35 años del Soyuz 18-1

Por Daniel Marín, el 7 abril, 2010. Categoría(s): Astronáutica • Rusia ✎ 11

El 5 de abril de 1975 Vasili Lázarev y Oleg Makárov se convirtieron en los primeros y únicos cosmonautas soviéticos en realizar un vuelo suborbital. Claro que lo interesante del hecho es que cuando se introdujeron en su cápsula Soyuz 18 no se podían imaginar que pocos minutos después volverían a la Tierra. Al fin y al cabo, se habían entrenado para una misión de varios meses en la nueva estación espacial Salyut 4 (DOS-4).


Vasili Grigórievich Lázarev (Roskosmos).


Oleg Grigórievich Makárov (spacefacts.de).



La tripulación de la Soyuz 18-1.

El despegue tuvo lugar a las 16:03 hora local y fue impecable. La Soyuz 18 (Soyuz 7K-T nº 39 / 11F715A8) despegó a bordo del cohete Soyuz 11A511 -basado en el mítico R-7 Semyorka- en una espléndida tarde de primavera. Era el lanzamiento número 29 de esta versión del cohete Soyuz, por lo que nadie esperaba ninguna sorpresa desagradable. Un minuto después del despegue, el lanzador ya se encontraba a a 11 km de altura y viajaba a 1600 km/h, acelerando rápidamente a unas 3 g. En ese momento las fuerzas aerodinámicas sobre el lanzador alcanzaron el máximo, lo que los norteamericanos denominan Max Q. El Soyuz atravesó la zona de máxima presión dinámica sin problemas. En pocos minutos alcanzaría la velocidad orbital de 28000 km/h y estaría en órbita. Dos minutos después del lanzamiento se encontraba a 45 km de altura y con la vertiginosa velocidad de 5600 km/h. En ese momento se separó la «primera etapa», formada por los cuatro aceleradores laterales del cohete (Bloques B, V, G y D). Los cuatro bloques seguirían trayectorias ortogonales formando en el cielo de Baikonur la famosa «cruz de Korolyov». A partir de ese instante el motor de cuatro cámaras RD-108 de la etapa central -o segunda etapa (Bloque A)- sería el encargado de continuar el ascenso. Treinta segundos después de la separación de la primera etapa se desprendió la cofia (GO), que había protegido a la Soyuz durante su travesía por las capas más densas de la atmósfera. Con ella se separó también la torre de escape del sistema SAS, encargada de alejar la cápsula con los cosmonautas en caso de una avería o explosión del cohete. La tripulación pudo ver por primera vez el exterior a través de las dos ventanillas de la cápsula (SA, Spuskaiemi Apparat), señal de que ya se encontraban fuera de la atmósfera.


Nave Soyuz 7K-T (Novosti Kosmonavtiki).


Partes de una Soyuz TMA: BO (módulo orbital), SA (cápsula) y PAO (módulo de propulsión) (NASA/RKK Energía).


La Soyuz 18-1 (Roskosmos).


Lanzamiento de un cohete Soyuz-FG (NASA).


Cohete Soyuz-FG (Roskosmos).

A los 180 segundos todo parecía seguir en orden y la tripulación, cuyo código de comunicaciones era Ural, informó diligentemente ¡Poliot normalni! («vuelo normal»), indicando que el vuelo transcurría sin incidentes. A los 200 segundos de la misión, el comandante Lázarev volvió a repetir el mensaje. Ambos cosmonautas habían volado previamente en la Soyuz 12, por lo que todos los procedimientos les eran de sobra conocidos.

Pero a los 288,6 segundos de la misión tuvo lugar el suceso que marcaría sus vidas. En ese instante la etapa central debía separarse y ceder el testigo impulsor a la tercera etapa (Bloque I). El Bloque A estaba unido al Bloque I a través de una estructura abierta en forma de rejilla que permitía el escape de los gases del motor RD-0110. Dos conjuntos de seis pernos explosivos serían los encargados de separar el Bloque A, uno situado en los puntos de unión superiores de la estructura con el Bloque I y los otros en la parte inferior, donde la estructura se unía con el Bloque A.


Varios Bloques A (segunda etapa) y bloques laterales en la fábrica de TsSKB Progress de Samara (Novosti Kosmonavtiki).

La separación de la segunda etapa suele percibirse dentro la cápsula como un repentino cambio en la aceleración, pero en esta ocasión, Lázarev y Makárov sintieron que el cohete cabeceaba y rotaba bruscamente. Algo iba mal, decididamente mal. Al mismo tiempo, el Sol desapareció de una de las ventanillas y en la cabina se encendió la señal luminosa del cuadro de mando Sirius con la indicación Avaria Nosítelia («fallo del lanzador»), junto a su correspondiente señal sonora. Sin que la tripulación pudiese saberlo, el problema había sido ocasionado por los pernos explosivos para la separación de las etapas. Tres de los pernos superiores se habían activado prematuramente debido a un nivel de vibraciones excesivamente alto, separando la estructura de conexión entre las etapas por la mitad de su circunferencia. Al mismo tiempo, los pernos explosivos inferiores vieron cortados sus contactos eléctricos con el sistema de control del lanzador, por lo que tampoco pudieron activarse. Como resultado, el Bloque A colgaba ahora del Bloque I como un peso inerte, imposibilitando continuar con la misión. El análisis posterior del incidente parece indicar que quizás el Bloque A se liberó finalmente de la tercera etapa, pero para entonces ya era demasiado tarde, pues las tensiones originadas impedían que la tercera etapa continuase con su rumbo original.


La primera y segunda etapas de un Soyuz con la estructura de separación (NASA).


La tercera etapa y la cofia con la torre de escape (SAS)(NASA).


Estructura de separación entre la segunda y tercera etapa (Novosti Kosmonavtiki).

La tripulación se encontraba en esos momentos a casi 145 km de altura, más allá de la frontera del espacio según todas las convenciones conocidas. Pero su velocidad era aún inferior a los 8 km/s. Si no se tomaba ninguna media, el cohete describiría un arco balístico y se estrellaría con los cosmonautas en algún punto de Asia. Sin embargo, en esta etapa del vuelo los tripulantes eran meros pasajeros de los sistemas automáticos. La tripulación sabía que estaba ante un problema muy serio, pero, aparte de apagar la molesta alarma, poco más podían hacer. Nunca se habían encontrado con una situación similar durante las miles de horas en los simuladores. Por fortuna para Lázarev y Makárov, los giróscopos del sistema de emergencia detectaron la anomalía cuatro segundos después, en cuanto el cohete se desvió 10º de su trayectoria, y activaron el protocolo de salvamento.

Sin torre de escape, la separación de la Soyuz tuvo lugar de forma menos dramática. Los pernos explosivos separaron la nave de la tercera etapa y el motor KDU se encendió para asegurar que el cohete no colisionase con la nave en su trayectoria de descenso. En esos momentos, la desviación del lanzador era tan grande que la Soyuz apuntaba hacia la Tierra. Tras finalizar el encendido, el módulo de propulsión (PAO) y el módulo orbital (BO) se separaron de la cápsula, la cual se orientó automáticamente con el escudo térmico en la dirección de avance de cara a la inminente reentrada. La tripulación pudo experimentar 400 segundos de ingravidez mientras la Soyuz seguía una trayectoria balística con una altura máxima de 192 km. Parecía que lo peor había pasado, por lo que la principal preocupación de los cosmonautas en esos momentos era conocer el lugar de aterrizaje. El comandante Lázarev se dirigió al centro de control (TsUP) en repetidas ocasiones para informar de lo sucedido y preguntar hacia dónde se dirigían, pero no obtuvo respuesta alguna. Evidentemente, pensó, el accidente había dañado de algún modo el sistema de comunicaciones. Lázarev pidió a Makárov, ingeniero de vuelo, que calculase el punto de aterrizaje, a lo que Makárov contestó «en Asia o en el Océano Pacífico», para a continuación añadir una ristra de insultos hacia el cohete que los había puesto en esa situación de vida o muerte. Lo que la tripulación no sabía es que el TsUP sí era capaz de escuchar sus comunicaciones, aunque no al revés. La leyenda dice que Valentín Glushkó, Ingeniero Jefe de NPO Energía y diseñador de los motores del cohete Soyuz, no pudo seguir escuchando los insultos de Makárov hacia su obra y se retiró jurando arruinar la carrera del cosmonauta, algo que, afortunadamente, no se cumplió.

Pero, como reza el dicho, todo lo que sube baja. La cápsula, siguiendo una trayectoria inusual, pronto se encontró con la atmósfera y la deceleración comenzó a aumentar dramáticamente. Lázarev y Makárov se habían entrenado con centrífugas para experimentar las aceleraciones propias de un lanzamiento normal (3 g) o de una situación de emergencia durante los primeros segundos de lanzamiento (hasta 10 g). Pero en esta ocasión la tripulación experimentó nada menos que 14-15 g, con picos de 21,3 g, lo que ocasionó que perdiesen la visión temporalmente. Una aceleración de esta magnitud podía resultar mortal si se prolongaba excesivamente en el tiempo.

Pero poco a poco las fuerzas g disminuyeron y la tripulación pudo respirar, literalmente, de nuevo. Al abrirse el paracaídas principal a 9 km de altura los cosmonautas pensaron que, después de todo, quizás saliesen con vida de esta odisea. El mayor temor era ahora que la cápsula aterrizase en China, un país cuyas relaciones con la URSS no atravesaban su mejor momento. De hecho, hacía poco que unos pilotos soviéticos habían sido capturados por el país vecino al aterrizar inadvertidamente con un helicóptero en su territorio.


Trayectoria nominal de un lanzamiento de un cohete Soyuz-FG (Roskosmos).

Finalmente, 21 minutos y 27 segundos después del despegue, Lázarev y Makárov aterrizaron sanos y salvos en las Montañas Altái, en Kazajistán, a 1574 km de Baikonur y a 360 km de la frontera con China (50° 50′ N, 83° 25′ E). La cápsula cayó en la ladera de la montaña Teremok-3, a 1200 m de altura, y rodó hasta detenerse gracias al profundo manto de nieve que cubría la zona y a que las líneas del paracaídas se engancharon con unos arbustos. De haber continuado rodando, podría haber caído por un desnivel de 200 metros de altura. Para evitar una tragedia, la tripulación optó por cortar las líneas de los paracaídas por uno de los dos puntos de amarre con la cápsula, evitando al mismo tiempo que el viento deslizase el vehículo. Tras salir de la nave, se encontraron con un tiempo helado (-7º C) y nublado que contrastaba con el soleado día primaveral de Baikonur. Rápidamente se quitaron sus fríos trajes de presión Sokol («halcón») y se pusieron la ropa de abrigo para emergencia, junto con los trajes Forel («trucha») para amerizajes. Lázarev procedió a la destrucción de un experimento militar que debía haber realizado en el espacio, aunque pronto pudo escuchar las comunicaciones del equipo de rescate y el TsUP asegurándoles que se encontraban en territorio soviético.


Descenso de una cápsula Soyuz TMA (Roskosmos).

Apenas media hora después, los helicópteros del equipo de emergencia encontraron la Soyuz, pero el rescate resultó ser más problemático de lo esperado. Debido a la pendiente de la montaña y a la nieve, los helicópteros no pudieron aterrizar. Lázarev insistió en que no había prisa y que podían pasar la noche en la cápsula sin problemas. Aunque se consideró desplegar una escalerilla para rescatarlos, se rechazó el plan por la poca estabilidad de los helicópteros dado el viento y la altura de la zona. Al día siguiente, un equipo aterrizó en el cercano ría Uba y se dirigió hacia la tripulación, pero con tan mala fortuna que quedaron atrapados debido a la nieve y hubo que rescatarlos también a ellos. Un grupo de geólogos que sobrevolaba la zona en helicóptero se ofreció a recoger a los cosmonautas con una escala, pero el equipo de emergencia oficial, con órdenes precisas, les negó la autorización de rescate, aunque uno de los geólogos descendió para ayudar a los cosmonautas. Finalmente, un helicóptero militar pilotado por un joven llamado Sultan Galiyev consiguió rescatar a la tripulación y al geólogo, aunque este último sólo logró embarcar gracias la insistencia de Lázarev. La cápsula sería recuperada poco después.


Trayectoria del vuelo de la Soyuz 18-1 (Google Earth).

Lázarev y Makárov fueron recibidos con frialdad por las autoridades. En plena Guerra Fría, se habían convertido involuntariamente en la prueba viviente de un fracaso espacial de la Unión Soviética. El gobierno les llegó a denegar la paga extra que todo cosmonauta recibía tras una misión espacial, aunque finalmente la conseguirían tras insistentes reclamaciones. La Soyuz 18 fue borrada de todos los anales y su nombre y objetivos pasaron a la siguiente misión, que sería llevada a cabo con éxito por Vitali Sevastyánov y Piotr Klimuk en mayo de ese mismo año. Si, por algún motivo, era necesario referirse a esta misión, las autoridades optaron por denominarla con el enigmático apodo de «la anomalía del 5 de abril». En Occidente recibió el nombre de Soyuz 18A, aunque hoy en día es recordada con el nombre que finalmente recibió en la URSS: Soyuz 18-1.

La misión Apolo-Soyuz entre la URSS y los Estados Unidos debía despegar ese mismo año, por lo que la NASA expresó su preocupación sobre la posibilidad de que un incidente similar volviese a ocurrir. Las autoridades soviéticas contestaron que se había tratado de un accidente aislado y que el cohete de la Soyuz 19 sería distinto y más moderno. Y, efectivamente, la Soyuz 19 despegaría en julio de 1975 a bordo de un nuevo lanzador Soyuz-U (11A511U). Durante semanas, corrió el rumor en la NASA que Lázarev y Makárov habían muerto, por lo que el gobierno les obligó a participar en varias actividades -incluyendo partidos de fútbol- con los miembros norteamericanos de la misión Apolo-Soyuz para que éstos pudiesen verificar que seguían con vida.

La Soyuz 18-1 fue el tercer lanzamiento suborbital de la historia tras las misiones estadounidenses Mercury con Shepard y Grissom, aunque fue el primero involuntario. Paradójicamente, hoy en día, cuando todo el mundo parece querer apuntarse a la moda de los vuelos suborbitales, nos olvidamos que durante muchos años el vuelo de la Soyuz 18-1 fue considerado una vergüenza nacional. Por suerte, las cosas han cambiado.



11 Comentarios

  1. ¡ qué historia estupenda Daniel !. es muy cierto, esta misión es poco recordada. es curioso porque es tan épica como cualquiera de las otras misiones soviéticas. y es bien cierto que lázarev y makárov fueron los primeros y únicos cosmonautas que realizaron un involuntario vuelo suborbital.

    que recuerdo genial!
    saludos!

  2. Daniel magnifico relato y a la vez angustioso. Madre mia que descenso tan terrorifico. Yo me pregunto, si a los astronautas los trataron asi al regreso, que les paso a los ingenieros que construyeron el cohete, ¡los ahorcaron o no!.
    Por cierto yo creia que era la mision que en plena rampa tuvo que activar la torre de escape la que ibas a comentar.
    Tienes un dia que decirnos que paso con esa mision que no salio de la rampa por que el cohete no despeguaba.

    saludos jorge.

  3. @Jorge: jeje, no creo que ahorcasen a los ingenieros, al fin y al cabo ha sido la única vez que el cohete Soyuz ha tenido un problema similar. De todas formas, se modificó el sistema de separación para que los pernos inferiores pudiesen activarse si fallaban los superiores.

    La misión que mencionas es la Soyuz T-10-1, que quizás fue aún más peligrosa. Ya hablaremos de ella.

    Un saludo.

  4. Fantástico relato… pequeña diferencia entre los sovieticos y los estadounidenses. En la URSS poco menos que consejo de guerra, en USA los hubieran convertido en héroes demostrando la capacidad, sagacidad y capacidad de improvisación de los astronautas y bla, bla, bla.

    ¡Que diferentes eran!

    Saludos,
    Rocket

  5. He empezado hace poco a seguir tu blog porque leí que eras muy buen divulgador, ver la longitud de esta entrada me dio pereza inicialmente, pero la he leído entera y me ha gustado mucho.

    Ese comentario estaba en lo cierto.

  6. Excelente nota, cre que mas que un motivo de verguenza la mision deberia haber sido motivo de orgullo. Despues de todo, demostro la fiabilidad de la capsula de descenso de la soyuz aun en circunstancias tan anomalas…

  7. Me pareció excelente el relato y como se pudo resolver, claro que los soviéticos nuncan han actúado como los americanoos, supongo que afortunadamente pero no se propaga la noticia por el mundo, es todo o era todo más oscuro.
    De siempre he admirado a los astronautas rusos desde Gagarin, y a ellos no creo que se les hiciera el recibimiento que los EE.UU hacían o hacen a los suyos, igual me equivoco.

  8. Leo en «Houston, Tenemos y problema» de Javier Casado, que en realidad cayeron en territorio chino a 70 Km
    de la unión soviética y fueron rescatados por helicópteros soviéticos en mision similar a las de guerra.

    La versión oficial soviética fue decir que cayeron en las montañas Altai de este modo evitavan incidentes
    diplomáticos.

  9. @José Pedro: de la Soyuz 18-1 se ha dicho tanto que es muy difícil separar la verdad de la rumorología. En todo caso, el lugar de aterrizaje según los documentos desclasificados tras la caída de la URSS es el que cito en el post. En ningún documento hecho público después de la disolución de la Unión Soviética ni en ninguna declaración de los propios cosmonautas o de los miembros del equipo de rescate se cita un aterrizaje en China. Teniendo en cuenta que la URSS ya no existe, no veo por qué iban a mantener un secreto así hasta la actualidad, ¿no?

    Un saludo.

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Por Daniel Marín, publicado el 7 abril, 2010
Categoría(s): Astronáutica • Rusia