Columbus al fin

Por Daniel Marín, el 5 diciembre, 2007. Categoría(s): Astronáutica • ESA • ISS • Shuttle ✎ 2

Si todo va según lo previsto, mañana despegará el transbordador Atlantis en el marco de la misión STS 122 con el módulo europeo Columbus a bordo. Con una masa de 13 toneladas y una longitud de casi 7 metros, este módulo tiene una historia de casi un cuarto de siglo a sus espaldas. Todo empezó en 1982 cuando la ESA, en plena euforia tras los éxitos del cohete Ariane, propuso la construcción de una estación espacial usando la tecnología del laboratorio Spacelab y el satélite Eureca. Esta propuesta estaba liderada por Italia (25% del presupuesto) y, especialmente, Alemania (38%). Estos países veían la estación espacial como una posibilidad de desarrollar su industria aerospacial frente a Francia, que acaparaba el programa de lanzadores Ariane.


La estación espacial europea de 1982.

Cuando la NASA empezó el diseño de su estación espacial a mediados de los 80, que sería conocida a partir de 1988 como estación Freedom, la ESA se mostró partidaria de sumarse a este proyecto, sin duda consciente de las graves dificultades que acarrearía desarrollarlo en solitario. Ambas agencias habían trabajado conjuntamente en el programa Spacelab desde 1973, lo que permitió a Europa familiarizarse con las tecnologías asociadas a misiones espaciales tripuladas. El plan original debía permitir al segmento europeo «desprenderse» del resto de la estación durante largos periodos de tiempo, para así poder llevar a cabo investigaciones en microgravedad sin que las molestas actividades de la tripulación interfiriesen con los experimentos.

Es en esta época (1985) cuando se oye el nombre «Columbus» por primera vez, aunque en esta ocasión hacía referencia a todo un programa espacial Europeo con estaciones espaciales, plataformas orbitales (free-flyers) y hasta un minitransbordador espacial (Hermes), este último propuesto por Francia para equilibrar las enormes inversiones en la estación espacial, de las que se iban a beneficiar mayoritariamente Alemania e Italia. Francia impulsaría también la construcción de un gran cohete (Ariane 5) capaz de lanzar al Hermes.


Columbus acoplado a la estación espacial americana (1985).


El módulo Columbus independiente debía haber tenido la capacidad de acoplarse con la Freedom.


Situación del módulo Columbus en la Freedom.


Apariencia final de la Freedom.

Para 1986 quedó claro que este proyecto era demasiado ambicioso dado el limitado presupuesto de la ESA, así que la agencia europea desdobló el plan original en un módulo presurizado acoplado a la estación espacial (Columbus APM) y otro módulo independiente (Columbus MTFF) que permanecería sin tripulación la mayor parte del tiempo y sólo sería visitado de tanto en cuanto por el Hermes. Originalmente el MTFF debía poder acoplarse a la estación espacial, aunque esta posibilidad fue cancelada poco después debido a los altos costes que ello implicaba. En 1991, la realidad económica se impuso y el MTFF sería pospuesto indefinidamente, aunque tras la cancelación del Hermes en 1992 nadie esperaba que fuese construido.


Columbus MTFF (1986).


Columbus MTFF y el Hermes (1987).

En 1993, la ESA recortó aún más el proyecto Columbus, esta vez de forma literal: sólo se fabricaría el módulo acoplado a la estación espacial, pero más corto (unos 7 m) y ligero. En principio Columbus debía haber tenido la misma longitud que otros módulos de la ISS, unos 9-11 m, al igual que el Destiny o el Kibo japonés.



El módulo Columbus original, más largo que el actual.

Además, en vez de gastarse 3,1 mil millones de dólares, el nuevo módulo no debía exceder los 900 millones. Ahora se llamaría Columbus Orbiting Facility (COF). Su diseño es similar a los MPLM construidos por la empresa italiana Alenia Spazio. Al ser más pequeño, el nuevo módulo podía ser lanzado con el Ariane 5 en caso de necesidad, por si el transbordador americano no podía llevar a cabo esta tarea. Sin embargo, al final se decidió usar el shuttle de acuerdo con los planes originales, con la condición de que la ESA pagase el transporte. Finalmente la NASA acordó transportarlo gratis a cambio de que Europa se encargase de la construcción de algunos módulos (Harmony) de la ISS. Por último, la ESA decidió en 1995 participar en la nueva Estación Espacial Internacional (ISS) con el módulo Columbus y el vehículo de carga ATV, aunque realmente la participación rusa no supuso ningún cambió drástico en los planes de la agencia europea, pues el Columbus se acoplaría a los módulos del sector americano de la estación, los cuales eran básicamente los mismos que los de la estación Freedom.


Apariencia final del Columbus, acoplado al módulo Harmony.

Una vez acoplado a la ISS, Columbus se dedicará a producir ciencia, objetivo para el cual fue diseñada la ISS y que todavía tiene que cumplir. El módulo europeo tiene una difícil tarea por delante: demostrar que estos 25 años de espera han valido la pena.


Listo para el lanzamiento: colocando el Columbus en la bodega del Atlantis.



Datos técnicos del Columbus (pdf ESA).

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2 Comentarios

  1. joer…
    que recorte
    11 m =3,1 mil millones $! en 1985
    7 m =900 millones $! en 1993

    4 metros de diferecia reducen el coste en 2.200 millones $ !?

    (esta «por las nubes» el metro! no?) 😉

    Que sale tan caro?
    -El transporte
    -La construccion
    -El equipamiento
    -El mantenimiento y seguimiento

    un cohete me parece mas complejo, que un cilindro con 8 Biolabs
    http://www.esa.int/esaHS/ESAAYI0VMOC_iss_1.html#subhead3

    Es una catedral espacial
    (por los años que an tardado) 😉

    7

  2. Lo del recorte se explica porque en la cantidad inicial se incluía la posibilidad de construir el módulo Columbus autónomo, además del acoplado a la estación. De todas formas no es tan caro si lo comparas con el laboratorio Destiny: 1400 millones de dólares. Incluso parece barato al lado del laboratorio japonés Kibo, en el que se han gastado un mínimo de 3 mil millones de dólares (quizás hasta el doble).

    ¿Por qué es tan caro? Difícil respuesta. Todos los factores que has apuntado influyen, aunque el transporte es en este caso gratis, ya que la ESA paga a la NASA con la construcción de otros módulos para la estación. El equipamiento es caro, pero lo más oneroso es construir un módulo que debe durar muchos años en un ambiente tan hostil. La telemetría y el centro de control también son carísimos, pero esto no se incluye en la cifra que he dado, así que el coste final del Columbus, como todo lo que tiene que ver con la ISS, será al final muchísimo mayor.

    Sin duda, los terribles retrasos que han afectado a este proyecto, diseñado para la estación Freedom primero y luego para la ISS, es lo que más ha contribuido a elevar los costes.

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Por Daniel Marín, publicado el 5 diciembre, 2007
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