Viviendo en la Luna: una historia de las bases lunares

Por Daniel Marín, el 15 febrero, 2013. Categoría(s): Astronáutica • Luna • NASA • Rusia • sondasesp • Viajar a la Luna ✎ 36

La Luna es el cuerpo celeste más próximo a la Tierra y el más accesible en términos energéticos. Eso explica que hasta el momento sea el único mundo visitado por humanos. Pero, ¿qué hay de vivir en la Luna? ¿Podemos hacerlo?

Concepto de base lunar de 1989 (NASA/Pat Rawlings).

La humanidad ha soñado con viajar a la Luna desde tiempos inmemoriales, pero especialmente desde que tomamos consciencia de que se trataba de un lugar real, con montañas y valles como la Tierra. La verdadera naturaleza de la Luna sería revelada por vez primera en 1610, cuando Galileo contempló nuestro satélite a través de su famoso perspicillum. Apenas unos años después, el astrónomo Johannes Kepler escribió Somnium, una novela de fantasía en la que imaginó una raza de seres inteligentes que vivían en la Luna. Para estas criaturas, el cielo de la Luna -a la que llamaban Levania-, estaba dominado por la presencia de la Tierra, conocida para ellos como Volva. Kepler imaginó acertadamente que Levania estaba dividida en dos hemisferios: Subvolva, en el cual siempre se podía ver la Tierra inmóvil en el cielo -se ve que Kepler no tuvo en cuenta el fenómeno de las libraciones-, y Privolva, donde nuestro planeta estaba ausente de los cielos y que hoy conocemos como ‘cara oculta’. Kepler también predijo que la larga duración del día lunar sería todo un desafío para las formas de vida nativas por culpa de los enormes contrastes térmicos.

Los relatos de viajes imaginarios a la Luna serían muy populares en los siglos XVIII y XIX, pero habría que esperar hasta el siglo XX para que quedase meridianamente claro lo complicado de la empresa. La Luna es un lugar, sí, pero un lugar despiadado para la vida, mucho más de lo que pudo imaginar Kepler. Un mundo sin atmósfera con temperaturas extremas, bañado en radiación y sometido al bombardeo continuo de micrometeoros. No, definitivamente no es el lugar más agradable para irse de vacaiones. Y luego estaba el problema de cómo llegar. En el siglo XX también quedó patente que los cohetes serían el mejor método para alcanzar nuestro satélite, pero si queremos viajar hasta la Luna necesitamos cohetes realmente grandes. Y cuando digo grandes me refiero a gigantescos.

Veamos un ejemplo práctico. El Saturno V del programa Apolo tenía una masa al lanzamiento de 2800 toneladas, pero sólo podía poner unas 15 toneladas en la superficie lunar (el módulo lunar LM). Es decir, el 0,54% de la masa inicial. Las cifras del cohete lunar soviético N1 eran aún más deprimentes. A pesar de tener unas 2750 toneladas al lanzamiento, el módulo lunar LK apenas alcanzaba las seis toneladas (la gran diferencia entra ambos lanzadores venía dada por el uso de combustibles menos eficientes y la diferente situación del lugar del lanzamiento, circunstancias que conspiraban para que la eficiencia del N1 fuese significativamente menor).

Y sin embargo, a pesar de las dificultades, a mediados del siglo XX comenzaron a aparecer los primeros conceptos serios de bases lunares. El optimismo de la posguerra sumado al enorme ritmo de progreso tecnológico de la época se aliaron para crear una generación que no temía pensar a lo grande. Los viajes a la Luna ya no eran meras fantasías de escritores de ciencia ficción, sino proyectos que podían hacerse realidad. Uno de los primeros proyectos de base lunar fue concebido en 1950 por R. A. Smith, de la British Interplanetary Society. Este proyecto, popularizado por Arthur C. Clarke en 1951, consistía en una ciudad lunar donde los habitantes vivirían en cúpulas presurizadas dispuestas en el pico central de un cráter. La base usaría energía solar durante el día y energía nuclear para sobrellevar las duras noches lunares de dos semanas. Alrededor de la base se hallaban varios invernaderos dispuestos en filas concéntricas para producir la comida necesaria. Uno de los principales objetivos de la base serían las observaciones astronómicas, que podrían llevarse a cabo sin las molestas interferencias de la atmósfera terrestre.

Base lunar de 1951 de la British Interplanetary Society (NASA).

En una fecha tan temprana como ésta, Clarke introduce el concepto de ISRU (In-Situ Resource Utillization). Lo que en cristiano viene a ser usar los recursos naturales autóctonos para reducir la dependencia de la Tierra. Algo muy necesario si recordamos lo complejo -y caro- que resulta situar un kilogramo de carga útil en la superficie lunar. Clarke s upuso -acertadamente- que se podría sacar oxígeno de las rocas lunares y, con un poco de suerte, algún tipo de combustible para los cohetes, puede que hidrógeno. La zona de aterrizaje de las naves estaría separada de la base para evitar la contaminación por regolito (el fino polvo lunar que lo cubre todo) y se usaría una catapulta electromagnética para enviar a la Tierra los productos fabricados en la base -cualesquiera que fuesen éstos-.

Entre 1952 y 1954 apareció en la revista Collier’s una serie de artículos titulados Man will conquer space soon! (nótese el signo de exclamación) donde varios científicos explicaban con un estilo ameno y didáctico cómo los viajes espaciales serían una realidad en pocos años. Algunos de estos artículos estaban dedicados a las bases lunares y habían sido escritos por científicos de la talla de Fred Whipple o los alemanes Wernher von Braun y Willy Ley, además estar profusamente ilustrados por artistas como Chesley Bonestell, Fred Freeman o Rolf Klep (curiosamente, hoy en día mucha gente cree erróneamente que estos artículos fueron escritos únicamente por von Braun e ilustrados por Bonestell en solitario). Técnicamente, los artículos de Collier’s no eran más que una obra de ficción, pero tuvieron un profundo impacto en el público estadounidense de la época. Y es que la visión de estaciones espaciales y bases en la Luna y en Marte era francamente atractiva.

Base lunar propuesta por el alemán Willy Ley tal y como apareció en Collier’s (NASA).
Localización de la base lunar de Ley (NASA).
Nave lunar de von Braun aparecida en Collier’s.

Ley imaginaba una base lunar en la que las tripulaciones trabajarían en turnos de seis semanas formada por varios módulos presurizados situados en el interior de un barranco o un tubo volcánico. No olvidemos que por entonces se consideraba que la radiación en forma de rayos cósmicos junto con los micrometeoros eran los principales peligros a los que debían enfrentarse los habitantes de una base lunar. Las predicciones de Collier’s pronto se hicieron realidad cinco años más tarde cuando el Sputnik alcanzó la órbita terrestre. De repente, el espacio dejó de ser protagonista de historias de ficción para convertirse en otro territorio de batalla de la Guerra Fría. Von Braun vio su oportunidad y en 1959 presentó al ejército norteamericano un plan de base lunar denominado Project Horizon. El objetivo de esta base no era únicamente investigar la Luna. Project Horizon era una invasión militar de nuestro satélite en toda regla.

Disposición de la base lunar de Project Horizon (NASA).
Módulos de la base (NASA).

Por aquella época los Estados Unidos carecían de lanzadores pesados, así que von Braun propuso los cohetes Saturno I y el Saturno II, basados en el misil Redstone (el Saturno II daría lugar con el tiempo al famoso Saturno V). Con el fin de compensar la poca potencia de estos cohetes, von Braun propuso llegar a la Luna mediante acoplamientos de naves en órbita terrestre, un esquema que se conoce en la jerga técnica como EOR (Earth Orbit Rendezvous). El programa Apolo norteamericano y el N1-L3 soviético usarían sin embargo la técnica LOR (Lunar Orbit Rendezvous), con acoplamientos de vehículos en órbita lunar.

El cohete Saturno I original de 1959 (NASA).

Los cohetes Saturno de von Braun despegarían desde la isla Christmas, situada en el océano Índico. Una vez en órbita terrestre, la nave lunar se acoplaría con la estación MOS (Minimal Orbital Station), donde se cargaría el combustible necesario para alcanzar la Luna. La estación MOS estaría formada por etapas superiores del Saturno acopladas entre sí. Para cada misión lunar se necesitarían seis lanzamientos de un Saturno I como mínimo: cuatro para poner en órbita tanques de combustible, uno con tripulación para la estación y la nave lunar y otro con la nave lunar propiamente dicha, denominada LLV. Tras cargarla de combustible, entre 3 y 16 personas abordarían la nave lunar y pondrían rumbo hacia nuestro satélite, donde aterrizaría directamente sin pasar por la órbita lunar. La nave lunar tendría una masa de 64 toneladas, aunque una vez en la Luna quedarían reducidas a 22. Los soldados regresarían a la Tierra en esta nave o en otra denominada LERV.

Nave lunar del Project Horizon, con la cápsula de retorno a la derecha (NASA).
Estación orbital MOS del Project Horizon (NASA).
Nave LERV (NASA).

La base lunar tendría capacidad para mantener a doce soldados de forma permanente en turnos de quince días. La defensa de la base era un asunto al que se le dio especial importancia. Además de armas de fuego capaces de disparar en el vacío, el personal militar contaría con minas Claymore modificadas para agujerear los trajes de presión y, si las cosas se ponían realmente feas, misiles Davy Crockett con cabezas nucleares de baja potencia. Todo era poco para mantener a raya a las hordas soviéticas. La construcción de la base requeriría 61 lanzamientos del Saturno I y 88 del Saturno II, y los primeros dos soldados llegarían a la superficie lunar en 1965. Dos reactores nucleares suministrarían la energía necesaria para la base, que estaría formada por módulos cilíndricos de 3,05 x 6,10 metros presurizados a una atmósfera terrestre. Los módulos estarían enterrados bajo la superficie para reducir la exposición a los rayos cósmicos, los micrometeoros y, llegado el caso, las armas soviéticas. Project Horizon fue cancelado poco después por ser -¡oh!, sorpresa- demasiado ambicioso para la época y por culpa del creciente poder de la NASA, fundada en 1958. La administración Eisenhower se oponía además a los intentos de los militares por acaparar el esfuerzo espacial del país y veía con muy malos ojos aventuras exóticas de este tipo.

Durante los años 60 y principios de los 70, los proyectos de bases lunares norteamericanos estuvieron dominados por adaptar la infraestructura del programa Apolo. Surgieron literalmente decenas de propuestas de bases lunares que hacían uso de módulos lunares y cohetes Saturno V más o menos modificados. Los proyectos más ambiciosos fueron el ALSS (Apollo Logistics Support System) y LESA (Lunar Exploration Systems for Apollo) de 1964, capaces de mantener misiones de 15 y 90 días de duración, respectivamente. LESA hubiera sido una base lunar semipermanente que debía suceder a la pequeña ALSS y habría tenido una tripulación de seis personas. Ninguno de estos planes fructificaron, pero en su Integrated Program Plan de 1969, la agencia espacial mantenía entre sus posibles objetivos la construcción de una base lunar modular que estaría abastecida por transbordadores cislunares con motores nucleares NERVA.

Proyectos de bases lunares basadas en el Apolo ALSS y LESA de 1964 (NASA).
Módulo LESA (NASA).
Sistema de protección antirradiación de un módulo LESA añadiendo regolito al techo del módulo (NASA).

Curiosamente, para entonces ya se sabía que el enfoque de bases tipo LESA no era el más adecuado para una base permanente porque sometería a la tripulación a dosis excesivas de radiación. Además de los temidos rayos cósmicos, en los años 60 se descubrió que las tormentas solares -más concretamente los sucesos SPE (Solar Proton Event)- podían ser mucho más letales para los astronautas que viviesen en la superficie lunar. Por suerte, los SPE son poco frecuentes, pero lo mejor es enterrar los módulos de la base bajo varios metros de regolito para disminuir las dosis efectivas. Por este motivo, en 1969 aparecieron varias versiones de LESA que preveían enterrar los módulos en el regolito para crear una auténtica ciudad lunar.

Proyecto de base lunar con tecnología del Apolo de 1971 (NASA).
Ciudad lunar basada en módulos LESA de principios de los 70. Los módulos están enterrados en el regolito (NASA).

No obstante, el plan más sólido de la época surgió en 1971 con el Lunar Base Synthesis Study, realizado por la empresa North American Rockwell bajo un contrato de la NASA. Este estudio incorporaba las lecciones aprendidas durante el programa Apolo. Una hipotética base lunar debería usar módulos basados en los de una estación espacial en órbita baja y la infraestructura de lanzamiento giraría alrededor del nuevo transbordador espacial en vez del Saturno V. La base emplearía las técnicas ISRU para crear oxígeno, pero no agua, ya que los análisis de las muestras del Apolo habían demostrado que los minerales lunares no contenían cantidades significativas de agua. El hidrógeno, mucho más ligero, podría ser transportado desde la Tierra. El regolito lunar se había revelado como una auténtica molestia. Se adhería a cualquier material y resultaba prácticamente imposible limpiarlo. Por este motivo muchas propuestas de base lunar incluyen una ducha, a pesar de que el agua es un bien preciado en la Luna.

Módulo de una base lunar de principios de los 70 basado en los módulos de estaciones en LEO (NASA).

Por esta época también aparecieron curiosas propuestas de bases móviles como el tren lunar de la compañía North American de 1971. ¿Por qué limitarse a explorar la Luna en una zona cuando podemos recorrerla por completo? La idea de usar un tren de vehículos lunares no era nueva, pero cobró fuerza durante la década de los 70 y se trata de un concepto recurrente en los planes de exploración lunar. El tren, denominado LSV (Lunar Sortie Vehicle) consistía en tres módulos presurizados para la tripulación y varios módulos no presurizados. Uno de los módulos incorporaría un generador de radioisótopos (RTG) a base de plutonio capaz de generar 3,5 kW de electricidad. Los módulos podían separarse para realizar travesías independientes si fuera necesario. El LSV sería capaz de circunnavegar la Luna en 90 días con una tripulación de dos personas.

Tren lunar LSV de 1971 (NASA).

Esta idea de base móvil fue resucitada en 1985 por Cintala, Spudis y Hawke. El proyecto, conocido como GTV (Geological Traverse Vehicle), consistía en dos rover presurizados y dos no presurizados para actividades extravehiculares de corta duración. El GTV no recorrería toda la circunferencia lunar pero podría explorar un área de 500 kilómetros de radio.

Tren lunar GTV de 1985 (NASA).

En la Unión Soviética el concepto de base lunar permanente nunca fue demasiado popular, a diferencia de las bases marcianas, que sí recibieron una atención especial. Los proyectos de las distintas oficinas de diseño favorecieron las bases semipermanentes, como es el caso del proyecto LEK de Valentín Glushkó de principios de los 70 frente a los costosos y enormes complejos tripulados de la NASA. No obstante, en 1971 se finalizaría el proyecto de la oficina de diseño KBOM de Vladímir Barmin, consistente en una base formada por nueve módulos cilíndricos enterrados bajo el regolito. En la base, conocida como LP («población lunar») o DLB («base lunar de larga duración»), vivirían doce astronautas que llevarían a cabo travesías a bordo de un tren lunar formado por dos módulos presurizados y un enorme taladro para obtener muestras a gran profundidad. Este proyecto sería cancelado en 1973 cuando el esfuerzo del programa espacial soviético se concentró en el sistema de lanzamiento Energía-Burán.

Base lunar soviética basada en el LEK de principios de los 70. 1: LEK; 2: LZhM; 3: lunojod; 4: etapa de descenso; 5: estación de energía nuclear; 6: LZM (RKK Energia).

Base lunar soviética de Vladímir Barmin.
Tren soviético de exploración lunar. Nótese el taladro en medio.

Técnicas de construcción de la base de Barmin.

La popularidad de una base lunar fue decayendo en los EEUU tras la cancelación del programa Apolo y la evaporación de los planes más grandiosos de la NASA. No obstante, a mediados de los años 80 la idea volvió a resurgir con fuerza a raíz de varios estudios independientes que tenían como objetivo contrarrestar el creciente empuje del programa espacial soviético. Todas las propuestas de esta época hacen uso del transbordador espacial y vehículos reutilizables que recorrerían el camino entre la Tierra y la Luna de forma regular. Las bases estarían enterradas para proteger a los astronautas de la radiación y por vez primera se observa una cierta tendencia a usar enormes sistemas de energía solar como complemento a las fuentes de energía nucleares como RTGs o reactores de fisión. Es por esta época cuando surgen las primeras propuestas serias para emplazar la base lunar en los polos lunares y poder usar así las hipotéticas reservas de hielo que deberían existir en el fondo de los cráteres a los que nunca llega la luz solar.

Proyecto de base lunar de J. D. Burke de 1985. La base estaría situada en los polos, de ahí el sistema de espejos para garantizar una iluminación constante.
Concepto de misión lunar de 1988 para estudiar el posible hielo en los polos lunares del Lunar Base System Studies (NASA/Pat Rawlings).
Posibilidades de minería lunar (NASA).
Composición del suelo lunar (NASA).

En cuanto a las aplicaciones de una base lunar, la principal seguía siendo el estudio de la propia Luna, seguido de observaciones astronómicas. Los científicos fantaseaban con que la baja gravedad lunar permitiría construir grandes telescopios capaces de escudriñar el cielo en todas las longitudes de onda. La cara oculta de nuestro satélite podría usarse para construir gigantescos radiotelescopios libres de las interferencias de la especie humana usando la Luna como pantalla. Las técnicas ISRU podrían emplearse para extraer titanio, hierro y aluminio, además de oxígeno, materiales con los que se podrían construir elementos de la base.

Radiotelescopio situado en la cara oculta de la Luna (NASA).
El primer telescopio en la Luna: un telescopio ultravioleta en la misión Apolo 16 (NASA).

Las propuestas de bases lunares de la época son demasiado numerosas para citarlas todas, pero dos destacan especialmente por encima de todas: el diseño FLO (First Lunar Outpost) y el Lacus Veris Lunar Outpost, ambas de 1989. FLO fue un estudio llevado a cabo por la NASA bajo la dirección de Gary Kitmacher y debía usar un módulo similar a los empleados en la estación espacial Freedom, con unas dimensiones de 4,5 x 8 metros. La construcción de la base FLO comenzaría en 1997 y los primeros astronautas llegarían en 1999. Los astronautas viajarían a bordo de una nave que alcanzaría la Luna de forma directa usando un lanzador pesado de nueva generación. En una primera fase, el módulo estaría situado encima de la etapa de descenso, pero después sería colocado en la superficie mediante grúas y se procedería a cubrirlo con bolsas llenas de regolito para blindarlo contra la radiación.

Módulo FLO (NASA).
Nave de ascenso directo y lanzador pesado del proyecto FLO (NASA).

La tripulación estaría formada por cuatro personas que realizarían turnos de seis semanas. En 2003 la tripulación aumentaría hasta las cinco personas y se incluirían instalaciones astronómicas y de ISRU para generar oxígeno, hidrógeno y -quizás- helio-3, el que por entonces parecía ser el combustible del futuro para las centrales de fusión. Se añadirían uno o varios hábitats inflables y la tripulación aumentaría hasta las ocho personas en 2009. Para facilitar la movilidad de los astronautas, los módulos tenían techos muy altos y las escaleras poseían escalones muy separados entre sí, un requisito necesario si queremos movernos cómodamente en la débil gravedad lunar. El concepto FLO gozaría de un breve periodo de fama durante la fallida Iniciativa de Exploración Espacial (SEI) de Bush padre. El concepto FLO era muy completo, pero usaba una arquitectura de lanzamiento basada en un cohete pesado del que la NASA carecía, lo que terminaría por sellar su destino. Posteriormente sería reciclado en el proyecto Artemis de 1992, una propuesta conjunta de McDonnell Douglas y la empresa japonesa Shimizu.

Módulo del Proyecto Artemis (NASA).

Otra propuesta tanto o más popular fue el Lacus Veris Lunar Outpost, nacida de un estudio del centro espacial Johnson de la NASA en 1989. La base de Lacus Veris -llamada así por el lugar elegido para el emplazamiento de la base- era una gran cúpula hinchable de 16 metros de diámetro y un volumen de 2145 metros cúbicos y una superficie útil de 742 metros cuadrados. El proyecto, que parecía sacado de un artículo de Collier’s de los años 50, contemplaba una cúpula con cinco pisos y una tripulación permanente de 12 personas -se ve que ésta es una cifra recurrente en los proyectos de bases lunares-. La energía se generaría mediante una ‘granja’ de paneles solares durante el día y células de combustible durante la noche (de 25 kW de potencia). También se emplearía un RTG modelo SP-100 de 300 kW para procesar el regolito con el fin de generar unas cien toneladas de oxígeno líquido al año.

Lacus Veris Lunar Outpost de 1989 (NASA/JSC/Pat Rawlings).
Disposición de la base (NASA).

Planta ISRU de Lacus Veris (NASA).

El peligro de la radiación se había convertido en el más relevante para los diseñadores de bases lunares, de ahí que algunos diseños de principios de los 90 vayan un paso más allá y sugieran enterrar la base lunar a profundidades de varios metros o, mejor aún, usar módulos construidos usando el regolito lunar. De esta forma se puede ahorrar masa y proteger a la tripulación de forma más efectiva.

Base Genesis II de 1991 completamente enterrada propuesta por G. T. Moore (NASA).
Módulos inflables con cubierta de regolito propuestos por P. S. Nowak en 1992 (NASA).
Concepto de base lunar modular de 1992 a partir de módulos fabricados a partir del regolito lunar propuesta por E. R. Haninger y P. J. Richter (NASA).
Base lunar inflable propuesta por K. Kennedy en 1992 (NASA).

En 1992 renació el concepto de base móvil de la mano del Nomad Explorer, un proyecto de Madhu Thangavelu consistente en un enorme vehículo de 45 toneladas denominado VLTV (Very Long Traverse Vehicle) y que sería capaz de desplazarse por la superficie lunar continuamente. De este modo, los astronautas casi no tendrían que salir de su base para realizar sus investigaciones, evitando así la exposición al fino y molesto regolito lunar, que por entonces comenzó a destacar como otro de los inconvenientes a tener en cuenta en el diseño de una base lunar. De hecho, se descubrió que el regolito podría ser tóxico para el ser humano tras exposiciones muy prolongadas al mismo. El VLTV tendría unas dimensiones de 16 x 4,5 x 10 metros y un volumen presurizado de 640 metros cúbicos, un verdadero tanque lunar.

El Nomad Explorer de 1992 (NASA).

John Frassanito creó en 1993 otro concepto de base móvil que, a diferencia de los anteriores, no consistía en un tren ni en un gigantesco vehículo. La propuesta de Frassanito se basaba en el uso de varios rovers que podrían viajar independientemente hasta encontrar un lugar interesante. Entonces se acoplarían entre sí para formar una base temporal con esclusa incluida. El concepto de Frassanito  formaba parte de la iniciativa LUNOX de 1993 para crear una base lunar que hiciera uso de ISRU con el objetivo de generar oxígeno a partir del regolito. La tripulación debía viajar a la Luna en la nave Phoenix de 34 toneladas, un vehículo de aterrizaje horizontal que recordaba a la Eagle de la mítica serie de ciencia ficción Space: 1999. Para facilitar el transporte de carga hasta la Luna, LUNOX preveía usar el cohete ruso gigante Energía.

Base lunar formada por dos rovers presurizados y un módulo nodo. Nótense las protecciones antirradiación con bolsas rellenas de regolito encima del nodo (NASA).
Una aterrizador automático del proyecto LUNOX con la planta de generación de oxígeno a partir del regolito lunar. Estas naves tenían una carga útil de 11 t (NASA).
Nave Phoenix de LUNOX (NASA).

Pero en términos de extrañeza, sin duda la palma se la lleva la base lunar móvil de I. A. Kozlov y V. V. Shevchenko de 1995. Estos dos científicos rusos idearon una base móvil sobre orugas que emplearía un escudo antirradiación situado encima de los vehículos. Los astronautas se dedicarían a llevar a cabo investigaciones astronómicas y lunares. Muy parecido a este diseño ruso, en 2000 aparecería la propuesta HaBot (Habitat Robot) de John Mankins. Al igual que los anteriores proyectos, HaBot estaría compuesto por varios módulos que se desplazarían por la superficie lunar de forma independiente hasta alcanzar su objetivo, momento en el que se acoplarían entre sí. La novedad en este caso es que los módulos se moverían usando seis patas articuladas como si fuesen arañas lunares.

Base lunar móvil de I. A. Kozlov y V. V. Shevchenko de 1995 (NASA).
Propuesta HaBot (Habitat Robot) de 2000 (NASA).

Muchos de estos conceptos serían reciclados para la base lunar del Programa Constellation de la NASA de mediados de la década pasada. Esta base estaría situada en el borde del cráter Shackleton del polo sur lunar. De este modo gozaría de una iluminación permanente y al mismo tiempo podría tener acceso a las reservas de hielo descubiertas en la zona por la sonda LCROSS. La base lunar usaría rovers presurizados y módulos independientes que se moverían sobre  patas derivadas del concepto HaBot. Este sistema recibe el nombre de ATHLETE (All-Terrain Hex-Legged Extra-Terrestrial Explorer) y combina la precisión de las patas con la movilidad de las ruedas (cada pata tiene una pequeña rueda en el extremo). Por otro lado, en los últimos años, la sonda LRO ha descubierto varias «cuevas» en la superficie lunar que podrían servir como emplazamientos naturales para bases lunares.

Módulo hinchable propuesto para el Programa Constelación (NASA).
Concepto de base lunar con módulos dotados del sistema ATHLETE (NASA).
Cueva lunar descubierta por la sonda LRO (NASA).

Lamentablemente, el Programa Constelación fue cancelado en 2010 y con él se esfumaron las posibilidades de ver una base lunar en la próxima década. Y sin embargo, siguen apareciendo propuestas de bases. Hace unos días, la agencia europea del espacio (ESA) presentó un proyecto para crear una base lunar a partir del regolito lunar usando impresión 3D. La idea no es nueva -aunque el concepto de impresión 3D sí lo sea-, pero aún queda mucho para demostrar que es viable. Además, recordemos lo complicado que resulta llegar hasta la Luna. Sin un lanzador pesado -o decenas de lanzamientos de cohetes medianos- no hay base lunar que valga, ya sea con impresión 3D, 2D o 4D.

Base lunar de la ESA fabricada mediante impresión 3D (ESA).

El gran problema de una base lunar a día de hoy es encontrar una justificación para su construcción. La idea de montar un observatorio astronómico en la superficie lunar ya no resulta válida. La baja gravedad lunar, los pequeños pero constantes terremotos lunares y -sobre todo- el molesto y pegajoso regolito desaconsejan usar la Luna para esta tarea. Siempre será más rápido y barato instalar un telescopio en órbita solar o en los puntos de Lagrange Tierra-Sol que en la superficie lunar, aunque un radiotelescopio en la cara oculta o un interferómetro en radio sigue teniendo interés para los astrónomos. ¿Investigar la propia Luna? Puede hacerse con misiones automáticas o tripuladas de corta duración.

La única, digamos, ‘excusa’ sería usar la Luna como punto de abastecimiento de combustible para misiones a los asteroides o a Marte usando el hielo de los polos lunares. Esta fue la justificación dada durante el Programa Constelación para construir una base lunar, aunque muchos críticos consideran que es más sencillo y barato viajar a Marte directamente sin pasar por la Luna. Total, en Marte hay mucho más hielo que en la Luna y también se puede aprovechar la atmósfera de dióxido de carbono para producir combustible mediante ISRU. Sea como sea, medio siglo después de alcanzar el espacio seguimos sin tener una base lunar. ¿Viviremos algún día en la Luna?

Referencias:



36 Comentarios

    1. TITAN:Completamente de acuerdo seran las maquinas o alguna forma de vida manipulada geneticamente que tenga cierta capacidad para sobrevivir en el espacio.Incluso si los seres humanos van a vivir alli iran sufriendo ciertas transformaciones al verse sometidas a una gravedad mas debil.Sera un proceso lento y seguramente los expertos en el tema saben mucho mas.¿Que efectos tendra en un ser humano que nazca en la luna que haya vivido toda su vida en la luna y decida hacer una visita a la tierra?.Sera capaz de aguantar la gravedad de la tierra?¿Sera capaz de soportarlo?.Sus huesos,musculos,etc..seran mas debiles.

  1. «…tenía una masa al lanzamiento de 2800 toneladas, pero sólo podía poner unas 15 toneladas en la superficie lunar (el módulo lunar LM). Es decir, el 0,0054% de la masa inicial.» Comorrr? Tirón de orejas. Ni te pongo el error.

  2. Si el Saturno-V se hubiese empleado para depositar en la
    Luna un módulo habitable su capacidad hubiese sido sensiblemente mayor, ya que podia lanzar unas 45 toneladas a la velocidad de escape y estas podrían convertrse en unas 25-30 tons depositadas en la Luna; las visitas posteriores si hubiesen correspondido a los datos de los «Apolo»-

    1. No esta, pero recuerdo un proyecto aprovechar la etapa S-IVB del Saturn V y hacerla alunizar para utilizarla como hábitat, la versión lunar de la solución «húmeda» que se pensó para el Skylab al comienzo, a saber, utilizar los espacios de los depósitos de propelente como espacio presurizado luego de desalojarlos de liquido.

  3. Vamos, que base lunar va ser que no. La verdad es que como acertadamente dices el problema sigue siendo alcanzar la orbita, es caro y complejo.

    Pienso que si no se consigue abaratar el acceso a LEO y desde allí enviar lo que sea a donde sea, la exploración humana va a ser anecdotica…y las sondas seran nuestras exploradoras…jo que lastima; con lo que nos gusta tocar, recorrer, visitar y aprender.

  4. No viviremos en la luna, pero yo creo más aun que no viviremos en Marte o planeta rojo, que la intención de ir a otro planeta, es para poner una bandera, no para colonizarla. Ya que carece de la presión atmosférica para que el agua sea liquida, y no tiene un campo magnético que la pueda ser habitable para organismos complejos como los seres humanos. Por muy avanzados que sea los módulos de hábitat marcianos, el ser humano no podre sobrevivir fuera de ellos, ni podrá permanecer mucho tiempo en un planeta que es peor que el desierto del valle de la Muerte o el desierto del Sahara.
    No estoy diciendo que no se intente el proyecto, pero la velocidad de propulsión de la nave será la clave de la viabilidad de la misión tripulada, para cortar tiempo y distancia y puedan los astronautas o cosmonautas a casa.
    Tuco de la rey

  5. Hola Daniel,
    No se si exista en tu repertorio (en tu blog) una narracion acerca del viaje a la luna.
    Resulta fascinante leer todo lo que escribes hasta pareciera que uno es el que esta viviendo todo lo que cuentas; no dudo que si nos narras el viaje a la luna (lease programa Apollo) realmente seria de lo mas grato tambien, con todos esos detalles y toques tecnicos es lo que hacen de tu blog unico.

    Saludos!

    1. Anónimo amigo, te invito que le heches un vistaso a las etiquetas de Daniel llamadas «Viajar a la luna»
      Te sorprenderan los detalles, te lo recomiendo, saludos.

  6. El problema siempre a sido que siempre se piensa en llevar todo desde la Tierra, seria mas rentable poder primero conseguir recursos de la luna.

    Ademas ningún proyecto de estos avanza porque siempre se lanzan humanos con la idea de que deben regresar prácticamente de inmediato a la Tierra, no importa que se consigan medios para que puedan vivir prácticamente años en el espacio, siempre esta la idea de que deben llevarse de una vez los medios para regresar.

  7. Me hiciste recordar como me deprimì cuando se cumpliò el año 2000 y todas esas cosas que prometìa la revista » Mecànica popular » no se cumplieron, no hube Overcrafts, no hubo teleportaciòn, ni pastilla que te hag crecer un nuevo riñòn,… !snif.
    PD.: Muy buen post, que buena capacidad de trabajo tenès !!!.

  8. Lo único sorprendente es como roban los dibujantes, diseñadores y power-pointeros con estos proyectos de nulo futuro.
    La verdad es que da lástima como se puso el parate a la carrera espacial: en los ´50 científicos nazis recién llegados de Alemania estaban discutiendo la forma de la base lunar, los yankees estaban viendo de defenderse a «bombazo atómico» limpio en la Luna y en el 2010, en cambio están viendo de cuánto les sale alquilar una nave rusa para ir a mandarle unas vituallas a sus astronautas de la ISS.
    Ni que decir que salvo que aparezca otro «jugador» en esto la base en la Luna, no la vamos a ver en esta vida.

    1. Si Francisco, me parece que en los últimos 20 años por cada proyecto espacial bueno nos cuelan varios de fantasía que no suelen pasar de la fase de proyecto teórico. Al menos sirven para que algún dibujante se gane la vida, más cuestionable es que se asignen buenas paladas de dinero público para que empresas privadas esbozen una primera fase de proyecto que no se llega a materializar en nada.

  9. Muchas gracias por la entrada. Como siempre, haces de la conquista espacial «la última frontera» de nuestra especie y te conviertes en el trovador de la gestas épicas de los pioneros.

    Por otra parte, como se ha dicho el problema principal de las bases en la Luna o Marte es la cantidad de energía necesaria para su montaje y operación. Lo que está claro es que con eficiencias del 0,54% de la masa de lanzamiento no vamos a llegar a ninguna parte; A no ser que cuando lleguemos, ya lo tengamos casi todo hecho.

    En mi opinión la solución llegará pensando a lo grande pero sin tener prisa… En vez de querer correr usando energía química para lanzar grandes masas y energía nuclear in situ, lo que podría hacerse es primero «terraformar» y cuando las condiciones nos sean favorables enviar pequeñas expediciones.

    La única energía que llega a la Luna o a Marte es la solar. Si pudiera «contaminarse» el objetivo con algún tipo de precursor de una reacción que luego se mantuviera por sus propios medios o por el Sol, podríamos modificar el hábitat hasta que nos fuera más favorable en términos energéticos. Por supuesto, de momento todo esto es sci-fi (rollo marte rojo-verde-azul) pero tal vez la biotecnología pueda algún día darnos una sorpresa.

    Saludos.

    1. Para el problema de los lanzamientos, para mí la solución es obvia. Hay que usar el máximo de masa nativa posible. Idealmente, lograr una infraestructura capaz de replicarse (no necesariamente como robot independiente, sino como colectivo) haciendo uso de los recursos espaciales.

      Y la Luna es un lugar mucho mejor que Marte, porque podemos usar telepresencia.

  10. Hace un tiempo, se me ocurrió el uso de gravedad artificial en superficie.

    Una base enterrada, con dos capas. Una «cúpula» que soporta la estructura, una «cueva artificial», y luego una estructura rotatoria en carriles, probablemente en levitación magnética (mantener superconductores a temperaturas frías en la luna es mucho más fácil).
    La zona en levitación, en un piso por debajo (se podría caminar por un techo por encima de la base, no rotatoria, que aisla la zona rotatoria por seguridad.
    La «gravedad» artificial se suma a la gravedad lunar, creando, en los extremos una «gravedad» total igual a la terrestre.
    La rotación angular sería baja. Dos vueltas por minuto. Se descendería por la zona central, estática. Desde ahí, en una sensación similar a una escalera mecánica, se pasa a la zona móvil que, por su pequeño radio (al lado del centro) se mueve muy lentamente. Desde ahí, un pasillo se desplaza hacia la zona exterior, en un pasillo que se curva en relación con la «fuerza» centrífuga. Es decir, a la «gravedad» efectiva.
    Así, la sensación es que se va caminando hacia un lado y hacia «abajo» (visto desde fuera, hacia el exterior).
    Y finalmente, desde la perspectiva del transeunte, práctica se «baja», a la zona de habitabilidad, que sería como un tren, solo que cerrado circular. Relativamente estrecho pero muy largo.

    Era una estructura muy curiosa, pero parecía totalmente factible.

  11. Muy interesante, sobre todo en cuanto a obligar una reflexión de por qué construir una base. Probablemente por sí misma no tenga mucho interés a menos que la densidad de población en la Tierra sea insoportable, pero sí que servirá como banco de pruebas para crear bases en cualquier lugar del sistema solar.

    Eso sí, mi favorita seguirá siendo la Estación Lunar Alfa de Espacio: 1999. Si es que el futuro ya no es lo que era.

  12. Está claro que el primer problema está en ver utilidad a una base lunar poblada por humanos, cuando con robots se tiene lo mismo, más barato y mejor. En cualquier caso, el concepto de máquina de von Neumann se le echa en falta en todas estas cosas que requieren Pensar En Inmenso (a fin de cuentas, los seres vivos somos máquinas de von Neumann).

    En la Luna hay una serie de prioridades que se están dejando de lado en función de publicidades más o menos rentables. Primero, la búsqueda de meteoritos provenientes de otros planetas que deben estar ahí desde hace millones de años (meteoritos provenientes de la propia Tierra). Segundo, instalar equipos de observación automática, por ejemplo, hay que comprobar definitivamente si la precesión terrestre es debida a eso, a la precesión terrestre, o se trata de algún movimiento del baricentro del sistema solar que está interfiriendo (de una compañera del sol estilo enana marrón, aunque los límites de esto están bastante acotados ya), para eso se necesita un programa de cartografiado del cielo lunar durante años (que ya estaría hecho de haber llevado las sondas lunares el equipo adecuado , que es relativamente barato). Después hay que llevar a cabo numerosos experimentos geológicos in situ. A mayores, en la Luna (a pesar de la demora) se pueden instalar sistemas permanentes de observación de la Tierra (con la limitación de que deben atenerse a la rotación de esta). A pesar de lo que se diga, pienso que es más fácil protegerse de una tormenta solar en la superficie lunar que en órbita.

    1. Si, la idea de bases robóticas me parece que es mucho más alcanzable a corto plazo y podría ser fructífera. Viajes de solo ida con robots lo más pequeños posible para hacer investigación estable. Si los robots marcianos dieron tan buen resultado ¿Como no hacer lo mismo y más en la Luna que está mucho más a mano?

  13. El asteroide que paso hoy cerca de la tierra esta valuado en mas de 150.000 millones de euros… el equivalente al presupuesto de la NASA de los ultimos 12 o 13 años.

    Esto me hace recordar a los jueguitos de estrategia, donde primero conviene recolectar muchos recursos para luego conretar las misiones.

    Celebro enormemente todo lo que la NASA hace, pero creo que no tienen el rumbo muy bien fijado.

  14. Como dije más arriba, no creo que abandonemos la superficie del planeta (excepto algunos astronautas). Quizás los ‘viajes’ futuros tendrán que ser virtuales: enviaremos naves con robots expedicionarios a los que estaremos conectados desde un centro de control en la Tierra, de modo que podamos ‘ver’ y ‘tocar’ todo lo que ellos vean y toquen en otros planetas. Además, por supuesto, de conocer lo que ellos analicen con sus instrumentos científicos…. Tendríamos que esperar meses, incluso años,a que llegaran al lugar a explorar, pero después ese retardo no lo notaríamos, y tendríamos una experiencia espacial ‘casi’ real.

  15. Aunque lo más realista creo que sería construir una estructura en órbita terrestre -o lunar, quizás- que sirviera de ‘astillero’ para construir allí naves más grandes y de mayor autonomía con el objetivo de explorar/explotar otros astros del Sistema Solar…

  16. Vaya colección impresionante de exponentes del boom inmobiliario lunar. 67 imágenes nada menos, con soluciones de todo tipo. (La génesis 11 es mi favorita. Parece sacada de una peli de James Bond). Desde luego hay que felicitarte por el trabajo que realizas y el tiempo que empleas para deleitarnos con estas excelentes entradas. Al contrario que otros contertulios yo pienso que terminaremos habitando la luna cuando la venta de vacaciones o bungalows genere beneficios astronómicos a los empresarios que monten allí un tinglado, siempre resolviendo el tema del transporte. La luna es un excelente lugar para montar un “Las Vegas” donde el salto del tigre dura segundos al ritmo de Danubio Azul y uno no puede hacer otra cosa que jugar en el casino hasta perder todo su dinero y acabar siendo reciclado como CO2 con que alimentar las plantas del invernadero. Tampoco estaría mal montar una residencia de ancianos, ya que con la baja gravedad lunar las dosis de viagra podrían reducirse significativamente y los pechos femeninos permanecerían más turgentes, afrontando dias muuuuy largos y noches en crionización repletas de ricachones a salvo de que sus clones empobrecidos por la megacrisis los aborden con pateras impulsadas con velas solares para clavarles una estaca en el corazón.

  17. La base lunar habitada quizás sea una tontería difícilmente justificable, pero ya es más difícil entender por qué no se usan rovers para explorarla, como se hace con Marte, y como de hecho ya se hizo hace décadas con el Lunojod. Más aún teniendo en cuenta la viabilidad de realizar algo así (mucho más sencillo que la misión del Curiosity, por ejemplo) y además con la ventaja de que lo puedes controlar en tiempo real (bueno, hay unos segundos de latencia en la señal, pero sigue siendo viable) y que además es factible traer material de vuelta.

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Por Daniel Marín, publicado el 15 febrero, 2013
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