Los vuelos suborbitales que nunca fueron

Por Daniel Marín, el 22 febrero, 2012. Categoría(s): Astronáutica • Historias de la Cosmonáutica • NASA • Rusia • sondasesp ✎ 16

Aprovechando que estos días celebramos el 50º aniversario del primer vuelo tripulado orbital de los Estados Unidos me gustaría recordar dos programas espaciales suborbitales que nunca llegaron a ver la luz, pero que podrían haber cambiado la historia. Antes que nada, conviene matizar qué entendemos por vuelo suborbital. En esta entrada me referiré a misiones tripuladas lanzadas por un cohete convencional que podrían haber superado los cien kilómetros de altura -la subjetiva frontera del espacio- y alcanzado una fracción considerable de la velocidad orbital. Por lo tanto, no tendré en cuenta los vuelos del X-15 o de la Space Ship One.

La primera misión suborbital Mercury tripulada despega mediante un cohete Jupiter C. Una imagen que nunca se hizo realidad (Novosti Kosmonavtiki).

Para garantizar que los Estados Unidos serían los primeros en poner un hombre en el espacio, la NASA decidió lanzar primero la cápsula Mercury en una trayectoria suborbital mediante un misil Redstone antes de atreverse a llevar a cabo una misión orbital con el cohete Atlas. No obstante, hoy en día poca gente se acuerda que inicialmente los planes eran distintos. En 1958, la NASA consideró usar un cohete Jupiter C de la ABMA (Army Ballistic Missile Agency) para lanzar la Mercury en misiones suborbitales. El Jupiter C era una versión del misil de alcance medio PGM-19 Jupiter desarrollado en la posguerra bajo la dirección de Wernher von Braun y que sería usado para lanzar el primer satélite artificial norteamericano, el Explorer 1.

En diciembre de 1958 y mayo de 1959, el Jupiter C fue empleado para llevar a cabo dos misiones suborbitales con monos. La primera misión tenía como pasajero al pequeño mono ardilla Gordo, que desgraciadamente murió al no desplegarse el paracaídas del habitáculo situado en el cono del misil. Por suerte, durante el segundo lanzamiento los monos Able y Baker lograron regresar con éxito de su agitada misión. Aunque en ambos casos los animales no superaron los cien kilómetros de altura (llegaron a los 95 km), sí que alcanzaron una velocidad de 4,5 km/s, sufriendo nada más y nada menos que 40 g de deceleración durante la reentrada.

Si el Jupiter C hubiese sido empleado en el programa Mercury, la cápsula podría haber alcanzado los 500 kilómetros de altura y una velocidad de 4-4,5 km/s (unos 15000 km/h), aterrizando a 2500 kilómetros de distancia de la rampa de lanzamiento. En esta configuración, la NASA pretendía demostrar los límites estructurales de la nave. Al igual que en los lanzamientos de prueba con el Redstone y el Atlas, se planeó lanzar una o dos misiones con chimpancés a bordo. También se consideró utilizar el Jupiter C como vector para misiones tripuladas. De hecho, incluso se flirteó con la idea de saltarse los vuelos con el Redstone y pasar directamente al uso del Jupiter C. La primera misión tripulada del programa bien podría haber sido la Mercury-Jupiter 3 en vez de la famosa Mercury-Redstone 3 de Alan Shepard.

De haber seguido este plan, es posible que el primer vuelo orbital norteamericano no hubiese tenido lugar hasta finales de 1962 o principios 1963, lo que habría tenido un impacto considerable en el desarrollo mediático de la carrera espacial. Pero no pudo ser. Las misiones Mercury-Jupiter fueron canceladas en julio de 1959 por problemas de presupuesto y la historia siguió el curso que todos conocemos.

Los cohetes del programa Mercury. De izquierda a derecha: Redstone, Jupiter y Atlas (Wikipedia).
El mono ardilla Baker, pasajero suborbital del Jupiter C (NASA).

En la Unión Soviética los vuelos suborbitales tripulados fueron descartados por el Ingeniero Jefe Serguéi Koroliov, quien no los consideraba auténticas misiones espaciales. Koroliov creía que suponían una distracción para alcanzar la órbita, su verdadera y única meta. Y eso que ya en 1945 Mijaíl Tijonrávov había propuesto realizar vuelos suborbitales tripulados usando misiles V-2 alemanes con el programa VR-190. Sin embargo, la tentación era enorme. Aunque el V-2 era un vector claramente deficiente para misiones tripuladas, a principios de los años 50 Tijonrávov volvió a la carga con su propuesta, pero esta vez sugirió usar el misil de alcance medio R-5 Pobeda. A pesar de que en esta ocasión tampoco pudo convencer a Koroliov, lo cierto es que varias autoridades soviéticas sopesaron la posibilidad seriamente. No en vano, el R-5 fue usado con éxito para llevar a cabo varios lanzamientos suborbitales con perros. El médico Vladímir Yazdovskiy, encargado del programa de pruebas de cohetes con animales a bordo y director de la selección de los perros cosmonautas soviéticos, llegó a realizar un proceso de preselección de algunos candidatos para las posibles misiones suborbitales tripuladas con el R-5  a espaldas de los militares.

Misil R-5 modificado para vuelos suborbitales modificados con una cabina presurizada de dos personas (Novosti Kosmonavtiki).


La primera misión espacial tripulada de la historia podía haber tenido este aspecto (Novosti Kosmonavtiki).

El programa R-5 Pobeda tripulado podría haber puesto un hombre en el espacio antes de 1960, lo que sin duda habría cambiado la historia de la exploración espacial y del mundo si el Ingeniero Jefe hubiese decidido apostar por esta opción. Por otro lado, el desprecio de Koroliov hacia los vuelos suborbitales pudo costarle muy caro. Si el programa Mercury no hubiese sufrido continuos retrasos, Alan Shepard bien podría ser recordado hoy en día como el primer hombre en el espacio.

Paradójicamente, la carrera espacial «oficial» se olvidaría de las misiones suborbitales durante décadas, (con la excepción de la misión Soyuz 18-1), pero hoy están más de moda que nunca gracias al turismo espacial. O tempora, o mores.



16 Comentarios

  1. Que interesante. Por cierto Daniel, ¿qué relación guardaban las misiones Mercury-Jupiter y en general el programa Mercury de la NASA con el programa «Man in Space Soonest» de la USAF?.
    He buscado pero no he encontrado mayor referencia al respecto de dicho programa, solo que iniciaría con misiones suborbitales propulsadas por misiles Thor para pasar a misiones orbitales con Atlas.

    1. Gracias por la respuesta!, entonces quiero suponer que nunca fue más allá de la mera fase de concepto como tantos otros programas espaciales que pudieron ser

  2. Que grande la entrada de la Soyuz 18-1.
    Creo que el hype del turismo espacial suborbital, está ayudando mucho a volver a despertar el interés por el espacio. Son bastante cachondos con su Spaceport America, láseres y presentaciones por todo lo alto y demás parafarnalia. Además han revitalizado el concepto de avión de carga para lanzar desde el aire a gran altura y fuera de la atmósfera pesada. La white knight II existe, vuela y tiene sus proyectillos en marcha. Y el no tan descabellado de Stratolaunch pintan bastante bien. Es un aproach distinto que si funciona puede poner cargas en órbita en 10 años.

    1. Buscando info creo que no era una etapa propiamente dicha, no tenía otro motor, igual es que había algún modelo con propulsores extra.
      Pero gracias!
      Y contestando a mi pregunta por lo que he encontrado sí los tres cohetes eran de una sola etapa.

    2. Si, lo de especie de es un poco porque era un diseño curioso. Parece ser que los boosters usaban los mismos tanques que el motor principal y luego se desprendían, y por eso de que es la sección de abajo del cohete existirá la misma discusión de si los boosters del transbordador son una etapa o no 😛

      Y ya de paso, una bonita infografía que he encontrado del primer vuelo de John Glenn http://media.cleveland.com/pdgraphics_impact/photo/19cgglennjpg-ee26800cd0e7c4e4.jpg

  3. Excelente entrada, Daniel, como siempre.

    Hablando de vuelos suborbitales y pidiendote disculpas por alejarme un poco del tema central del post, me gustaría mucho conocer tu opinión o valoración sobre el consorcio Booster Space Industries, que fue noticia el otro día en un imporatante diario con motivo de la reciente incorporación al mismo de dos empresas españolas del sector aeroespacial.

    Un saludo y muchas gracias

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Por Daniel Marín, publicado el 22 febrero, 2012
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