Cómo puede una tormenta solar destruir nuestra civilización

Por Daniel Marín, el 10 septiembre, 2012. Categoría(s): Astronomía • Sol • sondasesp ✎ 71

El 1 de septiembre de 1859 el Sol le dio un disgusto a la Tierra. Ese día, el astrónomo británico Richard Carrington estaba observando el astro rey como venía haciendo desde el 28 de agosto, cuando nuestra estrella comenzó a dar signos inusuales de actividad. Enormes manchas solares y bruscos incrementos de luminosidad en algunas zonas -conocidos como fulguraciones o flares– llamaron la atención de la por entonces pequeña comunidad de observadores solares. A las 11:18 GMT, Carrington observó una violenta fulguración en medio de un grupo de manchas solares de gran tamaño que duró unos cinco minutos. Otros astrónomos, como Richard Hodgson, también la vieron. Para no verla. Porque, sin que Carrington lo pudiese saber, aquella fulguración había liberado una energía de 1032 ergios. Hasta la fecha, la más energética jamás registrada.

Grupo de manchas solares dibujado por Richard Carrington donde tuvo lugar la fulguración que lleva su nombre (Wikipedia).

La violenta fulguración vertió un torrente de partículas altamente energéticas justo en la dirección hacia nuestro planeta, lo que hoy conocemos como eyección de masa coronal o CME (Coronal Mass Ejection). Y no una CME cualquiera, sino una verdaderamente grande. Un hipotético astronauta victoriano que hubiese tenido la mala suerte de encontrarse en el espacio interplanetario en esos momentos habría recibido una dosis letal de radiación y habría muerto pocas horas o minutos más tarde. Apenas 17 horas después de producirse la CME, la tormenta de partículas llegó a la Tierra. Por suerte, el campo magnético terrestre se encargó de dirigir la mayor parte del flujo de partículas letales hacia los polos. La atmósfera, nuestra última línea de defensa espacial, absorbió el grueso de la radiación nociva. Pero los efectos de la tormenta no pasaron desapercibidos. Aparecieron auroras por doquier, incluso en zonas tan alejadas de los polos como Cuba o Santiago de Chile. La luz de las auroras era tan intensa que se podía leer el periódico de noche cerrada. Cuenta la leyenda que el resplandor era tan llamativo que despertó a varios grupos de mineros que buscaban oro en las Montañas Rocosas, los cuales comenzaron a preparar el desayuno pensando que era la luz del amanecer.

Zonas en las que se vieron auroras (círculos negros y blancos) durante la tormenta geomagnética del 2 de septiembre de 1859 (fuente).

Menos benignos fueron los efectos de la tormenta geomagnética sobre las líneas de telégrafos. Prácticamente la totalidad de las incipientes redes de comunicaciones dejaron de funcionar y en ciertas zonas los postes de telégrafo soltaron chispas y se incendiaron espontáneamente. En algunos casos, las líneas siguieron funcionando a pesar de haber sido desconectadas de su fuente de energía. Sin embargo, el Suceso Carrington, como sería conocida esta tormenta solar, apenas causó daños materiales en las infraestrcuturas de la época. ¿Qué pasaría si un suceso así tuviese lugar en la actualidad?

Antes de responder a esta pregunta, conviene aclarar un par de conceptos. Hace poco pudimos ver una impresionante imagen en luz ultravioleta del satélite SDO de la NASA en la que se aprecia una enorme protuberancia activa que sería expulsada hacia el espacio interplanetario durante una CME posterior. El tamaño de la protuberancia comparada con la Tierra habla por sí solo:

Enorme filamento sobre una zona activa del Sol visto por el satélite SDO en ultravioleta el 31 de agosto de 2012 (NASA).

No obstante, esta imagen puede dar la falsa impresión de que estamos viendo una gigantesca llamarada dirigida hacia nuestro planeta, cuando no es el caso. Es decir, lo que se ve en la imagen no es una eyección de masa coronal (que se produciría después), sino un ‘vulgar’ filamento o protuberancia. Un filamento no es más que una enorme cantidad de plasma -a menor temperatura que el plasma de la corona solar que lo rodea- suspendido por campos magnéticos (se llama protuberancia cuando se ve en el borde del disco solar). La parte interesante de la imagen es sin embargo la zona más brillante y aparentemente anodina que se ve en la fotografía tras el filamento. Esa zona es en realidad una de las regiones activas del Sol donde abundan los grupos de manchas solares. Dicho de otra forma, el peligro que representa una CME no es que una enorme llama salga del Sol y ‘queme’ la Tierra, algo imposible, sino los daños derivados de la radiación emitida durante la fulguración causante de la eyección de masa coronal y por las partículas de la CME propiamente dichas (que alcanzan velocidades de 1500 km/s). Podemos apreciar mejor lo que significa una CME si vemos el vídeo correspondiente a la imagen anterior (la imagen está acelerada):

¡Eso sí que es una CME! Una fulguración se produce cuando los campos magnéticos del Sol se reconectan de forma violenta, liberando una enorme cantidad de energía. A veces, como es este caso, da la casualidad de que tenemos un filamento o protuberancia en la zona donde se genera la CME, pero esto no ocurre siempre. Los campos magnéticos intensos inhiben la convección en la fotosfera, la ‘superficie’ visible del Sol, de ahí que en el espectro visible las zonas activas presenten un gran número de manchas solares. Porque una mancha solar no es más que una región de la fotosfera ligeramente más fría y oscura que el resto por culpa de la acción de los campos magnéticos. Eso sí, si observamos esta misma región en el ultravioleta o en rayos X, por ejemplo, veremos que es más brillante que el resto del disco solar, un fenómeno que se aprecia claramente en la imagen en ultravioleta del SDO.

En longitud de onda visible, la región donde se produjo la fulguración del 31 de agosto no parece gran cosa. Es el grupo de manchas en la parte inferior izquierda. Ni siquiera es el grupo más llamativo (NASA).
En este magnetograma se aprecia que la intensidad de los campos magnéticos en las zonas activas del 31 de agosto. Los dos colores representan zonas de distinta polaridad magnética (NASA).
Pero en rayos X sí que se ve la actividad de la región el 31 de agosto (NASA).

Pero vayamos a lo importante, ¿puede destruir una fulguración nuestra civilización? Los peligros que presenta una fulguración son de dos tipos. Por un lado, tenemos la radiación en forma de luz ultravioleta, rayos X y rayos gamma. Esta radiación se mueve obviamente a la velocidad de la luz y llega a nuestro planeta tan solo ocho minutos después de haber tenido lugar. Por suerte para nosotros, nuestra atmósfera absorbe la mayor parte de esta radiación, pero no ocurre lo mismo con los satélites y los astronautas, que carecen de este escudo protector. El fuselaje de los vehículos espaciales ofrece cierto grado de protección, pero en el caso de una gran fulguración la radiación puede dañar de forma irreversible la delicada electrónica de muchos satélites. Y no esto no es moco de pavo, porque debido a la alta dependencia que tiene nuestra civilización con respecto a los satélites de comunicaciones -por no hablar de los militares y sus satélites de observación de todo tipo-, una fulguración que dejase fuera de servicio, aunque fuese temporalmente, a varias decenas de satélites podría tener un efecto realmente grave en las comunicaciones mundiales. Por otro lado, la radiación ultravioleta y los rayos X de una fulguración pueden ionizar las capas exteriores de la atmósfera, interfiriendo o bloqueando las comunicaciones por radio durante horas o días.

Pero en realidad esto no son más que simples molestias. El verdadero peligro son las partículas de una eyección de masa coronal que llegan a la Tierra. Las fulguraciones son fenómenos muy complejos y la energía liberada por una de ellas no siempre se traduce en una CME, o mejor dicho, la energía de una fulguración no mantiene una relación lineal con la energía de la CME causada por la misma. Además, hay que tener en cuenta que debido a una simple cuestión de geometría, la mayoría de las CMEs no afectan a la Tierra. Las eyecciones de masa coronal son enormes agrupaciones de plasma formado por partículas cargadas de baja o media energía, pero con intensos campos magnéticos. Cuando los campos magnéticos de una CME interaccionan con el campo magnético terrestre, éste se ve sacudido profundamente. Se produce entonces una lucha entre las partículas cargadas de la ionosfera y los cinturones de radiación con los campos magnéticos que puede durar horas o días hasta que la situación se estabilice. Es lo que se conoce como tormenta geomagnética. La fuerza de la tormenta depende además de la orientación relativa del campo magnético de la Tierra y el de la CME. Si la nube de partículas posee un campo magnético con las polaridades opuestas al del campo terrestre, la tormenta será mucho mayor que en caso contrario.

La magnetosfera terrestre nos defiende del viento solar y de las tormentas solares (NASA).
Una CME vista en ultravioleta por el SDO el 7 de junio de 2011 (NASA).

Desde el punto de vista de la capacidad de penetración, las partículas ‘problemáticas’ de una CME son los protones energéticos, con una pequeña proporción de partículas alfa (núcleos de helio) y otros núcleos más pesados. Los protones son las partículas clave y es por eso que debemos prestar atención a los Sucesos de Protones Solares o SPEs (Solar Proton Events). En estos sucesos se emiten protones con energías de 10-100 MeV, aunque algunos pueden emitir protones con energías brutales, del orden 1-20 GeV. Esta elevada energía provoca que las partículas de un SPE puedan tardar en llegar a la Tierra apenas una hora o incluso…¡15 minutos! El campo magnético terrestre sólo nos defiende de los protones con energías de menos de 100 MeV. Por encima de los 500 MeV, los protones pueden alcanzar la superficie.

No debemos confundir los SPE con el viento solar, el flujo continuo de partículas -principalmente protones- que emite el Sol y que fluctúa de forma constante. Para complicar el asunto, no todas las CME importantes van asociados a un SPE grande, aunque lo contrario sí que ocurre prácticamente siempre (un 95% de las veces, para ser precisos). Por ejemplo, el Suceso Carrington causó el mayor SPE que se conozca. Por eso, bajo el nombre genérico de ‘tormenta solar’ se suelen agrupar tres fenómenos que, aunque relacionados, son distintos: fulguraciones, eyecciones de masa coronal (CME) y sucesos de protones solares (SPE). Los SPE pueden crear problemas de comunicaciones, matar astronautas o afectar a la capa de ozono, pero, en todo caso, son las CME son los fenómenos más importantes en cuanto a los posibles efectos perniciosos sobre nuestra civilización.

Las perturbaciones en el campo magnético terrestre causadas por una CME crean corrientes inducidas que pueden dañar las centrales energéticas y la red eléctrica, creando apagones masivos. Y esto no es una cuestión teórica. En 1972 la compañía norteamericana AT&T se vio obligada a rediseñar su sistema cables submarinos poco después de que una tormenta geomagnética bloquease parcialmente las comunicaciones telefónicas a larga distancia dentro de los EEUU. En 1989, otra tormenta geomagnética dejó sin electricidad a seis millones de personas en Québec. Y es que los efectos de una tormenta solar son similares al pulso electromagnético causado por una explosión nuclear en la alta atmósfera.

Puede que todo esto no te impresione. Al fin y al cabo, un fenómeno de este tipo difícilmente podría destruir nuestra civilización. Sin embargo, piensa que estos incidentes fueron causados por tormentas solares importantes, pero que ni de lejos se acercaban a la energía liberada por el Suceso Carrington. Si una tormenta solar de este tipo tuviese lugar hoy en día, provocaría el colapso de  muchas de las redes de comunicaciones y de transporte eléctrico en el planeta, además de dejar fuera de servicio decenas de satélites (incluyendo los GPS), causar numerosos incendios eléctricos y bloquear los sistemas de navegación de miles de aviones.

El talón de Aquiles son los grandes transformadores de las centrales eléctricas. Una tormenta geomagnética severa destrozaría muchos de los transformadores de alta tensión que estuviesen en funcionamiento por culpa de corrientes inducidas, lo que impediría restaurar el suministro eléctrico una vez pasada la tormenta. Como ejemplo, el 6 de abril de 2000, una tormenta geomagnética causó corrientes inducidas de hasta 270 amperios en un transformador del sur de Suecia. Para colmo, el número de unidades de repuesto de estos transformadores en circulación es muy limitado, algo lógico si tenemos en cuenta que suelen estar hechos a medida según la instalación y que pueden costar más de diez millones de dólares cada uno. En el peor de los casos, las fábricas que los construyen también quedarían fuera de servicio por culpa de la tormenta. Se cree que más del 50% de la red eléctrica de los EEUU podría quedar fuera de juego durante varios meses por culpa de un suceso de esta categoría.

Transformador de alta tensión de New Jersey dañado durante una tormenta solar el 13 de marzo de 1989 (fuente).

Como ‘bola extra’, los sistemas de distribución de petróleo, gas natural y agua potable también dejarían de funcionar durante semanas o meses en muchos lugares del planeta. Los oleoductos y gaseoductos sufrirían niveles de corrosión elevados por culpa de las corrientes inducidas, produciendo posibles fugas catastróficas. Toneladas de comida se echarían a perder en todos aquellos hogares y comercios sin generadores eléctricos propios. Se dispararía el precio de la gasolina y el gasoil, y en muchas zonas las reservas de combustible se agotarían, causando revueltas y serios problemas logísticos en hospitales, puertos y aeropuertos. Sin duda, moriría mucha gente y las pérdidas serían catastróficas. De hecho, se estima que el efecto de una tormenta de este tipo se traduciría en unas pérdidas de uno o dos billones -sí, con b– de dólares como mínimo únicamente en los Estados Unidos y la economía mundial tardaría una década en recuperarse. Vamos, justo lo que necesita la economía en estos momentos.
¿A qué ahora ya no te parece algo tan trivial? Pues tienes motivos para preocuparte, porque estas tormentas son totalmente impredecibles. Aunque se dan con más frecuencia durante los años de máxima actividad del ciclo solar de 11 años, pueden tener lugar en cualquier momento. De hecho, nadie sabe cada cuánto se produce una tormenta solar como el Suceso Carrington. La mayor parte de estimaciones coinciden en que una tormenta de este tipo solo afecta a la Tierra una vez cada 500 años más o menos, de acuerdo con el análisis de nitratos encontrados en las profundidades de los hielos árticos (los SPE intensos generan nitratos en la atmósfera). Por otro lado, estas mismas estimaciones sugieren que cada millón de años aproximadamente la Tierra puede sufrir los efectos de una fulguración un millón de veces más energética que el propio Suceso Carrington. Pero todo esto no dejan de ser estimaciones, así que, teniendo en cuenta la fragilidad de nuestra civilización, más nos vale estar preparados.

Probabilidad de un SPE en función de su energía. El suceso Carrington es el diamante situado cerca de la mitad del gráfico (fuente).
Tormentas solares que emitieron protones energéticos (SEPs) desde 1850. Destaca claramente el Suceso Carrington de 1859 (fuente).

Pero no estamos indefensos. Una red de satélites monitorizan continuamente el ‘tiempo solar’ y detectan todas las fulguraciones, incluso aquellas que se producen en el hemisferio del Sol no visible desde la Tierra -cortesía de los satélites STEREO-. De media, las partículas de una CME tardan entre dos o cuatro días antes de llegar a nuestro planeta, tiempo más que suficiente para prepararse para lo peor y poder apagar las redes eléctricas más importantes, desconectando los transformadores de alta tensión antes de que golpee la tormenta. No es que esto no ocasione pérdidas astronómicas, pero es la solución menos mala. No obstante, esto es en el mejor de los casos. La tormenta geomagnética del Suceso Carrington se produjo tan solo 17 horas después de producirse la fulguración, ya que varias CMEs previas habían ‘limpiado’ el medio interplanetario con antelación, allanando el camino para las partículas energéticas. En el caso de la tormenta del 4 de agosto de 1972, el tiempo de tránsito de las partículas se redujo a 15 horas. Y esto ya es más serio, porque menos de veinte horas es un tiempo claramente insuficiente para articular un plan de acción global.

Resumiendo, sin advertencia previa, un Suceso Carrington o superior causaría daños tan devastadores en sociedad actual que bien podría generar una tragedia global de magnitudes nunca vistas, aunque que esto traiga consigo el ‘fin de nuestra civilización’ es ciertamente discutible. Pero lo que resulta trágico de verdad es que, a pesar de lo mucho que tenemos que perder, no exista una estrategia de respuesta sólida para prevenir los efectos de una gran tormenta geomagnética. Y si de algo podemos estar seguros es que tarde o temprano se producirá alguna.

En todo caso, podemos dar gracias, porque el Sol es una estrella muy tranquila. Existen estrellas similares al Sol que producen fulguraciones diez millones de veces más energéticas que el Suceso Carrington. Estas superfulguraciones podrían destruir la capa de ozono en nuestro planeta y derretir los hielos polares, con todo lo que ello implica para la vida en la Tierra. Eso sí que sería el fin de nuestra civilización…y puede que de nuestra especie.

Supermanchas estelares en estrellas de tipo solar (nature.com).

Esta es la contribución de Eureka al XXXIV Carnaval de la Física, organizado por Hablando de Ciencia.

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71 Comentarios

  1. En caso de suceder un evento como el de Carrington, ¿que pasaria con los 6 astronautas de la ISS? ¿seria suficiente radiacion para matarlos? o la ISS tiene escudos aptos para protegerlos de una CME de igual magnitud. ¿Habra algun plan de contigencia? Digo inmediatamente montarse en las Soyuz y regresar a Tierra cuanto antes.

    1. Al estar dentro de la magnetosfera terrestre, probablemente no recibirían una dosis letal, pero todo depende de si estarían expuestos o no al suceso SPE que acompañaría a la fulguración y la violencia del mismo. Que yo sepa, el único plan de contingencia es agruparse en las zonas de la estación con más equipamiento (Nodo 1) para que les sirva de blindaje.

      Saludos.

  2. Resumiendo, si pasa eso nos volvemos a 1800 y en dos días pasará como tras el Katrina, desorden, saqueos y cualquier cosa mala que se os ocurra.

    Sería un renacer del ser humano (de los que queden vivos) tras este apocalipsis. ¿o crees que todo el mundo a a estar tranquilo en sus casa esperando al rescate que está igual que tú…?.

    Si pasa estamos jodidos, y pasará, ¿cuándo? eso no se sabe, pero pasará.

    1. Por otro lado todo se reorganizaría de golpe. Los que ahora tienen poder basado en dinero ficticio de repente no tendrían nada. Sabemos que el principio sería brutal, pero no sabemos como acabaría todo. Desde luego no es como lo del Katrina, que directamente dejó a gente sin techo. Aquí tendrías techo aunque el cableado no te sirviera de nada.

    1. Pues no es del todo cierto. De hecho una vez las partículas cargadas entran en la magentosfera pueden incluso penetrar en los cinturones van allen y acelerarse aun más o simplemente correr por las líneas de campo que envuelven el globo y caer en cualquier parte. Aunque es cierto que probablemente las zonas de mayor impacto sean las del área diurna no es cierto que en el área nocturna no siga habiendo flujos. De hecho sino no se avistarían auroras que solo son visibles de noche.

  3. Yo que me iba a dormir ahora tan tranquilo… ya voy a tener pesadillas con horribles fulguraciones solares 😛

    Supongo que una de las mejores cosas que pueden hacerse es intentar reducir la dependencia de nuestros sistemas electromagnéticos, o tenerlos replicados para poder usar un sistema secundario temporalmente. Porque aunque tengamos sondas cerca del Sol que nos puedan avisar, el margen de tiempo es tan breve que apenas podría hacerse nada.

  4. Se podrian implantar planes de emergencia que ya se han utilizado en otras catastrofes o estan previstos , aterrizar todos los aviones como en el 11-s, desconectar las redes electricas y que los servicios de emergencia funcionaran con generadores.Toque de queda, y parar todo lo no esencial, una especie de 2-3 dias de no actividad.

    Tambien implementar sistemas de fibra optica y laser inmunes a las radiaciones.

    Esos supuestos ya se tenian en cuenta en la guerra fria en caso de armas EMP

  5. Hola Daniel.

    Un comentario a la magnífica entrada. Hablar únicamente de una intensidad de X amperios no da una idea de importancia de esa intensidad, hay que relacionarlo con la intensidad nominal del transformador o el nivel de tensión… por ejemplo, un transformador pequeño (como el que podemos encontar en cualquier centro de transformación de una ciudad) de 400 kVA de potencia es capaz de suministrar 577 A en el lado de 400 V… Si este hubiera sido el transformador sueco, esos 270 A sí es una cifra importante, pero hay trasformadores con potencias elevadísimas (en España los más grandes que he visto son de 400 MVA) con intensidades en el lado de menor tensión superiores a 1000 A…. aunque… 270 sobre 1000 también es bastante relevante 😉

    Bueno, lo que quiero decir es que (generalmente), en temas de distribución eléctrica dando uno solo de los parámetros, o sin una cifra de referencia, queda la información un poco coja…

    Perdona por el puntilloso apunte… puede que me halla pasado de pedante, jejeje.

    Saludetes.

    1. Los transformadores de distribución electrica, p.e de 1Mw suelen funcionar con tensiones muy elevadas >200.000v, pero las intensidades son relativamente bajas >10A, esto da la potencia de 1Mw aprox. Estas redes se utilizan desde los centros de producción, centrales eléctricas, hasta las áreas de distribución. Según nos acercamos a las viviendas e industria la tensión se baja y la intensidad va aumentando.
      Las CME Afectan sobre todo a las redes de Alta Tensión con cableados muy largos y estas se comportan como una especie de antena captando la energía electromagnética de las CME y enviándolas a los transformadores que están en los extremos de dichas líneas de transporte. Como estos están diseñados para los 10A, que hemos comentado anteriormente, si les sometemos a casi 30 veces más su intensidad nominal es normal que se quemen, por no hablar de las sobretensiones que también se pueden producir en dichas líneas.
      Es por esto que la alerta temprana, y los planes de emergencia son fundamentales, entre otras cosas a realizar y planificar, lo principal en el caso que nos ocupa seria desconectar los sistemas lo antes posible, así como organizar a la población y realizar simulacros, algo similar a las alarmas de tsunami.
      Felicidades por el articulo.
      Un saludo
      AE

  6. Una vez vi un documental donde trataban del tema y entrevistaban a un tipo de la red eléctrica inglesa. Explicaban que lo que hacían para gestionar estas tormentas geomagnéticas (las pequeñas que se producen con más frecuencia) no era desconectar los sistemas, sino conectar todo a la red para que las corrientes inducidas se distribuyeran sin provocar sobrecargas. Sin embargo he buscado un poco en Google y no he encontrado ninguna mención. ¿Alguien sabe lo que se hace en realidad?

    1. Hombre, un sistema de distribución eléctrica no es como la instalación de casa… no se puede conectar o desconectarlo todo, porque en todo momento tiene que haber un equilibrio entre generación y consumo… Es más, la conexión o desconexión brusca de consumos o generaciones puede hacer que la red se desequilibre y dejar sin energía a gran parte del país. Por otro lado, confiar en que las propias pérdidas de la red (que siempre se intenta que sean las mínimas posibles, como es lógico) disipen toda la energía de la perturbación me parece arriesgado…

      Lo que sí se podría hacer es tener en cuenta los datos de una posible red de satélites de alerta e incluirlos en los planes de contingencia que ya tienen los operadores de las redes para responder a fallos críticos (desconexiones de centrales o grandes consumidores, pérdidas de líneas o subestaciones críticas, etc). Se podría tener establecido de antemano qué partes de la red se deberían proteger para, llegado el caso, desconectarlas del sistema.
      Seguramente el tema es mucho más complejo que todo esto… si hay algún lector que se dedique a análisis y perturbaciones de redes que levante la mano.

      Saludos.

    2. Solo un dato más y dejo de daros la tabarra… todo lo anterior son medidas que se pueden tomar a nivel del operador de la red… pero hay medidas directas. Los equipos críticos de la red, como los transformadores, se protegen contra las sobrecargas (atmosféricas y por las maniobras propias de la red) con descargadores (pararrayos) de que derivan las intensidades peligrosas a tierra. Eso sí… hasta donde yo sé están pensados para descargas atmosféricas, no para corrientes inducidas por CMEs.

      Saludos.

    3. Los fenómenos de induccion externo o no esperados como los producidos por las tormentas solares no solo afecta o «cargan » las lineas de transmisión. Los transformadores son los que mas sufren este fenómeno en forma destructiva. Las tensiones inducidas por estos indeseados campos magnéticos elevan enormemente los niveles de tensión o Voltaje soprepasando los limites de disrupción o descarga de su propio aislamiento para el cual han sido construidos aun con altos factores de seguridad. Y un enorme transformador en que colapsan sus tres fases metido en una cuba de aceite, pues explosiona y se incendia de inmediato por la inmensa cantidad de calor que desarrolla la descarga a tierra. Aún habiendo sido «abierto» oportunamente en Alta y Baja, el núcleo de láminas de hierro/ acero de un transformador es afectado en su campo residual en magnitudes dependientes de la cuantificación de la tormenta.

  7. Que tal, excelente entrada, despues de leerla me entra una duda, aparte de las redes electricas como puede afectar sobre todos los aparatos electricos que tenemos a nuestro alrededor? ya sea electrodomesticos, tv, computadores, bombillas, etc..

  8. Por añadir el punto morboso al asunto. Tengo un amigo enganchando al Cuarto Milenio, y por esos mundos (que no frecuento) están hablando del famoso fin del mundo previsto por los Mayas, y si no recuerdo mal, me parece que lo atribuían a una tormenta solar. :O

  9. Una duda. Supongamos que viene una tormenta solar de estas malvadas y yo quiero que mi PC no se joda (es un ejemplo xD).

    ¿Con meter el PC en una jaula de Faraday estaría protegido?

    1. Supongo que dependerá de la potencia que pueda admitir la jaula sin freírse. Seguramente una jaula de faraday con una toma de tierra debería servir sin problemas. ¿Los microondas sirven como jaulas de faraday caseras?

  10. Un evento de estas características, que efecto tendría sobre las plantas nucleares que se vean afectadas?
    Si se detienen las bombas eléctricas, el refrigerante deja de fluir y las barras de combustible van a un estado crítico (y luego se funden)

    1. En principio un evento de estas características afectaría a los transformadores de la planta, esto quiere decir que se quedaría sin energía eléctrica exterior y aquí es donde entrarían los generadores diésel de emergencia que en principio no de tendrían porque verse afectados.

      Ahora bien, las centrales nucleares tienen varias vías de alimentación exterior con lo que para perderlas todas todas tendrían que estar activas en momento del evento para que se «frieran» los transformadores, algo en principio creo que inusual. En el caso concreto de España prácticamente todas, sino todas, las centrales nucleares tienen lineas directas con centrales hidroeléctricas de arranque autónomo que solo se utilizan para la alimentación de los servicios auxiliares de las centrales nucleares ante una caída de las lineas principales, por ejemplo Garoña tiene una linea de 132 kV con el embalse de Sobrón o Almaraz una de 220 kV con el de Valdecañas.

    2. ¿Y los embalses no tienen unas compuertas para abrirse y cerrarse? Se supone que quedarían como estuvieran, es decir, que si las compuertas se bloquean y están cerradas, ¿el embalse no acabaría por reventar?

    3. Los embalses disponen de aliviaderos para evitar eso. Por otro lado las centrales de arranque autónomo no requieren de suministro externo de energía para funcionar, de echo se utilizan precisamente para reponer el servicio eléctrico en caso de que la red caiga.

      Sobre este tipo de situaciones, cero de tensión en la red, Red Eléctrica sí ha hecho simulacros y tiene desarrolladas las estrategias de reposición del servicio, aunque el evento que aquí se trata añadiria más problemas que el propio cero de tensión al quedar lineas inutilizables por fallos en los transformadores.

  11. Una pregunta Daniel, el lugar mas seguro para poner una estacion espacial, para protejerse de las fulguraciones , seria el punto L2 del sistema Sol Tierra, porque siempre la tierra haria de escudo(lo que me imagino que no seria practico, al estar mas allá de la Luna). La duda es que si ponemos una estación en el punto L1 del sistema Tierra Luna ayudaria de algo, porque gran parte del tiempo estaria protegida o por la Tierra o por la Luna. O es mayor la complicación que los beneficios?

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Por Daniel Marín, publicado el 10 septiembre, 2012
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