50 años de la catástrofe de Nedelin

Por Daniel Marín, el 25 octubre, 2010. Categoría(s): Astronáutica • Historias de la Cosmonáutica • Rusia • sondasesp ✎ 15

La tarde del 24 de octubre de 1960, el mariscal de artillería Mitrofán Ivánovich Nedelin estaba sentado en un taburete a quince metros del primer misil R-16 supervisando el trabajo de varias decenas de técnicos. No era habitual que un mariscal héroe de la Unión Soviética vigilase de primera mano el desarrollo de las operaciones antes de un lanzamiento. Menos habitual era que esas operaciones se llevasen a cabo junto a un cohete listo para el despegue y cargado con con 130 toneladas de combustibles hipergólicos.


Mariscal Mitrofán Nedelin (Wikipedia).

En la terminología de los motores cohete, hipergólico es una palabra que se usa para designar aquellas combinaciones de combustibles y oxidantes que pueden entrar en combustión espontáneamente
por contacto directo, sin necesidad de ningún mecanismo de ignición. En el caso del R-16, los propergoles estaban formados por una variante de la hidrazina denominada UDMH y tetróxido de nitrógeno (AK-27I). Por si fuera poco, la hidrazina y el tetróxido de nitrógeno también son unos compuestos increíblemente tóxicos y corrosivos.

Vamos, que a nadie en su sano juicio se le ocurriría sentarse a unos metros de un misil cargado hasta los topes de estas sustancias. Pero Nedelin y varias docenas de técnicos ignoraron ese día las más elementales normas de seguridad. Como no podía ser de otro modo cuando uno tienta a la suerte de forma tan descarada, se produjo un accidente y los combustibles hipergólicos del R-16 entraron en ignición. La temperatura del incendio resultante alcanzó más de 3000º C. De Nedelin apenas quedó su insignia de Héroe de la Unión Soviética. Ese día murieron 78 personas en la que fue la mayor catástrofe ocurrida en el cosmódromo de Baikonur. Una tragedia que el resto del mundo no conocería hasta treinta años después y que fue bautizada en honor de su más insigne víctima -y posiblemente responsable-. Hoy en día es recordada como la Catástrofe de Nedelin.

El misterio

El 28 de octubre, cuatro días después del incidente, las autoridades soviéticas publicaron un críptico comunicado anunciando la muerte de Nedelin en un accidente de aviación. Además de Héroe de la Unión Soviética, Nedelin era el jefe de las tropas de misiles estratégicos. Había combatido en casi todos los conflictos en los que un soldado soviético de la época podía haber participado: desde la revolución de 1917 hasta la Segunda Guerra Mundial, pasando por la guerra civil española. Su pérdida fue un golpe muy duro para la cúpula militar del país. Pero a medida que pasaron los días, el misterio aumentaba. ¿Dónde estaban el resto de víctimas del accidente aéreo?

Los servicios de inteligencia occidentales pronto supieron de ciertos rumores sobre la explosión de un cohete que se habría cobrado la vida de cientos de personas, el mariscal Nedelin entre ellos. En los días y meses posteriores fueron apareciendo las esquelas de muchos técnicos, militares y políticos fallecidos a causa de diversas circunstancias, muertes que parecían no guardar ninguna relación entre sí. Muchos investigadores relacionaron estos fallecimientos con el accidente de Nedelin, pero en el clima de secretismo de la Guerra Fría era imposible averiguar lo que había sucedido exactamente. Tras la llegada al poder de Gorbachov en 1985 y la consiguiente política de apertura informativa -la famosa glásnost– se desvelaron muchos secretos del programa espacial soviético. El más destacado era la existencia del programa de alunizaje N1-L3 para poner un hombre en la Luna antes que el Apolo. El cohete N1 había despegado en cuatro ocasiones entre 1969 y 1972, pero en las cuatro había fallado. Durante uno de los lanzamientos se produjo una gran explosión que había destruido la rampa. En Occidente se pensó que quizás este suceso estaba relacionado con las misteriosas muertes de Nedelin y los demás técnicos. No sería hasta 1989 cuando se desveló finalmente el misterio y se pudo comprobar que nada tenía que ver con el N1.

El accidente

En 1960 la Guerra Fría estaba en un punto álgido. La URSS había logrado diseñar el primer misil intercontinental (ICBM) de la mano del Ingeniero Jefe Serguéi Korolyov, encargado de la oficina de diseño OKB-1. Ahora la Unión Soviética era capaz de lanzar un ataque nuclear contra los Estados Unidos directamente. Desgraciadamente para los militares, el misil R-7 Semyorka de Korolyov se reveló como una pésima arma estratégica. El Ingeniero Jefe prefirió usar queroseno y oxígeno líquido en su criatura, combustibles mucho más eficientes y seguros que los propergoles hipergólicos. Sin embargo, el oxígeno líquido tiene la desagradable tendencia a evaporarse rápidamente a temperatura ambiente, por lo que sólo se puede mantener un misil listo para el lanzamiento durante unas pocas horas. Sin duda algo poco atractivo para los militares, los cuales buscaban un ingenio capaz de permanecer en alerta las 24 horas del día.

Ya por entonces la oficina de diseño OKB-586 de Mijaíl Kuzmovich Yangel había logrado construir los misiles hipergólicos de alcance medio R-12 y R-14 (cohetes que serían protagonistas unos años después de la Crisis de los Misiles de Cuba). Los militares pronto vieron a Yangel como la persona idónea para construir un ICBM que pudiese permanecer continuamente en alerta. El nuevo proyecto se denominaría R-16 (8K64) y debía ser la respuesta soviética a los misiles Titán norteamericanos.

Korolyov se había negado categóricamente a emplear en sus ingenios combustibles hipergólicos, o el «veneno del diablo», como él los denominaba. De hecho, pese a la mala experiencia con el R-7, se empeñó en seguir usando queroseno y oxígeno líquido para su nuevo proyecto, el R-9. Esta insistencia le llevaría a enfrentarse violentamente con Valentín Glushkó, el encargado del diseño de la mayoría de motores de los cohetes y misiles soviéticos, incluyendo el R-7 y el R-16.
(la «R» de la designación de los misiles viene de raketa/ракета «misil» o «cohete» en ruso).

El R-16 era la máxima prioridad para los militares soviéticos y por tanto se decidió reducir al mínimo el número de ensayos en tierra. El mariscal Nedelin sería el responsable del desarrollo de este nuevo misil. Durante las pruebas, el diseño del sistema de control -a cargo de la OKB-692 GKRE- resultó ser mucho más complejo de lo esperado. El R-16 estaba formado por dos etapas situadas una encima de la otra. Un esquema distinto del empleado en el R-7, donde los motores de la primera y segunda etapa se encendían al unísono. En el caso del R-16, la separación de las etapas requería una coreografía técnica tremendamente compleja.



Misil R-16 (arriba) y secuencia de lanzamiento.

En octubre de 1960 la OKB-586 de Yangel envió los primeros ejemplares del R-16 al cosmódromo de Baikonur, conocido por entonces como polígono de pruebas NIIP-5 o Tyura-Tam. La presión para realizar un lanzamiento antes de final de año eran enormes. Decenas de autoridades y técnicos de primera categoría habían acudido a presenciar el despegue. El R-16 sería el primer misil operativo de la URSS y todos querían estar presentes para recibir las felicitaciones de las autoridades. Además de Nedelin, también se encontraban en Baikonur Mijaíl Yangel, su lugarteniente L. A. Berlin, los coroneles E. I. Ostashev y A. I. Nosov, así como el jefe del polígono de Tyura-Tam, Konstantín V. Gershik.

Se fijó la fecha del 23 de octubre para el primer lanzamiento, que se efectuaría desde el Área 41 del cosmódromo. El misil LD1-3T de 30 metros de longitud fue transportado en posición horizontal desde el edificio de montaje (MIK) del Área 42 hasta la rampa. Allí continuaron los preparativos para el despegue y se procedió a la carga de los combustibles hipergólicos y los gases para la presurización de los tanques.


Puesta en vertical de un R-16.


El misil R-16 antes de su primera prueba (Wikipedia).

Cuando quedaba menos de media hora para el lanzamiento, las válvulas pirotécnicas de la primera etapa se dispararon antes de tiempo. Estas válvulas estaban accionadas mediante un pequeño mecanismo explosivo y su función era asegurar que los combustibles no alcanzasen la cámara de combustión antes del despegue. Su activación prematura provocó que una pequeña cantidad de tetróxido de nitrógeno llegase a los motores. Se decidió retrasar el lanzamiento una hora para comprobar que todo el oxidante había desaparecido, pero los ingenieros recomendaron a la comisión estatal sustituir las válvulas. Como resultado, Nedelin decidió posponer el lanzamiento un día. Si se retrasaba más tiempo, habría que devolver el misil al MIK y desmontarlo, algo que se consideró inaceptable. Para empeorar las cosas, el sistema de control de vuelo A-120 también falló. La única pega era que, para ahorrar tiempo, las reparaciones se realizarían con el cohete cargado de combustible.


Área 41 de Baikonur. 1: rampa nº 1. 2: rampa nº 2. 3: centro de control (Novosti Kosmonavtiki).

Ante una violación tan grave de los protocolos de seguridad, varias autoridades mostraron sus inquietudes al mariscal. ¿Y si el cohete se caía?¿Y si tenía lugar un incendio? Nedelin despachó estas protestas de forma expeditiva: «marchaos de aquí, cobardes. Yo mismo me sentaré al lado del cohete mientras se realizan las reparaciones». Y no hubo más que hablar. El mariscal abandonó el puesto de observación IP-1B situado a 800 metros de distancia y se dirigió al Área 41 para supervisar las operaciones. Gershik ordenó situar sillas y taburetes junto al misil para Nedelin y el resto de altos mandos que tuvieron el valor de seguirlo. Lo cierto es que no era la primera vez que el viejo soldado se había sentado cerca de una bomba de relojería. Durante varias pruebas en Kapustin Yar, el mariscal había decidido infundir confianza a sus subordinados en más de una ocasión sentándose junto a misiles R-14 cargados de combustible.


Justo aquí, a pocos metros de la rampa (donde actualmente se encuentra un monumento) se sentó Nedelin (Novosti Kosmonavtiki).

Lamentablemente, ese día Nedelin había agotado su suerte. Durante las verificaciones de la jornada anterior, el distribuidor eléctrico A-120 del problemático sistema de control había sido programado por error en la configuración de vuelo. Los técnicos debían poner el distribuidor en la configuración de despegue para que el sistema de control se encargase de coordinar las rupturas de las válvulas de combustible y la separación de etapas. A las 18:45 hora de Moscú, cuando quedaba media hora para el lanzamiento, un técnico advirtió la configuración errónea del distribuidor y procedió a cambiarla. Por desgracia, puesto que el despegue era inminente, las baterías del cohete estaban conectadas y los sistemas de seguridad no se encontraban activados. Como consecuencia, al corregir la configuración del A-120 se activaron las válvulas pirotécnicas de la segunda etapa. Inmediatamente, el motor 8D713 entró en ignición, provocando un incendio que se propagó por todo el vehículo. Poco después, la estructura de la primera etapa sucumbiría a las altas temperaturas, contribuyendo con su carga de combustible a la deflagración.


 Detalle de la segunda etapa de un R-16.


Los cámaras enviados para filmar el lanzamiento pudieron ser testigos de la tragedia (Novosti Kosmonavtiki).


Restos del accidente (Novosti Kosmonavtiki).

Nedelin y los técnicos que trabajaban junto al misil resultaron incinerados en el acto. Otros intentaron huir, pero se vieron atrapados por vallas y asfalto derretido que rodeaba la rampa. Varias decenas lograron escapar con gravísimas quemaduras, algunos de los cuales morirían días después en diversos hospitales. Además del mariscal, en la tragedia falleció L. A. Grishin (viceministro de maquinaria general), L. A. Berlin (lugarteniente de Yangel en la OKB-586), A. I. Nosov (coronel) y, paradójicamente, Borís M. Konoplyov, el diseñador del sistema de control del R-16 que había causado indirectamente el accidente. Nedelin fue enterrado con todos los honores en las murallas del Kremlin. Los restos de la mayoría de los fallecidos, técnicos ucranianos de la OKB-586, serían trasladados a Dnepropetrovsk. Todavía hoy en día se puede leer en muchos medios que las víctimas de la catástrofe de Nedelin superaron el centenar. Esto es totalmente falso y se debe a la confusión posterior entre heridos y fallecidos. Oficialmente, murieron 78 personas en el accidente (otras fuentes citan 74 ó 76), mientras que 49 resultaron gravemente heridas. La cifra exacta de fallecidos con posterioridad a causa de las heridas es objeto de debate. Algunas fuentes hablan de 12 ó 14 muertos, lo que aumentaría la cifra final hasta los 92 fallecidos como máximo. En el monumento del Área 41 figuran 74 nombres, que son los incluidos en el informe oficial remitido al Comité Central del PCUS el día siguiente de la tragedia. Posteriormente se encontraron los cuerpos calcinados de dos soldados y se sabe que otras dos personas murieron en el hospital pocas horas después del accidente. Sus nombres no pudieron ser incluidos en el informe original.


 Borís M. Konoplyov, diseñador del fatídico sistema de control del R-16 (Novosti Kosmonavtiki).


L. A. Berlin, lugarteniente de Yangel, también falleció en la tragedia (Novosti Kosmonavtiki).

El propio Mijaíl Yangel se había salvado por los pelos al alejarse de la rampa para fumar. Poco después sufrió un infarto que le mantuvo alejado del trabajo durante varios meses. Al día siguiente llegó al cosmódromo la comisión estatal, dirigida por Leonid Brezhnev, para aclarar las causas del incidente. La comisión rápidamente culpabilizó a Konoplyov y, en menor medida, a Nedelin. Puesto que los responsables estaban muertos, no se consideró necesario tomar ninguna medida de «castigo» y se decidió mantener en secreto el suceso.

Las consecuencias

La catástrofe de Nedelin puso de manifiesto el riesgo que supone el uso de combustibles hipergólicos, confirmando los temores de Korolyov. Por supuesto, a los militares poco les importaron estos inconvenientes: el R-16 entraría en servicio menos de un año después. A raíz de esta tragedia se extremaron las medidas de seguridad alrededor de estos sistemas, aunque no frenó su desarrollo. 50 años después, la catástrofe de Nedelin sigue siendo el mayor exponente del peligro de trabajar con el veneno del diablo.


 Monumento a las víctimas en la rampa del Área 41 (Novosti Kosmonavtiki).


Obelisco en Baikonur conmemorando la catástrofe (Novosti Kosmonavtiki).

Primer vídeo del documental de Roskosmos sobre la tragedia, «El día que no despegaron cohetes»:

Parte 1

Parte 2:

Referencias:

  • Raketi i Liudi, Borís Chertok (Moskva Mashinostroenie 1999).
  • Raketi i kosmicheskie Apparati konstrukstorskogo biuro Yuzhnoe, KB Yuzhnoe (Dnepropetrovsk, 2000).
  • Novosti Kosmonavtiki (varios números).


15 Comentarios

  1. No sabia lo peligrosos que són estos tipos de propelentes,¡¡¡¡3.000 cº de temperatura!!!! vamos como para ir con prisas. Ese dia los rusos aprendieron muy bien la lección aunque ya se sabe el unico animal que olvida las lecciones pasadas y esta condenado a repetirlas eternamente es el ser humano todo acaba volviendo a empezar………

  2. Titan also have hypergolics and poses a similar threat. R-16 was a military missile and must be fed by rapid-response propelants. thats because all of them uses hypergolics or solid fuel. It is a well-calculated risk.

    What would we say about the space shuttle? It uses hypergolics for manouvering and solids for launch.

  3. Lo que más me sorprende de la entrada (magnífica, como siempre) es que todavía hoy la gente se equivoque en el número de víctimas. ¿De verdad solo fueron 78?¿Por qué entonces en la Wikipedia pone que fueron 126?

  4. Pues porque durante los primeros años después de hacerse pública la tragedia hubo mucha confusión entre las cifras de heridos y muertos. Los informes hablan de unas 125-128 «víctimas», pero incluyen los heridos. Lo cierto es que persiste cierta confusión entre sí fueron 74, 76 ó 78 las personas fallecidas. En el monumento de la rampa de Baikonur aparecen 74 nombres, pero por lo visto no incluyeron a dos o cuatro personas que murieron después como resultado de las heridas. En cualquier caso, no fueron más de 78.

    Un saludo.

  5. Según algunos informes, murieron 16 personas con posterioridad y se encontraron los cadáveres de otras dos después de mandar el informe incial, por lo que la cifra total de fallecidos es de 92 personas, pero en ningún caso superan los 100.

  6. Una pregunta, porque los rusos no utilizan combustibles sólidos en lugar de hypergólicos en cohetes y misiles, lo digo partiendo del supuesto que al igual que los hipergólicos, los combustibles solidos también se pueden almacenar por bastante tiempo, o me equivoco ??

  7. Seguramente hay mucha gente con más conocimientos que yo aquí para contestarte, pero una respuesta podría ser que los combustibles sólidos no ofrecen la posibilidad de ajustar la potencia ni permiten efectuar paradas y rearranques del motor. Esto no es tremendamente útil para los misiles –pero sí para cohetes que pueden requerir encendidos parciales para cambios de órbita. Esto, aparte del hecho de que es extremadamente difícil diseñar un cohete de combustible sólido para elevar cargas útiles de varias toneladas. Sólo lo han conseguido los americanos con los impulsores auxiliares de la lanzadera –y aún así no significa que sea buena idea.

  8. Como bien ha dicho Iván, construir grandes cohetes de combustible sólido es muy complicado. La leyenda dice además que Stalin ejecutó a los principales expertos en este campo, provocando el retraso con respecto a los EEUU. De todas formas, la Unión Soviética consiguió finalmente desarrollar grandes misiles de combustible sólido: hay están los Tópol (SS-25) y Tópol-M (SS-27) -y su variante multi MIRV Yars-, o el desaparecido RT-23 (SS-24).

    Un saludo.

  9. A lo mejor es una pregunta estúpida, pero viendo el documental (no tengo ni papa de ruso) vi que a Gagarin le decían «Gagarina» o algo así. ¿Se pronuncia de este modo?

  10. Hoy me quedo anonadado ante este recuerdo a otra catástrofe debida al «veneno del diablo». ¿Para qué diablos se usa en los F-16? Las noticias son confusas, unas indican que lleva 10 litros de agua e hidrazina al 30% para activar un generador auxiliar en caso de avería. Otras dicen que se usa para potenciar el motor, una especie de «overboost» químico. Ninguna de estas opiniones me parece válida, es más sencillo usar un acumulador que un generador auxiliar a base de hidrazina y los problemas de contaminación me parecen excesivos para tres litros de hidrazina. Tampoco veo factible un sistema de postcombustión a base de hidrazina en vez del convencional, sería terriblemente complicado para un avión relativamente barato como el F-16. Sería muy interesante que D. Daniel Marín me sacara de este cacao mental, quizá ocasionado por noticias dadas por periodistas que solo entienden de fútbol y política…

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Por Daniel Marín, publicado el 25 octubre, 2010
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