El cohete gigante de madera y otros misterios del verdadero Baikonur

Por Daniel Marín, el 18 enero, 2012. Categoría(s): Astronáutica • Rusia • sondasesp ✎ 7

Baikonur. El lugar desde donde la humanidad alcanzó el espacio por primera vez. El Sputnik, Laika, Gagarin o las tripulaciones de la estación espacial internacional, todos tienen en común el haber partido desde Baikonur. Sólo Cabo Cañaveral puede rivalizar con él en la historia de la conquista del espacio.

Y sin embargo…existe otro Baikonur. Mejor dicho, el verdadero Baikonur. Porque, como es de sobras conocido, el famoso centro espacial -también conocido como Polígono Estatal de Pruebas e Investigación Número Cinco (NIIP-5) o Cosmódromo de Pruebas Estatal Número Cinco (GIK-5)- no siempre se llamó así. A mediados de los años 50 la Unión Soviética buscaba un emplazamiento que sustituyese al viejo centro de Kapustin Yar para situar la rampa de lanzamiento del que sería el primer misil intercontinental de la historia, el R-7 Semiorka de la OKB-1 de Serguéi Koroliov. El lugar elegido debía estar situado en una zona despoblada, alejada de las fronteras de la URSS y desde el cual se pudiese lanzar un misil que recorriese miles de kilómetros antes de depositar una cabeza nuclear en la península de Kamchatka. El 12 de febrero de 1955 nacía el nuevo centro espacial por obra y gracia del decreto nº 292-181ss del Consejo de Ministros de la URSS y el Comité Central del PCUS. La zona finalmente seleccionada se hallaba en Kazajistán, cerca de la desértica estación de tren de Tyura-Tam, situada en la línea del ferrocarril que unía Moscú con Tashkent junto al río Sir Daria.

Localización del «verdadero Baikonur» (arriba) con respecto al Cosmódromo de Baikonur (Yandex).
Mapa del cosmódromo de Baikonur.
Misil R-7, el Legendario Semiorka.

Hasta mediados de 1955, el polígono recibió el nombre en código de Taigá, mientras que la aldea donde se alojaban los constructores e ingenieros era conocida como «Zona número diez» o Zaryá («aurora»). Para el personal militar era, como tantas otras instalaciones secretas de la época, un escueto y anónimo código postal («Kzyl-Orda-50» primero y «Tashkent-90» después). Pero la mayoría de privilegiados que conocía su existencia se refería a este nuevo centro simplemente como «el cosmódromo». La aldea Zaryá, entonces ya convertida en ciudad, fue bautizada como Leninski el 29 de enero de 1958. En 1969 volvió a cambiar su nombre por el de Leninsk. Hoy en día, y desde 1995, esta ciudad, al igual que el cosmódromo, aparece en los mapas como Baikonur. ¿Por qué este cambio? Retrocedamos en el tiempo. En 1957, tras llevar a cabo los primeros lanzamientos del R-7 y el Sputnik, la URSS tuvo que reconocer la existencia del nuevo centro espacial, pero decidió ponerle el mismo nombre que un pequeño pueblo kazajo localizado a 280 kilómetros al noreste de Tyura-Tam, esperando engañar así a los servicios de inteligencia occidentales.

La elección no fue al azar. El verdadero o primer Baikonur estaba situado en la trayectoria de lanzamiento que debía seguir el misil R-7 en su ruta hacia el polígono de pruebas de Kamchatka. Los encargados de balística se fijaron en Baikonur al estudiar los asentamientos que se encontraban cerca de la zona de caída de los cuatro bloques de la primera etapa del R-7. Las autoridades soviéticas esperaban que los expertos occidentales, al reconstruir la trayectoria del R-7, se tragasen el anzuelo y creyesen que la flamante base del primer misil intercontinental de la historia estaba cerca del verdadero Baikonur, a 280 kilómetros de distancia del cosmódromo Tyura-Tam. Si la Tercera Guerra Mundial estallaba, el verdadero Baikonur sufriría un aumento súbito de la temperatura de varios miles de grados, mientras que Tyura-Tam se salvaría de ser vaporizado en una explosión nuclear. O eso pensaba el gobierno soviético.

Rampa de un misil R-7 con el sistema de brazos «tulipán» diseñado por Barmin.
Rampa Gagarin de Baikonur en la actualidad (Roscosmos).

De hecho, se tomaron tan en serio la operación diversión que se llegó a construir una réplica a pequeña escala de la rampa de lanzamiento (actualmente conocida como Rampa Gagarin o PU-5) cerca del pueblo, incluyendo un modelo del R-7. Eso sí, la falsa rampa y el falso Semiorka eran de madera. No obstante, los militares tuvieron que proteger la curiosa construcción con alambradas para evitar que los habitantes del verdadero Baikonur se llevasen los troncos y los empleasen como lumbre casera. Y es que el invierno en la estepa kazaja es realmente frío.

Por supuesto, el engaño no duró mucho -si es que alguna vez llegó a funcionar- y los vuelos clandestinos de los aviones espía U-2 de la CIA pronto darían con el auténtico cosmódromo de Tyura-Tam. Sin embargo, todavía persiste el misterio sobre el destino de la falsa rampa de madera construida en el verdadero Baikonur. Pese a que todas las fuentes de la época coinciden en que fue real, no he encontrado ninguna evidencia gráfica de su existencia (si algún lector sabe de ella, le ruego que lo ponga en los comentarios).

Actualmente, el verdadero Baikonur es una pequeña localidad kazaja prácticamente desconocida que lleva el nombre oficial de Baykonyr (Байқоңыр). Baikonur -o Baykonyr- significa «tierra fértil» en kazajo. Sin duda, un buen nombre para un cosmódromo.

El verdadero Baikonur hoy en día (Google Earth).


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7 Comentarios

  1. Dani, es el cierre de la leyenda perfecta de Baikonur y la nueva era que nació desde sus plataformas. Si lo pensamos es como una leyenda, que además establece una analogía comparable al Arca de Noé. Se que es un disparate lo que digo, pero es tan legendario el programa espacial soviético que me tomo esa licencia poética.

    Gracias por la entrada!.

  2. No he entendido por que «tierra fértil» es un buen nombre para un cosmodromo, o lo decías por decir. Yo añadiría a Villaconejos de Arriba también como buen nombre para cualquier cosa relacionada con el espacio.

  3. supongo que querrian lanzar Pinocho….como estaban las cabezas en la epoca de la guerra fría. Este post demuestra la abismal diferencia entre los científicos y los políticos (empeorada por el hecho de no poder cambiar nada en un pais totalitario). Lo legendario del programa espacial soviético viene de que nuestra ignorancia de entonces la supliamos con imaginación , pero en realidad todo esto es bastante triste. Ciento de científicos, ingenieros,..etc pensando en el futuro y unos «pirados» haciendo cohetes de madera sólo para aparentar.

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Por Daniel Marín, publicado el 18 enero, 2012
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