El título de la entrada bien podría haber sido «el increíble programa marciano menguante», porque el plan de colaboración entre la NASA y la ESA para el estudio del planeta rojo está encogiendo a marchas forzadas. Recapitulemos: a mediados de 2009, ambas agencias espaciales decidieron fusionar sus programas de exploración de Marte para esta década. De acuerdo con el plan preliminar se lanzarían tres sondas dentro de este programa. En 2016 debía despegar a bordo de un cohete Atlas V norteamericano el ExoMars Trace Gas Orbiter, un orbitador de fabricación europea. En 2018 le tocaría el turno a dos rovers distintos, el MAX-C de la NASA y el ExoMars de la ESA.

Desgraciadamente, y ante el aumento de los costes de estas misiones, el pasado abril las agencias decidieron fusionar los dos rovers en un único proyecto aún por perfilar. Sin embargo, el orbitador Trace Gas Orbiter parecía estar a salvo de los recortes. Hasta ahora, porque hace unos días la NASA anunció que no podrá suministrar el cohete Atlas V 431 para esta misión. Es decir, la ESA deberá buscar y pagar otro lanzador si quiere sacar la misión adelante en los plazos previstos (el candidato más viable sería un Protón-M ruso). Pero teniendo en cuenta que las finanzas de la agencia europea no están para muchas fiestas que digamos, las únicas opciones son retrasar la misión más allá de 2016 o cancelarla por completo.

Una alternativa sería incluir un orbitador en la misión del rover «ExoMars-C» prevista para 2018, aunque eso supondría aumentar la complejidad de la sonda. Según la ESA, el precio final de la contribución europea será similar con uno o dos lanzamientos (850 millones de euros), así que lo lógico sería seleccionar la opción con dos vehículos para aumentar de esta forma las posibilidades de éxito).

El ExoMars Trace Gas Orbiter es una sonda de 3000 kg que tiene como prioridad resolver el misterio del metano marciano gracias a varios instrumentos, algunos de ellos de fabricación estadounidense. La sonda también debía incluir una cápsula de entrada experimental denominada EDM (Entry and Descent Module), pero la agencia europea lleva meses intentando reunir 150 millones de euros necesarios para asegurar el programa ExoMars, así que es más que probable su cancelación.

Hay que recordar que, para la ESA, ExoMars se considera un único programa pese a estar formado por dos misiones distintas (el rover ExoMars y el orbitador Trace Gas Orbiter), de ahí la confusión de ciertos medios, que han interpretado esta noticia como la cancelación del rover europeo, cuando en realidad esta sonda hacía cinco meses que se había fusionado con programa MAX-C de la NASA.

Durante el próximo mes de octubre veremos qué decide hacer la ESA con esta apasionante misión, pero tal y como están las cosas yo no sería muy optimista.