Libro: On the Moon (The Apollo Journals)

Por Daniel Marín, el 7 julio, 2008. Categoría(s): Apolo • Astronáutica • Luna • NASA ✎ 2

On The Moon, the Apollo Journals, de Grant Heiken y Eric Jones, (Springer, 2007) es la versión impresa de la magnífica página Apollo Lunar Surface Journals, todo un referente para los aficionados a la astronáutica del mundo. El objetivo de la página es recopilar TODO lo que los «doce magníficos» hicieron en la superficie lunar. Y cuando digo todo es TODO, no simplemente un todo cualquiera. El libro se centra en las actividades extravehiculares (EVAs) de las seis misiones Apolo que alunizaron, sin discutir otros aspectos de las misiones, pues para eso ya hay muchos libros en el mercado. Naturalmente, no vienen todas las transcripciones completas, lo que habría supuesto que el libro adquiriese un volumen poco manejable, sino selecciones de las partes más interesantes. Lo mejor es que los autores se dedican a clarificar aquellos puntos que resultan más confusos en las conversaciones (acrónimos, bromas privadas, etc.), lo que hace del libro un magnífico compañero a la hora de visionar los vídeos del Apolo. Además se incluyen entrevistas a los propios astronautas, unas llevadas a cabo poco después del aterrizaje (debriefings) y otras realizadas por los propios autores para explicar algunos «misterios» ocurridos en la superficie lunar.

La obra está salpicada de pequeños detalles que harán las delicias de los aficionados a la astronáutica, como por ejemplo averiguar que es imposible silbar en el interior de un traje Apolo A7L debido a la baja presión de su interior, o que ninguno de los doce astronautas defecó en la superficie lunar, ya que la dieta «baja en residuos» les permitía aguantar sin hacer aguas mayores (además querían evitar el mal olor en la pequeña cabina del módulo lunar). También nos podemos enterar de algunas fricciones entre los astronautas, como la bronca que le echó Scott a Irwin (Apolo 15), el cual perdió la paciencia con su compañero debido al dolor que sufría en el hombro derecho. En lo relativo a lesiones, destaca lo magulladas que tenían las manos los astronautas tras las EVAs debido al esfuerzo que supone luchar continuamente contra la presión interna del traje, algo que podemos ver en estas imágenes:


El comandante David Scott (Apolo 15) a bordo del U.S.S. Okinawa tras la misión (7 de agosto de 1971, NASA).


Detalle de la foto anterior, donde se aprecian las lesiones en las uñas de Scott (NASA).

Naturalmente, las lesiones en los dedos no son exclusivas de los astronautas del Apolo y son frecuentes en EVAs de la ISS, pero en los años sesenta y setenta eran novedosas, ya que nadie antes había realizado tanto esfuerzo manual en una actividad extravehicular. Sin embargo, en cuanto a lesiones médicas se refiere, ninguna supera las sufridas por James Irwin (Apolo 15), el cual sufrió deshidrataciones tan graves durante los entrenamientos previos a la misión, y durante el desarrollo de la misma, que le provocaron una deficiencia de potasio, lo cual condujo a problemas cardíacos crónicos. Irwin murió en 1991 de un ataque al corazón. Hay que tener en cuenta que en esa época no se habían inventado las bebidas isotónicas.


James Irwin (Apolo 15) se entrena para la misión. Aunque el traje de entrenamiento estaba refrigerado por aire, las altas temperaturas y el esfuerzo físico ocasionaron la deshidratación de Irwin en repetidas ocasiones, ya que al ser la primera «misión J», Scott e Irwin recibieron un entrenamiento mucho más intenso para trabajar en la superficie lunar. Las siguientes tripulaciones usaron refrigeración por agua en sus trajes de entrenamiento (NASA).

Ahora que se planea la vuelta a la Luna, podemos ver cuáles serán los principales problemas que experimentarán los astronautas en la superficie lunar:

El regolito: el polvo lunar se pegaba a todo y causaba abrasión en las cubiertas de los guantes y aumentos de temperatura en el equipamiento. De poco servían las brochas u otras técnicas para eliminar el polvo, como dar saltitos en la escalera del módulo lunar antes de volver a su interior. Los futuros exploradores lunares deberán tener mucho cuidado con él.


Eugene Cernan, comandante del Apolo 17, fotografiado tras la última EVA. El traje no está precisamente limpio (NASA).


Los trajes de la tripulación del Apolo 17 descansan dentro del módulo lunar Challenger en el valle de Taurus-Littrow. Se puede comprobar cómo están absolutamente cubiertos de regolito (NASA).

La orientación: sin atmósfera, los objetos en la superficie lunar se ven igual de prístinos independientemente de su distancia. Si a eso añadimos la falta de estructuras conocidas (árboles, casas, etc.), resulta prácticamente imposible medir distancias y tamaños en la Luna. Por ejemplo, veamos la siguiente imagen del Apolo 16:

¿A qué distancia dirían que se encuentra la gran roca situada tras el comandante John Young?¿treinta, cincuenta metros? Pues no, está situada a 150 m y tiene una altura de 12 m y una extensión de 16-20 m.

Otro factor clave en la orientación es la iluminación solar. La apariencia y color de la superficie lunar cambiaba drásticamente según el ángulo formado con el Sol, de tal forma que crearon todo un sistema de referencia según la iluminación: «Sol arriba» (up-Sun), «Sol abajo» (down-Sun) y «Sol de través» (cross-Sun), de forma parecida a cómo los marinos se orientan en función de la dirección del viento. Los astronautas encontraban que viajar «Sol abajo», esto es, con el Sol directamente a su espalda, era complicado, pues las sombras desaparecían y era casi imposible distinguir las características del terreno. Viajar «Sol arriba» también resultaba difícil debido al deslumbramiento solar. Lo más cómodo era moverse con «Sol de través», pues las sombras permitían distinguir claramente las rocas y cráteres. Los astronautas de los Apolos 15, 16 y 17, los cuales permanecieron más tiempo en la superficie lunar, debieron añadir el efecto de la cambiante posición del Sol en el cielo, lo que trastocaba aún más la orientación.


«Sol abajo»: apenas se distinguen detalles del terreno (Apolo 16, NASA).


«Sol arriba»: se distinguen detalles, pero el resplandor solar dificulta la visión (Apolo 16, NASA).


«Sol de través»: se distinguen claramente las rocas y cráteres y el Sol no deslumbra (Apolo 16, NASA).

Otro efecto curioso era el causado por el regolito lunar a gran distancia. Aunque el suelo lunar es muy oscuro, la falta de contraste con otros colores y el potente brillo de un Sol sin atmósfera hacía que las montañas lunares pareciesen brillantes. Si a esto añadimos el hecho de que la superficie lunar tiene un aspecto tremendamente suave debido a miles de millones de años de erosión continua por los micrometeoritos, obtenemos el efecto de un «paisaje nevado», como lo describieron los astronautas:


El módulo lunar Falcon del Apolo 15 parece situado en medio de un valle nevado (NASA).

Entrenamiento: una de las cosas que llama la atención al leer el libro es el escaso entrenamiento que recibió la tripulación en el caso de algunos experimentos y piezas del equipo, lo que inevitablemente condujo a una serie de problemas de diversa importancia. Y es que a veces se nos olvida que las seis misiones Apolo que exploraron nuestro satélite transcurrieron en un intervalo de tiempo inferior a cuatro años.

La baja gravedad lunar: los astronautas se habían entrenado con «simuladores» de la gravedad lunar antes del vuelo, pero no estaban familiarizados con el comportamiento del equipo en estas condiciones. Por ejemplo, los cables del ALSEP permanecían pegados al suelo en los entrenamientos terrestres, pero en la Luna se levantaban, lo que ocasionó no pocos tropiezos y algún que otro disgusto científico. Además, las tripulaciones tendían instintivamente a usar su peso para forzar determinados instrumentos, pero pronto se daban cuenta de que la fuerza que ejercían era insuficiente. El comportamiento del regolito lunar también causaba extrañeza, pues, en ausencia de atmósfera no flotaba, sino que describía trayectorias parabólicas muy curiosas.


Las mochilas de los astronautas, Portable Life Support Systems (PLSS), eran abandonadas para ahorrar peso. Todavía se encuentran en la superficie lunar esperando que alguien las recoja (Apolo 17, NASA).

En definitiva, un libro altamente recomendable que debe poseer cualquier Apolo-adicto que se precie.

Y para ambientarnos, un par de vídeos:

Harrison Schmitt (Apolo 17) salta en la superficie lunar como Bugs Bunny.

Charlie Duke (Apolo 16) tiene un pequeño tropiezo…



2 Comentarios

  1. Hola, sólo saludarte y agradecerte el fantástico contenido de tu blog. A veces reconforta ver que no eres el único flipado al que le gustan estos temas.

    Muy buena entrada, hace un tiempo me compré el despiece de las Apolo realizado con modernas técnicas de CAD, es buenísimo. Si le interesa a alguien pongo la referencia.

    Saludos.

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Por Daniel Marín, publicado el 7 julio, 2008
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