Día de la Victoria

Por Daniel Marín, el 9 mayo, 2009. Categoría(s): Historia • Rusia ✎ 5

Como en este blog hablamos mucho de Rusia, pues no viene mal celebrar también desde aquí el Día de la Victoria.

Por cierto, en la Progress M-02M iban unas cintas de San Jorge para conmemorar el aniversario:

…y ya en un tono más distendido:

С Днем Победы!



5 Comentarios

  1. Respecto a la conmemoración, es esta una celebración de luces y sombras; y de curiosas paradojas, que me llevan a hacer unas cuantas consideraciones. Lo primero a destacar es esa utilización de la cinta de San Jorge por parte de un régimen al que le entraban arcadas cada vez que se le mentaba a Dios. Pero es que, cuando la cosa se pone fea, uno acaba invocando lo humano y lo divino, aunque sea, respectivamente, zarista lo uno y cristiano lo otro, y a pesar de llevar uno el apellido Stalin a cuestas. Así, se volvieron a recuperar iconos patrios propios de los tiempos zaristas, esos iconos que la propia revolución Soviética se había encargado de enterrar décadas antes, aunque, para ser justos, esta utilización de Dios para las mundanas cosas del matar se viene haciendo desde siempre y por todos. La segunda guerra mundial no fue excepción. Se me viene a la cabeza una escena de la película Stalingrado, en la que un capellán castrense de la Wehrmacht se dirige a sus hombres en estos términos, haciendo referencia al prusiano Gott mit uns, grabado en los cinturones de los fornidos soldados de la Wehrmacht:
    “ ‘Dios con nosotros’ ¡esto esta escrito en la hebilla del cinturón alemán!. Porque no hay labor más hermosa que la de defender a ultranza los valores occidentales: valores humanistas cristianos frente al bolchevismo del este. Por esta razón, el soldado alemán, al contrario que el bolchevique, en cuya hebilla no hay sitio para Dios, nunca esta solo, aunque esté lejos de su patria combatiendo en tierras enemigas…”
    En fin, como en Euronews: no comment. Pasemos a otra cosa.
    Es muy cierto que la Unión Soviética sufrió un terrible castigo durante la 2GM, con más de veinte millones de muertos. Los desvaríos napoleónicos de los ejércitos de Hitler por la poco agradecida estepa Rusa fueron, a la postre, los desencadenantes de su propio final. Von Kleist, Mariscal de Campo alemán, afirmó poco antes de la operación Barbarossa: “Al invadir Rusia, el ejército alemán puede compararse a un elefante que atacase a un ejército de hormigas. El elefante matará miles de hormigas, acaso millones, pero, por último, la superioridad numérica de ellas le derrotará y las hormigas le devorarán hasta no dejar de él más que los huesos”. Dicho y hecho. Las hormigas acabaron yendo en t-34, y el concurso de los Aliados con la apertura del frente occidental y con el incesante machaque a las líneas de abastecimiento y al sistema productivo del elefante germano terminaron por hacer el resto para que los soviéticos pudieran fotografiarse izando la bandera sobre los huesos del Reichstag, en una de estas instantáneas que han pasado a la posteridad, no sin antes haber pasado convenientemente por las manos del bueno de Chaldej, autor de la fotografía que, a falta de photoshop, retocó concienzudamente los negativos para deshacerse del indecoroso detalle de que uno de los soldados portaba dos relojes en su muñeca, signo evidente del pillaje. En fin, una mala tarde la tiene cualquiera.
    Resulta muy lógico que las conmemoraciones de la victoria sobre el yugo nazi estén a la altura de los padecimientos sufridos, que fueron muchos y terribles; la cuota del dolor se cebó especialmente en la URSS. Pero tampoco está de más recordar que el final de la opresión totalitaria nazi en Europa supuso el comienzo de otra opresión totalitaria que se extendió a base de hoz y martillazo limpio y de vacaciones forzosas en el Gulag de turno, desde los estados bálticos hasta Yugoslavia, pasando por Polonia, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía y Albania. Para muchos, los simpáticos muchachos de la Gestapo fueron sustituidos por los no menos simpáticos muchachos de la KGB. Y también hay que señalar que la sufrida población y ejército rojo no sólo sufrieron por los terribles delirios estratégicos y raciales del III Reich, sino también por la represión y purgas constantes a los que fueron sometidos por el propio régimen durante la 2GM, que con la mosca detrás de la oreja, convertía en sospechoso a todo soldado liberado –o fugado- de los campos de defenestración alemanes, ya que se les presumía cierto grado de colaboracionismo con el enemigo. Otro tanto pasaba con las zonas ocupadas y la población civil. Era el mismo tipo de principio obsceno de desconfianza integrista que había llevado a Stalin a cargarse a media oficialidad del ejército durante sus purgas, dejando en manos de oficiales tan sumisos como incompetentes al ejército rojo durante las fases iniciales de la campaña. Después llegaron tipos algo más gruñones pero incuestionablemente efectivos como Zukov para sacarle las castañas del fuego. En cualquier caso, para ser un patriota de marchamo, estaba visto que había que quitarse la vida antes que resultar apresado por el teutón; cosas de la vida. La NKVD y los comisarios políticos eran, a menudo, más temidos que el propio enemigo. Otro capítulo lo constituyen los desplazamientos forzados de poblaciones enteras -limpieza étnica- dentro de la unión soviética, en pos de la homogeneización que pretendía forjar el régimen, y que fueron el embrión de futuros conflictos durante el desmoronamiento Soviético como el de Armenia-Azerbaiyán, Chechenia, Uzbekistán… Algunos entusiastas de la homogeneización forzosa, como Tito en Yugoslavia, tomaron nota de la receta al acabar la 2GM, con el desastroso resultado que ya conocemos…
    En fin, como no quiero aburrir al personal, acabaré diciendo que toda celebración del final de un totalitarismo me parece encomiable. Sea del signo que fuere. Y si encima se sustituye por un régimen que consagre las libertades, pues mejor que mejor.
    Un saludo.

  2. Una pequeña corrección:
    En mi anterior entrada, di por supuesto que la cinta había sido usada durante la 2GM. Lo cierto es que aunque no había oído hablar de dicha cinta, tampoco me resultaba extraño que así hubiera sido. La cosa es que un poco de curiosidad posterior a mi entrada, me llevó a investigar y ver que no se había usado durante la guerra sino desde hace unos pocos años para conmemorar la victoria. En cualquier caso, poco cambia lo dicho, dado que durante la 2GM, la iglesia ortodoxa pasó de ser marginada y ridiculizada, a ser usada en la «guerra patriótica». Reitero, cuando la cosa se pone fea…
    Un saludo.

  3. Yo me he quedao pegao a la silla con las dos rusitas, no sé si me dan más miedo estas o h
    Hana m
    Montana.
    Las tenistas (rusas)sin embargo no me dan ninguno.
    Rubén, es que estos sovieticos, ya lo sabemos, son malos malísimos, pero es que la soyuz la construyen como ninguno.

    Carlos Ruiz 😉

  4. La soyuz fantásticamente; ahora bien, del Kursk no se puede decir lo mismo; y de Chernobyl, ni hablamos. En todos sitios cuecen habas.
    Y la verdad, malos malísimos no sé -los maniqueísmos no son lo mío- pero desde luego sí que sé que si en los años 50 me dieran a elegir entre ser ciudadano de la URSS -o de cualquier país satélite, como Albania- y de cualquier país occidental, sé cuál sería mi elección. Respeto la de los demás.
    Un saludo

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Por Daniel Marín, publicado el 9 mayo, 2009
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