Libro: Avogadro Corp. (Serie de la Singularidad)

Por Daniel Marín, el 22 junio, 2014. Categoría(s): Libros ✎ 31

Ahora que en los cines se acaba de estrenar la película Transcendence -por cierto, una cinta de visionado obligatorio para todos los aficionados a la ciencia ficción-, es el momento perfecto para recomendar los libros de la Serie de la Singularidad de William Herting. La serie está formada por tres novelas, todas ellas centradas en la inteligencia artificial y su relación con la especie humana. El primer volumen, Avogadro Corp., narra el nacimiento de la primera IA de la historia, pero lo hace con un tono muy diferente al que nos tienen acostumbrados otras novelas del género.

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La acción transcurre en el presente dentro de la empresa Avogadro Corp., que no es otra cosa que Google con otro nombre. Un equipo de programadores de Avogadro desarrollan ELOPe, una herramienta de optimización de escritura de correos electrónicos que básicamente es capaz de escribir textos sin ayuda humana aprovechando las gigantescas bases de datos y el enorme poder computacional a disposición de Goo…, perdón, de Avogadro. Para su sorpresa, el equipo se da cuenta de que el resto de departamentos de la empresa ha recibido correos que ellos nunca escribieron, solicitando más recursos para el proyecto ELOPe, que no para de crecer y hacerse con más y más centros de datos por todo el mundo. ELOPe se ha transformado en una IA de forma inadvertida y decide controlar directamente la empresa y, luego, el mundo. A partir de ahí la historia toma un cariz más agresivo, pero el tono general de la obra es bastante sobrio a pesar de lo que pudiera parecer.

La segunda parte es A.I. Apocalypse y, al igual que el resto de volúmenes de la serie, puede leerse de forma independiente. Como su nombre deja entrever, esta continuación es bastante más ambiciosa que su predecesora. Estamos en el futuro cercano. ELOPe continúa siendo la única IA de la Tierra, pero su existencia sólo es conocida por unos pocos individuos. De repente, un joven estudiante se ve obligado por la mafia rusa -sí, lo sé, queda un poco forzado- a desarrollar una nueva generación de virus que son capaces de evolucionar constantemente. Los virus pronto adquieren consciencia e invaden todos los sistemas informáticos del mundo antes de entender que el hardware en el que viven es parte de una realidad física diferente a la suya. Por supuesto, ELOPe ayudará a los humanos a salir del embrollo, pero el título de ‘apocalipsis’ da una idea de por dónde van los tiros de la trama.

En la tercera entrega, The Last Firewall, Herting nos traslada a 2035 y a una sociedad donde las IAs y los robots conviven en armonía con los humanos. Sin embargo, las paredes del edén comienzan a resquebrajarse cuando una IA de alto nivel llamada Adam urde una serie de planes para liberarse de las restricciones a las que la someten los humanos. En este escenario aparece una adolescente con la capacidad de controlar la red a través de su implante neuronal cual Neo en Matrix. El resultado es una orgía de acción desenfrenada con un final más que apoteósico.

Los tres libros están francamente bien y se dejan leer de un tirón. Cierto es que la obra de Herting puede que no esté a la altura literaria de William Gibson o Greg Egan, por citar dos escritores clásicos de ciencia ficción que han tratado con profusión el tema de las IAs en su obra, pero la Serie de la Singularidad es sin duda de lo más entretenido y fresco que leído en mucho tiempo. El primer libro puede parecer un poco lento y en ocasiones la trama hace aguas por todos lados, mientras que el tercero es relativamente excesivo tanto en el planteamiento como en la ejecución. Por este motivo quizás la segunda parte sea la más redonda, aunque la verdad es que yo me lo pasé pipa con las tres por igual. En fin, una serie imprescindible para cualquier lector al que le interese la ciencia ficción o el tema de la IA.

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31 Comentarios

  1. Gracias por la reseña Daniel.

    Un efecto secundario [ligeramente desagradable] de tener la Internet, es que los espacio trastornados, ciencia trastornados, aventura trastornados, etc., nos vemos enfrentados, queramos o no, con el hecho de que somos una minoría, que nuestra pasión por explorar/saber/avanzar, un pasito más lejos no es compartida por el grueso de la ciudadanía (y ni hablar de los políticos).

    Es por eso que se agradece la existencia de la ciencia ficción, porque mete ideas en cabezas que de otra manera permanecerían cerradas a cal y canto, a base de disfrazarlas como entretenimiento (que en buena parte de los casos es lo único que son esas novelas/películas … pero en otro no).

    A veces cuando hablo con mis alumnos (de edades entre los 16 y 25), me deprime un tanto constatar la falta generalizada de ilusión, de curiosidad, de imaginación, y de ambición que detecto en la gran mayoría (con contadas excepciones … muy contadas). La ciencia ficción es una de las escasas vías de penetración en esas mentes cerradas que parece funcionar.

    Últimamente leo mucha menos ciencia ficción que antes pero la reseña me ha picado la curiosidad, y ahora vienen las vacaciones de verano. Creo que me voy a pedir la trilogía.

  2. Aprovechando que hablas de cine Dani quería preguntar si alguien tiene más información sobre la película «Interestelar» porque fui el otro día al cine y echaron el trailer.Parece que va de un piloto que tiene que buscar un nuevo planeta para la humanidad porque la Tierra va a ser destruida por se que cataclismo. Esta dirigida por Christopher Nolan y se estrena en España en Noviembre y tiene muy buena pinta.

  3. ¿No os recuerda (un poquito) a la película – novela (yo solo he visto la peli) «Colossus, the Forbin project»…?
    De todas formas los apunto para la próxima vez que vaya de caza a las librerias 🙂

  4. Todas estas elucubraciones son ficción. Y la argumentación gödeliana, impide que éstas lleguen a ser realidad (argumentación explicada en el punto 4 “No computabilidad en el pensamiento matemático” del cap. 4 (desde pg. 72/133) en: http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/29328/1/Herce_Fern%C3%A1ndez.pdf ). Mediante la argumentación gödeliana: Penrose concluye que el entendimiento humano no es computable. Por lo que la consciencia no podría interaccionar con la I.A., tal y como suele hacerse en las pelis.

    Relacionado con este asunto están dos de las mayores bazofias científicas del momento: los premios BBVA «a las fronteras del conocimiento» (en fbbva.es) y el periodismo «científico» (de todos los periódicos, pero en concreto el de El Mundo en elmundo.es). Buscad esa relación y comprobad por qué hablo de bazofias: vosotros podéis, Avogadro no.

    1. Mis respetos a Penrose y la argumentación gödeliana, pero… ¿es realmente imposible que un sistema computacional lo suficientemente complejo adquiera consciencia?

      El cerebro humano es una CPU de cierto tipo. La consciencia humana es un software de cierto tipo. Somos la prueba viviente que contradice la argumentación gödeliana.

      No estoy diciendo nada nuevo. Arthur C. Clarke fue quizá el primero en hacer notar que, en principio (o sea, sin considerar nuestras limitaciones tecnológicas), la única diferencia fundamental entre un cerebro orgánico y un cerebro electrónico es la materia que los compone.

      Clarke puntualizó que los materiales son secundarios, que lo verdaderamente importante es la estructura. La estructura es la red sináptica, y tanto da que su sustrato sea orgánico o electrónico… en principio… pues el segundo es considerablemente más rápido.

      Por supuesto, de ahí a afirmar que Goog… que Avogadro Corp sea capaz de engendrar una IA basada en tecnología computacional actual… hay un abismo. William Hertling cruza ese abismo tendiendo un puente llamado ficción. ¿Alguien se siente estafado por ello?

      1. Soy ingeniero y me dedico a la IA y te puedo asegurar que la IA tiene mucho de artificial y poco de inteligencia. Los algoritmos que utilizan las computadoras son algoritmos matemáticos, los cuáles en su mayoria están basados en estadísticas. ¿Qué las computadoras pueden «aprender»? Bueno, mejorarán los resultados conforme la experiencia, es decir, con cada cáclulo tendrá más muestras para sus cálculos en las estadísticas. Sin embargo, las computadoras están programadas, es decir, es el hombre el que indica mediante la programación qué ha de «aprender».
        Desde mi punto de vista como ingeniero en IA, una computadora jamás podrá pensar por si misma y decidir qué va a hacer, qué aprender…ya que los algoritmos están especializados en una tarea, ya sea, detectar un tumor, intentar mantener una conversación, o calcular una ruta por marte,…

        1. Pero eso es un tema de algoritmos. Hoy en día la mayor parte de algoritmos son poco más que programas específicos.
          El «salto» es hacer que el algoritmo se automodifique con éxito, a la vez que realiza un «espejo» de la información que rastrea, y dentro del espejo, con una información base, reconozca formas, genere identificadores de emoción (esto me hace daño, esto me gusta, esto lo necesito ) equivalentes a nuestros instintos básicos (necesito comer, esto me resulta llamativo, esto duele)… y a partir de ahí la IA avance de forma similar a como lo hacemos nosotros.
          Las redes neuronales son la primera aproximación burda a este problema, porque al menos retienen información en función de los patrones de entrada. Pero están muy, muy lejos de la complejidad de un cerebro humano o mamífero, donde además de esa red con capacidad de autoaprendizaje, hay otros algoritmos preconstruidos intercalados que representan esos instintos y moduladores de los sentidos que comunican la mente con el mundo que le rodea.

          Lo que no creo es que la IA real surja espontáneamente a causa de un algoritmo diseñado para otra función. Una IA con capacidad de autoaprendizaje es algo que será intencionado y necesitará muchos niveles de refinamiento antes de poder llegar al nivel humano, de forma similar a como ha ocurrido con la vida orgánica.
          No es solo cuestión de potencia de cálculo.

        2. Enrique, que la fbbva o el periodismo tengan más de demagogia que de ciencia, no es obstáculo para reconocer el gran potencial de la IA. No sé en qué proyectos estarás metido; pero la IA, a la vez que productiva, puede ayudar al progreso social.

          1. Antonio, no he dicho ni he querido decir que la IA no sea importante para la sociedad, cómo voy a decir eso si me dedico a esto? Todo lo contrario la IA es cada vez más importante e imprescindible. No voy a poner aquí todas sus aplicaciones puesto que todos las conocemos. Lo que yo digo es que no creo que un ordenador será inteligente, entendiendo cono inteligente ser capaz de tener ideas propias, tener espontaneidad, tener inventiva en momentos en los que no tiene experiencia; o sea realizar acciones para las que no ha sido programado.
            Si me arrepiento de algo de mi comentario es del uso del adverbio ‘jamas’. Tal vez en un futuro se consiga, pero en un futuro muy lejano e improbable 😉

          2. Estamos de acuerdo. Fastidia que haya periodistas o gente en la fundación BBVA dedicados a vender humo; pero reconforta que los investigadores de a pie sean realistas.

      2. Mira que es raro que esté de acuerdo con Antonio, pero tiene toda la razón. Históricamente la cosa se metió en el mismo saco, pero no sabemos exactamente dónde están los límites (que los hay) entre consciencia e inteligencia. Tal y como hemos definido inteligencia, puede ser una propiedad de la consciencia, pero la inteligencia no presupone consciencia en absoluto. Por ejemplo, el mecanismo de la evolución podría considerarse inteligente, según la definición que quieras tomar (es un proceso automático, no algorítmico, de ajuste al entorno con una buena relación en tiempos de respuesta), no creo que nadie opine que el mecanismo evolutivo tiene consciencia. Es más, es que ni siquiera puede tener inteligencia porque «no es» un sistema físico, es una propiedad emergente autoorganizativa.

        Sabemos que prácticamente todos los animales (pluricelulares) son conscientes porque tienen sistemas nerviosos con neurotransmisores, no tiene sentido transmitir dolor, placer, miedo, sensaciones si no existe una consciencia, del nivel que sea. Las plantas no tienen sistema nervioso ni neurotransmisores, obviamente (aunque tienen transmisores químicos para disparar mecanismos ídem, se «avisan» entre ellas de muchas cosas -incluso entre especies diferentes- pero la carencia de un sistema nervioso nos hace imposible aceptar que puedan tener algo parecido a una consciencia remota), un insecto puede sentir (y siente) angustia ante su inminente muerte, no son para nada robots, sin embargo no creo que muchos biólogos les atribuyan mucho más allá de una inteligencia funcional con limitaciones muy concretas.

        El problema es que los humanos estamos todo el día antropomorfizándolo todo. Buscamos sentidos ocultos donde no los hay. No, lo que sea que produce la consciencia es algo que está aún muy verde y por determinar (en mi opinión, estamos como en el siglo XVI cuando no tenían ni puta idea de termodinámica, nosotros tenemos una teoría de la información pero el camino por andar es aún inmenso). Desde luego, si algo está claro a estas alturas (el otro día Minsky «pasaba por ahí» y no hablaba de las paridas que soltaba hace 40 años, por cierto, las culpables de que Clarke escribiese aquellas chorradas), es que el tratamiento bestial de información no genera consciencia en absoluto, ni cree ya nadie que la pueda generar jamás.

        Como siempre, tenemos las pistas a la vista y ni nos fijamos. La consciencia surge en un momento dado en la evolución y debe tener, como todo, su función de utilidad. Sospecho que cuando tengamos la respuesta va a suponer el tiro de gracia al antropocentrismo y se va a llevar por delante muchas de las creencias culturales (incluidas las religiosas) de Occidente. Piensa que un robot inteligente-consciente es otro producto cultural nuestro, una fantasía como Gandalf, en realidad es un esclavo reciclado (uno éticamente aceptable, de hecho Asimov define a un esclavo con sus leyes de la robótica, un ser dedicado en cuerpo y alma a su creador y amo y señor), así que como producto-subproducto-pesadilla cultural en realidad no daña nuestros prejuicios. La realidad mucho me temo que va a entrar a saco.

        1. ¿realmente importa la consciencia?. Es absolutamente variable dependiendo del poseedor de esa consciencia. En un pez consiste en comer y no ser comido, en una abeja en polinizar y llevar el polen a la colmena…. En un humano consiste en preguntarse si se tiene consciencia… En una máquina simplemente puede ser una variable booleana en su main.

          1. Me haces una metapregunta. No tengo metarrespuesta (ni respuesta siquiera). La funcionalidad de la consciencia en los seres vivos no está clara, los vegetales no parecen tenerla, y me refiero a fundamentos estrictamente empíricos. Hemos constatado que donde la identificamos, se presenta acompañada de sistema nervioso y neurotransmisores. No obstante, existen plantas carnívoras, como todo el mundo sabe, y existen colonias invasoras de hongos que actúan realmente siguiendo esquemas algorítimicos «capaces de aprender» (y tan capaces) y obviamente, tampoco sé de nadie que defienda que las colonias de hongos tienen consciencia. Un hormiguero, o cualquier colonia de himenópteros, tiene una inteligencia de este tipo -reaccionar en conjunto-, pero aparte las analogías de Hofstadter en su famoso libro, nadie seriamente piensa que un hormiguero como tal tenga consciencia. Por tanto, al menos hasta donde la experiencia nos permite conocer, la consciencia desempeña su función de utilidad a nivel de individuo, no de grupo (aunque la consciencia individual se pueda reforzar por mecanismos grupales e identitarios y, eventualmente, retroalimentar; pero sigue siendo un fenómeno específicamente individual), hablando más en castellano, aparece la consciencia en la phyla animalia, pero no aparece la consciencia en ningún otro nivel. Lo cual es llamativo, porque evolutivamente hablando el jugador es la especie, no el especímen (con perdón de Richard Dawkins y su reduccionismo asilvestrado).

            ¿Es importante? Pues lo que decía Carl Sagan. Somos la consciencia del Universo. A través de nosotros el Cosmos se contempla a sí mismo y tiene conocimiento de su existencia. Dicho así, yo diría que sí.

            Yo iría aún más lejos. Seguramente que esta forma de consciencia y de percibir el Cosmos, debe ser única en todo el Universo, en el tiempo y en el espacio. No única en el sentido de que no haya más, sino única en el sentido de que todas las demás serán diferentes, en detalle o en conjunto. Si por algo se caracteriza el Cosmos, es por su literalmente inabarcable variedad. Toda ella derivada, por cierto, de leyes aparentemente bien simples.

            A mí particularmente me sirve para partirme la caja de exabruptos (que vienen a ser racistas, cuando no xenófobos) como el «principio» antrópico. La consciencia al servicio de establecer el ombligo personal como el sistema de coordinadas (inercial, supongo) de absolutamente todo lo que le rodea a uno. No me dirás que no es de reírse, por lo infantil y digamos esto siendo buenos xD

          2. Somos la consciencia del Universo Ommmmmmmmm
            Ah, los saganitas, no le bastaba al bueno de Sagan con la Pacha Mama y se fue a por el COSMOS que así en griego queda más místico. No somos la consciencia de nada, el universo no se contempla porque no piensa, las estrellas no piensan, las nubes de gas interestelar no piensan, los agujeros negros tampoco, y todos juntos siguen sin pensar. Misticismo barato el de Sagan, zapatero a tus zapatos, científico a tu ciencia, astrónomo a tu astronomía, que para hacer mística ya están los profetas, y para hacer filosofía los filósofos.
            En cuanto al jugador evolutivo, a día de hoy está claro que no es la especie, como se pensaba en tiempos de Darwin. Mal que le pese a muchos, supongo que por no querer verse reducidos a tan poco, los organismos vivos son, somos, vehículos de genes, como nos descubrió el gran Richard Dawkins. Eso es como decir que estamos hechos de átomos, que somos una agrupación de células, o que la consciencia son impulsos eléctricos entre neuronas. Guste o no, es lo que hay.
            Por otra parte, no existe «la phyla animalia» sino «el reino Animalia» o en todo caso «los phyla animales», siendo phyla el plural de phylum.

  5. Me he acordado de un libro que lei hace ya tiempo, es del 76 y se llama Homo Plus, de Frederick Pohl, y va de la colonización de marte. La diferencia es que «modifican» a un ser humano para que pueda vivir sin traje espacial, en marte o el espacio. La major parte de la novela es el proceso que sufre el voluntario. Hasta aqui puedo contar sin destripar un final que recuerdo interesante, y acorde a lo que estás contando en el blog, hoy y otros dias.

  6. Gibson está muy sobrevalorado. En mi opinión, su obra es pura basura. El equivalente «ciber» de la space opera de E.E. Smith y similares.

    Estoy a medio leer «Accelerando», de Chatles Stross. Está disponible como ebook para descarga libre en http://www.antipope.org/charlie/blog-static/fiction/accelerando/accelerando-intro.html

    Si estais interesados en el tema de la Singularidad, tratada con bastante rigor, es una obra altamente recomendable.

    1. De acuerdo, Jordi, no te gusta la Space Opera, al igual que a mí no me gusta el Jazz Rock, por ejemplo. Y no hay negocio; cuando algo no nos gusta, pues no nos gusta y punto.

      Pero, aunque el Jazz Rock no me guste como arte, nobleza obliga a reconocer que sus intérpretes son señores instrumentistas. NO cualquiera es capaz de tocar Jazz Rock.

      De igual modo, NO cualquiera es capaz de escribir «aventurillas» que mantengan en vilo la atención del lector desde la primera hasta la última página. E.E. «Doc» Smith fue un virtuoso en ese arte.

      El «cadete espacial» de la Space Opera y el «vaquero de consola» del Cyberpunk… junto con el «Conan de turno» del Sword & Sorcery, el «detective duro» del género negro, y un interminable etc… son diferentes facetas del mismo estereotipo universal.

      En ese sentido, William Gibson es el equivalente «ciber» de E.E. Smith… y de todos los escritores de ficción desde el origen de los tiempos. Ahí es nada.

      Vamos, que si uno se empecina en buscar «equivalencias» encuentra mayor afinidad entre William Gibson y Charles Stross que entre William Gibson y E.E. Smith.

      Concuerdo en que Gibson está sobrevalorado, y opino que su estilo «pirotécnico» peca de excesivo por momentos. Pero yo tampoco diría que su obra es basura, ni por asomo.

      Basura, lo que se dice basura infumable que ni para encender un fuego sirve, es no menos de la mitad de la obra de Philip K. Dick. No en vano él mismo pensaba que sufría esquizofrenia, sus buenas obras parecen escritas por otra persona. Su promedio deja mucho que desear, por eso opino que como autor Dick está hiper sobrevalorado. Ahora quemadme por hereje, pero ya sabéis qué parte de su obra NO usar como combustible.

      Y ya que estamos de recomendaciones, aquí va una lista de los 25 mejores libros del subgénero Cyberpunk:
      http://bestsciencefictionbooks.com/best-cyberpunk-books.php

      Como toda lista, es discutible, pero no tiene desperdicio y el resto del sitio tampoco.

      En esa lista no podía faltar y no falta Accelerando, aunque uno discrepe con el ranking (además, le erraron feo al link).

      Otro posible motivo de discordia es que algunas de las obras listadas fueron tan pioneras que el subgénero todavía no existía, sólo retrospectivamente pueden ser catalogadas como Cyberpunk.

      Saludos.

      1. Si nos ponemos bordes, toda la Sci-Fi es basura pura (y el 85% de la literatura, de paso). Es más, la mayoría de los autores no saben escribir (algo que no parece ser un detalle de importancia viendo la lista de Top Ventas, de cualquier género), cuando no cometen bochornosos errores sintácticos. La gracia de Dick precisamente está en que lo que es escribe es inconsistente e incoherente, a mí particularmente me gusta porque exuda un estilo pararreligioso que se caga la perra, en un libro de cuentos que no recuerdo el título, tenía un cuento que hablaba de los ángeles, que eran seres reales (como si mañana se descubre un megacalamar, vamos), que tenían la particularidad de abrasar a la peña a la que visitaban dado que emitían a lo bestia en todo el espectro (literalmente). Viene siendo algo así como si coges un manual de física farragoso, de esas partes tan intuitivas y fáciles de asimilar cuando entras en contacto con ellas por primera vez como electromagnetismo o teoría de grupos, y vas y la mezclas con el tipo de literatura habitual que se encuentra uno en la Epopeya de Gilgamesh, El Señor de los Hilillos o directamente el Génesis. Una sarta de disparates que apelan continuadamente a un sentido común que uno no ve por ninguna parte.

        No sé, a mí basura pura me parece Pérez Reverte, por ejemplo. Pero para gustos, colores, naturalmente.

        1. ¡Que me fascina Dick, hombre! Si no hubiera nacido tendríamos que inventarlo. Su particularísima visión de la realidad es invaluable.

          Pero, por descontado, me refiero al buen Dick, el autor de maravillas como Eye in the Sky, The Man in the High Castle, Do Androids Dream of Electric Sheep?, Ubik, o VALIS.

          Cuesta creer que esa misma persona sea también el autor de bodrios ilegibles como The Simulacra, Galactic Pot-Healer, Our Friends from Frolix 8, Radio Free Albemuth, o The Divine Invasion.

          Sí, lo sé, los ejemplos que mencioné son novelas cuando es notorio que Dick brilla más en formato cuento, algo usual en la mayoría de autores, en particular los emergentes, pero Dick es especialmente descollante en narraciones cortas.

          Mencioné sólo novelas porque si un cuento no es bueno te lo fumas mejor debido justamente a su breve extensión, pero una mala novela… Además, las novelas son la tajada mayor del negocio editorial: ahí es cuando se ve si un autor escribe por dinero + amor al arte… o sólo por dinero.

          El buen Dick es «incoherente» sólo en apariencia, porque esa «incoherencia» está inserta en un texto coherente. Así el lector entiende «que no entiende» precisamente porque la lógica de ese universo ficticio es distinta a la nuestra.

          Esa es la «magia» del buen Dick. El lector percibe que ese demencial universo ficticio funciona. Imposible decir cómo funciona puesto que su lógica es distinta a la nuestra. Pero de alguna manera luce funcional, es coherente en sí mismo a su extraño modo.

          El otro Dick es incoherente EN SERIO. Farragoso, inconexo, sin proporción ni ritmo, sin sentido ni «mensaje» alguno. Simplemente ilegible. Por mucha voluntad que el lector ponga, no hay modo, aquello NO funciona. Punto.

          Soy fan de Dick, pero no soy fan incondicional ni de Dick ni de nadie. Cuando algo es basura la llamo por su nombre: basura.

          Dicho eso, prefiero mil veces al inconstante Philip K. Dick que al constantemente insulso Dan Brown, por mencionar sólo un ejemplo del (para mí) incomprensible mundillo de los Best Sellers.

          Como bien dices, si nos ponemos bordes, toda la Ciencia-Ficción es basura pura. Pero tamaño extremismo no tiene sentido. Es pretender enfatizar a ultranza el componente Ciencia en un género que, declaradamente y por sobre todo, es FICCIÓN.

          Saludos.

          PD: ¿En serio te parece que el 85% de toda la literatura es basura? Es decir, ¿sólo el 85%? ¿No estás siendo demasiado magnánimo? 🙂

  7. Pues en «Vision ciega» Peter Watts postula el primer encuentro con una inteligencia alienígena que precisamente no está dotada de consciencia, y resulta muy interesante. Ahí si que no hay antropocentrismo que valga, para el autor la consciencia es sólo una herramienta evolutiva que es más un rareza que una consecuencia necesaria del desarrollo de la inteligencia. Watts es biólogo, creo.

    Y Gibson no será una eminencia en el campo, pero como género negro futurista sus novelas siguen resultando más que disfrutables…

    1. Biólogo marino… y más. Un tío ocupado 🙂
      http://en.wikipedia.org/wiki/Peter_Watts_(author)

      Visión Ciega (Blindsight) es de lectura obligada para todo fan de la ciencia-ficción dura.

      Reseña oficial de la edición hispana, que incluye enlaces a otras reseñas (recomendable BEM On Line) y al sitio web personal de Peter Watts:
      http://www.bibliopolis.org/editorial/bibliofan/visionciega.htm

      Otra sabrosa reseña, que incluye enlace gratuito a la novela (en inglés, sorry):
      http://takemetoyourleader.org/2012/04/14/vision-ciega/

      Saludos.

      PD: Gibson mola. Ahí tenemos la «realidad aumentada» de su novela Luz Virtual cobrando cuerpo en Google Glass y similares. Ahhh, si los Wachowski hubieran estado maduros 4 añitos antes… el pobre Robert Longo hizo lo que buenamente pudo con Johnny Mnemonic 😉

  8. Esta nota, me recuerda una vieja película, COLOSUS, en las que, una supercomputadora de eeuu y su homónima de Rusia, se unen, y terminan controlando el mundo.
    Todavía se puede bajar con Ares.
    Excelente página don Daniel Marin
    Entre otras, tomé muy buena nota de su referencia al lanzamiento -entre otros- del nanosatélite AntelSat, construido por nuestra facultad de ingenieria del Uruguay, universidad pública UDELAR
    Saludos, desde el Uruguay.

  9. Me la he comprado y de momento está muy bien. Muy friki, usa conceptos de ingeniería de software avanzados sin rubor. También te hace reflexionar sobre el big data y cómo puede hacer que cambie la forma como conocemos el mundo.

    Te hace sentir como si estuvieras ahí mismo, en las entrañas de Avogadro mientras la singularidad hace su aparición. Entre tanta fría ingeniería, me llama la atención la magia de esa noche en la que se hacen esos «últimos retoques» al software. ¿Cuantas veces habrá el hombre experimentado esa «sensación» de que algo grande está a punto de ser revelado?.

    Respecto al desagradable comentario de @jordi, te informo de que muchos consideramos la obra de Gibson como verdadera LITERATURA. Yo tampoco entiendo a José Saramago y no se me ocurre criticar su obra; Que tú no entiendas a Gibson no te da derecho a calificarla de basura.

  10. No soy aficionado a la ciencia ficción, pero ya que ha salido el tema recomiendo un libro relacionado en parte con la IA y la consciencia, imprescindible desde mi punto de vista para acercarse a la comprensión de los organismos vivos: «Robots, hombres y mentes» de Ludwig von Bertalanffy, que por cierto era biólogo y aportó a la ciencia algo tan importante para mí como la teoría de la evolución: el concepto de homeostasis, a través de su teoría de sistemas.

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Por Daniel Marín, publicado el 22 junio, 2014
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