremos realmente listos para salir al espacio a presentarnos «en sociedad». Ética, moral, espiritual y tecnológicamente hablando.

    1. Me gustaría estar de acuerdo con tu opinión sobre cuánto hemos avanzado espiritualmente. Pero cuando gracias a Wikileeks nos enteramos que durante casi toda la gestión de Obama la CIA tuvo una partida de mil millones de dólares anuales (no se me fue ningún cero, por eso lo escribo con palabras) para crear y desarrollar lo que fue el ISIS, tengo mis dudas. Hay quienes hablan que esa fallida operación geopolítica causó más de 400 mil muertes sólo en Siria, Irak y Libia y aún no ha terminado. Jamás defenderé a Trump, pero Hillary Clinton (principal implulsora y defensora de ese plan) y posiblemente también Obama, merecería un juicio como los de Nuremberg

  11. Posiblemente, una de las entradas más completas y emotivas que te he leído nunca. Como amante de los perros y del espacio, solo puedo darte las gracias y la enhorabuena por artículos como éste. Gracias.

  12. Me recordó una película que vi recientemente, donde amenazaban de muerte a un muchacho por hacer trabajos de carpintería. Eso muchos comentarios que he leído sobre Laika en estos días me hace pensar que realmente la vida humana es menos valorada ahora que incluso en esa época posterior a la segunda guerra mundial.

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