En 1959, apenas dos años después del lanzamiento del primer Sputnik, el Ingeniero Jefe Serguéi Koroliov decidió que el futuro de la exploración del hombre en el espacio se encontraba más allá de la órbita terrestre. El objetivo último del programa espacial soviético no debía ser la Luna, sino Marte. De haber fructificado estos proyectos, el hombre podría haber puesto el pie en el planeta rojo hace más de treinta años.
Objetivo: Marte
El interés de Koroliov por Marte era común entre los miembros de su generación. Como muchos otros científicos e ingenieros soviéticos, Koroliov había crecido rodeado de historias sobre viajes a Marte. Sus influencias eran variadas, desde los fantásticos relatos de Edgar Rice Burroughs y H. G. Wells, hasta la novela Aelita de Tolstói. A mediados del siglo XX pocos ponían en duda que Marte sería la próxima meta para la Humanidad. En 1959, la oficina de diseño OKB-1 de Koroliov comenzó la construcción de la primera nave tripulada de la historia, la Vostok. Armado con la confianza obtenida a partir de los recientes éxitos espaciales, Koroliov decidió abordar por primera vez lo que sería el proyecto definitivo de su carrera: un viaje tripulado a Marte.
Los encargados de diseñar tan ambiciosa misión fueron los ingenieros de la Sección nº 9 de la OKB-1. La Sección nº 9 estaba dirigida por un viejo amigo de Koroliov, Mijaíl Tijonrávov. Tijonrávov había sido uno de los pioneros de la cosmonáutica y justo en esos momentos también participaba en el diseño de la Vostok. Llevaba más de treinta años planificando viajes tripulados al espacio, así que si alguien podía solventar los innumerables desafíos de una expedición a Marte, ése era Mijaíl. La sección nº 3 de la OKB-1, dirigida por Gleb Maksimov, también colaboraría activamente en el proyecto.
Entre 1959 y 1964, todos los esfuerzos de la OKB-1 fuera de la órbita terrestre se centraron en Marte, no en la Luna. Dada su cercanía, nuestro satélite seguía siendo un objetivo, por supuesto, pero secundario. El principal obstáculo para hacer realidad un viaje al planeta rojo era la enorme masa que tendría una nave interplanetaria. El lanzador espacial más potente del que disponía la Unión Soviética estaba siendo construido para la nave Vostok a partir del misil R-7 Semyorka, pero su capacidad en órbita baja no superaba las seis toneladas. Para un viaje a Marte sería necesario un cohete muchísimo más grande, por lo que la oficina de Koroliov se puso manos a la obra. El nuevo cohete gigante se llamaría N1 y podría poner en órbita entre 60 y 80 toneladas. Aunque el N1 sería publicitado ante el gobierno como un cohete multiuso, para Koroliov siempre fue el cohete marciano, la pieza clave para hacer realidad su sueño.
Inmediatamente, los ingenieros de la OKB-1 se dieron cuenta que la principal limitación de una nave marciana era la enorme masa que requerían los suministros para la tripulación. Como resultado, se propuso un sistema de soporte vital de ciclo cerrado con su propia fuente de alimentos. O lo que es lo mismo, los cosmonautas deberían cultivar su comida en invernaderos hidropónicos. De esta forma, la masa de la nave podría disminuir de forma drástica. Con el fin de focalizar la luz solar, el vehículo incluiría un sistema de espejos para iluminar los invernaderos. La falta de gravedad también parecía ser un obstáculo muy grave. Nadie sabía cómo se comportaría el cuerpo humano después de varios meses en ingravidez, así que los primeros diseños empleaban algún tipo de sistema de rotación para crear gravedad artificial gracias a la fuerza centrífuga.
TMK
El primer proyecto concreto de nave marciana sería propuesto ya en 1959 por la Sección nº 3 de Gleb Maksimov. La nave se denominaría TMK (Тяжёлый Межпланетный Комплекс, «Complejo Interplanetario Pesado»), aunque con el fin de distinguirla de otros proyectos homónimos suele aparecer en la literatura como TMK-1. Tenía una masa de 75 toneladas y unas dimensiones de 6 x 12 metros. La tripulación estaría compuesta por tres cosmonautas, los cuales deberían permanecer en el espacio dos o tres años. Por limitaciones de peso, la TMK-1 no aterrizaría en Marte, limitándose a sobrevolarlo a poca altura. Para garantizar los suministros, la nave incluiría un reactor clorofílico alimentado por luz solar. La TMK giraría sobre su propio eje con el fin de proporcionar gravedad artificial. Esta variante de sobrevuelo tendría una masa en órbita baja superior a las 200 toneladas, por lo que serían necesarios dos o tres lanzamientos del N1 para llevar a cabo la misión.
La nave incluía una cápsula en su parte superior para permitir el regreso de los cosmonautas a la Tierra. La cápsula o SA, de 2,1 toneladas, tendría una forma de campana similar a la propuesta para la futura nave Soyuz. En la versión final de 1962, la TMK-1 estaría formada por dos secciones similares, una de las cuales se desecharía una vez realizada la maniobra de corrección en las cercanías de Marte. Para reducir el tiempo de la misión, se sugirió sobrevolar Venus para realizar una maniobra de asistencia gravitatoria, usando una trayectoria que recibiría el acrónimo MAVR (MArs-Venera Razom, МАВР, «Marte y Venus a la vez»). Según los planes de la Sección nº 3, la TMK-1 podría partir hacia Marte el 8 de junio de 1971, regresando a la Tierra el 10 de julio de 1974.
A su vez, la Sección nº 9 presentó un proyecto de viaje marciano con el nombre de MPRKK (Марсианский Пилотируемый Ракетно Космический Комплекс, МПРКК, «Complejo Espacial Tripulado Marciano»). Este complejo se hallaba dividido en dos partes, la nave interplanetaria propiamente dicha (MPKK) y el sistema de lanzamiento (MRK). El vehículo interplanetario MPKK sería también conocido como TMK. Lo cierto es que durante los primeros años del programa marciano se propusieron numerosas variantes de la TMK y muchas de ellas fueron estudiadas por distintas secciones de la OKB-1. Esto explica que todavía exista cierta confusión acerca de muchos detalles concretos. Lamentablemente, la mayor parte de los documentos oficiales sobre estas TMK serían destruidos en los años 70, dificultando aún más la tarea de los historiadores.
En 1960, Konstantín Feoktístov -futuro cosmonauta y miembro del equipo de Tijonrávov- se mostró partidario de emplear energía eléctrica nuclear (YaEDU) para la TMK. Un reactor nuclear alimentaría un sistema de propulsión con motores iónicos o de plasma. De esta forma se lograría disminuir la masa total del complejo. Pero Koroliov se opuso a esta idea, ya que pensaba que el ahorro en el peso no compensaría el aumento en la complejidad técnica del proyecto. Finalmente, la nave marciana emplearía solamente combustibles químicos en su sistema de propulsión.
Pese a las limitaciones inherentes a este tipo de propulsión, se decidió ampliar el proyecto. La misión incluiría también el aterrizaje en Marte usando un curioso sistema en forma de «tren marciano». El módulo de aterrizaje estaría dispuesto sobre un vehículo con ruedas para que la tripulación -ahora compuesta por seis cosmonautas- explorase Marte durante un mes aproximadamente. Terminada su misión, despegarían hasta la órbita marciana, donde les esperaba la TMK para poner rumbo a la Tierra. Este esquema era mucho más ambicioso que la simple TMK-1 propuesta por la sección nº 3, requiriendo el lanzamiento de más de diez N1.
Hacia mediados de 1962 se fueron perfilando los detalles del proyecto. Como primera novedad, se decidió prescindir de los sistemas de gravedad artificial. Las misiones Vostok habían demostrado que la ingravidez no era un grave impedimento de cara a la exploración espacial y, por otro lado, la complejidad técnica relacionada con estructuras móviles hacían desaconsejable esta opción. La TMK tendría forma cilíndrica y su masa inicial en órbita terrestre estaría situada entre 1200 y 2000 toneladas. Efectivamente, el aterrizaje en la superficie marciana elevaba la masa del complejo de forma alarmante. A todas luces se trataba de un proyecto de imposible realización, ya que serían necesarios unos quince lanzamientos del N1. Esto era demasiado, incluso para un equipo de curtidos pioneros de la cosmonáutica. Al mismo tiempo, el 16 de mayo de 1962, el gobierno soviético respaldaría el proyecto de sobrevuelo marciano y recomendaría el desarrollo de un programa de aterrizaje en Marte. El planeta rojo se había convertido en un objetivo oficial para la URSS.
Atrapados en el callejón sin salida de la masa, los ingenieros de la OKB-1 decidieron en 1963 estudiar el empleo de la técnica de aerocaptura. De este modo, la atmósfera de Marte serviría para frenar la velocidad de la nave, permitiendo que entrase en órbita del planeta rojo sin necesidad de usar una gota de combustible. Hay que tener en cuenta que por entonces se pensaba que Marte poseía una atmósfera mucho más densa. En realidad, la aerocaptura en Marte es actualmente un verdadero desafío tecnológico para la tecnología del siglo XXI, lo que nos permite atisbar el nivel de audacia de los ingenieros de la OKB-1 a principios de los años 60. Gracias al uso de esta técnica, la TMK podría reducir su masa en un 20%. Ya de por sí es una cantidad muy significativa, pero lo realmente importante es que la masa inicial en órbita baja sería inferior a la mitad del diseño original: 378 toneladas frente a las 1141 toneladas de la misión sin aerocaptura. Esta configuración podría ser ensamblada en órbita terrestre usando tres o cuatro cohetes N1.
Para permitir la maniobra de aerocaptura, la TMK usaría un escudo de frenado formado por el sistema de espejos parabólicos que debían iluminar los invernaderos de la nave. Este conjunto de espejos también debía servir al mismo tiempo como radiotelescopio y antena de comunicaciones con la Tierra. En esta configuración final, presentada en 1964, el complejo marciano tenía una masa total de 83 toneladas, divididas entre las 16,8 toneladas de la TMK, 30 toneladas del módulo de aterrizaje y 36,3 toneladas del sistema de propulsión para abandonar la órbita marciana. El módulo de aterrizaje consistía básicamente en una versión agrandada del módulo lunar LK con dos etapas y capacidad para dos o más cosmonautas. Además, Koroliov propuso lanzar primero algunas naves TMK como estaciones espaciales en la órbita terrestre, permitiendo así poner a prueba el diseño. Estas estaciones se llamarían TOS («estación orbital pesada»).
El complejo de aterrizaje marciano de 1964 sería la culminación de cinco años de trabajo por parte de la OKB-1, pero justo en ese momento la Luna se vuelve a perfilar como un objetivo prioritario. Después del desafío lanzado por el presidente Kennedy en 1961, los Estados Unidos se embarcan en el Programa Apolo con el fin de poner un hombre en nuestro satélite. En 1964 ya es evidente que no estamos ante un farol de los estadounidenses y el miedo a la derrota empieza a ser evidente entre las filas del gobierno soviético. Pese a su preocupación, lo cierto es que la cúpula soviética apenas invierte en el programa lunar. Aunque se aprueba el desarrollo del N1 y el complejo lunar N1-L3, el esfuerzo económico y humano destinado por la URSS es una pequeña fracción del que en esos momentos tiene a su disposición la NASA. Lo único que queda claro es que la exploración tripulada de Marte tendrá que esperar. La Luna es ahora la única prioridad.
Mavr y Aelita
En 1965 fallece Serguéi Koroliov, dejando huérfano al programa espacial soviético. Su muerte es un golpe devastador para el programa de exploración tripulada más allá de la Tierra. Su sucesor, Vasili Mishin, prefiere concentrarse en la Luna -sin éxito- y ordena la paralización de los proyectos relacionados con un viaje a Marte.
Afortunadamente, sería el instituto de investigación NII-88 (posteriormente conocido como TsNIImash) el que retome el estudio de los viajes tripulados a Marte a partir de 1966. En realidad, el NII-88 llevaba desde 1963 colaborando con la OKB-1 en proyectos de misiones a Marte. Como resultado de este trabajo, se crea una propuesta muy similar a la propuesta de la OKB-1. La nave marciana del NII-88 se denomina MK («nave interplanetaria») y está compuesta por una cápsula para la reentrada en la atmósfera terrestre (SA) y el complejo PIK («complejo de investigación planetaria»). Una vez más, se vuelve a estudiar el concepto de un módulo de aterrizaje móvil (POLAB) y se sopesan sus ventajas frente a uno no móvil (SLAB). El proyecto MK es quizás demasiado ambicioso teniendo en cuenta la realidad económica y tecnológica del país, así que el TsNIImash se concentra en misiones de sobrevuelo. El nuevo programa se presenta en julio de 1968 y recibe el nombre de Mavr, haciendo alusión a la trayectoria elegida. Pese a su nombre, Mavr no tiene nada que ver con la propuesta TMK-1 de la OKB-1 aparecida pocos años antes.
La misión Mavr tendría una duración de 480-600 días (dependiendo de la ventana de lanzamiento). Al sobrevolar Venus y Marte se lanzarían sondas automáticas para el estudio de estos planetas, tarea que sería complementada mediante la observación lejana usando un potente telescopio. La sección principal de Mavr estaría formada por el módulo UZhB (Универсальный Жилой Блок, УЖБ, «Bloque Habitable Universal»), con un diámetro de seis metros y dividido en 5-6 «pisos». Mavr tendría una masa de 105,68 toneladas, incluyendo el UZhB de 71, 5 toneladas y una cápsula (SA) de 7000 kg.
Poco después, en julio de 1969, la URSS pierde la carrera lunar ante los Estados Unidos. Un viaje tripulado a Marte sería oportunidad ideal para restaurar el orgullo de la nación en materia espacial. La posibilidad de cancelar el programa lunar N1-L3 e invertir los esfuerzos en un programa marciano se empieza a contemplar como una opción a tener en cuenta. El propio Mtsilav Keldish -presidente de la Academia de Ciencias de la URSS- declara públicamente que la exploración tripulada de Marte debe ser una de las prioridades de la nación.
El 30 de julio de 1969, pocos días después del alunizaje del Apolo 11, el Ministerio de Maquinaria general (nombre en clave para el «ministerio del espacio») publica la orden nº 232 por la que se ordena el desarrollo de un complejo espacial RKK (Ракетно-Космический Комплекс) para viajar al planeta rojo. El proyecto recibe el nombre en código de Aelita. Estrictamente hablando, Aelita era un programa de aterrizaje marciano, pero, puesto que el programa preveía en una primera fase lanzar la misión Mavr, ambos proyectos suelen confundirse en la literatura. En todo caso, es importante recalcar que no se trata del mismo programa. Tanto Mavr como Aelita harían uso de una versión mejorada del N1, denominada N1-M, con combustibles criogénicos y, si el presupuesto lo permitía, etapas superiores nucleares.
El proyecto Aelita iba en serio. Para estudiar los efectos psicológicos y logísticos de un viaje a Marte de larga duración, en 1966 se construye una réplica de la TMK original en el Instituto para Problemas Biomédicos (IMBP) de Moscú. El módulo, denominado NEK, será usado para varios viajes simulados. El 5 de noviembre de 1967 da comienzo el primer experimento de larga duración, durante el cual G. Manovtsev, O. Ulibshev y A. Bozhko permanecieron un año en el interior de las instalaciones. Sería la primera de varias experiencias similares, incluyendo la llevada a cabo en 1975 por V. A. Kórsakov, B. M. Abushkin y el médico V. I. Makárov, quienes permanecieron 90 días en el interior del NEK. Estas instalaciones son las mismas que se han usado recientemente para la experiencia Mars 500.
A principios de los 70, la oficina de Vladímir Cheloméi -eterna rival de la OKB-1- decide proponer su propia misión a Marte con una misión de aterrizaje marciano. La propuesta de Cheloméi, con el nombre de «Segenit», se basa en la nave MK-700, que debe ser ensamblada mediante tres lanzamientos del cohete gigante UR-700M. La MK-700 tendría una masa en órbita baja de 1400 toneladas y su objetivo sería poner a dos cosmonautas en la superficie de Marte durante treinta días. En cualquier caso, la MK-700 de Cheloméi no pasó nunca de la fase inicial.
El fin de un sueño
Después del fracaso de los cuatro lanzamientos del N1, a mediados de los años 70 Valentín Glushkó se hace con el control de la OKB-1 y ordena cancelar este lanzador, así como el programa marciano. Desgraciadamente, también ordena la destrucción de un gran número de documentos y planos de los primeros proyectos de misiones a Marte. La prioridad de Glushkó es el desarrollo de un nuevo lanzador gigante, así como un nuevo transbordador espacial que contrarreste al futuro shuttle norteamericano.
Para entonces, Marte ya no es el mundo misterioso que había cautivado a Koroliov. Las sondas automáticas muestran un planeta frío y desértico, con una atmósfera muy poco densa. No hay rastro de canales u hombrecillos verdes. Como consecuencia, el interés por la exploración tripulada del planeta rojo desciende significativamente. En los años 80, el análisis exhaustivo de los datos transmitidos por las sondas revelarían finalmente un mundo mucho más interesante de lo inicialmente previsto, con numerosas evidencias de un pasado cálido y más húmedo. El interés en la exploración de Marte vuelve a despertase y, consecuentemente, se proponen varias expediciones tripuladas, aunque ninguna logrará salir adelante.
Como siempre, la pregunta es evidente: ¿qué habría pasado si alguna de los numerosas misiones tripuladas soviéticas al planeta rojo hubiesen sido aprobadas? Quizás viviríamos en un mundo muy diferente, un mundo en el que el primer viaje a Marte tuvo lugar en 1971 o en 1985. De haber sido así, ¿dónde estaríamos ahora?
Referencias:
- RKK Energia imeni S. P. Korolyov, Ed. Menonsovpoligraf (Moscú, 1996).
- Pervie Sovetskie Mars-Proyekti, M. D. Yeftifyev (Novosti Kosmomnavtiki, nº 4 2004).
- Proyekt Aelita, Sergei Filippenkov.
- A mi mogli bit pervimi marsianami eschyo v 80-j godaj, M. D. Yeftifyev.
- Martian Expedition, Anatoly Zak.
- MK-700, Mark Wade.
Vaya pedazo de post Daniel, he disfrutado mucho leyéndolo.
Saludos
Por lo que el articulo menciona, todos los proyectos de viaje a marte pasaban por tener primero listo el cohete N1, es una lastima que este cohete no tuviera.
Buena parte de la historia. Uno también piensa sobre que hubiera pasado si Koroliov hubiera vivido 1 o 2 décadas mas.
Magnífico post. Lo que se aprende aquí. Hasta me está gustando la historia, je, je
De todos modos creo que nunca hubiesen podido ir a Marte aun siguiendo con sus proyectos.
Me recuerda un poco a los dibujos de máquinas voladoras de Leonardo da Vinci que tantos años necesitaron para hacerse realidad.
Esperemos que con Marte no pase tanto tiempo.
Quizás no sea el momento de pensar en ello y haya muchas otras prioridades en el mundo… Pero la generación que creció con la emoción de la carrera espacial sin llegar a disfrutarla por la escasa edad, se merece poder contemplar la llegada a Marte, aunque sea en nuestros últimos días…
¡¡Menuda entrada Daniel!!, ¡¡fantástica!!
Marte, Marte, ¡¡aaaayyyyyy!! (profundo suspiro).
Sinceramente coincido con etxazpi, no creo que la tecnología de los años 60 u 80 fuera suficiente para abordar tal proyecto.
Me preocupa aún más que no haya ningún plan serio para hacerlo en el futuro, al final nos moriremos sin ver a un ser humano pisar el planeta rojo.
¡¡Aaaaaaayyyyyy (de nuevo)!!
Saludos,
Rocket
Grandioso post como siempre Daniel!.
Una historia de la que solo tenía vagas referencias sobre los proyectos marcianos soviéticos que nunca imaginé estuvieran tan estructurados y fueran un programa más allá de meros ejercicios mentales y dibujos en servilletas para «algún día en el futuro».
Me pregunto que hubiera sido si los soviéticos no le hubieran seguido el juego a los americanos y se hubiera desarrollado el N1 dentro de su cronograma original para ser un cohete marciano, sin tantas prisas para ponerlo a competir a la par del calendario del Apollo que eso siempre he considerado que fue la verdadera causa del fracaso de ese lanzador. Quizás sin la presión del tiempo encima por una carrera lunar que empezaron tarde y que de todos modos nunca les interesó ni tenían posibilidades de ganar más que con muchas dosis de buena suerte, la salud de Koroliov no se hubiera deteriorado tan rápido para necesitar tan pronto esa cirugía que a la larga terminó matándolo y estimo que habría vivido al menos para ver el primer sobrevuelo marciano.
Yo creo que de haberse dado todo eso que comentas viviríamos en un mundo con una realidad bastante cercana a lo que describe Arthur C. Clarke en 2001 y 2010, con grandes estaciones en órbita terrestre, estaciones lunares y puestos de avanzada ya en Marte para estas fechas… solo de imaginar algo como los americanos alunizando siendo contrarrestados rápidamente por los soviéticos sobrevolando Venus y Marte en una sola misión, éstos con qué hubieran contestado?, con misiones tripuladas al vecindario de Júpiter a finales de los años 80 o principios de los 90?!…
Los sueños,sueños son y os habla uno que le gusta horrores la exploración espacial, pero hay que ser realistas. Vivimos una epoca de apatia exploradora tripulada y la no tripulada no esta para tirar cohetes.
Solo digo una cosa: como lo dejemos en manos privadas (exploracion tripulada), que dios nos coja confesados por que ellos no la van ha hacer.
Mi razonamiento es sencillo: no es rentable explorar esos mundos y ellos se mueven por la economia, cosa que la nasa por lo menos antes no lo hacia.
No creo que ni mi sobrina con siete años vea al hombre en Marte y en la Luna.
saludos jorge m.g.
La «apatia exploradora» llegó desde el momento en que los políticos y la economía comenzaron a dirigir los programas espaciales, osea, después del Apollo para la NASA y después de la caída de la URRS en los 90 para Rusia. Los EEUU dejo en el olvido su cohete mas potente una vez que el «orgullo yaki» fue restablecido al llegar a la Luna y Rusia tuvo que olvidarse del Energia-Buran por no poder costearlo al llegar el descalabro económico de los 90.
Genial entrada.
Recuerdo una entrevista a Polyakov donde recalca una y otra vez que él se tomaba las largas estancias en la MIR como una preparación para el viaje a Marte… y demostró que se puede estar el tiempo que se tardaría en ir y volver.
Ahora sólo faltan el dinero y las ganas políticas.
que es un reactor clorofilico y como funciona.
lo que te curras los articulos y el tiempo que dedicas ha investigar y buscar infomacion que nadie encuentra.
te lo agradecemos todos.
si korolev hubiese vivi do aunquesea 15 año mas ahorita la union sovietica hubiese seguid existiendo ademas el viaje a la luna de USA seria solo una verguenza mas
daniel te pasaste ya voy leyendo 3 veces este post y no paro de leerlo otra vez
Excelente post, es una lastima que se haya perdido el espíritu de aventura espacial, ahora las esperanzas pueden estar en china y su programa espacial tripulado.
Hay una serie independiente que trata este tema, los soviéticos fueron los primeros en llegar a marte, llevan dos capítulos bien interesantes, pueden descargarlos de aquí:
http://vodo.net/pioneerone
Lo interesante de los Rusos es que no se rinden, pese al bajo presupuesto todavía tiene la vista en marte(espero que algun día lo logren). Es verdad, parece que la esperanza esta en los Chinos. Ellos no hacen grandes anuncios que no llegan nunca a nada, su método es ir paso a paso, pero no se si duremos tanto para llegar a ver un Chino en Marte.
Hola Daniel, siempre se habla de la aerocaptura, para viajes interplanetarios. Actualmente son solo calculos o ya lo lograron con alguna sonda?.
Excelente artículo, Daniel. Marte siempre ha fascinado a los rusos, y uno de los maestros de Korolyov, Tsander, tenía como lema «Adelante, a Marte!»
Como otros que ya comentaron aquí, yo también tengo mis dudas de que en 1970 sería viable un viaje tripulado a Marte, todavía tenían poca experiencia con misiones de larga duración, no habían desarrollado sistemas de soporte vital confiables (la Mir fue un enorme adelanto en ese sentido). Pero si no hubiera habido la tremenda crisis económica que afectó a la URSS/Rusia a partir de fines de los 80, si el Energiya no fuera cancelado (y mejor aún, si hubieran construídos las versiones más potentes de ese cohete, como el Vulkan), creo que una misión tripulada a Marte en la primera década del siglo XXI podría haber sido una realidad.
Está claro que todos estos proyectos eran sólo sueños. Si hoy en día, con una tecnología más avanzada, ya parece casi inalcanzable, en aquella época era directamente inviable.
Lo malo de nuestra época, sin embargo, es que se ha perdido esa capacidad de soñar, que es la que, a la larga, lleva a las grandes empresas.
voy a decir una cosa que la gente no entiende.
LA URSS NO SE FUE A LA …… POR EL PROGRAMA ESPACIAL SE FUE POR EL CONTROL ECONOMICO DE UNOS DIRIGENTES POLITICOS INECTOS QUE GASTABAN MILES DE MILLONES EN VARIOS PROGRAMAS PARA LO MISMO ESTO PASO CON LOS COHETES, SUBMARINOS, AVIONES Y TODO LO QUE VALIA PARA DEMOSTRA PODER AUNQUE FUERRA INECESAREO. ALGO QUE LE A PASADO A LOS ESTADOS UNIDOS ASTA HORA
Grande artículo,
Estoy en desacuerdo con monsieur, se estaba mas cerca hace 40 años que ahora, se tenían los lanzadores y se creía posible (aunque no lo fuera). Ahora el problema es que da la sensación de que es imposible, pero en los 60 se decidió ir a la luna y se hizo, y eso era mas complicado que llegar actualmente a Marte. Hacen falta cosillas mas modestas en la luna para volver a motivar al mundo.
De todas maneras es una empresa para la que se necesita mínimo al cohete Energía… que lástima, y si, se que no se puede resucitar, pero joder… tenían el cohete perfecto, grande, medio kerolox medio criogénico, eficiente, adaptable y modular. Y ahí quedó.
Saludos!
Hola: me encanta leer esta historias de «ciencia-ficción» tan naif. Esto demuestra la gran confianza que tienen estos científicos e ingenieros en sí mismos y cómo se topan una y otra vez con la dura realidad; que le frena pero no les detiene. Es gracias a ellos que nuestra civilización poco a poco avanza.