Diarios de Baikonur VII: el Museo del Cosmódromo de Baikonur

Por Daniel Marín, el 10 junio, 2013. Categoría(s): Astronáutica • Diarios de Baikonur • Historias de la Cosmonáutica • Rusia • sondasesp ✎ 12

En la anterior entrada de este diario detallamos la visita a los museos de temática espacial de la ciudad de Baikonur. Sin embargo, nos dejamos el que sin duda es el más interesante en todos los aspectos. Hablamos del Museо del Cosmódromo de Baikonur.

La Maqueta de un cohete Soyuz nos da la bienvenida al museo.

Como su nombre indica, este museo no está situado en la ciudad, sino que se encuentra en el interior del cosmódromo. Más concretamente, se halla en un edificio de dos plantas del Área 2A del centro espacial, construido en 1958 como club para el personal militar del centro. El Área 2A del cosmódromo está muy cerca del Área 2B -donde se integraban antiguamente los cohetes Soyuz- y de la rampa de lanzamiento PU-5 (‘Rampa de Gagarin’) del Área 1. El museo fue inaugurado oficialmente el 15 de enero de 1965 y pasó a ser controlado por el ministerio de defensa de la URSS. Hoy en día está a cargo de la agencia espacial rusa Roscosmos.

Un respeto, que estamos ante Gagarin.
El recinto del Museo y las casas de Gagarin y Koroliov en Google Earth (Google).

Gran parte de la popularidad de la que actualmente goza este museo se debe a que es una de las visitas inexcusables de todo cosmonauta que quiera viajar al espacio. Se puede decir que ver el Museo del Cosmódromo no es algo voluntario, sino que forma parte de las múltiples tradiciones y supersticiones que siguen a rajatabla los tripulantes de una nave Soyuz. El edificio se encuentra dividido en seis salas con todo tipo de exposiciones relativas al uso militar y civil del cosmódromo y, como suele ocurrir en otros museos rusos, podemos encontrar piezas de enorme valor histórico mezcladas con otras no tan importantes, así que el visitante debe estar ojo avizor -y saber ruso para leer los carteles- si no quiere perderse alguna que otra joyita.

La parte más espectacular es sin duda alguna la exposición al aire libre en el patio del museo, donde se encuentra una lanzadera espacial Burán. Por supuesto, no se trata de la lanzadera Burán, la mítica nave 1K que voló al espacio en 1988 y que resultó destruida en 2002, sino del modelo OK-ML1. Aunque a veces se le designa de forma incorrecta como ‘maqueta’, la OK-ML1 -también denominada 4M u 11F35ML1- fue un modelo de ingeniería que sirvió para ensayar diversas operaciones críticas del programa Burán. Llegó a Baikonur en 1983 y se usó para todo tipo de pruebas, incluyendo varios ensayos de encendido de los motores de maniobra (recordemos que las lanzaderas del sistema Burán han sido las únicas naves que usaron queroseno y oxígeno líquido en los motores de control de actitud y para elevar la órbita). Tras la cancelación del programa Energía-Burán a comienzos de los años 90, la OK-ML1 permaneció abandonada en el Área 254 del cosmódromo. Allí estuvo pudriéndose a la intemperie hasta que en 2007 Roscosmos decidió trasladarla al museo y restaurarla.

El ‘Burán’ OK-ML1.
Posando con el Burán, que no se diga.

Su estado es francamente mucho mejor que el de la maqueta OK-M expuesta en el Parque Gorki de Moscú y eso que, al igual que su hermana, el interior ha sido transformado en un pequeño museo donde se exhiben piezas del programa espacial soviético. Pero a diferencia de la OK-M, la OK-ML1 está recubierta de losetas térmicas, aunque no son auténticas. De todas formas, si quieres ver -y tocar- losetas térmicas de verdad no tienes más que introducirte en la bodega de carga, donde se exponen algunas losetas del auténtico Burán 1K. Si nunca has tocado una loseta cerámica, te sorprenderá su ligereza (¡parecen hechas de corcho!). Desde la bodega de carga es posible acceder a la cubierta de vuelo inferior, transformada en un pequeño cine donde se proyectan vídeos de los dos lanzamientos del cohete Energía. Y, si tienes algo de habilidad, desde allí puedes trepar hasta la cubierta superior de vuelo por una escalerilla para admirar el paisaje. La OK-ML1 nunca fue diseñada para ir al espacio, así que alguien pensó que sería una buena idea dotarla de un panel de mandos como las lanzaderas ‘de verdad’ (es decir, las 1K, 2K y 3K). La pena es que la restauración fue un poco chapucera y el cockpit es una simple fantasía que no guarda parecido alguno con el verdadero. Eso sí, sentarse ‘a los mandos’ -aunque sean de mentira- del Burán no tiene precio. Curiosamente, la cubierta de vuelo superior me pareció bastante pequeña, especialmente teniendo en cuenta que estaba diseñada para cuatro tripulantes (y sí, sus dimensiones son similares a la cubierta del shuttle norteamericano). Puede que sea más espaciosa que una Soyuz -sobre todo en microgravedad-, pero no tanto como esperaba.

Las auténticas losetas térmicas del Burán (los trozos que faltan no nos los llevamos nosotros, palabrita del niño Jesús).
Aquí estamos comandando el Burán.

Además del Burán, en el exterior del museo podemos admirar una nave Soyuz 7K-T entera en medio del jardín -¿acaso hay un mejor sitio para poner una Soyuz?- o un motor RD-0120 usado en el gran cohete Energía, entre otras piezas y modelos de todo tipo.

Una Soyuz 7K-T en el jardín.
Un motor RD-0120 a base de hidrógeno y oxígeno líquidos del Energía.
Un antiguo sistema de escape SAS.

Tras la visita al exterior, toca meterse en el museo propiamente dicho. Empezando por una de las salas del piso superior encontramos nuestra primera sorpresa. Allí está nada más y nada menos que Iván Ivánovich, el famoso maniquí que voló junto a la perrita Zviózdochka en la nave Vostok 3KA-2 el 25 de marzo de 1961. El vuelo de Iván, totalmente exitoso, permitió que Gagarin volase al espacio unas semanas más tarde. El maniquí se encuentra expuesto con su traje de presión anaranjado Sokol SK-1 sentado sobre el paracaídas y el asiento de eyección de la Vostok.

Iván Ivánovich con su asiento eyectable.
En esta sala los cosmonautas dejan estampada su firma antes de partir al espacio.

En la misma sala también podemos disfrutar de la cápsula en la que viajaron al espacio los perros Ugoliok y Veterok en la Kosmos 110, así como del panel de control que estaba en el búnker de lanzamiento y desde el cual se dio la orden de despegue del Sputnik o el vuelo de Gagarin. ¡Con este panel de mandos se lanzó el primer satélite de la humanidad!

Panel de control de los primeros cohetes R-7.
Construyendo la Rampa de Gagarin.
La rampa en la actualidad.
Modelos del R-7 Semiorka.
Uno de los primeros globos completos de la Luna.

En otra sala contigua encontramos una antigua cápsula Soyuz 7K-T, así como un antiguo traje de presión Sokol-KV en su asiento Kazbek junto a un moderno traje extravehicular Orlán-DMA. Lo gracioso del caso es que puedes tocar y manipular a tu antojo los trajes, algo que siempre vale la pena (el tacto de un Orlán llama la atención por culpa del material aislante que tiene bajo la tela exterior y que provoca que tengas la impresión de tocar bolsas de plástico bajo una capa de tela). No obstante, los retratos de todos los cosmonautas que han viajado al espacio en una nave soviética o rusa nos contemplan desde la pared, así que más te vale ser cuidadoso.

Una cápsula Soyuz 7K-T.
Panel de mandos de la Soyuz.
Escotilla superior.
El Orlán-DMA te observa…
Traje de rutina en la Mir (izquierda) y el pijama con tubos de agua para el Orlán (derecha).
Un antiguo Sokol-KV de las Soyuz 7K-T.

En las salas inferiores se encuentra una gran sala con modelos de todos los cohetes y misiles usados a lo largo de la historia del cosmódromo, así como una gran maqueta del centro espacial famosa por aparecer en todas las fotografías de las tripulaciones de las Soyuz.

¡Un motor NK-33 del cohete lunar N1! Es más grande de lo que me imaginaba.
La famosa maqueta del cosmódromo y la ciudad.
Una maqueta del UR-500 original.
Cohetes a tutiplén. Aquí los desarrollados por Yangel.
Interesante cartel con las distintas zonas de caída de las etapas de cada lanzador.
También podemos encontrar cohetes y motores de los pioneros de la cosmonáutica.
Otro traje Sokol-KV con un maniquí que da bastante yuyu.

Las últimas salas del museo están dedicadas al programa Interkosmos soviético y a los proyectos de colaboración internacional. Es aquí donde los cosmonautas firman en el libro de visitas del museo, así que vale la pena darse una vuelta por los cientos de recuerdos que conmemoran las distintas misiones internacionales que se han llevado a cabo desde que Vladímir Remek viajase al espacio en 1978.

El famoso libro de visitas del cosmódromo.

Toda esta zona es un paraíso para los fanáticos de los memorabilia, como dicen al otro lado del charco.

Aunque no se encuentran dentro del recinto del museo, justo al lado del mismo podemos admirar las míticas casas de Yuri Gagarin y Serguéi Koroliov. Se trata de dos pequeñas casitas idénticas de estilo ruso, cada una con cuatro habitaciones, que han sido convertidas en sendos museos. A la izquierda se encuentra la casa de Gagarin, en la que el primer cosmonauta de la Tierra durmió -o más bien fingió que lo hacía- junto a Titov la noche del 11 de abril de 1961. La casa sería posteriormente usada por otros cosmonautas del programa Vostok, pero actualmente se halla tal y como se supone que la dejó Gagarin antes de su vuelo. Junto a la cama de Yuri podemos ver su ropa de militar expuesta en una vitrina. Resulta chocante pensar que la conquista del espacio tuvo unos orígenes tan modestos.

La casa de Gagarin.
La cama de Gagarin y su ropa. La cama de Titov está en la pared opuesta.
La cama del Ingeniero Jefe junto con su teléfono, todo un iPhone soviético.

Las placas conmemorativas en el exterior de las casas de Gagarin y Koroliov. ¡La humanidad comenzó la conquista del espacio desde aquí!
Una maqueta de las casas que se encuentra en el interior del museo.

La visita a estas casitas es otra tradición arraigada entre los cosmonautas, aunque en este caso se trata de una costumbre mucho más fácil de entender. Rendir honores a Yuri y al Ingeniero Jefe es una tradición más que lógica. Y es que lo más original de este museo es que se encuentra situado en una zona histórica, una zona que constituye un auténtico museo en sí misma. Por eso, y a pesar de que quizás sea ligeramente menos espectacular que el Museo de la Cosmonáutica de Moscú, el Museo del Cosmódromo de Baikonur es único e irrepetible.

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12 Comentarios

  1. Parece increible. Hace un año pensaba que el cosmodromo era un desierto con 2 edificios y un par de rampas en buen estado y otras muchas abandonadas. Pues resulta que hay joyas a puñados

    1. Hola Daniel!
      Muchas gracias por compartir tu visita al museo del cosmodromo de Baikonur.
      Son muy valiosasy emocionantes para los que nos apasiona la historia de los viajes espaciales.
      Lastima que varias fotos no se pueden ver😓
      Te agradeceria si podes repararlo para poder verlas
      Gracias
      Abrazo!!

  2. Nos museus de Baikonur não há nenhuma Soyuz LOK ou LK Lander?

    Outra dúvida minha é quanto ao painel Sirius 7K. Na foto desta entrada (http://4.bp.blogspot.com/-GIl2Lx-6T8c/UbYQvQblVbI/AAAAAAABAew/OQvrsqd4BE0/s1600/Captura+de+pantalla+2013-06-10+a+la%28s%29+18.41.11.png), ele têm 3 potenciometros no painel inferior, já em outras (http://web.mit.edu/slava/space/images/ess-tiap4-1.jpg), ele tem 4. Segundo algumas fontes que não lembro, o que usava 4 era o das Soyuz 7K – OK, OKS and T, já o de 3 era das Soyuz-7K TM, chamado de Sirius-A8 ou Sirius-M (minhas fontes divergiam, por isso não sei direito o nome), e pelo que lembro eles tem alguma relação com o ar-condicinado dos trajes, e por a Soyuz-7K TM, só ter 2 tripulantes, isso justificaria o potenciometro a menos.

    Meu interesse é por que eu estava modelando esses painéis em 3D (http://jersonseling.wikispaces.com/3D+Space). Eu também nunca consegui imagens em alta resolução do que está escrito na volta desses potênciometros.

    Se alguém puder me ajudar, serei grato 😉

  3. Wow!, la mitica casita de Yuri!, que lugar tan modesto y tranquilo. ¿Qué tanto pasaría por su cabeza esa noche del 11 de abril del 61 mientras estaba tumbado en esa cama?!.
    Ivan Ivanovich, otro «pionero»!, creo sin temor a equivocarme que al verlo en esa configuración y en ese traje bien podríamos ver a Yuri durante su vuelo pues supongo que el asiento y el traje eran similares.
    El NK-33, tecnología de hace 40 años que el día de hoy aún no ha podido ser superada, imaginar 30 de esos potentes «monstruos» encendidos al mismo tiempo es un espectáculo que tristemente nadie vio jamás.
    Gracias por la visita al museo!

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