Viajar a la Luna IV

Por Daniel Marín, el 10 julio, 2008. Categoría(s): Astronáutica • Luna • Rusia • Viajar a la Luna ✎ 11

Parte I
Parte II
Parte III

Como hemos visto, una misión de tipo directo a la Luna con dos cosmonautas requiere un cohete no mucho mayor que el Saturno V, como era el caso del UR-700. De hecho, el UR-700 era un cohete tan monstruoso debido a dos motivos: primero, porque usaba combustibles hipergólicos y, segundo, por la situación geográfica del cosmódromo de Baikonur (46º latitud norte), que obligaba a todos los lanzadores soviéticos a tener una potencia extra con respecto a sus homólogos americanos. Es por esto que el cohete N1, pese a tener un empuje en el lanzamiento de 43 000 kN, sólo podía poner en órbita baja unas 95 t, frente a las 120 t del Saturno V, con un empuje de «sólo» 34 000 kN, pero que era lanzado desde Cabo Cañaveral (latitud 28º). De todas formas, el N1 era un cohete mucho menos eficiente que su homólogo estadounidense. Aunque se hubiese lanzado desde una latitud similar no hubiera podido poner en órbita más de 105 t.

¿Hubiesen podido los EE UU llegar antes a la Luna con una misión de aterrizaje directo? Aparentemente sí, aunque de todas formas a mediados de los sesenta Estados Unidos ya llevaba una ventaja clara a la Unión Soviética en el programa de aterrizaje lunar, aunque no así en lo referente a un viaje tripulado alrededor de la Luna. En este caso sí que existió una verdadera carrera lunar. Si el cohete Protón no hubiese sufrido tantos lanzamientos fallidos en sus primeros años de existencia y si la NASA hubiese seguido el plan original de mandar una nave Apolo en órbita lunar no antes de 1969, quizás la primera nave en sobrevolar nuestro satélite hubiese sido soviética. Irónicamente, el gobierno norteamericano, conocedor de la existencia de un programa lunar soviético gracias a los servicios de inteligencia, presionó a la NASA para que llevase a cabo una misión lunar antes de lo previsto, en diciembre de 1968. La misión, que acabaría siendo conocida como Apolo 8, era tremendamente arriesgada, pero los EE UU pensaban que el programa Zond L1 estaba a punto de lograr su objetivo, así que el riesgo merecía la pena.

Una cuestión más interesante es si la URSS podría haber ganado la carrera lunar de haber apostado antes por el UR-700 – LK-700 de Chelomei en vez del N1-L3 de Korolyov. A su favor, el plan de Chelomei ofrecía una arquitectura de ascenso directo mucho más segura y sencilla que el complejo sistema LOR que debían usar la LOK y la LK, además se podía hacer uso de los motores soviéticos más potentes del momento (RD-270) y de la experiencia en el cohete Protón (de hecho se suponía que las etapas superiores del UR-700 serían versiones del Protón), aunque los numerosos fallos de este lanzador al principio de su carrera no suponen un precedente muy halagüeño. De todas formas, más que una cuestión de cohetes, motores o naves, la carrera lunar fue una competición desigual: mientras los EE UU invirtieron unos 24 mil millones de dólares en el Apolo, la URSS sólo pudo, o quiso, gastarse 4500 millones. El aparente retraso tecnológico soviético percibido en Occidente era, en la década de los sesenta, más un espejismo que una realidad y no contribuyó decisivamente a la derrota en la carrera espacial.


«¡El Cielo debe ser nuestro!». El pasado que nunca fue (A. Pervushin).

Tras seis misiones lunares, el programa Apolo finalizó abruptamente. Los EE UU se volcaron en el Skylab y en el desarrollo del transbordador espacial. La URSS negó que hubiese intentado poner un hombre en la Luna, una de las mentiras gubernamentales con más éxito de la historia. Estados Unidos había ganado la carrera lunar.

Sin embargo, en la URSS esta derrota no provocó una cancelación inmediata de los planes lunares. Se había invertido demasiado tiempo y dinero para que todo el esfuerzo lunar se tirase por la borda precipitadamente. Aunque el programa L1 tenía los días contados (no tenía mucho sentido empeñarse en mandar un hombre alrededor de la Luna cuando los americanos ya caminaban por su superficie), la oficina de Mishin seguía contemplando la posibilidad de aterrizar en la Luna. De hecho, sin la presión de adelantar a la NASA, los ingenieros pensaban que podrían poner un hombre en la Luna en 1975. Sin embargo, el delicado y arriesgado esquema N1-L3 contrastaba claramente con el robusto sistema demostrado por el Apolo. Por eso en 1969-1970 Mishin abandonó el esquema LOR que tantos problemas había dado y propuso una misión de tipo directo usando el N1, la L3M. La L3M tuvo una corta pero agitada vida durante la cual tuvo varios diseños. Algunos de ellos recordaban paradójicamente a la propuesta original L3 de Korolyov de 1963. Según el nuevo plan, la L3M podría llevar a dos o tres astronautas a la superficie lunar y permanecer allí durante 14 días o un mes. Curiosamente, al mismo tiempo que la L3M era propuesta, el módulo lunar LK realizaba sus primeros vuelos de prueba en órbita terrestre. La L3M debía utilizar una versión mejorada del N1, denominada N1F-L3M, que incorporaba los primeros motores criogénicos (RD-56) desarrollados en la URSS, de la mano de la oficina de diseño OKB-2 de Isayev.

Pero estos planes no llegarían a ver la luz. En noviembre de 1972 el cuarto lanzamiento del N1 terminó en desastre, como los tres anteriores, culminando la época más oscura del programa espacial soviético. Entre 1969 y 1974, además de perder la carrera lunar, tres cosmonautas habían muerto (Soyuz 11) por causas perfectamente predecibles, tres estaciones espaciales se habían perdido y numerosas sondas planetarias a Venus y Marte habían fracasado. En mayo de 1974, siguiendo el más puro estilo de las conspiraciones soviéticas, los críticos de Mishin aprovecharon que éste se encontraba ingresado en un hospital para presionar a Brezhnev y forzar su destitución. Su sucesor sería nada más y nada menos que el archirrival de Korolyov, Valentin Glushkó, el cual fusionó su oficina de diseño OKB-456 con la OKB-1, creando una «superoficina» que posteriormente sería conocida como Energía.


Así vio la CIA los resultados de la explosión del segundo cohete N1 en la rampa de lanzamiento de la derecha, en julio de 1969. La foto fue tomada por un satélite espía Corona un mes más tarde.

Como era propio de él, Glushkó tenía en mente grandiosos planes para el programa espacial soviético, pero ninguno incluía al N1 ni a la L3M. En un giro inesperado, Glushkó quería ahora desarrollar desde cero una nueva familia de lanzadores que debían utilizar combustibles criogénicos, por lo que el N1 debía ser cancelado, algo que hizo a los pocos días de convertirse en jefe de la OKB-1. Los partidarios de Mishin no tardaron en apuntar la aparente hipocresía de tal decisión, especialmente viniendo de alguien que se había negado a trabajar con Korolyov precisamente por usar este tipo de combustibles. Desgraciadamente, no contamos con el punto de vista de Glushkó, pues murió en 1989 sin haber publicado sus memorias. Posiblemente el cambio de opinión se debió a la influencia del potente y exitoso Saturno V. Además, los EE UU ya habían anunciado su intención de desarrollar el transbordador espacial, el cual también debía emplear combustibles criogénicos. El shuttle sería desarrollado conjuntamente entre la NASA y el Departamento de Defensa, lo que hizo saltar todas las alarmas en el Kremlin: claramente, la nueva nave tendría una aplicación militar, aunque se desconocía exactamente cuál. Es posible que Glushkó, siempre deseoso de agradar a los militares, ofreciese esta nueva familia de cohetes como una respuesta al transbordador, lo que aseguraría su financiación. De hecho, este sería precisamente el caso.

La OKB-1 se resistió a la cancelación del N1, apuntando que ya existían planes para una versión criogénica: el N1M. Pero Glushkó no quería oír ni hablar acerca de un proyecto cuyos motores no fuesen obra suya. Además, ambicionaba diseñar un motor equivalente al poderoso F-1 del Saturno V y, especialmente, un motor criogénico similar a los futuros SSME del shuttle. Empezó así el tortuoso camino que conduciría a algunos de los mejores motores cohete creados por el hombre: el RD-170 y el RD-0120. Sin embargo, a Glushkó le costó más de una década desarrollar sus preciados ingenios. Al final, se salió con la suya y el N1 fue cancelado en favor de la nueva familia, denominada RLA y el supercohete Vulkán, predecesor del lanzador Energía. Vulkán debía ser capaz de poner en órbita baja la impresionante cifra de 230 t.


El poderoso Vulkán (RKK Energía / www.buran.ru).

Aprovechando el potente Vulkán, surgió en 1974 otra propuesta de misión directa, LEK («Nave de Expedición Lunar»). LEK era una nave de ascenso directo de unas 31 t con capacidad para tres cosmonautas, incluyendo la cápsula de regreso de 3,4 t. Se concibió como uno de los elementos de una ambiciosa base lunar denominada Zvezdá («estrella»). Esta base incluía, además de la LEK, módulos vivienda-laboratorio que debían ser lanzados automáticamente antes del aterrizaje de la tripulación. Dicha estación lunar debía contar además con vehículos móviles («lunojods») para el desplazamiento desde el LEK. Puede que los norteamericanos hubiesen sido los primeros en llegar a la Luna, pero con Vulkán y la LEK, los soviéticos serían los primeros en vivir sobre ella.


Modelo de nave de ascenso directo LEK (I. Afanasyev).


Otra vista de la nave LEK, donde se puede apreciar su curioso diseño: el módulo de descenso (9 t) es muy similar al LM del Apolo, pero la sección superior (22 t) está compuesta por una cápsula (3,4 t) tipo Soyuz dentro de la etapa de ascenso (RKK Energia).

A finales de los 80 surgió la última propuesta soviética de misión lunar. Para entonces Glushkó había modificado su cohete Vulkán para que pudiera transportar al transbordador soviético Burán. De hecho, éste sería el nombre no oficial del nuevo cohete hasta que se decidió bautizarlo con el nombre de Energía a mediados de los 80. Energía tenía una capacidad de carga útil de «solamente» 88 t en órbita baja, pero Glushkó ya preveía una variante más potente de más de 200 t que, como no, denominó también Vulkán. Curiosamente se trataba otra vez de un esquema LOR, compuesto por dos vehículos de 30 t cada uno: una nave orbital lunar (LOK) y otra para descender a la superficie (LK). La LK, basada en el diseño de la LEK, pero sin cápsula en su interior, sería lanzada sin tripulación y se colocaría en órbita lunar, esperando a la LOK, que viajaría por separado con cinco (!) cosmonautas. Tres de ellos abordarían la LK en órbita lunar y permanecerían de 5 a 10 días en la superficie, mientras sus compañeros de la LOK realizaban prospecciones desde la órbita. Se dejaba abierta la posibilidad de mandar previamente algún módulo vivienda para prolongar la estancia de la tripulación en la superficie hasta un mes o más.



Vista del conjunto LK-LOK. La LOK incorpora un módulo habitable detrás de la cápsula, a diferencia de las Soyuz, en las que el módulo se coloca delante (RKK Energia).


Detalle del LK, muy parecido al LEK, pero sin cápsula en su interior (RKK Energia).

Desgraciadamente, ninguno de estos planes, ni otros más ambiciosos que incluían misiones a Marte, vio la luz. Paradójicamente, cuando se desintegró en 1991 la URSS se encontraba en la cima de la tecnología espacial. Los humillantes años repletos de fracasos habían quedado atrás y ahora la Unión Soviética contaba con la primera estación espacial permanente (Mir) y amplia experiencia en misiones de larga duración. Disponía del cohete más potente y avanzado del mundo, el Energía, y un programa de transbordadores espaciales. Con todo este potencial, la URSS tenía aparentemente a su alcance el Sistema Solar: viajar a Marte o construir bases lunares, cualquier cosa parecía posible. «El Cielo debe ser nuestro» era el título de una novela de Antón Pervushin que describe fielmente el sentimiento de los hombres y mujeres que trabajaron en el programa espacial soviético. Sin duda, aunque el «cielo» llegó a ser soviético, la Luna se resistió.

Referencias:



11 Comentarios

  1. muy bueno el articulo

    pero hay algunas cosas que no alcanzo a comprender del todo
    [«porque usaba combustibles hipergólicos y, segundo, por la situación geográfica del cosmódromo de Baikonur (46º latitud norte)»]
    (por mi falta de conocimientos sobre el tema)

    me podrias indicar una web o libro (sin mucha formula, pero si con datos, velocidades, temperaturas, fuerzas…) donde se explique de forma simple lo de los tipos de combustibles, usos y tipos de motores, las DeltaV, lanzamientos, reentradas, viajes a otros planetas

    muchisimas gracias

  2. Gracias, gracias. 😉

    Anónimo 2: ahora mismo no conozco ninguna web donde se explique de forma llana y clara los fundamentos de la dinámica orbital y al mismo tiempo el funcionamiento de los cohetes. Bueno, respecto al segundo punto creo que el artículo de la Wikipedia es un buen comienzo:

    Rocket Engine

    Liquid Rocket Propellants

    Para aprender más sobre el tema, te recomiendo un libro antiguo pero fantástico: «La Astronáutica, ¡pero si es muy fácil!» de Félix Llaugé (1974). ISBN: 8426702643.

    Si te atreves con la dinámica orbital y sus fórmulas matemáticas, el mejor para empezar es:

    Fundamentals of Astrodynamics

    Un saludo.

  3. no molestarse en buscar el libro que recomiendan
    «La Astronáutica» de Félix Llaugé
    al preguntar por diferentes librerias de Madrid la respuesta fue casi unanime
    «ufff… ese libro esta super descatalogado»
    y si preguntas por otro parecido
    ya te miran raro y acompañando el gesto con ligeros movimientos de cabeza diciendo «…no creo»

    me siento «nerdy» 😉

  4. Encuentro la teoria de que en la luna hay bases y actividades no humanas fascinante, en unas entrevistas Neil Armstrong y Buzz Aldrin dicen haber visto naves y seres no humanos ahi, y que estos les dijeron que no volvieran a la Luna.sv77

  5. Perdona por comentar una entra vieja Daniel, pero tengo una duda.

    Yo pensaba que el lanzador Energía había sido un fracaso, como el N1, pero por lo que leo en este artículo, no sólo no lo fué, sino que era un gran cohete con una enorme capacidad. Si esto es así, ¿por qué dejó de utilizarse en su momento? ¿Y por qué nadie ha intentado «rescatarlo»?

    Es decir, del Saturno V nos dicen que se han perdido los planos y no sería rentable. Pero si el Energía era lo bastante potente como para llevarnos a la Luna y tenemos toda la documentación necesaria ¿para qué demonios se gastan miles de millones en diseñar nuevos lanzadores que no van a conseguir más que lo mismo que ya hacía el Energía?

Deja un comentario

Por Daniel Marín, publicado el 10 julio, 2008
Categoría(s): Astronáutica • Luna • Rusia • Viajar a la Luna