Recordando a la Soyuz 11

Por Daniel Marín, el 30 junio, 2009. Categoría(s): Astronáutica • Historias de la Cosmonáutica • Rusia ✎ 12

Hoy hace 38 años que Vólkov, Patsáyev y Dobrovolsky finalizaron su misión espacial tras batir el récord de permanencia en el espacio a bordo de la estación Salyut 1. Los tres cosmonautas, en el interior de su nave Soyuz 11, se desacoplaron del laboratorio espacial para iniciar su ansiado viaje de retorno a la Tierra. Aunque la maniobra de separación transcurrió sin incidentes, la escotilla de la cápsula Soyuz se resistió a ser cerrada en lo que sería un presagio de lo que iba a ocurrir.

A la 1:10 am del 30 de junio de 1971, mientras el comandante Dobrovolsky orientaba la nave para la maniobra de frenado, la Soyuz 11 volaba en solitario sobre el Pacífico fuera de la cobertura de radio de las estaciones de seguimiento soviéticas. Un cuarto de hora después, el vehículo se deslizaba sobre el Atlántico sur siguiendo una órbita que lo llevaría sobre su lugar de aterrizaje en las estepas kazajas. A diferencia de otras misiones, la Soyuz 11 recibió la orden de utilizar una trayectoria de retorno distinta para evitar un aterrizaje nocturno, así que en vez de sobrevolar África como era habitual, la nave siguió un curso más occidental, lo que causó serios problemas de coordinación entre el Centro de Control de Vuelos (TsUP) y los buques de seguimiento de la flota soviética situados en el Atlántico. La oficina de diseño TsKBEM (actual RKK Energía) había presionado para que la Soyuz 11 siguiese una trayectoria de retorno nominal, aunque eso implicase un aterrizaje nocturno. Sin embargo, al final se impuso el criterio de Nikolái Kamanin (Fuerza Aérea), para quien las condiciones favorables en el rescate de la tripulación resultaban prioritarias. Al final Kamanin se salió con la suya y a la 1:35 am el motor KTDU-35 de la Soyuz se encendió durante 187 segundos, frenando la velocidad de la nave en unos 120 m/s. No mucho, teniendo en cuenta que la Soyuz se movía a casi 8 km/s, pero lo suficiente para que el vehículo comenzase a descender hacia la atmósfera. Al sobrevolar Francia a 150 km de altura, la Soyuz rotó 90º para orientarse de forma perpendicular a la dirección orbital y facilitar así la separación de los tres módulos de la nave. La cápsula con los cosmonautas se dirigía ahora hacia el infierno de la reentrada.

Desgraciadamente, la descoordinación entre las autoridades impidió que el TsUP obtuviese la telemetría de la nave, por lo que los controladores de la misión desconocían si se había producido el encendido de frenado o no. Síntoma de que algo iba mal, la estación de Yevpatoriya en Ucrania no pudo obtener respuesta alguna de la tripulación. A la 1:54 am los radares soviéticos detectaron la cápsula a 40 kilómetros de altura sobre Ucrania. La información sobre la trayectoria y el punto de aterrizaje estimado fue trasladada al equipo de rescate primario, formado por un avión Il-14 y cuatro helicópteros Mil Mi-6 y Mi-8. El general Kutatsin, a bordo de uno de los helicópteros, informó al TsUP del descenso de la cápsula y de su impecable aterrizaje a las 2:17 am. Pero, misteriosamente, los cosmonautas seguían sin contestar. Quizás, se supuso, tenían algún problema con la radio. El equipo de rescate se acercó rápidamente a la cápsula y abrió la escotilla, sólo para encontrarse con un panorama dantesco: los tres cosmonautas yacían muertos en sus sillones. En el TsUP, Kamanin recibió del equipo de rescate un código que nunca había esperado escuchar: «111». Era la clave preestablecida para indicar que la tripulación había muerto.

Como pudo averiguar posteriormente la comisión estatal de investigación, la cápsula se había despresurizado totalmente en menos de un minuto nada más separarse los módulos de la nave antes de la reentrada, matando a Vólkov, Patsáyev y Dobrovolsky. La culpable había sido una válvula defectuosa situada junto a la escotilla de la nave. Las Soyuz 7K-T contaban con dos de estas válvulas, que permitían igualar la presión del interior de la nave con la del exterior antes del aterrizaje. Debían entrar en acción una vez la cápsula se encontrase a 5 kilómetros de altura, al abrirse el paracaídas principal. Servían además para evitar que la tripulación se asfixiase si, por alguna razón, ésta debía permanecer dentro de la Soyuz más tiempo de lo normal esperando al equipo de rescate. Estas válvulas incorporaban dos mecanismos de cerrado y apertura: uno automático y otro manual. El mecanismo automático consistía en cuatro cargas pirotécnicas que se disparaban a la altura preseleccionada para permitir el flujo de aire externo. El sistema manual era básicamente un tornillo que se enroscaba haciendo girar un pequeño mando. En la Soyuz 11, la válvula número 1 estaba situada sobre Dobrovolsky y la número 2 sobre Patsáyev. El procedimiento nominal requería que al menos una válvula tuviese el mecanismo manual cerrado durante la reentrada. De este modo, si la cápsula debía realizar un amerizaje, en el peor de los casos la tripulación sólo tendría que cerrar una válvula para evitar la entrada de agua en el interior.

En el caso de la Soyuz 11, las válvulas instaladas habían sido fabricadas de forma deficiente, por lo que el mecanismo automático de apertura de la válvula nº 1 se accionó no a 5 km de altura como estaba planeado, sino al separarse los módulos -debido a la violencia del proceso-, cuando la nave se encontraba aún en el vacío del espacio.

Tras la repentina despresurización, la tripulación tuvo que sentir el terrible sonido del aire escapando de la cápsula, así como la alarma principal advirtiendo del peligro inminente. Dobrovolsky se quitó el arnés de seguridad y, desgraciadamente, perdió preciosos segundos intentando verificar la estanqueidad de la escotilla, la misma escotilla que tantos problemas había presentado al cerrarse unas horas antes. Mientras, Vólkov y Patsáyev apagaban la radio para ayudar a la identificación de la zona de la fuga. Pronto se dieron cuenta de que la causa de la despresurización debía estar en las válvulas, pero era imposible saber cuál. Patsáyev se percató de que la válvula nº 2 situada sobre él estaba en posición de «abierta», así que procedió a cerrarla. Tristemente, los técnicos habían cometido un error fatídico antes del lanzamiento y en realidad era la válvula nº 1 la que tenía el mecanismo manual en abierto. Parece ser que la tripulación había sido informada de esta anomalía antes del despegue, pero tras casi un mes en el espacio y en medio del pánico de la situación, se olvidaron de este cambio. En condiciones ideales se requerían unos 35 segundos para cerrar manualmente una válvula, así que desgraciadamente la tripulación perdió la consciencia antes de poder finalizar el cierre. La muerte sobrevino poco después. En total no habían pasado poco más de 100 segundos tras la separación de los módulos.

Irónicamente, si las válvulas hubiesen sido instaladas manteniendo el orden preestablecido del mecanismo manual, la tripulación habría sobrevivido. La fuga se produjo en el mecanismo de la válvula nº 1, justamente la que se suponía que debía estar cerrada manualmente. Por supuesto, aunque esto hubiese salvado a la tripulación de la Soyuz 11, probablemente habría terminado por costarle la vida a otros cosmonautas.

Alexéi Leonov, el que debía ser el comandante de la Soyuz 11 antes de que se decidiese cambiar la tripulación, declaró tras la tragedia que él siempre había recomendado cerrar ambas válvulas de forma manual por precaución. Obviamente, este procedimiento también habría salvado la vida de los cosmonautas, pero se trataba de una irregularidad que podía conducir a otra tragedia. Por ejemplo, si la tripulación se desmayaba durante la reentrada y el equipo de rescate acudía demasiado tarde, el cierre manual de las dos válvulas les habría causado la muerte por hipoxia dentro de la cápsula.

La muerte de Vólkov, Patsáyev y Dobrovolsky marcó el momento más negro del programa espacial soviético: la URSS no sólo había perdido la carrera lunar y el cohete N1 había resultado un fracaso, sino que además el nuevo programa de estaciones espaciales había terminado en tragedia. Y para colmo, una tragedia bastante previsible.

Por supuesto, tras el accidente se revisó el diseño de la Soyuz. Además de mejorar los controles de calidad en la fabricación e instalación de válvulas y dispositivos pirotécnicos, la tripulación llevaría de ahora en adelante trajes de presión Sokol que evitarían la muerte en caso de un incidente similar.

«Yantar, hasta la próxima sesión de comunicación»: estas fueron las últimas palabras del control de tierra, apodado Zaryá, que recibió la tripulación de la Soyuz 11. Desgraciadamente, la siguiente comunicación con Vólkov, Dobrovolsky y Patsáyev nunca tuvo lugar.


Georgi Timofeyevich Dobrovolsky, comandante de la Soyuz 11.


Vladislav Nikoláyevich Vólkov, ingeniero de vuelo.


Víktor Ivánovich Patsáyev, ingeniero investigador.


Emblema de la misión.

Referencias:

  • Скрытый космос (Tomo 4), Nikolái P. Kamanin (Infortekst, 1995).
  • Ракеты и люди (Tomo 4), Borís Chertok (Mashinostroenie, 2002).
  • Жизнь – капля в Море, A. S. Yeliseyev (biografía, Aviatsya i Kosmonavtika, 1998).
  • Salyut 1: the First Space Station, Grujica S. Ivanovich (Springer-Praxis, 2008).
  • Soyuz: a Universal Spacecraft, Rex Hall y David Shayler (Springer-Praxis, 2003).
  • Salyut 1, Sven Grahn.


12 Comentarios

  1. Sin duda, lo que sucedió a la Soyuz 11 fue una tragedia, pero el lado bueno de todo eso es que, pasados 38 años de operación ininterrumpida, nadie más perdió la vida en una cápsula Soyuz, a pesar de algunos incidentes graves (como la Soyuz 18A y la T-10-1). Esto muestra el grado de confiabilidad que tiene la Soyuz.

  2. Daniel, gracias por el recuerdo!, realmente un momento muy alto de Eureka. Me ha emocionado la historia de estos tres Héroes.

    Se ha demostrado, que como habitualmente se dice, «de los errores de aprende», como bien señalan Carlo y caente. Sería interesante conocer las estadísticas globales de la Soyuz. Amo esa nave!.

    Un saludo,

    g.-

  3. Hola Daniel.
    En la Wikipedia aparece una versión ligéramente diferente sobre la ubicación de la válvulas:

    «La tripulación se percató de la fuga con inmediatez gracias al sonido que generaba, lo que quedó registrado en sus electrocardiogramas: en apenas unos segundos el pulso de Dobrovolsky había subido a 114 ppm y el de Volkov a 180. Para localizar la fuente de sonido apagaron las radios y probablemente la encontraron y, percatándose que se trataba de una fuga de aire, debieron intentar cerrar la válvula, ubicada bajo el asiento del comandante. Existía un procedimiento de emergencia consistente en que el comandante taponara el agujero con un dedo, pero se contemplaba sólo para el caso de que la Soyuz aterrizara en agua y amenazara con inundarse.

    La localización de la fuga hizo imposible cortarla en poco tiempo: aunque en las especificaciones se requería que la entrada de agua fuera cortada en 20 segundos, en los entrenamientos los cosmonautas tardaban de 30 a 40. Eso explica perfectamente por qué el accidente fue mortal, ya que se estima que 20 segundos después de haberse iniciado la fuga la presión había caído tanto que la tripulación debía estar inconsciente. 50 segundos después de iniciarse el escape el pulso de Patsayev había caído a 42 ppm. A los 110 s los corazones de los tres cosmonautas se habían detenido. La presión en ese momento se había estabilizado en 50 hPa.»

    Carlos Ruiz.

  4. Hola Carlo: la versión de la Wikipedia es incorrecta. Se trata de la versión que circuló en occidente durante muchos años, animada por la falta de datos sobre el accidente y la reticencia de las autoridades soviéticas. Ninguna Soyuz ha sido equipada con una válvula debajo de los asientos Kazbek, así que no tiene sentido decir que los csmonautas intentaron cerrar una válvula en esa posición. Durante años, los soviéticos dejaron que se difundiese el rumor de que las válvulas estaban localizadas bajo los asientos, quizás para reafirmar la inevitabilidad del accidente.

    No existe tampoco ningún «procedimiento de emergencia» para «poner el dedo» en la válvula. Esto es totalmente falso. Como indico en el post, las válvulas se cerraban con un tornillo. El mito del dedo se difundió también a raíz del análisis de las autopsias de los cosmonautas. Todos presentaban numerosos moratones debidos a la descompresión en el vacío y algunos informes indican que alguno de ellos tenía moratones en los dedos, dando lugar al rumor. Sin embargo, no hay constancia de que esto fuese cierto (y en todo caso, no habría servido de nada).

    Por otro lado, los datos del pulso de los cosmonautas y el ritmo de descenso de la presión son más o menos correctos.

    Un saludo.

  5. Gabriel: una estadística rápida podría ser la siguiente (tendría que sentarme a verificar los números, pero vale como aproximación):

    139 lanzamientos en total de naves Soyuz/Zond/Soyuz LOK.

    129 lanzamientos con éxito de Soyuz/Zond.

    127 misiones exitosas.

    127/139: 91,3%

    Eso sí, no he tenido en cuenta fallos en las misiones no tripuladas que habrían sido mortales.

    Si sólo tenemos en cuenta las naves Soyuz, la estadística sería:

    101 misiones tripuladas Soyuz (incluyendo la Soyuz T-10-1).

    Cuatro fallos (Soyuz 1, 11, 18-1 y T-10-1):

    4/101: 96% de éxito (100% desde el accidente de la T-10-1).

    Un saludo

  6. Un prueba más de que no todo lo que circula en internet es cierto, hay que contrastarlo.

    Por mi parte lo considero contrastado con tus palabras.

    Un saludo.

    Carlos Ruiz.

  7. Bueno, quizás debería haber puesto las referencias, que yo también me equivoco, como cualquier ser humano que se precie 😉

    Voy a editar el post y poner algunas referencias sobre la Soyuz 11.

    Saludetes!

  8. Una vez más gracias Daniel por este excelente artículo.
    Por la lectura podría entenderse cierto tono de reproche hacia los controladores sovieticos en tierra y al director de la misión. A pesar de todo, por lo que leo y tal como sucedió todo no parece que en tierra hubiesen podido hacer nada aunque hubiesen logrado comunicarse con ellos.
    ¿no es asi?

  9. Gracias, taisensuikan. Sí, efectivamente. La tripulación estaba condenada con o sin telemetría, pero la falta de ésta ocasionó problemas en un primer momento a la hora de identificar las causas de la tragedia.

    Un saludo.

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Por Daniel Marín, publicado el 30 junio, 2009
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