A primera vista no tiene nada de especial. Es un júpiter caliente normal, con un periodo de 1,5 días y un tamaño superior en un 25% al planeta más grande de nuestro Sistema Solar que se halla a unos dos mil años luz del Sol. Vamos, como tantos otros exoplanetas descubiertos por Kepler. La novedad es que Kepler-76b ha sido detectado teniendo en cuenta tres efectos provocados por la relatividad especial de Einstein.
Estos tres efectos reciben el nombre conjunto de BEER (BEaming effect together with the Ellipsoidal and Reflection/emission modulations). El primero de ellos (beaming effect o Doppler boosting) consiste en el pequeño cambio de brillo que sufre la estrella al moverse con respecto a nosotros por culpa de la acción gravitatoria del planeta sobre el astro. Este efecto puede usarse para detectar una estrella compañera o un planeta incluso aunque no pase -transite- por delante del disco estelar. Es un efecto muy débil, del orden de 2-50 partes por millón (en el caso de enanas marrones y planetas), por lo que no se suele considerar suficiente para descubrir un planeta por sí solo. De ahí que se aplique junto con las modulaciones elipsoidales y de reflexión/emisión. La primera es debida a las interacciones de marea entre el planeta y la estrella, que provocan que la estrella adquiera una ligera forma de balón de fútbol americano, mientras que la segunda y la tercera está causada por la luminosidad de cada astro que cae sobre el hemisferio del compañero. La suma de los tres efectos permite confirmar la existencia de un exoplaneta y, lo que resulta su interesante, su masa. Recordemos que el método del tránsito solamente nos permite conocer el tamaño de un planeta, pero no su masa, lo cual explica por qué el algoritmo BEER resulta tan atractivo.
Observaciones posteriores con instrumentos terrestres han permitido confirmar la existencia de Kepler-76b por el método de la velocidad radial y que la masa estimada por el algoritmo BEER es consistente con los datos (unas dos veces la de Júpiter). Además, las observaciones parecen indicar que el planeta posee vientos tremendamente potentes que redistribuyen por las capas exteriores de la atmósfera el intenso calor al que está sometido el hemisferio diurno, un efecto que predicen todos los modelos teóricos y que ya fue detectado en el infrarrojo por el Spitzer en el planeta HD 189733b.
El algoritmo BEER ha sido desarrollado por Tsevi Mazeh y Simchon Faigler, de la Universidad de Tel Aviv. Es incapaz de detectar mundos del tamaño de la Tierra con la tecnología actual, pero permite descubrir planetas sin necesidad de espectroscopía de alta precisión (requerida por el método de la velocidad radial) y sin la condición de que el planeta pase por delante del disco de la estrella (requisito requerido por el método del tránsito).
Referencias:
Tenemos muucho que aprender de los tipos que ponen los acrónimos…
Siempre he querido ser «acronimista» jeje. Increible un planeta de este tipo, inmenso.
Hola, creo que tienes una pequeña errata a la hora de enumerar los efectos.
Tras hablar del beaming effect o Doppler boosting, dices «La primera es debida a las interacciones de marea entre el planeta y la estrella, que provocan que la estrella adquiera una ligera forma de balón de fútbol americano, mientras que la segunda está causada por la luminosidad de cada astro que cae sobre el hemisferio del compañero.»
¿No serían la segunda y la tercera?
En cualquier caso, interesante artículo.
Pues sí, ahora lo cambio 😉